viernes, 30 de septiembre de 2011

Íncubos y Súcubos: Los demonios del sexo

Los íncubos y súcubos son entidades demoníacas íntimamente ligadas a los placeres sexuales. Su presencia se destaca en multitud de lugares del mundo donde adquieren nombres distintos, pero siempre conservan la misma esencia maléfica como iguales propósitos.

Incubo es el demonio de género masculino, su nombre proviene del latín “incubare” que quiere decir estar encima; éstas entidades gustan de poseer carnalmente a las mujeres fértiles en sueños para poder fecundarlas y así tener descendencia. Mientras que Súcubo es la forma femenina y su nomenclatura procede de “succubus”, sinónimo de prostituta o yacer debajo. Estas seducen a los hombres y se acuestan con ellos, generalmente adaptan la forma de una mujer a la que éstos conocen para ganar su confianza y lograr su cometido.

Uno de los Súcubos que mayor renombre tiene es Lilith, la cual se considera como la reina de todo el clan. Según cuentan las leyendas se creó gracias a la potencia del espíritu del viento y con el transcurso del tiempo su aspecto demoníaco adquirió mayor relevancia por otro lado otros la consideran como la primera mujer de Adán que rechazó a Dios y se convirtió en un demonio.

Ambos tienen diferentes aspectos según la cultura que los represente, algunas creencias los muestran como seres de extrema belleza y gran atractivo físico, sensuales, descarados y desinhibidos pero otras los cuentan como personajes horrendos, con cuernos, colas y colmillos prominentes. Se sabe que el origen de este mito se remonta hacia los confines de nuestra existencia, pero es durante la Edad Media que adquirió gran relevancia, muchas mujeres adjudicaban la pérdida de su virginidad a ataques sexuales de los Íncubos, cuando en realidad la mayoría de los relatos no eran verídicos.

Algunas creencias populares afirman que no se trata de dos entidades, sino de una sola que adquiere el género opuesto a su víctima. Es decir, que se transforma en Súcubo para aparearse con un hombre y robarle su semen para luego convertirse íncubo, copular con una mujer fértil y dejarla preñada con el esperma de su primer víctima.

Por otro lado muchas versiones afirman que además de robar el material genético de sus víctimas el Incubo le aspira la energía en cada cópula lo que a la larga provocaría la muerte de la persona. El absorbe la fuerza vital de la persona para poder subsistir, lo que puede ocasionar un paro cardíaco.

Por su parte, los hijos nacidos de la unión entre un humano y un demonio generalmente son retrasados mentales, deformes, proclives a caer en manos del Maligno quien los maneja como títeres, o bien puede que posean poderes mágicos, tal es el caso del famoso mago Merlín. De hecho, una de las versiones de su nacimiento afirma que fue fruto de la unión de un Incubo y una neófita.

Actualmente la ciencia psicológica adjudica la existencia de los Íncubos y Súcubos a las poluciones nocturnas que presentan los hombres, y a los sueños en los que la persona siente que está despierta y que alguien la sostiene por encima. En la antigüedad, como no se contaba con las herramientas que hoy día tenemos, buscaban en los mitos la explicación a todo suceso que les era extraño o inaceptable.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La torre de los deseos: Leyenda medieval fictica o real

Esta leyenda de ambientación exótica aparece en el Libro de las maravillas del mundo, de Juan de Mandevilla, escrito en torno a 1350. Se desconoce la fuente de la cual la tomó el autor inglés, aunque probablemente se trate de una creación propia, al menos en la parte que intenta explicar el auge y caída de la Orden del Temple. Por otro lado, el motivo central recuerda a algunos episodios de las novelas de caballerías.

Cuenta Mandevilla que en el lejano reino de Armenia, más allá de la ciudad de Layays, sobre una escarpada roca, se eleva un viejo castillo en una de cuyas salas hay una percha de cetrería hermosamente forjada. Sobre la percha descansa un gavilán que es cuidado día y noche por una hermosa dama de la raza de las hadas. A todos los que llegan al castillo, si son capaces de vigilar al gavilán durante siete días y siete noches, la dama les concede un deseo. Pero ¡ay de aquel que se quede dormido durante ese tiempo!, porque entonces se desvanecerá como un sueño y nadie volverá a saber de él.

Entre los que pasaron la prueba se cuenta un rey de Armenia, quien tras haber recibido noticias sobre el castillo lo buscó sin descanso hasta encontrarlo. En su interior halló la percha con el gavilán, al que guardó durante siete días y siete noches. Cuando se cumplió el plazo, apareció la dama y le preguntó qué era lo que deseaba, pues le sería concedido. El rey respondió que no quería riquezas ni poder, pues de uno y otro tenía en abundancia. Y en verdad que hasta entonces no había pensado pedir nada, pero en aquel momento, mientras miraba a la dama, esta le pareció sumamente hermosa, mucho más que cualquier mujer a la que hubiese abrazado nunca, y le dijo que deseaba yacer con ella una noche.

La dama respondió que, además de parecerle indigno que intentase aprovechar la situación para satisfacer sus bajos instintos, aquello que pedía le era imposible de cumplir, pues solo podía conceder dones terrenales y ella misma era un ser espectral. Por tanto, concedió, haría como si nunca hubiese escuchado sus palabras y le daría la oportunidad de hablar de nuevo.

Pero como el rey, terco, seguía solicitando lo mismo, ella le despidió diciéndole que ya que no pedía nada, le concedería algo por voluntad propia: desde aquel momento, él y sus descendientes no disfrutarían de un solo momento de paz, y serían vasallos de sus enemigos y verían como sus bienes disminuían hasta desaparecer. Y así fue, dice Mandevilla, puesto que durante muchos años el reino de Armenia estuvo en guerra con los sarracenos y se vio obligado a rendirles tributo.

Al Castillo del Gavilán llegó también un hombre pobre que pasó con éxito la prueba. Como premio dijo a la dama que le gustaría poseer muchos bienes y saber comerciar con ellos. La dama se lo concedió, y este hombre llegó a convertirse en el mercader más próspero y conocido de su época, aunque su nombre no se ha conservado.

Asimismo, vigiló al gavilán durante siete días y siete noches, sin dormir un solo momento, un caballero templario, quien pidió a la dama una bolsa que siempre estuviese llena de oro. La dama se la entregó advirtiéndole que aquella bolsa suponía el fin de su orden, pues debido a su riqueza se volverían orgullosos y caerían protegiéndola. Así sucedió, concluye Mandevilla, que escribía apenas 40 años después de que el último gran maestre de la orden, Jacques de Molay, pereciese en la hoguera.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La leyenda de Barbarroja: Un corsario turco que sirvió bajo las órdenes del Sultán otomano

Existió una edad en la que los piratas fueron los señores de los mares. Quien osara a invadir sus dominios estaba condenado a padecer la furia de su abordaje, que siempre se tornaba cruel y despiadado. En torno a sus figuras se gestaron leyendas que se entremezclaron con la realidad, debido a sus portentosas hazañas que, desde luego, estaban relacionadas con el robo y el asesinato.

Indudablemente, entre los poseedores del estigma de pirata, destacaron insignes nombres, cuya historia ha quedado grabada en lo profundo del océano. Una historia teñida de sangre y barbarie, que nos recuerda la terrible inseguridad con la que se coexistía antaño. Entre los más afamados, el pirata Barbarroja, es conocido por su talante de hierro y por ser Gobernador de Argel.

