La brujería se extiende por todo el mundo, pero ha desempeñado funciones muy distintas según los tiempos y lugares. La antropología moderna distingue entre la brujería simple, los supuestos cultos de brujas diabólicas de la edad media, y el moderno movimiento neopagano. Este artículo está basado en los mitos diabólicos y características tradicionalmente atribuidas a la brujería, como así también la historia de su persecución por la Inquisición.
Presuposiciones
El concepto de brujería en la edad media se basaba en ciertos prejuicios. Éstos incluían la creencia en que el diablo y sus acólitos, los demonios, los trasgos, los íncubos y los súcubos, eran reales y ejercían sus poderes en el mundo; en que la gente podía tener relaciones físicas con ellos y en que podían establecerse pactos entre las personas y los demonios.
En la brujería diabólica de la edad media se creía que los brujos eran siervos del diablo. En compensación por servirle bajo contrato, los brujos recibían supuestamente ciertos poderes, en especial producir o curar o traspasar enfermedades; provocar tormentas o lluvias o, a veces, causar la sequía; provocar la impotencia en los hombres y esterilidad en las mujeres; así como arruinar las cosechas, hacer que los animales quedaran estériles y que la leche se volviese agria. Se creía que eran capaces de despertar el amor por medio de filtros y pociones, o de destruirlo con hechizos y encantamientos; causar daño o incluso provocar la muerte con una mirada (el llamado mal de ojo) o clavando alfileres en una muñeca o estatuilla de cera que representara a la persona a la que se quería causar daño. Supuestamente podían hacerse invisibles y volar con la ayuda del palo de una escoba. Se creía que adivinaban el futuro, reanimaban objetos inanimados, revivían a los muertos o conjuraban otros espíritus; así mismo se suponía que podían transformarse ellos mismos y a otros en animales, sobre todo en gatos y lobos.
Organización tradicional y práctica
De acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos de la época medieval en adelante estaban organizados en grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por un líder, generalmente, masculino.
Este líder estaba considerado como vicario del diablo y muchos de sus fieles más ingenuos le trataban como si fuera el mismo diablo. Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos.
El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo que generalmente constituía una reunión local. En estas reuniones las brujas llevaban a cabo supuestamente ritos de culto al demonio, informaban de sus actividades y hacían planes para la próxima semana.
Otras reuniones regionales, llamadas Sabbats —seguramente como un acto provocativo hacia el sabbat judío-cristiano—, se reunían probablemente a centenares, a veces miles de alegres asistentes, incluyendo los brujos y sus neófitos. El lugar de reunión de brujos más famoso de la Europa antigua y medieval fue Brocken, el pico más alto de las montañas Harz, en Alemania, donde transcurre la escena del Sabbat tan impresionantemente descrita en el Fausto de Goethe. Los dos Sabbats más importantes se celebraban en la noche del 30 de abril (Noche de Walpurgis) y la del 31 de octubre (víspera de la festividad de Todos los Santos). También se celebraban Sabbats en las noches del 31 de julio (Fiestas de la cosecha) y del 1 de febrero (Candelaria), además de otras.
El Sabbat comenzaba con la iniciación de los neófitos. Se supone que la ceremonia iniciativa incluía prestar juramento de obediencia al demonio, firmando con él pactos de sangre y profanando crucifijos, por ser la señal de la Cruz, y otros objetos sagrados; la asignación de un espíritu ayudante bajo la forma de gato, ratón, comadreja, sapo u otro animal pequeño, que actuara de sirviente del brujo; la realización de diversos actos obscenos de obediencia al demonio y su vicario. A la iniciación seguía un acto de culto general que con frecuencia incluía la misa negra, una farsa de la misa católica. Se dice que el culto desembocaba en una danza que se hacía cada vez más salvaje e indecente. El Sabbat terminaba supuestamente en una orgía sexual.
De acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos de la época medieval en adelante estaban organizados en grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por un líder, generalmente, masculino.
Este líder estaba considerado como vicario del diablo y muchos de sus fieles más ingenuos le trataban como si fuera el mismo diablo. Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos.
El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo que generalmente constituía una reunión local. En estas reuniones las brujas llevaban a cabo supuestamente ritos de culto al demonio, informaban de sus actividades y hacían planes para la próxima semana.
Otras reuniones regionales, llamadas Sabbats —seguramente como un acto provocativo hacia el sabbat judío-cristiano—, se reunían probablemente a centenares, a veces miles de alegres asistentes, incluyendo los brujos y sus neófitos. El lugar de reunión de brujos más famoso de la Europa antigua y medieval fue Brocken, el pico más alto de las montañas Harz, en Alemania, donde transcurre la escena del Sabbat tan impresionantemente descrita en el Fausto de Goethe. Los dos Sabbats más importantes se celebraban en la noche del 30 de abril (Noche de Walpurgis) y la del 31 de octubre (víspera de la festividad de Todos los Santos). También se celebraban Sabbats en las noches del 31 de julio (Fiestas de la cosecha) y del 1 de febrero (Candelaria), además de otras.
El Sabbat comenzaba con la iniciación de los neófitos. Se supone que la ceremonia iniciativa incluía prestar juramento de obediencia al demonio, firmando con él pactos de sangre y profanando crucifijos, por ser la señal de la Cruz, y otros objetos sagrados; la asignación de un espíritu ayudante bajo la forma de gato, ratón, comadreja, sapo u otro animal pequeño, que actuara de sirviente del brujo; la realización de diversos actos obscenos de obediencia al demonio y su vicario. A la iniciación seguía un acto de culto general que con frecuencia incluía la misa negra, una farsa de la misa católica. Se dice que el culto desembocaba en una danza que se hacía cada vez más salvaje e indecente. El Sabbat terminaba supuestamente en una orgía sexual.
