Durante su abducción algunas mujeres creen haber estado embarazadas por un breve período y algunos hombres aseguran haber tenido relaciones sexuales con alienígenas "camufladas" de mujeres. Este es el caso de Antonio Villas Boas, un brasileño que en 1957 fue secuestrado y obligado a tener sexo con una E.T.
En 1957 Antonio Villas Boas tenía 23 años y vivía junto con sus padres, sus hermanos y sus cuñadas en una granja próxima a la localidad São Francisco de Salles en Minas Gerais, Brasil. Ese 16 de octubre, día que recuerda haber sido secuestrado, Antonio se encontraba solo y trabajando en el campo con su tractor. Fue recién muy entrada la noche cuando vio lo que describió como una gran estrella roja descendiendo sobre la tierra. Algunos días antes Antonio y su hermano habían visto extrañas luces aproximarse hasta muy cerca de la granja, cosa que los atemorizó, pero no sospecharon que la visita se repitiera... Aquella inmensa luz roja se detuvo a unos 45 metros del tractor de Villas Boas, quien intentó en vano darle arranque para huir. Desesperado, empezó a correr en dirección a su casa, cuando tres criaturas de apenas 1,60 mts. lo tomaron fuertemente de los brazos y lo condujeron – contra su voluntad – al interior de la luz, que ahora Antonio advertía como una nave con forma de huevo.
A pesar de sus forcejeos, terminó en una habitación bien iluminada, con paredes metálicas y ante cinco de estas criaturas hasta ahora desconocidas para él.
Según su testimonio, los desconocidos llevaban prendas holgadas, de tela gruesa con pequeñas rayas, enormes escafandras que se comunicaban al traje por tres tubos: dos terminaban debajo de cada brazo y un tercero simplemente colgaba. Los zapatos de estas criaturas no eran más que la continuación del traje, con suelas de gran espesor. Hasta sus manos estaban cubiertas por guantes... Lo único que Villas Boas recuerda de aquellos seres son sus ojos, de color azul pálido y muy pequeños.
Antonio Villas Boas logró recordar tiempo después de la experiencia el sonido que emitían los alienígenas, pero se sintió incapaz de imitarlos. Dijo que parecían gruñidos o ladridos lentos y entremezclados, y que sólo el hecho de intentar recordarlo lo hacían sentir apesadumbrado.
Tras un breve forcejeo con los extraterrestres, Antonio Villas Boas recuerda haber sido desvestido y frotado con algo así como una esponja húmeda. Acto seguido lo condujeron a otra habitación amueblada con apenas algunas sillas y un diván. Allí le extrajeron sangre, que depositaron en una suerte de cáliz y lo dejaron solo. Al rato y tras vomitar a causa de un olor extraño, entró en la habitación una mujer completamente desnuda. De acuerdo al relato del mismo Villas Boas, se trataba de "la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Con cabellos rubios casi blancos, aunque el bello del pubis y de las axilas era de un rojo brillante". Antonio completó la descripción de la mujer diciendo que sus ojos eran azules y muy rasgados, que su cuerpo era esbelto y proporcionado y que sus pechos eran turgentes y más bien separados.
A pesar de lo extraño de la situación, cuando esta mujer se acercó a Villas Boas y lo abrazó, se sintió "incontroladamente excitado, como nunca antes lo había estado en mi vida". En vistas de tal situación y de que ella se comportaba "naturalmente", Antonio Villas Boas tuvo una relación sexual con la extraterrestre. Terminado el coito y luego de mutuas caricias, reiteró el acto sexual ante cierto fastidio de la extraterrestre. Advertido de esto, se sintió deprimido y ofendido: "todo lo que querían era un buen semental para poder mejorar su propia raza", recuerda haber pensado. Después de la segunda relación, los alienígenas llamaron a la "mujer" afuera de la habitación y esa fue la última vez que la vio. A modo de despedida ella señaló su estómago y, enseguida levantó un dedo hacia el cielo, con lo que Villas Boas interpretó que pronto volvería a buscarlo.
En 1957 Antonio Villas Boas tenía 23 años y vivía junto con sus padres, sus hermanos y sus cuñadas en una granja próxima a la localidad São Francisco de Salles en Minas Gerais, Brasil. Ese 16 de octubre, día que recuerda haber sido secuestrado, Antonio se encontraba solo y trabajando en el campo con su tractor. Fue recién muy entrada la noche cuando vio lo que describió como una gran estrella roja descendiendo sobre la tierra. Algunos días antes Antonio y su hermano habían visto extrañas luces aproximarse hasta muy cerca de la granja, cosa que los atemorizó, pero no sospecharon que la visita se repitiera... Aquella inmensa luz roja se detuvo a unos 45 metros del tractor de Villas Boas, quien intentó en vano darle arranque para huir. Desesperado, empezó a correr en dirección a su casa, cuando tres criaturas de apenas 1,60 mts. lo tomaron fuertemente de los brazos y lo condujeron – contra su voluntad – al interior de la luz, que ahora Antonio advertía como una nave con forma de huevo.
A pesar de sus forcejeos, terminó en una habitación bien iluminada, con paredes metálicas y ante cinco de estas criaturas hasta ahora desconocidas para él.
Según su testimonio, los desconocidos llevaban prendas holgadas, de tela gruesa con pequeñas rayas, enormes escafandras que se comunicaban al traje por tres tubos: dos terminaban debajo de cada brazo y un tercero simplemente colgaba. Los zapatos de estas criaturas no eran más que la continuación del traje, con suelas de gran espesor. Hasta sus manos estaban cubiertas por guantes... Lo único que Villas Boas recuerda de aquellos seres son sus ojos, de color azul pálido y muy pequeños.
Antonio Villas Boas logró recordar tiempo después de la experiencia el sonido que emitían los alienígenas, pero se sintió incapaz de imitarlos. Dijo que parecían gruñidos o ladridos lentos y entremezclados, y que sólo el hecho de intentar recordarlo lo hacían sentir apesadumbrado.
Tras un breve forcejeo con los extraterrestres, Antonio Villas Boas recuerda haber sido desvestido y frotado con algo así como una esponja húmeda. Acto seguido lo condujeron a otra habitación amueblada con apenas algunas sillas y un diván. Allí le extrajeron sangre, que depositaron en una suerte de cáliz y lo dejaron solo. Al rato y tras vomitar a causa de un olor extraño, entró en la habitación una mujer completamente desnuda. De acuerdo al relato del mismo Villas Boas, se trataba de "la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Con cabellos rubios casi blancos, aunque el bello del pubis y de las axilas era de un rojo brillante". Antonio completó la descripción de la mujer diciendo que sus ojos eran azules y muy rasgados, que su cuerpo era esbelto y proporcionado y que sus pechos eran turgentes y más bien separados.
A pesar de lo extraño de la situación, cuando esta mujer se acercó a Villas Boas y lo abrazó, se sintió "incontroladamente excitado, como nunca antes lo había estado en mi vida". En vistas de tal situación y de que ella se comportaba "naturalmente", Antonio Villas Boas tuvo una relación sexual con la extraterrestre. Terminado el coito y luego de mutuas caricias, reiteró el acto sexual ante cierto fastidio de la extraterrestre. Advertido de esto, se sintió deprimido y ofendido: "todo lo que querían era un buen semental para poder mejorar su propia raza", recuerda haber pensado. Después de la segunda relación, los alienígenas llamaron a la "mujer" afuera de la habitación y esa fue la última vez que la vio. A modo de despedida ella señaló su estómago y, enseguida levantó un dedo hacia el cielo, con lo que Villas Boas interpretó que pronto volvería a buscarlo.
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