Aruj, como se llamaba realmente, nació en el siglo XV en la isla de Lesbos (Grecia). Su destino estaba predeterminado a ser corsario, ya que tanto él como sus tres hermanos fueron reclutados como marinos para contrarrestar a Caballeros de San Juan de la isla de Rodas, corsarios también. En una de estas batallas, Barbarroja fue capturado en Rodas y vendido como esclavo. Consiguió escapar y consiguió llegar a Egipto donde convenció al sultán Qansoh al-Ghuri para que le cediera un navío con el que atacó por todo el Mediterráneo a los cristianos. Desde ese acontecimiento, su leyenda crecería imparable.

En el imaginario popular, quizás debido a películas como “Piratas del Caribe”, se han engrandecido ciertas virtudes de los piratas, atenuando sus fechorías que son reales y, muchas de ellas, masacres. Todas las ciudades costeras debían tener fortificaciones para repeler asedios piratas. Este fue el caso de la Costa Brava, cuya masacre por Barbarroja está registrada en documentos notariales. Estos cuentan que llegó con una flota de navíos, invencibles, y que nada más ser divisados, causaron el terror en sus gentes que huyeron despavoridas. Todos sabían que este pirata era despiadado y enfrentarse a él era un suicidio.

Esto ocurrió en 1543, y cuando Barbarroja pisó la tierra de Palamós, sólo derramó sangre a su paso, asolando la ciudad. Cortaron cabezas, incineraron y clavaron en estacas a inocentes. Saquearon todo lo que encontraron en su camino y se marcharon dejando la tierra muerta, desolada. Éste fue uno de los tantos ataques que perpetró el corsario contra el Reino de España.

Barbarroja pereció como cualquier corsario de la época: a menos de sus perseguidores, en este caso, de soldados españoles -Argel en 1518-. Su hermano consciente del terror de su nombre, adoptó el mismo. Su apodo es originario de su larga barba roja. Aún hoy, en numerosos lugares hay placas que conmemoran el calvario de sus gentes en su lucha por sobrevivir a los ataques piratas. En muchas ocasiones, la realidad supera a la leyenda...

martes, 27 de septiembre de 2011

El Castillo de Buena Esperanza: El castillo más embrujado de Sudáfrica

África es un continente muy ligado a las creencias espirituales, a las tradiciones y al respeto a sus muertos. África roba el corazón con sus historias y leyendas, con sus inexplicables encuentros y desencuentros con otros mundos, con sus supersticiones, donde se mezclan espíritus errantes, miedos y antiguos ritos ancestrales.

El Castillo de Buena Esperanza, en Ciudad del Cabo, es uno de esos lugares reservados a la leyenda y a las extrañas creencias en un más allá donde los espíritus agonizan en espera del reposo eterno.

Pieter Gysbert van Noodt es uno de esos espíritus. Gobernador de El Cabo en el siglo XVIII, era un hombre temible y severo que mandó a la horca a siete soldados que habían intentado desertar. Estos soldados habían sido sentenciados por el consejo militar a ser apaleados y deportados. Conocedor de la sentencia, y para que sirviera de escarmiento, el gobernador levantó la sentencia y mandó ahorcarlos. De nada sirvieron las peticiones de clemencia: cuando llegó el momento fatal uno de aquellos soldados, invocando al cielo, levantó la vista y pidió justicia divina contra el gobernador van Noodt.

Aquella noche, van Noodt fue encontrado muerto en su silla, con el rictus contraído de espanto y el horror dibujado en su cara. Siendo gobernador como era, su entierro debía hacerse siguiendo todos los fastos, y aunque así se hizo para aparentar, lo cierto es que el ataúd se enterró vacío, pues temerosos de una maldición no quisieron enterrarlo realmente en campo santo. Su cuerpo fue echado, sin más honores, a una fosa.

Desde entonces, en el castillo se han venido observando muchos sucesos y apariciones extrañas. Es normal que las luces se apaguen y enciendan solas, que se escuchen voces o que las campanas del castillo suenen.

Sin embargo, este tañido de campanas también se atribuye a un soldado que se suicidó colgándose de la cuerda de éstas. Dicen que de vez en cuando una silueta se ve en las almenas, junto a las campanas, y que se trata del espíritu de este pobre soldado.

La historia del Castillo de Buena Esperanza está sembrada de sucesos lúgubres y es que durante muchos años el castillo sirvió de prisión para muchos desgraciados que acabaron perdiendo la vida en sus oscuros calabozos. Entre estos calabozos es famoso el conocido como “agujero negro” (die Donker Gat), una celda donde se encadenaba a los presos en la oscuridad. Esta celda se inunda cuando sube la marea en invierno y atrapó, ahogando, a muchos de aquellos prisioneros.

Pero el castillo ha visto agrandada su leyenda con múltiples historias más, quién sabe si fruto de la imaginación popular. También se cuenta que suele verse el espíritu de un gran perro que se abalanza sobre los turistas y que solamente desaparece justo en el momento en que va a impactar contra ellos. O la amenazante figura de una dama gris que se pasea por las estancias y dicen pertenece a una artista que escribía y pintaba sobre el castillo. Lady Ann Barnard, que así se llamaba, creó una sala de baile y diseñó la piscina de los delfines del castillo, donde se bañaba desnuda. Dicen que era tal su amor por el castillo que acabó quedándose en él eternamente...

lunes, 26 de septiembre de 2011

La leyenda de UB-65: El submarino maldito de los océanos

Antes de ser inaugurado y puesto en servicio, el UB-65 -submarino militar, construido en Bélgica en 1916- ya se había cobrado una víctima durante su construcción. Una viga destinada a la eslora de cubierta había caído encima de un inocente, un simple obrero que desempeñaba su trabajo. Este artefacto diseñado para la 1ª Guerra Mundial, se cobró más vidas durante sus pruebas iniciales de navegación: tres tripulantes murieron asfixiados en la sala de máquinas.

Conscientes de que los marineros rechazarían la idea de tripularlo, el Almirantazgo ocultó los hechos y el submarino UB-65 entró en servicio. Un día, en alta mar, el capitán encargó a uno de sus hombres que revisara las escotillas. Aunque las aguas estaban tranquilas, inexplicablemente, éste saltó por la borda y fue arrastrado por el enfurecido remolino de la nave. Para calmar a la tripulación, el capitán decidió cerrar dichas escotillas y sumergir el aparato 10 metros.

Empero, sin poder evitarlo, éste empezó a descender hasta el fondo del mar y allí permaneció durante 12 horas, filtrándose agua salada que ocasionó gases tóxicos en la sala de máquinas. Sorprendentemente, consiguieron escapar con vida.

Tras este incidente, se decidió llevar el submarino a Brujas para una revisión. En un principio, obtuvo un visto bueno pero, en pleno proceso, estalló uno de los torpedos provocando la muerte de seis hombres, entre ellos, el segundo oficial. Varios marineros juraron haberlo visto en la proa con los brazos abiertos...

A pesar de todo lo acontecido, el UB-65 era una nave aprobada para navegar y acudió a un servicio en el estrecho de Dover. Los tripulantes seguían viendo a aquel fantasma y, día a día, decaía más la moral dentro del mismo. La Marina Imperial no sabía qué hacer para levantar los ánimos, así que solicitó la ayuda de un capellán, quien exorcizó el submarino. Poco tiempo duró la tranquilidad, ya que empezaron a ocurrir extrañas situaciones: el jefe de artillería enloqueció, otro se rompió la pierna e incluso un hombre se suicidó.

