Pueden los muertos materializarse en presencia de médiums dotados? Examinamos algunos de los casos de materializaciones en los que el fraude parece descartable.
Yolanda era una muchacha árabe de quince años. Según parece también era un espíritu, lo que significa que podía aparecer y desaparecer a voluntad, en presencia de la famosa médium inglesa de materialización madame Elizabeth d'Esperance. Los asistentes a las sesiones de madame d'Esperance a menudo aseguraban haber visto simultáneamente la materialización y la médium. El modo en que Yolanda abandonaba la sesión no dejaba a los testigos ninguna duda de que se trataba de un fenómeno paranormal, aun cuando mientras estaba materializada parecía un ser vivo normal.
En una ocasión, Yolanda se encaprichó de un chal de brillantes colores que llevaba puesto una de las asistentes y «se lo tomó prestado». Cuando ella se desmaterializó, el chal desapareció con ella, pero en la siguiente sesión lo volvía a llevar puesto. Pero dejó claro que ella no había querido llevárselo.
Algunas veces el espíritu de Yolanda se desvanecía gradualmente en una neblina, en ocasiones ante una veintena de testigos, y únicamente el chal quedaba en el suelo. «Por fin se le ha olvidado», comentó una de las asistentes. Pero luego también el chal desapareció lentamente del mismo modo.
Madame d'Esperance fue una de las primeras médiums de materialización inglesas, y cooperó de buen grado con los investigadores que deseaban probar que la presencia de estos espíritus no era un fraude; llegó incluso a permitir que se tomaran fotografías. Pero una de las sesiones dio a pensar que la materialización no es un fenómeno auténtico.
Sospechas De Fraude
En una sesión que tuvo lugar en Newcastle en 1880 uno de los asistentes comenzó a sospechar, porque otra de las materializaciones de madame d'Esperance se parecía extraordinariamente a la médium. El asistente trató entonces de agarrar al espíritu, que desapareció rápidamente, y la médium sufrió una hemorragia pulmonar y estuvo enferma durante largo tiempo. En dos ocasiones más ocurrieron accidentes similares, pero madame d'Esperance jamás fue descubierta in fraganti.
Los espiritistas sostienen que tocar un cuerpo materializado (a menos que lo permitan explícitamente los «espíritus») o encender una luz durante una sesión puede causar daños incalculables a los médiums, porque provoca que el ectoplasma -materia de la cual están formados los espíritus- vuelva al cuerpo del médium con demasiada rapidez. No obstante, en algunos casos se han producido materializaciones ala luz del día y en presencia de testigos.
El médium londinense William Eglinton llegó a convencer a muchos escépticos. Después de acudir a una de sus sesiones, el famoso mago Harry Kellar declaró: «Debo confesar que he salido sin encontrar ninguna explicación natural a los hechos que he presenciado.» En un momento dado de la sesión, Kellar y Eglinton experimentaron una levitación.
Uno de los supuestos espíritus que solía aparecer en las sesiones de Eglinton era un tal Abdullah, que era manco y se presentaba adornado con todo tipo de joyas, anillos, cruces y sartas de rubíes que aparentemente valían una fortuna. Otra materialización, un hombre con barba y vestido con una larga túnica, permitió que uno de los asistentes cortara un trozo de la tela de su vestido así como algunos pelos de su barba. Más tarde se dijo que la tela encajaba en un agujero de una pieza de muselina y que los pelos completaban una barba postiza que habían sido encontrados en un baúl perteneciente a Eglinton.
A pesar de esta acusación de fraude, Eglinton continuó dando sus sesiones y convenciendo a mucha gente. También desarrolló su capacidad de médium para hacer escribir a los espíritus: éstos contestaban por escrito, en pequeñas pizarras negras, a las preguntas que se les hacían. El 29 de octubre de 1884 William Gladstone, entonces primer ministro de Gran Bretaña, le visitó y formuló varias preguntas confidenciales en español, griego y francés; se le respondió por escrito en estas mismas lenguas. El estadista quedó tan impresionado que se hizo miembro de la Society for Psychical Research.
