Muchas personas aseguran haberse enfrentado con un humanoide o con el ocupante de un OVNI. Los informes acerca de estos encuentros aumentan pero, ¿qué grado de credibilidad merecen? ¿Quiénes o qué son esas criaturas?
A medida que se acumulaban más y más informes sobre OVNIs en los años 50 y 60 se observó una interesante pauta: había determinados momentos de gran actividad de OVNIs. Esto se designó como un fenómeno de «ola» o «crisis» e, invariablemente, en el momento culminante de la ola llegaban informes acerca de ocupantes humanoides de los OVNIs... un fenómeno dentro de otro fenómeno.
Quizás la más intensa, hasta ahora, haya sido la de 1954 en el noroeste de Europa -especialmente en Francia-. Otras olas importantes, desde entonces, ocurrieron en 1957-58 (América y Australasia), 1962-63 (América del Sur), 1964 (Estados Unidos), 1965 (en todo el mundo), 1977-78 (Gran Bretaña e Italia). La ola de 1964 fue muy compleja con una culminación principal y varias secundarias; entonces llegaron abundantes informes de encuentros con humanoides.
El caso de Quarouble, el 10 de septiembre de 1954, con sus grotescos enanos con traje de submarinistas y las naves con rayos paralizantes ha sido ya descrito en Documentos OVNIs. Poco después hubo otro informe en Francia, cerca de Cenon, donde a las 10.30 de la noche, el 17 de septiembre de 1954, un granjero que iba en bicicleta comenzó a sentir un extraño escozor. Desmontó y, lentamente, quedó inmovilizado (él lo describió como una «parálisis») mientras observaba una máquina que había delante de él en la carretera. Una criatura pequeña, que parecía vestir un equipo de submarinista se le acercó, emitió unos extraños sonidos y le tocó el hombro antes de alejarse para entrar en el objeto, que emitió un brillo verde y despegó como un rayo. Cuando se alejó, el granjero recuperó el movimiento.
Criaturas terribles
A las 8.30 de la tarde, el 27 de septiembre de 1954, cuatro niños franceses jugaban en el patio de la granja de su padre, en Prémanon, en el macizo del Jura, cuando oyeron ladrar al perro. El niño mayor fue a investigar y encontró a una criatura rectangular «como un terrón de azúcar» que se sostenía sobre uno de los lados y cuya parte inferior estaba dividida. El chico le tiró unos guijarros y le disparó una flecha de juguete. Después se acercó, tratando de tocarlo, pero fue arrojado al suelo por una fuerza invisible. Gritó, se incorporó y corrió aterrorizado hacia el patio; mientras, vio que el «ser» se desplazaba hacia una colina.
Los niños corrieron hacia la casa y vieron una esfera roja y brillante que se balanceaba sobre la hierba, a unos 150 metros de distancia. A1 día siguiente, los gendarmes encontraron un círculo de hierba aplastada de unos 4 metros de diámetro.
A las 7 de la tarde, el 9 de octubre de 1954, un peón que iba en bicicleta cerca de Poitiers, en Francia, encontró a una extraña criatura de 1,30 m aproximadamente de estatura, que parecía llevar un equipo de submarinista. Lo que se podía distinguir de su cabeza parecía una masa de cabellos a través de los que se vislumbraban unos ojos brillantes. La criatura anduvo un momento por el camino y después desapareció entre los árboles.
El 10 de octubre del mismo año, en el norte de Francia, en Pournoy-la-Chétive (en la zona del Mosela), a eso de las 6.30 de la tarde tres niños que estaban patinando vieron aterrizar una «máquina brillante». Una «especie de hombre» muy bajito apareció vestido con un «vestido negro» , parecido a la sotana de un cura. Su cara era muy velluda y tenía ojos grandes. Llevaba una linterna que deslumbró a los chicos y decía palabras que no entendieron. Asustados, se alejaron velozmente y, cuando miraron hacia atrás, vieron que la máquina se elevaba rápidamente.
Al día siguiente, tres hombres iban en coche por Tapignac, cerca de Royan, en la costa atlántica de Francia, cuando vieron un resplandor rojo en los campos y en el cielo; eran más o menos las 7.30 de la tarde. Se detuvieron, bajaron del coche y vieron un objeto en forma de disco con una cúpula rojiza a unos 250 metros de distancia, flotando a unos 10 metros del terreno. Después de unos segundos se alejó entre los árboles, pero su luz seguía siendo visible. Los hombres cogieron una linterna y se dirigieron hacia la luz; el objeto que había aterrizado a unos 400 metros. Cuatro seres de 1 metro de estatura trabajaban debajo de la nave. Al verlos, las pequeñas criaturas desaparecieron dentro del disco que, después de cambiar rápidamente de color, despegó a toda velocidad.