Más seguro que el final de este maldito submarino trastornó el ánimo a más de un valeroso marino. Se dice que un submarino norteamericano, el L-2, se encontró al UB-65 por aguas irlandesas y creyó que estaba abandonado. Decidieron remolcarlo y cuando el capitán miró por el periscopio vio una extraña figura en la cubierta para, acto seguido, explotar todo el submarino hundiéndose en las profundidades del mar.

Quizás el UB-65 siga navegando eternamente por las profundidades de los océanos.

viernes, 23 de septiembre de 2011

El Diablo de Nueva Jersey: Un monstruo mítico que existe entre el mundo de la verdad y las leyendas

En Pine Barrens, Nueva Jersey, vive un demonio que lleva aterrorizando a la población local durante 250 años. Algunos dicen que es una leyenda, otros no tanto… La leyenda comenzó en 1735. Una mujer, madre de 12 niños, estaba embarazada de su decimotercer hijo. Al escuchar la noticia del embarazo, maldijo el feto diciendo que este niño sería el mismísimo diablo.

Una oscura y tormentosa noche, la mujer, de nombre Leeds, dio a luz un niño adorable. Lamentablemente, el aspecto angelical de la criaturita pronto se fue convirtiendo en una figura horrible, delante de los ojos de todos. Comenzó a crecerle una cola, una cabeza similar a la de un perro, los pies se le hicieron pezuñas, y empezaron a crecerle alas parecidas a las de un murciélago.

El diablo atacó y mató a la partera de una paliza, destrozando la casa y volando hacia arriba, a través de la chimenea. Durante unos cinco años, el diablo continuó aterrorizando a la población de Nueva Jersey, asustando a la gente al atardecer.

En 1740, un sacerdote decidió que algo había que hacer con el demonio de Nueva Jersey, y lo exorcizó para que abandonara la ciudad y el pueblo durante los próximos cien años. El sacerdote advirtió a la gente que sólo podía expulsarlo durante 100 años, pero, cuando volviera, lo haría a modo de venganza. La leyenda del diablo de Nueva Jersey se fue transmitiendo de generación en generación, como una advertencia de que tuvieran cuidado con el regreso del diablo.

El diablo no fue visto hasta 1778, antes de que volviera en 1840. Stephen Decatur, que estaba probando balas de cañón en un campo de tiro, vio a una criatura volando sobre el cielo. Decatur disparó una bola de cañón sobre ella, sin embargo apenas le hizo daño al diablo. Unos años más tarde, el hermano de Napoleón, José Bonaparte, vio al propio Diablo en una partida de caza en Nueva Jersey.

En 1840, como ya había advertido el sacerdote, el Diablo de Nueva Jersey volvió para consumar su venganza, aterrorizando a la gente, matando cabezas de ganado, y despertando a la ciudad en medio de la noche con sus terribles gritos. La venganza continuó hasta 1841. Después de esa fecha, las cosas comenzaron a ir más tranquilas, y la gente empezó a creer que el diablo había muerto.

Sin embargo, en enero de 1909, Pine Barrens y otras áreas de Nueva Jersey volvieron a sufrir los avistamientos del diablo durante una semana. Miles de personas llamaban cada noche a la policía contando sus experiencias y dónde habían visto al diablo. La gente hablaba de ruidos fuertes y gritos en el techo de sus casas. Incluso otros se despertaron con fuertes golpes en las ventanas.

Algunas personas afirman que el Diablo de Nueva Jersey es una simple leyenda, una historia inventada por la población local para asustar a los niños que se quedan hasta tarde despiertos. Otros discrepan y dicen que el Diablo existe, y que aún vive. Muchos de estos aún hablan de avistamientos del Diablo. Si alguna vez os encontráis solos en la zona de Pine Barrens, nunca se sabe lo que os puede suceder...

jueves, 22 de septiembre de 2011

La leyenda del Leviatán: La bestia marina del Antiguo Testamento

Las leyendas y mitos que son parte, en muchos casos, de las películas y los libros, siempre han estado cargados de simbolismos y mitología. De aquí derivan diversos seres, bestias o monstruos que brindan ese toque aterrador o místico como el reconocido y antiguo Leviatán.

Esta bestia marina posiblemente se mencione por primera vez en el Antiguo Testamento, ese conjunto de libros que componen la primera y no menos interesante parte de la Biblia, por lo tanto, su denominación procede del hebreo “liwyatan” que significa “enrollado” tal vez por su aspecto en forma de serpiente.

Físicamente se lo describe como un monstruo de escamas muy juntas, a modo de escudo protector, dientes afilados y forma de reptil, de color verde esmeralda o turquesa, parecido a un dragón pero sin alas que escupe fuego por la boca.

El judaísmo sostiene que el Leviatán es un “pez monstruo” creado el quinto día de la creación y que su carne será servida como banquete para honrar el tiempo por venir, y su piel se usara para cubrir la tienda donde ocurrirá el banquete después del Armagedon. Además es mencionado en el apócrifo (oculto) libro de Enoc junto a Behemoth, un búfalo de agua o hipopótamo o simplemente es relacionado con el mar mismo y Behemoth con la tierra.
Por otro lado, el cristianismo considera al Leviatán como un demonio o Satán (Diablo) y también se relaciona con Hadad (Baal) quien lucha contra un monstruo de siete cabezas a quien logra derrotar según una leyenda canaanita. Otros interpretaciones sugieren que el Leviatán simboliza la oposición de la humanidad hacia a Dios, mientras que en la demonología medieval esta bestia se asimilaba a un demonio acuático que intentaba poseer a las personas, siendo éstas difíciles de exorcizar.

Más allá de estos distintos puntos de vista, los marineros o aquellos que han sido parte de la edad de oro de los viajes marítimos, siempre han visto al Leviatán como una gigantesca ballena-monstruo del mar que destruía barcos y devoraba a sus tripulantes. También ha sido muy asociado con el Cachalote y en consecuencia ha sido introducido en grandes obras de la literatura como Moby Dick de Herman Melville.

Sin dudas, el Leviatán ha sido una bestia temida a través de la historia y ha sido el objeto de interés para diversos escritores que supieron integrarla en sus fabulas permitiendo abrir la imaginación de muchos. Si este monstruo de tales características y proporciones es real o simplemente parte de la ficción es una pregunta que por ahora no posee una respuesta concreta o respaldada científicamente, por lo tanto sólo continua siendo parte de la vasta colección de seres mitológicos creados por antiguos pueblos.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El duende de San Rafael: Gran leyenda provincial de Mendoza

Situada en Argentina, la provincia de Mendoza no sólo es cautivadora por su gente, sus paisajes y demás atractivos turísticos, sino también por sus leyendas. Situada en el suroeste de la provincia, se encuentra el departamento de San Rafael, donde comienzo el famoso Cañón del Atuel. Este Cañón enmarca el río Atuel, que se muestra a todos aquellos que lo visita una efigie viva de los orígenes del mundo, de lo sabio de la naturaleza y del devenir eterno y cambio constante de los tiempos.

En este lugar, donde el río se angosta, luego de transitar la prolongada pampa amarilla, fue construido un dique que dio lugar a la formación de un hermoso lago de aguas cristalinas y tranquilas. Este lago tiene una extensión enorme, de 9600 hectáreas, lo que lo habilita para tener una riquísima fauna piscívora para atraer a todos los amantes de la pesca.