Otro médium de materialización que se hizo famoso en la Inglaterra victoriana fue el reverendo Francis Ward Monck. Monck no sólo fue acusado de fraude, sino que además fue sentenciado a tres meses de prisión ante la evidencia que proporcionaban los «instrumentos» hallados en su habitación después de una sesión en noviembre de 1876.
El problema de las materializaciones es que no dejan ninguna prueba tangible de su realidad. Sin embargo, el investigador William Oxley ideó un ingenioso método para «grabar» la presencia de los espíritus materializados por Monck (método que ha sido utilizado con éxito con otros médiums). En una sesión celebrada en 1876 en Manchester, Oxley logró obtener excelentes moldes en parafina de las manos y pies de los espíritus materializados.
Para hacer un molde de parafina se vierte cera caliente en un bol y se pide al espíritu materializado que sumerja su mano dentro. A continuación el espíritu sumerge su mano en un recipiente con agua fría, de modo que la cera se endurezca. Cuando el espíritu se desmaterializa deja un molde de cera parecido a un guante. A menudo la abertura de la muñeca era tan pequeña, que a cualquier ser humano le hubiese sido imposible sacar la mano sin romper el molde.
Ceras Fantasmales
El intelectual polaco Franek Kluski fue un médium físico muy capacitado; logró por este sistema producir moldes de cera. No fue nunca un médium profesional, pero ofreció sus servicios al doctor Gustave Geley y al Instituto Metapsíquico de París en 1920. Este eminente investigador psíquico y otros colegas atestiguaron que, en presencia de Kluski, se materializaban miembros de fantasmas, se deslizaban formas luminosas por la habitación y aparecían de repente brillantes luces. Bajo control estricto fueron incluso capaces de lograr fotografías de un fantasma. Y tanto el doctor Geley como el doctor Charles Richet, profesor de psicología en París y experto en fenómenos psíquicos, obtuvieron en las sesiones de Kluski excelentes moldes de manos y miembros materializados. En las sesiones de Kluski, las materializaciones completas aparecían a menudo de repente, pero otras veces surgían de una tenue nube luminosa situada sobre la cabeza del médium.
Las materializaciones producidas por un zapatero remendón de Cardiff, George Spriggs, parecían casi demasiado buenas para ser verdaderas, pero existe el testimonio de varias personas de confianza que presenciaron el fenómeno.
Fue en los años 1870, en un círculo espiritista galés, cuando Spriggs comenzó a desarrollar sus poderes paranormales, desde clarividencia y escritura automática hasta materializaciones totales. En noviembre de 1880 emigró a Australia. Allí, un tal señor Donovan, persona de gran prestigio y autoridad moral -ya que había sido miembro de la Asamblea Legislativa de Victoria-, asistió durante 18 meses a las sesiones de Spriggs y escribió después un libro sobre sus experiencias, titulado The Evidences of Spiritualism (Las pruebas del espiritismo).
Una Carta Fantasmagórica
En una de las sesiones celebradas en Australia ocurrió un incidente extraordinario: se materializó un hombre que solicitó escribir una carta a una mujer de Sidney que había asistido a las sesiones un par de veces. Se le dio pluma y papel y escribió una carta de tres páginas, la metió en un sobre y escribió la dirección de la mujer. Pero nadie tenía sellos. El espíritu pidió prestados seis peniques a uno de los asistentes y abandonó la habitación para ir a comprar uno a la tienda de al lado. El vendedor, al ver que era un fantasma el que compraba sellos, tuvo tal susto que olvidó devolver el cambio al muerto. El espíritu se dio cuenta del error al volver a la habitación y retornó de nuevo ala tienda a por el dinero. La carta fue enviada, y a su debido tiempo se recibió una respuesta. Cuando el espíritu se materializó de nuevo en otra sesión se le entregó la carta; él la abrió y leyó en voz alta su contenido.
Al cabo de seis años, la habilidad de Spriggs para producir materializaciones había disminuido, pero había desarrollado una nueva habilidad para diagnosticar enfermedades psíquicamente. En 1900 volvió a Gran Bretaña, y entre 1903 y 1905 prestó sus servicios médicos en la London Spiritualist Alliance.