La diversidad y la variedad de conductas de los humanoides es evidente aun con estos pocos ejemplos. Seres altos, desgarbados, saltarines, que llevaban trajes transparentes; enanos sin brazos con trajes de submarinista y grandes cascos; criaturas rectangulares como terrones de azúcar que llevan un arma oculta; monstruos hirsutos de ojos saltones con túnicas negras. También se informó de la presencia de seres que daban golpecitos amistosos en el hombro, o que pasaban de largo; seres que arrojaban rocas o jugaban al escondite o arreglaban las averías de sus naves. Algunos apuntaban a los testigos humanos con luces o rayos; algunos experimentaron una «parálisis» temporal. Todo esto es muy diferente del estilo y la conducta del gentil «venusino» de cabellos largos que, según se dijo, mantuvo una cortés discusión telepática con George Adamski.
¿Cómo son los testigos que han experimentado «encuentros en la tercera fase»? (La expresión fue acuñada por el doctor J. Allen Hynek en su libro The UFO experience, y utilizada espectacularmente por los realizadores cinematográficos.) La lista incluye supervisores, buscadores de minerales, un propietario rural, hombres de negocios, niños, un granjero, un peón y un profesor. Y si se añaden a la lista los médicos, agentes de policía, soldados, amas de casa, hombres de ciencia, obreros y aviadores que han tenido experiencias similares y con los que se llega a abarcar una muestra muy representativa del público, comienzan a aparecer moldes de conducta singularmente coherentes.
Las personas que tienen el contacto se sienten inquietas, asombradas o atemorizadas y sienten una obligación obsesiva de discutir el incidente con amigos o el imperativo de informar acerca de él a las autoridades, aunque con frecuencia después sienten el deseo de habérselo callado.
Muy pocos de los miles de testigos buscan publicidad, pronuncian conferencias o escriben libros acerca de sus encuentros. Sin embargo, la misma naturaleza de los contactos con los humanoides: su rareza, la calidad inquietante de muchos de los informes, las muchas actividades cuestionables o inútiles de las criaturas son un argumento en favor de que los relatos puedan ser correctos. Los tramposos probablemente se sentirían obligados a elaborar relatos más coherentes y a que contuvieran algún mensaje.
El flujo de informes sobre humanoides no disminuye. A eso de las 3 de la tarde, el 5 de febrero de 1971, dos trabajadores forestales en Kinnula, Finlandia, vieron un OVNI que aterrizó sobre unas largas patas en el claro donde se encontraban. Una criatura de menos de 1 metro de estatura, vestida con un mono verde y un casco con lentes emergió de una abertura y se dirigió hacia ellos. Sus manos parecían redondas y no se veían dedos.
Uno de los trabajadores se adelantó con su sierra eléctrica en funcionamiento; el ser se retiró y flotó hacia la nave, en la que ahora se veían otras entidades. El trabajador cogió un pie a la criatura y se quemó la mano. El extraterrestre entró en la nave que despegó inmediatamente.
Un año antes, el 7 de enero de 1970, dos finlandeses que estaban descansando durante una carrera de esquí alpino en el claro de un bosque, vieron aparecer un disco con cúpula, rodeado de niebla con un rayo de luz que se dirigía directamente al terreno. Cuando el rayo tocó la nieve saltaron chispas y, súbitamente, apareció un pequeño ser en el haz de luz.
La criatura tenía brazos y piernas delgados, nariz ganchuda, mono verde y botas, un casco cónico y brillante y medía menos de un metro. Apuntó una «caja» en dirección a uno de los esquiadores, Aarne Heinonen, y después tanto el rayo como el ser se desvanecieron en dirección al «platillo» que desapareció de pronto. Heinonen estuvo varios meses enfermo después del incidente.
¿Ver para creer?
A primera hora del 12 de octubre de 1963, Eugenio Douglas, camionero, fue deslumbrado por una luz brillante que apareció frente a él en la carretera, cerca de Córdoba, Argentina. El camión se fue a la cuneta y Douglas se bajó, viendo entonces un gran objeto metálico en la carretera. Tres seres que parecían robots cuya estatura estimó en unos 4 metros salieron por una puerta. Llevaban cascos y trajes que «se pegaban a su cuerpo». Douglas disparó varias veces contra ellos y después huyó. El OVNI «zumbó» y sintió un escozor causado por los «rayos» mientras corría.
En octubre de 1963 una mujer que vivía en Washington, Estados Unidos, vio tres ocupantes en un OVNI cilíndrico. Uno salió a través de la pared de la nave y se acercó a ella. Llevaba un mono gris, con una especie de abertura para los ojos, aunque éstos no eran visibles. Después, el ser volvió a la nave de la misma extraña forma.