Además, esta obra inaugurada en 1948 es un gran proveedor de energía eléctrica para el resto de la provincia, ya que cuenta con importantes usinas destinadas a tal fin. Es precisamente en este donde se desarrolla esta leyenda.

Cuenta la misma que una noche de luna llena, avanzado ya el otoño, que tan lindo vuelve esos parajes y toda la provincia (para intuirlo sólo es necesario escuchar la famosa tonada folclórica No es lo mismo el otoñe en Mendoza, de los geniales Jorge Sosa y Damián Sánchez), aparece un pequeño niño hacia la zona del Cerro Nevado. El niño aparece y desaparece según quién lo aviste: si uno se le acerca, el pequeño se aleja, y viceversa.

Los lugareños relatan que se trata de un alma en pena que escapó de un cuerpecito que murió congelado en las profundas aguas del lago. El cuerpo del niño quedó en el fondo atrapado por las lamas que crecen sin pausa.

El alma del niño salió a la superficie y se refugió en los socavones del cerro cercano, que domina toda la geografía del sur de esta provincia. Desde allí, cuando hay luna llena y cuando el frío comienza a hacerse sentir, el niño aparece en la huella pedregosa en forma de luz, trepándose en las rocas de la bella serranía.

Si alguien trata de acercársele, el duende – ya que así es denominado por muchos de los visitantes que han podido verlo - al momento pone distancia sin emitir ningún sonido. Camina lentamente y acompaña el sufrimiento de los pobladores que ven en él a todas las almas que han abandonado esta hermosa tierra.

martes, 20 de septiembre de 2011

La venganza del Aconcagua: El gran cerro de los gigantes

El cerro Aconcagua es el más alto de América, y a sus pies, su cumbre y sus faldeos se tejen las más hermosas leyendas de la tierra mendocina. Este se yergue, majestuoso, a 180 kilómetros al oeste de la ciudad de Mendoza, y pertenece por completo a la República Argentina. En 1983 fue declarado área natural protegida, y fue creado el Parque Natural Aconcagua, y se delimitó su extensión. Este cerro es la efigie más representativa de toda la cordillera andina, y muestra orgulloso a todos los que lo visitan y lo transitan sus 6962 m.

Cuentan los antiguos que al pie del Aconcagua vivían los gigantes, unos seres mitológicos que habitaban estas zonas de tierras desoladas y de sed moribundas. La semilla que en la tierra caía no tenía humedad para poder fructificar. El Alto Padre – que es el cerro – vigilaba todo atisbo de vida que a sus pies se movía, mientras el viento soplaba con fuerza singular haciendo polvo la tierra sometida, quebrada por la sed, los soles infernales y el penar de los gigantes.

Un día, a esperadas del Padre Cerro, el pueblo se conjuró y decidió romper la costra de las fuentes que, seguramente, corrían e el interior del cerro. Era la única manera de conseguir que la vida continuara. En silente fila india, subieron las abruptas laderas y socavaron presurosos las lajas que ornaban las fuentes cristalinas. Las aguas surgieron, voluptuosas, por entre las piedras, y corrieron venturosas a regar la tierra que sólo esperaba eso: agua.

Hacia el brillo del sol, despertó el Centinela y vio los hilos de plata que se unían en un río. Enfureció y sus músculos temblaron en una horrenda sinfonía de sonidos. La montaña reventó y barrió con piedras, barro y agua los sembradíos que, presurosos, habían germinado.

El tiempo, que todo lo cura, que todo lo resuelve, hizo que se encauzara la corriente y las tierras de los gigantes volvieran a tener sus verdores. Pero, de vez en cuando, el Aconcagua reitera su venganza enviando hacia el llano una furibunda arremetida que arrasa con todo lo que encuentre a su paso. No valen ni rogativas ni alabanzas, a menudo se pierden las cosechas y las vidas. El Padre Cerro es dueño de las tierras. Los gigantes quisieron ir contra sus designios y perdieron.

El quejido de la montaña es la prueba más contundente de la supremacía de la naturaleza sobre la voluntad del hombre.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El mito del unicornio: Símbolo de pureza

El unicornio es una de las criaturas fantásticas más bellas que ha trascendido el plano fantástico, manteniéndose presente desde la antigüedad hasta nuestros días. Para quienes lo ignoren, este es un elegante caballo blanco que presenta un cuerno en la mitad de su frente, dicha característica le ha dado su nombre.

Si decidiéramos remontarnos en el tiempo y realizar un rastreo para saber cuando fue retratado por primera vez, sorprendentemente deberíamos remontarnos al periodo Paleolítico, ya que en la región francesa de Lascaux se han encontrado en una cueva más de mil pinturas rupestres con motivos de hombres y animales entre los que se encuentra este mágico animal.

Por otra parte, aunque en Grecia y en Roma no fue ignorado, su figura fue fundamental sobre todo en la Edad Media, donde un bestiario no era concebido sin esta criatura. Hay que tener en cuenta que la Iglesia, en ese momento, utilizaba imágenes con fines didácticos para transmitirle conocimientos al pueblo que era analfabeto. El unicornio fue elegido como símbolo de la pureza, de la virginidad.

Era también considerado un ser real tan puro como poderoso. Algunas de sus principales características eran la velocidad que lo tornaba inalcanzable y su espíritu indomable. Es por esto que era una de las piezas más preciadas a la hora de la caza y se creía que quien lograba adueñarse de su cuerno lograba tener el ingrediente central de conjuros que curaban enfermedades, potabilizaban el agua, neutralizaban el efecto de cualquier veneno y hasta de la inmortalidad. Obviamente muchos caballeros invertían fortunas en conseguir tan fantástico elemento.

Claro que el unicornio tenía un punto débil ante el cual se mostraba vulnerable, indefenso. Al igual que el dragón, si una doncella virgen se encontraba ante él, este se volvía totalmente dócil, por lo cual estas eran utilizadas como el elemento principal de una trampa letal. La tradición sostiene que, en algunos casos, las doncellas eran tan ingenuas que ni tan siquiera podían imaginar a qué eran expuestos, tras su captura, estos míticos animales.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La leyenda del conejo de la luna: Una antigua leyenda maya

Si miramos al cielo en una noche despejada y con una buena visibilidad nocturna, observando atentamente a nuestro astro natural, podremos visualizar, ayudándonos con nuestra imaginación, la imagen de un conejo saltando en él. Una vieja leyenda maya intenta explicar el por qué de esta figura: es la Leyenda del Conejo en la Luna o la del Conejo Lunar.

Esta leyenda cuenta que un día el gran dios maya Quetzalcóatl decidió salir a dar una vuelta por la tierra disfrazado en forma humana. Tras caminar mucho y durante todo el día, a la caída del sol sintió hambre y cansancio, pero sin embargo no se detuvo. Cayó la noche, salieron a brillar las estrellas y se asomó la luna en el horizonte, y ese fue el momento en que el gran Dios decidió tomar asiento a la vera del camino para descansar.

En ello estaba cuando observó que se le acercaba un conejo, que había ido a cenar. Quetzalcóatl le preguntó qué estaba comiendo, y el conejo le respondió que comía zacate, y humildemente le ofreció un poco. Sin embargo, la deidad contestó que él no comía aquello, y que probablemente su fin fuera morir de hambre y de sed. Horrorizado ante tal posibilidad, el conejo se le acercó aún más y le dijo que, por más que él sólo fuera una nimia y pequeña criatura, bien podría servir para satisfacer las necesidades del Dios, y se auto ofreció para ser su alimento.