La psíquica británica Isa Northage, médium muy popular durante los años cuarenta, desempeñó también un importante papel en el campo médico. Visitó numerosas iglesias para hacer demostraciones de sus poderes psíquicos, incluidas voces directas y materializaciones. Pero donde más éxito tuvo fue en los consejos médicos presididos por uno de sus espíritus, el doctor Reynolds, para lo cual se llegó finalmente a construir una iglesia especial en los sótanos de la Abadía de Newstead. Con el tiempo -al crecer el poder de la médium- Reynolds llegó a materializarse y a realizar operaciones incruentas en algunos pacientes. El siguiente relato pertenece al capitán G.S. M. Insall, y está extraído de un libro íntegramente dedicado a esta médium: «Preparamos la habitación y nos pusimos batas y máscaras, como era la norma con el doctor Reynolds. Todo eso no era nuevo para mí, puesto que antes de que la Primera Guerra Mundial me obligara a cambiar mi carrera por la aviación había estudiado en los más modernos hospitales de Francia. Entraron los dos pacientes. [Ambos padecían una hernia.] El primero, el que presentaba complicaciones, se desnudó y se tendió en la mesa de operaciones. Al otro se le asignó una silla cercana.»
«Comprobé personalmente los instrumentos depositados en un carrito adjunto: pinzas, tapones, jofainas y recipientes. Ningún instrumento cortante, excepto unas tijeras para cortar gasas. Había también una pequeña linterna. Comprobé la salida de emergencia y vi que la puerta estaba cerrada con llave y echado el pestillo por dentro; además, una esterilla situada en el dintel impedía toda corriente de aire. Estaba cerrando la puerta interior que conducía a la iglesia, cuando alguien me avisó de que la médium aún no había llegado. Abrí de nuevo y ella entró. Apagamos parte de las luces y alguien empezó las oraciones. Podía ver ala médium sentada en su silla habitual, con cortinas a ambos lados.»
"Al acabar las oraciones se oyó un trompetazo y la voz familiar del doctor Reynolds nos saludó. Tranquilizó a los pacientes y les dio instrucciones. Me asignaron una jofaina para recoger las gasas y me adelanté hacia la mesa de operaciones. El sonido de la trompeta se apagó, y a continuación apareció materializado el doctor Reynolds. Era de pequeña estatura. La médium se hallaba en trance profundo.»
«Primero cogió las pinzas y con una gasa y una solución desinfectante limpió el área. La hernia era umbilical. Recogí las gasas en la jofaina. Después vi cómo colocaba las manos sobre la carne del paciente y cómo éstas desaparecían en su interior. Extendió la mano pidiendo las pinzas y gasas, de los que en total recogí ocho usadas.»
El doctor materializado comprobó el estado del paciente -quien declaró no haber sentido ningún dolor y encendió la linterna para examinar el área afectada. No se observaba señal alguna de herida o cicatriz. A continuación el doctor Reynolds dijo que la médium tenía que descansar un poco antes de proceder a la siguiente operación, y se desmaterializó.
La Materialización De Un Hombre-Mono
No todas las materializaciones de Franek Kluski hubieran sido bien vistas en sociedad. En julio de 1919 hizo su primera aparición en una sesión de Kluski lo que parecía un hombre-mono. El doctor Gustave Geley lo explica: «Este ser, al que llamamos Pithecanthropus, se ha presentado diversas veces en nuestras sesiones. Uno de nosotros sintió su enorme cabeza peluda apoyada sobre su hombro y contra su mejilla.
Su cabeza estaba cubierta por un pelo grueso y áspero. Su cuerpo despedía un olor parecido al de un ciervo o un perro mojado.» Y el coronel Norbert Ocholowicz, que en 1926 publicó un libro sobre Kluski en Polonia, escribió: «La fuerza de este mono era tal que podía fácilmente trasladar por la habitación una pesada biblioteca llena de libros, alzar un sofá por encima de las cabezas de los asistentes o levantar a las personas más pesadas con sus sillas a la altura de la persona más alta. Aunque en ocasiones su comportamiento causaba temor e indicaba un bajo nivel de inteligencia, nunca pareció tener malas intenciones, sino más bien buena voluntad. Solía mostrarse amable y servicial.»