Brujería moderna
Esencialmente, la brujería es similar en todas partes del mundo. La diferencia más importante reside en que en algunas sociedades no occidentales los brujos, también llamados hechiceros, chamanes y curanderos, han desempeñado una función incuestionable en la comunidad.
Han asumido recibir su poder de espíritus que son venerados, o al menos temidos, por la comunidad; son personas que se piensa tienen acceso al mundo de los espíritus y son contempladas con respeto o temor. Los médicos brujos poseen supuestamente poder para curar las enfermedades, convocar la lluvia y asegurar el éxito de la caza o de la guerra; para exorcizar a los demonios que puedan poseer a miembros de la comunidad o para aplacar demonios que de otra forma podrían volverse hostiles; así como para extirpar el mal, denunciar a los malhechores y llevar a cabo su destrucción.
En la India, algunas tribus y miembros de las castas más bajas acuden con frecuencia a los brujos y hechiceros. Incluso los hindúes de castas altas pueden llegar a recurrir a ellos en tiempos de sequía o hambruna. En Birmania, Indonesia y otras partes de Asia, los brujos constituyen una parte importante de la vida cotidiana. La brujería está extendida por toda África. El vudú de Haití y los hechiceros en otros países latinoamericanos son otra forma de brujería, al igual que los cultos al demonio en las Islas Salomón y en las islas Nuevas Hébridas.
En Estados Unidos, la creencia en la brujería permanece entre los habitantes de las montañas del sur y otros grupos relativamente aislados. Hasta hace poco tiempo el brujo o echador de mal de ojo era muy temido en determinadas zonas de Pennsylvania, y los granjeros pintaban signos específicos en sus graneros para preservarlos de los desastres inducidos por ellos. Incluso en las grandes ciudades todavía es posible encontrar personas que creen en el mal de ojo y otros poderes de la brujería.
En los últimos años se ha incrementado el interés general por varios tipos de ocultismo. Se han publicado muchos libros sobre brujería y astrología, y aparecen personas en Europa y Estados Unidos que se consideran brujos. La aparición de formas modernas de brujería, que suelen denominarse Wicca (que viene de la antigua palabra inglesa wicce, que significa ‘brujo’), podría atribuirse a la influencia de varios escritores de culto y antropólogos de comienzos del siglo XX, además del creciente interés por formas alternativas de expresión religiosa. Similares en ceremonial y organización a la descripción de los cultos diabólicos de los brujos, las organizaciones de Wicca no entran en el culto al demonio ni realizan prácticas dañinas. Algunos expertos consideran la brujería moderna como un culto a la fertilidad, pero en general las frecuentes diferencias metodológicas y filosóficas entre los grupos hacen difícil una generalización.
Esencialmente, la brujería es similar en todas partes del mundo. La diferencia más importante reside en que en algunas sociedades no occidentales los brujos, también llamados hechiceros, chamanes y curanderos, han desempeñado una función incuestionable en la comunidad.
Han asumido recibir su poder de espíritus que son venerados, o al menos temidos, por la comunidad; son personas que se piensa tienen acceso al mundo de los espíritus y son contempladas con respeto o temor. Los médicos brujos poseen supuestamente poder para curar las enfermedades, convocar la lluvia y asegurar el éxito de la caza o de la guerra; para exorcizar a los demonios que puedan poseer a miembros de la comunidad o para aplacar demonios que de otra forma podrían volverse hostiles; así como para extirpar el mal, denunciar a los malhechores y llevar a cabo su destrucción.
En la India, algunas tribus y miembros de las castas más bajas acuden con frecuencia a los brujos y hechiceros. Incluso los hindúes de castas altas pueden llegar a recurrir a ellos en tiempos de sequía o hambruna. En Birmania, Indonesia y otras partes de Asia, los brujos constituyen una parte importante de la vida cotidiana. La brujería está extendida por toda África. El vudú de Haití y los hechiceros en otros países latinoamericanos son otra forma de brujería, al igual que los cultos al demonio en las Islas Salomón y en las islas Nuevas Hébridas.
En Estados Unidos, la creencia en la brujería permanece entre los habitantes de las montañas del sur y otros grupos relativamente aislados. Hasta hace poco tiempo el brujo o echador de mal de ojo era muy temido en determinadas zonas de Pennsylvania, y los granjeros pintaban signos específicos en sus graneros para preservarlos de los desastres inducidos por ellos. Incluso en las grandes ciudades todavía es posible encontrar personas que creen en el mal de ojo y otros poderes de la brujería.
En los últimos años se ha incrementado el interés general por varios tipos de ocultismo. Se han publicado muchos libros sobre brujería y astrología, y aparecen personas en Europa y Estados Unidos que se consideran brujos. La aparición de formas modernas de brujería, que suelen denominarse Wicca (que viene de la antigua palabra inglesa wicce, que significa ‘brujo’), podría atribuirse a la influencia de varios escritores de culto y antropólogos de comienzos del siglo XX, además del creciente interés por formas alternativas de expresión religiosa. Similares en ceremonial y organización a la descripción de los cultos diabólicos de los brujos, las organizaciones de Wicca no entran en el culto al demonio ni realizan prácticas dañinas. Algunos expertos consideran la brujería moderna como un culto a la fertilidad, pero en general las frecuentes diferencias metodológicas y filosóficas entre los grupos hacen difícil una generalización.
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