El corazón de Quetzalcóatl se ensanchó de gozo, y acarició amorosamente a la pequeña criatura. Tomándolo entre sus manos, le dijo que no importaba cuán pequeño fuese, a partir de aquél día todos lo recordarían por aquella acción de ofrecer desinteresadamente su vida para salvar otra. Luego lo levantó alto, tan alto, que la figura del conejo quedó estampada sobre la superficie lunar. Luego volvió a bajarlo cuidadosamente y le mostró aquella imagen suya, retratada para siempre en luz y plata, que quedaría allí por todos los tiempos y para todos los hombres.

Esta leyenda también tiene su versión japonesa, donde el conejo recibe el nombre de Tsuki no Usagi. Según esta versión, apareció un día en un poblado de Japón un viejo que al parecer estaba pasando muchas necesidades, y le pidió ayuda y alimento a tres animales: un mono, que subió a un árbol y le bajó algunas frutas; un zorro, que cazó para él un ave; y una liebre, que no pudo más que regresar sin nada.

Cuando vio el sufrimiento del pobre hombre, sintió mucha pena y culpa; por lo que encendió una hoguera y se introdujo en ella como sacrificio. Al ver esto, el viejo descubrió su verdadera identidad, ya que era un poderoso dios. Apenado por el fin del animalillo, quiso inmortalizar su sacrificio dejando para siempre su estampa en la luna.

Esta versión suele contar a los niños japoneses, explicándoles luego que los conejos hoy saltan en la tierra intentando alcanzar a su héroe en la luna.

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Futre: Jinete sin cabeza argentino

Esta leyenda nació en la Mendoza, Argentina, según dicen, cuando el ferrocarril estaba desarrollando sus ramales hacia la cordillera, a principios del Siglo XX. Existen varias versiones acerca de esta historia, pero lo cierto es que el personaje del Futre es igualmente recreado en todas: un ser fantasmagórico, que se aparece a caballo, sosteniendo su cabeza entre las manos, dispuesto a atropellar o a matar del horror a aquél que se interpone en su camino.

Se cree que esta leyenda fue importada a la provincia de Mendoza desde la que es recreada por Washington Irving, “La leyenda de Sleepy Hollow”, es decir, la leyenda del Jinete Sin Cabeza, por las grandes similitudes existentes entre ambas.

Lo cierto es que bien pudieron haberla hecho viajar con ellos los inmigrantes que llegaron a tierras mendocinas para trabajar en los ferrocarriles; y esta es una opción imposible de ser descartada… Ya que esta leyenda se repite, con sus variantes, en numerosos pueblos de Latinoamérica, sobre todo en aquellos en donde llegaron por cuestiones laborales gentes de habla inglesa.

El Futre, ya que con este nombre es conocida la espectral aparición, se aparece vestido casi de etiqueta en Mendoza… Y sosteniendo su cabeza en la diestra. ¡Menuda sorpresa para quien se lo encuentra!

Presenta aquí también, como en los restantes lugares, sus variantes. La leyenda mendocina en concreto fue adjudicada a un personaje existente, un extranjero de apellido Foster (de ahí el sobrenombre de la aparición, que deriva de este apellido) que actualmente se encuentra enterrado en el cementerio de Uspallata. Comentan las crónicas que este personaje era un empleado del ferrocarril que tenía a su cargo el tendido del ramal hacia Las Cuevas. Su trabajo era pagar los jornales a los obreros que trabajaban en las vías.

Un buen día, el solitario empleado llegó al campamento ferroviario con el fin de cumplir su cometido, pero una emboscada de ladrones acabó con su vida, desapareciendo el dinero de los jornales que debían pagarse… Así también como su cabeza. Se barajó la hipótesis de que hubieran sido los mismos jornaleros quienes lo hubieran hecho, cansados de los abusos de este hombre, y que hubieran desaparecido su cabeza por algún ajuste de cuentas; pero lo cierto es que nada fue comprobado.

Desde entonces, el Futre se aparece a quienes tienen alguna cuenta pendiente que pagar, principalmente, con la justicia. Por ello se dice que el Futre no está entre las gentes, sino está en la conciencia sucia de los malhechores.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La leyenda de Ico: Una princesa maja de la isla de Lanzarote

Durante la conquista de las Islas Canarias, arribó a Lanzarote una embarcación española capitaneada por Martín Ruiz de Avendaño. En un principio, su presencia no fue bien acogida por los isleños que se apresuraron a prepararse para entrar en combate. Sin embargo, los tripulantes dieron muestras de desembarcar en la isla en son de paz, por lo que Zonzamas, soberano de Lanzarote, aceptó las ofrendas que traían consigo los conquistadores, agasajando con diversos regalos y ofreciéndoles que descansaran de la travesía en su propio hogar, en Acatife.

Tras unos días de descanso, en compañía de la familia del rey, éste partió hacia la península. Nueve meses después, la reina Fayna, daba a luz una niña de tez blanca y cabellos rubios: Ico. Pronto los ciudadanos empezaron a rumorear sobre la niña y su fisonomía, tan diferente a la de sus padres. La joven creció sana y robusta, y a la muerte de sus padres, el consejo, los Guaires, proclamaron rey al hermano de ésta, Timanfaya.

Poco tiempo después, retornaron los conquistadores a Lanzarote para apresar esclavos guanches. Tras una dura batalla entre aborígenes y españoles, muchos de ellos fueron esclavizados, entre ellos, el propio Timanfaya. Pronto se debía de elegir un nuevo soberano que, a priori, debía ser Guanarteme, esposo y hermano de Ico. Los Guaires no querían esta situación, ya que eso significaba proclamar reina a Ico, de quién dudaban su auténtica procedencia, ya que no olvidaban a aquél navío con Ruiz Avendaño a bordo…

Finamente, para comprobar si Ico era hija de Zonzamas, decidieron someterla a la prueba del humo. Ésta debía ser encerrada en una cueva acompañada de mujeres plebeyas. Llenarían la cueva de humo y si ella sobrevivía, era signo inequívoco de que por sus venas corría sangre real. La noche anterior a la mortífera prueba, la niñera de Ico, Uga, acudió a sus aposentos con la excusa de animarla pero, en realidad, le aconsejó que dentro de la cueva empapara una esponja con agua y la pusiera en su boca.

Así lo hizo. Cuando los consejeros entraron la cueva, encontraron a Ico viva y a las plebeyas muertas. Ésta fue coronada reina de Lanzarote junto a su esposo Guanarteme. Nunca nadie más volvió a dudar de ella, a pesar de sus rubios cabellos y su piel clara.

martes, 13 de septiembre de 2011

Gualicho: El espíritu del mal

Las representaciones del mal en las diversas tribus indígenas que han y siguen poblando la Tierra son diversas, aunque siempre albergan un punto en común: la clara evidencia del miedo inconsciente a lo desconocido, a lo no predecible. La manifestación más común del demonio lo exhibe como un ser maligno que persigue infringir el mayor dolor posible al pueblo, para que éstos sientan en carne viva la desesperación.

Uno de los tantos “diablos” que campan a sus anchas en nuestra dimensión es Gualicho, que significa en araucano (Chile) “alrededor de la gente”. Este ente demoníaco atormenta los sueños de los pueblos indígenas de la Patagonia, concretamente a los Mapuches y a los Tehuelches. Es la personificación del mal absoluto, y su principal diversión es la de provocar enfermedades y desgracias.