Yolanda era una muchacha árabe de quince años. Según parece también era un espíritu, lo que significa que podía aparecer y desaparecer a voluntad, en presencia de la famosa médium inglesa de materialización madame Elizabeth d'Esperance. Los asistentes a las sesiones de madame d'Esperance a menudo aseguraban haber visto simultáneamente la materialización y la médium. El modo en que Yolanda abandonaba la sesión no dejaba a los testigos ninguna duda de que se trataba de un fenómeno paranormal, aun cuando mientras estaba materializada parecía un ser vivo normal.
En una ocasión, Yolanda se encaprichó de un chal de brillantes colores que llevaba puesto una de las asistentes y «se lo tomó prestado». Cuando ella se desmaterializó, el chal desapareció con ella, pero en la siguiente sesión lo volvía a llevar puesto. Pero dejó claro que ella no había querido llevárselo.
Algunas veces el espíritu de Yolanda se desvanecía gradualmente en una neblina, en ocasiones ante una veintena de testigos, y únicamente el chal quedaba en el suelo. «Por fin se le ha olvidado», comentó una de las asistentes. Pero luego también el chal desapareció lentamente del mismo modo.
Madame d'Esperance fue una de las primeras médiums de materialización inglesas, y cooperó de buen grado con los investigadores que deseaban probar que la presencia de estos espíritus no era un fraude; llegó incluso a permitir que se tomaran fotografías. Pero una de las sesiones dio a pensar que la materialización no es un fenómeno auténtico.
Sospechas De Fraude
En una sesión que tuvo lugar en Newcastle en 1880 uno de los asistentes comenzó a sospechar, porque otra de las materializaciones de madame d'Esperance se parecía extraordinariamente a la médium. El asistente trató entonces de agarrar al espíritu, que desapareció rápidamente, y la médium sufrió una hemorragia pulmonar y estuvo enferma durante largo tiempo. En dos ocasiones más ocurrieron accidentes similares, pero madame d'Esperance jamás fue descubierta in fraganti.
Los espiritistas sostienen que tocar un cuerpo materializado (a menos que lo permitan explícitamente los «espíritus») o encender una luz durante una sesión puede causar daños incalculables a los médiums, porque provoca que el ectoplasma -materia de la cual están formados los espíritus- vuelva al cuerpo del médium con demasiada rapidez. No obstante, en algunos casos se han producido materializaciones ala luz del día y en presencia de testigos.
El médium londinense William Eglinton llegó a convencer a muchos escépticos. Después de acudir a una de sus sesiones, el famoso mago Harry Kellar declaró: «Debo confesar que he salido sin encontrar ninguna explicación natural a los hechos que he presenciado.» En un momento dado de la sesión, Kellar y Eglinton experimentaron una levitación.
Uno de los supuestos espíritus que solía aparecer en las sesiones de Eglinton era un tal Abdullah, que era manco y se presentaba adornado con todo tipo de joyas, anillos, cruces y sartas de rubíes que aparentemente valían una fortuna. Otra materialización, un hombre con barba y vestido con una larga túnica, permitió que uno de los asistentes cortara un trozo de la tela de su vestido así como algunos pelos de su barba. Más tarde se dijo que la tela encajaba en un agujero de una pieza de muselina y que los pelos completaban una barba postiza que habían sido encontrados en un baúl perteneciente a Eglinton.
A pesar de esta acusación de fraude, Eglinton continuó dando sus sesiones y convenciendo a mucha gente. También desarrolló su capacidad de médium para hacer escribir a los espíritus: éstos contestaban por escrito, en pequeñas pizarras negras, a las preguntas que se les hacían. El 29 de octubre de 1884 William Gladstone, entonces primer ministro de Gran Bretaña, le visitó y formuló varias preguntas confidenciales en español, griego y francés; se le respondió por escrito en estas mismas lenguas. El estadista quedó tan impresionado que se hizo miembro de la Society for Psychical Research.
Otro médium de materialización que se hizo famoso en la Inglaterra victoriana fue el reverendo Francis Ward Monck. Monck no sólo fue acusado de fraude, sino que además fue sentenciado a tres meses de prisión ante la evidencia que proporcionaban los «instrumentos» hallados en su habitación después de una sesión en noviembre de 1876.
El problema de las materializaciones es que no dejan ninguna prueba tangible de su realidad. Sin embargo, el investigador William Oxley ideó un ingenioso método para «grabar» la presencia de los espíritus materializados por Monck (método que ha sido utilizado con éxito con otros médiums). En una sesión celebrada en 1876 en Manchester, Oxley logró obtener excelentes moldes en parafina de las manos y pies de los espíritus materializados.
Para hacer un molde de parafina se vierte cera caliente en un bol y se pide al espíritu materializado que sumerja su mano dentro. A continuación el espíritu sumerge su mano en un recipiente con agua fría, de modo que la cera se endurezca. Cuando el espíritu se desmaterializa deja un molde de cera parecido a un guante. A menudo la abertura de la muñeca era tan pequeña, que a cualquier ser humano le hubiese sido imposible sacar la mano sin romper el molde.
Ceras Fantasmales
El intelectual polaco Franek Kluski fue un médium físico muy capacitado; logró por este sistema producir moldes de cera. No fue nunca un médium profesional, pero ofreció sus servicios al doctor Gustave Geley y al Instituto Metapsíquico de París en 1920. Este eminente investigador psíquico y otros colegas atestiguaron que, en presencia de Kluski, se materializaban miembros de fantasmas, se deslizaban formas luminosas por la habitación y aparecían de repente brillantes luces. Bajo control estricto fueron incluso capaces de lograr fotografías de un fantasma. Y tanto el doctor Geley como el doctor Charles Richet, profesor de psicología en París y experto en fenómenos psíquicos, obtuvieron en las sesiones de Kluski excelentes moldes de manos y miembros materializados. En las sesiones de Kluski, las materializaciones completas aparecían a menudo de repente, pero otras veces surgían de una tenue nube luminosa situada sobre la cabeza del médium.
Las materializaciones producidas por un zapatero remendón de Cardiff, George Spriggs, parecían casi demasiado buenas para ser verdaderas, pero existe el testimonio de varias personas de confianza que presenciaron el fenómeno.
Fue en los años 1870, en un círculo espiritista galés, cuando Spriggs comenzó a desarrollar sus poderes paranormales, desde clarividencia y escritura automática hasta materializaciones totales. En noviembre de 1880 emigró a Australia. Allí, un tal señor Donovan, persona de gran prestigio y autoridad moral -ya que había sido miembro de la Asamblea Legislativa de Victoria-, asistió durante 18 meses a las sesiones de Spriggs y escribió después un libro sobre sus experiencias, titulado The Evidences of Spiritualism (Las pruebas del espiritismo).
Una Carta Fantasmagórica
En una de las sesiones celebradas en Australia ocurrió un incidente extraordinario: se materializó un hombre que solicitó escribir una carta a una mujer de Sidney que había asistido a las sesiones un par de veces. Se le dio pluma y papel y escribió una carta de tres páginas, la metió en un sobre y escribió la dirección de la mujer. Pero nadie tenía sellos. El espíritu pidió prestados seis peniques a uno de los asistentes y abandonó la habitación para ir a comprar uno a la tienda de al lado. El vendedor, al ver que era un fantasma el que compraba sellos, tuvo tal susto que olvidó devolver el cambio al muerto. El espíritu se dio cuenta del error al volver a la habitación y retornó de nuevo ala tienda a por el dinero. La carta fue enviada, y a su debido tiempo se recibió una respuesta. Cuando el espíritu se materializó de nuevo en otra sesión se le entregó la carta; él la abrió y leyó en voz alta su contenido.
Al cabo de seis años, la habilidad de Spriggs para producir materializaciones había disminuido, pero había desarrollado una nueva habilidad para diagnosticar enfermedades psíquicamente. En 1900 volvió a Gran Bretaña, y entre 1903 y 1905 prestó sus servicios médicos en la London Spiritualist Alliance.