Gualicho gusta de vivir en cuevas para observar atentamente la vida de los habitantes de los lugares que visita. Su carácter es indómito, un espíritu de extraordinaria fortaleza, indestructible, al que le gusta llevar la maldad a los límites o simplemente jugar con los sentimientos para pasar el rato. Por tanto, su forma puede ser engañosa: pasa de la agresividad al falso amor. Ésta última, tiene mucho que ver con el nuevo significado que adquirido el vocablo: actualmente, se relaciona con la magia negra, con las pócimas de amor para “amarrar” (obligar) a una persona a querer a alguien que, a priori, no significaba nada para ella.

Los habitantes de la zona que profesan su miedo, procuran mantener una serie de normas de comportamiento para no enfurecer al demonio. Como por ejemplo pasar por los caminos de forma ordenada y silenciosa, no cantar durante la noche..., entre otras. Por tanto, en esta imaginería popular, se rinde tributo al mal para no padecer sus horrores, un signo inequívoco de la oscuridad cultural en la que conviven estas tribus.

Por otra parte, los Tehuelches llegaron a la conclusión de que Gualicho podría ser una diablesa, ya que sus otras aficiones son asustar a las mujeres y secuestrar niños. Igualmente, cuando algún mal asolaba la región, como enfermedades o accidentes, los hombres montaban en cólera y cogían las armas para acudir prestos a las sendas y lanzar estocadas al aire, intentando herir el demonio. Su idea era alejarlo pero, en general, se prefiere hacer sacrificios de animales, periódicamente, antes que llegar a estos extremos.

Hoy en día, Gualicho sigue presente pero de una forma errónea, confusa. Éste ha pasado de ser el demonio absoluto, a ser la expresión que define la actitud enfermiza de una persona por otra. Sin duda, una pérdida de la cultura indígena, el legado de los ancestros.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Camino de Santiago: Camino de las estrellas

Siempre nos habían contado que no bien la península fue conquistada por los árabes se descubrió, oh qué casualidad, el sepulcro del apóstol en la ciudad gallega de Compostela. El camino de Santiago nacería como reacción natural de los creyentes al enterarse de la noticia, aunque la obvia lectura política añade que en el fondo se intentaba aglutinar las fuerzas europeas de la cristiandad para la empresa de la reconquista.

Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. Ahora, el éxito propagandístico de este camino solamente se comprende porque en realidad no hacía sino rescatar una realidad precedente. El camino de Santiago, el camino de las estrellas, existía milenios antes no sólo de la llegada de romanos, cristianos o árabes, sino de que la civilización celta, un conjunto de pueblos que podían diferir bastante entre sí, entrase en contacto con una serie de creencias. La de un camino mágico hasta los Finisterres gallegos era una de ellas.

Hablamos, pues, de un antiquísimo camino, de unas peregrinaciones que se pierden en la noche de los tiempos. Un camino, tal vez con diferentes ramificaciones, que desde Grecia, el norte de Italia, Alemania o Francia llegaba hasta el Occidente, hasta el sitio donde moría el sol. Ese camino, queridos lectores, pasaba, ya entrado en Galicia, por lugares tan calientes, desde el punto de vista del misterio y de la antropología, como San Andrés de Teixido y posiblemente muriese en distintos puntos de la costa gallega, por eso es mejor referirse a los Finisterres en plural.

¿Por qué se peregrinaba, cuál era la razón de ser de este camino? En multitud de leyendas recogidas por toda Europa se habla de una isla en el Atlántico. Después se mezclarán referencias, se solaparán nombres, aparecerán nuevas tradiciones, pero lo que unos y otros llamaron las Hespérides, Avalon, las Islas Afortunadas, la isla de las mujeres, la isla de las manzanas... era la isla a la que llegaban quienes hubiesen concluido el camino... de la vida.

Esa isla, o islas, misteriosa del Atlántico, entonces, es la isla de las almas que han abandonado este mundo. No se crea una isla de espectros tenebrosos, sino de felicidad. Las peregrinaciones por el antiguo camino de las estrellas pertenecían así a un fondo de creencias relacionadas con viajes al más allá y ritos de tránsito.

Y cuánto más vamos rastreando su origen, cotejando informaciones de distintos folclores, comparando mitos y tradiciones orales, más y más nos admiramos del gran rol simbólico que representaba la cornisa occidental de la península en tiempos remotos. Desde el Egipto faraónico hasta un héroe griego como Hércules, que tiene una torre en A Coruña, todos parecían estar mirando, entre el temor y el temblor, el lugar en el que moría el sol. Sin prisas, os iremos contando más cosas de esta fascinante leyenda.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Gnowee: Diosa de la luz

Antes de que Gnowee bajara a la tierra, todo era oscuridad, no existía la luz. Pero a su llegada, trajo consigo no sólo a su familia, sino a al desconocido elemento fuego. La vida era muy difícil para los aborígenes australianos que intentaban sobrevivir en las tinieblas encendiendo hogueras. Pero ella también vivió esta situación un tiempo, hasta que su hijo se perdió en los frondosos bosques. Desesperada, encendió una gran antorcha y los recorrió palmo a palmo en su búsqueda.

Necesitaba encontrarlo e iluminaba insistentemente todos los rincones. Tal fue su desesperación, tanto deseó con toda su alma que se hiciera la luz, que desdobló su espíritu alzándose por encima de la tierra, iluminando todo el planeta. Pero todavía no lo había encontrado. Cada mañana, se alza majestuosa e irradia todo lo que encuentra a su paso, en un esfuerzo titánico por verle. Empero, sus fuerzas flaquean, y cuando necesita descansar se posa sobre la tierra para dormir unas horas. Y vuelve la oscuridad…

Esta leyenda australiana, concretamente, del sudoeste de Australia, expone visualmente la profunda vinculación de la cosmología aborigen con la madre naturaleza. Esta diosa del sol salvó de una muerte segura a los primeros pobladores, que morían de frío o de inanición, según cuenta la historia. Evidentemente, es la explicación al movimiento rotatorio del planeta: cuando Gnowee se despierta, reanuda su infatigable búsqueda (el día), hasta que necesita descansar y cae la noche.

También relacionado con la creación, la serpiente del arco iris es otra curiosa e importante figura en la mitología australiana. En pleno “Tiempo de los sueños” (denominación de la creación del mundo) salió de un charco una serpiente que con su serpenteante movimiento creó los cerros, los ríos y los valles. Igualmente, se le puede ver en el arco iris, que es cuando forma un arco sobre el firmamento. No sólo tras la lluvia, también aparece por la noche al reflejarse la luz en el agua o en las gotas de una cascada.

Su importancia en la cultura aborigen australiana es tan importante, que se dice que él emana los poderes que necesitan los chamanes para ejercer sus funciones. Para invocarlo, utilizan cristales de cuarzo.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los mouros: Personajes de las mitologías gallega, asturiana y leonesa

Cuanto más atrás nos remontamos en la historia más y más se desdibujan las huellas de su moderna y aspirada vena científica para reconocer sus orígenes mitológicos. El hontanar de la historia, efectivamente, parece confundirse, en cada pueblo, nación y cultura, con las leyendas del folklore popular. En su extremo último sigue siendo, la historia, una recreación de mitos.