La psíquica británica Isa Northage, médium muy popular durante los años cuarenta, desempeñó también un importante papel en el campo médico. Visitó numerosas iglesias para hacer demostraciones de sus poderes psíquicos, incluidas voces directas y materializaciones. Pero donde más éxito tuvo fue en los consejos médicos presididos por uno de sus espíritus, el doctor Reynolds, para lo cual se llegó finalmente a construir una iglesia especial en los sótanos de la Abadía de Newstead. Con el tiempo -al crecer el poder de la médium- Reynolds llegó a materializarse y a realizar operaciones incruentas en algunos pacientes. El siguiente relato pertenece al capitán G.S. M. Insall, y está extraído de un libro íntegramente dedicado a esta médium: «Preparamos la habitación y nos pusimos batas y máscaras, como era la norma con el doctor Reynolds. Todo eso no era nuevo para mí, puesto que antes de que la Primera Guerra Mundial me obligara a cambiar mi carrera por la aviación había estudiado en los más modernos hospitales de Francia. Entraron los dos pacientes. [Ambos padecían una hernia.] El primero, el que presentaba complicaciones, se desnudó y se tendió en la mesa de operaciones. Al otro se le asignó una silla cercana.»
«Comprobé personalmente los instrumentos depositados en un carrito adjunto: pinzas, tapones, jofainas y recipientes. Ningún instrumento cortante, excepto unas tijeras para cortar gasas. Había también una pequeña linterna. Comprobé la salida de emergencia y vi que la puerta estaba cerrada con llave y echado el pestillo por dentro; además, una esterilla situada en el dintel impedía toda corriente de aire. Estaba cerrando la puerta interior que conducía a la iglesia, cuando alguien me avisó de que la médium aún no había llegado. Abrí de nuevo y ella entró. Apagamos parte de las luces y alguien empezó las oraciones. Podía ver ala médium sentada en su silla habitual, con cortinas a ambos lados.»
"Al acabar las oraciones se oyó un trompetazo y la voz familiar del doctor Reynolds nos saludó. Tranquilizó a los pacientes y les dio instrucciones. Me asignaron una jofaina para recoger las gasas y me adelanté hacia la mesa de operaciones. El sonido de la trompeta se apagó, y a continuación apareció materializado el doctor Reynolds. Era de pequeña estatura. La médium se hallaba en trance profundo.»
«Primero cogió las pinzas y con una gasa y una solución desinfectante limpió el área. La hernia era umbilical. Recogí las gasas en la jofaina. Después vi cómo colocaba las manos sobre la carne del paciente y cómo éstas desaparecían en su interior. Extendió la mano pidiendo las pinzas y gasas, de los que en total recogí ocho usadas.»
El doctor materializado comprobó el estado del paciente -quien declaró no haber sentido ningún dolor y encendió la linterna para examinar el área afectada. No se observaba señal alguna de herida o cicatriz. A continuación el doctor Reynolds dijo que la médium tenía que descansar un poco antes de proceder a la siguiente operación, y se desmaterializó.
La Materialización De Un Hombre-Mono
No todas las materializaciones de Franek Kluski hubieran sido bien vistas en sociedad. En julio de 1919 hizo su primera aparición en una sesión de Kluski lo que parecía un hombre-mono. El doctor Gustave Geley lo explica: «Este ser, al que llamamos Pithecanthropus, se ha presentado diversas veces en nuestras sesiones. Uno de nosotros sintió su enorme cabeza peluda apoyada sobre su hombro y contra su mejilla.
Su cabeza estaba cubierta por un pelo grueso y áspero. Su cuerpo despedía un olor parecido al de un ciervo o un perro mojado.» Y el coronel Norbert Ocholowicz, que en 1926 publicó un libro sobre Kluski en Polonia, escribió: «La fuerza de este mono era tal que podía fácilmente trasladar por la habitación una pesada biblioteca llena de libros, alzar un sofá por encima de las cabezas de los asistentes o levantar a las personas más pesadas con sus sillas a la altura de la persona más alta. Aunque en ocasiones su comportamiento causaba temor e indicaba un bajo nivel de inteligencia, nunca pareció tener malas intenciones, sino más bien buena voluntad. Solía mostrarse amable y servicial.»
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