Así las cosas, os traemos ahora un tema fascinante, al menos para la etnología gallega y, en general, española. El tema de los mouros. Cada ayuntamiento del norte peninsular, muy especialmente en Galicia, conserva el recuerdo arqueológico (otra cosa es el estado de conservación) de dos elementos que, apareciendo asociados en el imaginario colectivo, pertenecen sin embargo a etapas distintas.

Por un lado, las piedras en forma de tumulos, mámoas, menhires, dólmenes y otros lugares de enterramiento que caracterizan la cultura megalítica gallega, propiciada acaso por los oestrymnios. Por otro, los famosos castros que dan nombre a la cultura castrexa, en parte de rasgos célticos. Dos culturas diversas que ocuparon el espacio noroeste de la península consecutivamente que son sintetizadas por las leyendas orales mediante un único sustantivo: mouros.

Porque serían los mouros los que, según voz popular, habrían construido todos esos monumentos antiguos, pasando luego a habitarlos subterráneamente. En un exceso de etimología ficción podríamos ver en la palabra dos raíces distintas. Una que la acercaría tanto a un prerromano mor (piedra) como al mors mortis latino (del que morte en gallego y muerte en español). Otra que la relacionaría con ouro, oro, todavía en lengua gallega actual.

Esos tres significados explicitan a la perfección las leyendas que rodean a esos seres mitológicos: habitan bajo las piedras erigidas como tumbas, como cementerios. Al mismo tiempo, esconden grandes tesoros de oro, debidos a la rapiña exterior y, sobre todo, a descubrimientos en virtud de haber excavado la tierra con frenesí (los mouros han construido un sistema arterial de túneles que recorre Galicia de norte a sur).

Los relatos acerca de esos fantásticos habitantes de castros y túmulos son numerosísimos en Galicia. Aparecen a veces terribles, a veces codiciosos, a veces incluso bienhechores. Las mouras, por su parte, se adornan con epítetos propios de las diosas: mujeres de hermosura irresistible, en ocasiones reclamaban la ayuda del hombre para romper una maldición que las convertía en serpientes.

La moura-serpiente solía traer un clavel en la boca. Para acabar con el hechizo el hombre podía sacarle la flor o darle nueve besos. Este motivo de la sierpe es, precisamente, un nuevo cabo suelto que nos remite a una nueva simbología, también muy popular en Galicia y que conecta, de alguna manera, con un fondo histórico.

Rufo Festo Avieno había aludido a los Oestrymnios, habitantes de lo que era entonces Gallaecia. Este pueblo habría sido desalojado por una invasión de serpientes, por los saefes, denominación metafórica para designar la llegada de los celtas. Pero, como dijimos, el campesino gallego resumió elementos de unos y otros, dólmenes castros, serpientes y tesoros escondidos, bajo una misma rúbrica, misteriosa y enigmática: la de los mouros.

martes, 6 de septiembre de 2011

La leyenda del Wendigo: Espíritu propio de la mitología de los indios algonquinos

La figura del Wendigo formaba parte del folklore de las diversas tribus indígenas americanas, especialmente de los algonquinos. Tanto los nativos como los colonos afirman haberla visto en más de una ocasión. Pero algunos consideran que simplemente fue la invención de Algernon Blackwood, un escritor que escribió el cuento de El Wendigo en 1910. ¿Por qué dicen algunos que han llegado a verlo?

Hay muchas leyendas que hablan de una misteriosa criatura que se encuentra en la región de los Grandes Lagos, en Norteamérica. Cuentan que la criatura solo puede verse si nos la encontramos de frente ya que, es tan delgada, que no puede ser vista de perfil. El Wendigo tiene un apetito voraz por la carne humana, es un caníbal. Dicen que muchas personas han desaparecido al adentrarse en los bosques de los Grandes Lagos. ¿Víctimas del Wendigo?

La tribu de los Inuit llama a esta criatura de diversas maneras. Windigo, Witigo, Witiko y hasta Wee-Tee-Go. Todos estos nombres se traducen como el espíritu del mal que devora a los seres humanos. Un explorador alemán definió al Wendigo simplemente como un caníbal, o el espíritu de los lugares solitarios.

Las tribus indígenas lo describen como una figura gigantesca, que se transformó en un Wendigo por arte de magia. Dicen que tiene brillantes ojos amarillos y largos colmillos. La mayoría de ellos tiene la piel pálida y el pelo enmarañado. Otras tribus piensan que simplemente han sido caníbales que viven de manera salvaje.

A lo largo de los años muchas han sido las veces que se ha hablado de haber visto figuras de Wendigo. Muchos de ellos se han visto en Minnesota, sobre todo en la década de 1900. Tal vez muchos de ellos inspirados por el cuento de Blackwood. Precisamente, en el pueblo de Rosesu, desde finales del siglo XIX hasta la década de 1920, todos creían que allí vivía un Wendigo.

Cada vez que se le veía, sucedía poco después alguna muerte inesperada o alguna desaparición. Se le consideraba un presagio de la muerte. También se han llegado a ver Wendigos en la zona de Ontario, cerca de la Cueva de los Wendigo y alrededor de Kenora. Hay gente incluso que afirma haber matado a alguno de estos seres, o gente que ha sido asesinada por el hecho de creer que estaba poseída por el espíritu de uno de ellos.

Si estas criaturas son leyendas, mitos o realidades, parece que nunca lo sabremos. Se habla de que han sido vistos, se han descubierto huellas, hasta excrementos de wendigos. Pero, ¿pertenecen realmente a ellos o son puras invenciones?

Según el folklore popular de la zona, cualquier persona puede llegar a convertirse en un Wendigo, si prefiere regirse por el canibalismo para sobrevivir. Es posible que esta leyenda fuera creada para mitigar el terror que producen. Pero todos los habitantes de cualquier tribu indígena de América aseguran haberlos visto.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Las cartas de Abelardo y Eloísa: Amor tragico de leyenda

Carta de Eloísa:
Tú sabes amado mío – y todos saben también – lo mucho que he perdido al perderte a ti. Y cómo la mala fortuna – valiéndose de la mayor y por todos conocida traición – me robó mi mismo ser al hurtarme de ti.
El nombre de esposa parece ser más santo y más vinculante, pero para mí la palabra más dulce es la de amiga y, si no te molesta, la de concubina o meretriz. Tan convencida estaba de que cuanto más me humillara por ti, más grata sería a tus ojos y también causaría menos daño al brillo de tu gloria.
Dios me es testigo de que, si Augusto – emperador del mundo entero – quisiera honrarme con el matrimonio y me diera la posesión de por vida, de toda la tierra, sería para mí mas honroso y preferiría ser llamada tu ramera, que su emperatriz.”


Abelardo era un joven filósofo, brillante y atractivo, que a su llegada a París en 1099, deslumbró por su dialéctica y razonamiento. Con tan sólo veinte años fundó su propia escuela, y superó en varias ocasiones a los maestros de la época. Su vida y carrera filosófica apuntaban al rotundo éxito, al crecimiento personal, al reconocimiento y a quedar su nombre grabado en los anales de la historia. Sin embargo, el amor se cruzó en su camino, y no un amor cualquiera, sino un imposible.

Entre sus alumnos se encontraba una joven de talante extraordinario y belleza singular: Eloísa. Su tío, Fulberto, consideró adecuado refinar aún más su cultura y contrató a Abelardo para que le diera clases particulares en su propia casa. En muy poco tiempo, profesor y alumna, se convirtieron en amantes. La relación alejó a Abelardo de la filosofía, por lo que empezaron a circular rumores. Fulberto, incrédulo, tuvo que descubrir por el mismo el ultraje que se había cometido bajo su techo. La pareja fue separada.

Al tiempo, Eloísa le comunica a Abelardo que está embarazada. Éste, presa se sentimientos contradictorios, decide raptarla y nace el niño en Gran Bretaña. Para enmendar la situación, le pide matrimonio. A pesar de que la joven consideraba el matrimonio un acto de posesión, acepta, y ambos celebran la boda en secreto. No obstante, el tío de ésta, lleno de rencor, lleva a cabo una venganza que mantendría a la pareja separada por el resto de sus vidas.

Consigue enviar a Eloísa a la Abadía de Argentuil, donde acabaría tomando los hábitos. No contento con su éxito, contrata a unos sicarios para que castren a Abelardo mientras duerme. Éste, solo y abatido, decide ingresar en el convento de Saint-Denis donde tendría muchos conflictos por su razonamiento teológico. Su fama de pensador inunda toda Francia, pero su vacío por la ausencia de Eloísa no lo abandona nunca.

Mantuvieron el contacto a través de cartas de amor, en las que ella le solicitaba palabras de consuelo ante su soledad y frustración. Pero Abelardo, que se había retirado la diócesis de Troyes, consagró su vida a la austeridad y oración, por lo que en cada una de sus misivas alababa el amor a Dios y parecía adoctrinarla como a una alumna.

No obstante, el amor de Abelardo por Eloísa era más fuerte que su religiosidad, y en el ocaso de su vida, decidió escribir sus memorias, rememorando los escasos momentos de felicidad junto a su amada y reconociendo que en una de sus últimas cartas le volvió a abrir su corazón.

Tras su muerte, en 1163, ésta reclamó su cuerpo, pero no sería hasta 1817 cuando finalmente descansarían juntos, eternamente, en el cementerio del Pere Lachaise, en París.

viernes, 2 de septiembre de 2011

La leyenda del Don Juan de Tirso de Molina: Una de las dos principales materializaciones literarias en lengua española

Dicen que hay un hombre, uno solo, capaz de seducir a cualquier mujer sin llegar siquiera a tocarla. Dicen, que ha hecho el amor a más de mil mujeres. Eso dicen. Dicen que no es un don juan cualquiera sino el único Don Juan. Dicen que puede conseguir cualquier cosa que desee, pero que no puede amar.

En la Europa medieval, Tirso de Molina escribió la historia de El burlador de Sevilla y convidado de piedra, ¿invención pura, realidad o desesperado intento de expresar un deseo oculto? Tal vez toda. Lo cierto es que la imprenta dio la oportunidad al papel de transmitir quizás un trovar popular más allá del olvido de las generaciones, y nos llega sellado con tinta el reprimido instinto de aquellos tiempos oscuros de inquisición y peste negra.

Moliere, Pushkin, Corneille, Mérimee, Byron, Baudelaire, Dumas, Machado, Tennesee Williams, Apollinaire, Bernard Shaw… todos intentos de alcanzar a tirar del cortinado que cubre el misterioso origen del Don Juan. Ahí quedó plasmada la obra de José Zorrilla, “Don Juan Tenorio”, que hizo temblar el espíritu religioso del barroco. Después de siglos, varias películas también cayeron rendidas a los pies de Don Juan.

Aunque todos, en el fondo, llevemos un don juan dentro, tal vez este personaje, que crece y se envalentona con el impulso vital de la atracción, difiera un poco del legendario Don Juan de pura sangre, el Don Juan de linaje y estirpe única que gana y regala, que consigue y se deshace de lo conseguido, que ocupa mujeres como un territorio de paso que luego abandona a su suerte. Don Juan busca la victoria pero no le interesa la conquista, Don Juan es el hombre libre o su propio esclavo, porque Don Juan enamora pero no ama, Don Juan odia amar.

Don Juan, si vivió, paseó por las corrompidas cortes libertinas de los Asturias como Felipe IV y Luis XIV, rodeadas por una creciente nobleza ociosa, viajera y cosmopolita. Don Juan puede haber sido, más precisamente, Don Juan de Tassis, el conde de Villamediana, siempre envuelto en escándalos. En esos tiempos Madrid era la cabeza de un imperio en auge expansivo en cuyas entrañas corría, imparable, la decadencia.

Por esas cortes de los últimos Austrias en las que Tirso de Molina fue Confesor Real, también estrenaba sus obras Lope de Vega, otro don juan como Felipe IV y como el conde de Villamediana, cuya hija fue raptada por un tal Tenorio proveniente de una antigua familia de la nobleza. Aun conociendo todos los orígenes posibles de la obra de Tirso de Molina seguimos sin saber a ciencia cierta cuál de todos los don juanes fue el verdadero Don Juan. Y si no existió… ¿existirá?

jueves, 1 de septiembre de 2011

El Palacio de Lercaro: Lugar encantado de las Islas Canarias

La Casa Lercaro, también conocida como el Museo de Historia de Tenerife (Islas Canarias), alberga en su interior múltiples misterios que se escapan a la razón humana. Misterios que tienen su origen en las pasiones humanas.

Catalina, primogénita de la familia de comerciantes Lercaro de Génova, se negó a subyugar su existencia a las exigencias de sus padres, que la entregaron en matrimonio a un traficante de esclavos. La joven, atormentada, no conseguía asimilar las obligaciones de una mujer de su época (siglo XVI), y, se convenció a sí misma, de que no merecía el infierno que le esperaba en un matrimonio de conveniencia.

El mismo día de los esponsales, Catalina, enloquecida, huyó del altar para lanzarse por el antiguo pozo del palacio. Su familia, destrozada, tuvo que lidiar, no sólo con el suicidio de la joven, sino con la vergüenza de que su cuerpo no pudiera ser enterrado en Campo Santo. Decidieron darle sepultura en el palacio, pero acabarían huyendo por las terroríficas apariciones que empezaron a sucederse en el lugar -se trasladaron a la Orotava-.

El espectro de Catalina vaga sin rumbo en el Palacio Lercaro. Todos los que se cruzan con ella, comentan que su rostro exhibe desesperación y desasosiego. A pesar del peso de los siglos, su presencia no desaparece.

El que fuera un flamante castillo del siglo XVI acabó siendo un lugar en ruinas y abandonado. A principios de los años noventa, en pleno siglo XX, el Cabildo de Tenerife decidió convertirlo en lo que es hoy: un museo de historia. No obstante, durante las obras de restauración, los obreros y vigilantes comentaron que un extraño ser vagaba por el palacio. Les aterrorizaba la idea de pasar allí la noche.

Una serie de rumores empezaron a extenderse por el municipio. Decían que un vigilante de seguridad y una limpiadora habían visto a Catalina en el palacio. Otros cuentan que en el ambiente se perciben unas extrañas presencias, ruidos, sombras y desconocidos olores. La situación era tan insostenible, que se abrió una investigación para determinar la veracidad de la Leyenda de Catalina.

Se desconoce si realmente existió alguna vez una joven que se suicidó en el pozo del palacio huyendo de su destino. No es seguro que los ruidos y apariciones espectrales sean reales o no, o si todo nace de la superstición popular. Lo único que sí es real es la atmósfera de misterio que habita en el museo, sea o no, la eterna morada de Catalina de Lercaro.