Un mes después, el 16 de noviembre de 1963, dos chicos de Kent, Inglaterra, paseaban con sus novias, cuando vieron bajar una brillante «estrella» que se quedó flotando y se desplazó entre los árboles a algo más de 70 metros de donde estaban. El OVNI dorado y ovalado se detuvo e instantáneamente, una figura de tamaño humano emergió y se dirigió hacia ellos arrastrando los pies. Cuando vieron que era totalmente negra, no tenía cabeza y tenía alas de murciélago, los cuatro sintieron pánico y huyeron.
En muchos de estos casos, tanto los OVNIS como sus ocupantes usan haces de luz o rayos, o alguna clase de fuerza invisible. Además, las apariciones y desapariciones instantáneas, el atravesar las paredes y los rayos que flotan parecen indicar que, en muchos casos, los testigos veían imágenes proyectadas por inteligencias situadas dentro de las naves. Hay pruebas de que los ocupantes de los OVNIS eligen clarividentes y sujetos hipnotizables como contactos.
En una brillante serie de artículos que aparecieron en Flying Saucer Review, titulada «Una mirada larga y fría a las inteligencias extraterrestres» el autor, C. Maxwell Cade, un radiólogo, sugería que los ocupantes de los OVNIs podían leer temores de los testigos (¡Dios mío! ¡Un platillo volante! ¿Habrá un monstruo peludo dentro?). Esa emanación, amplificada, podría ser retransmitida a la mente del testigo y... ¡aparece un monstruo peludo!
Maxwell Cade señala que hay muchas formas de provocar alucinaciones, desde una simple sobredosis de alcohol, la hipnosis, la sugestión y las drogas (como el LSD) hasta la irradiación del cerebro con ondas de alta frecuencia; todas ellas son más o menos peligrosas para el sujeto. Si esas técnicas están a nuestro alcance, ¿quién puede imaginar los métodos para influir en la mente que podrían ser utilizados por inteligencias superiores?.
A medida que se acumulaban más y más informes sobre OVNIs en los años 50 y 60 se observó una interesante pauta: había determinados momentos de gran actividad de OVNIs. Esto se designó como un fenómeno de «ola» o «crisis» e, invariablemente, en el momento culminante de la ola llegaban informes acerca de ocupantes humanoides de los OVNIs... un fenómeno dentro de otro fenómeno.
Quizás la más intensa, hasta ahora, haya sido la de 1954 en el noroeste de Europa -especialmente en Francia-. Otras olas importantes, desde entonces, ocurrieron en 1957-58 (América y Australasia), 1962-63 (América del Sur), 1964 (Estados Unidos), 1965 (en todo el mundo), 1977-78 (Gran Bretaña e Italia). La ola de 1964 fue muy compleja con una culminación principal y varias secundarias; entonces llegaron abundantes informes de encuentros con humanoides.
El caso de Quarouble, el 10 de septiembre de 1954, con sus grotescos enanos con traje de submarinistas y las naves con rayos paralizantes ha sido ya descrito en Documentos OVNIs. Poco después hubo otro informe en Francia, cerca de Cenon, donde a las 10.30 de la noche, el 17 de septiembre de 1954, un granjero que iba en bicicleta comenzó a sentir un extraño escozor. Desmontó y, lentamente, quedó inmovilizado (él lo describió como una «parálisis») mientras observaba una máquina que había delante de él en la carretera. Una criatura pequeña, que parecía vestir un equipo de submarinista se le acercó, emitió unos extraños sonidos y le tocó el hombro antes de alejarse para entrar en el objeto, que emitió un brillo verde y despegó como un rayo. Cuando se alejó, el granjero recuperó el movimiento.
Criaturas terribles
A las 8.30 de la tarde, el 27 de septiembre de 1954, cuatro niños franceses jugaban en el patio de la granja de su padre, en Prémanon, en el macizo del Jura, cuando oyeron ladrar al perro. El niño mayor fue a investigar y encontró a una criatura rectangular «como un terrón de azúcar» que se sostenía sobre uno de los lados y cuya parte inferior estaba dividida. El chico le tiró unos guijarros y le disparó una flecha de juguete. Después se acercó, tratando de tocarlo, pero fue arrojado al suelo por una fuerza invisible. Gritó, se incorporó y corrió aterrorizado hacia el patio; mientras, vio que el «ser» se desplazaba hacia una colina.
Los niños corrieron hacia la casa y vieron una esfera roja y brillante que se balanceaba sobre la hierba, a unos 150 metros de distancia. A1 día siguiente, los gendarmes encontraron un círculo de hierba aplastada de unos 4 metros de diámetro.
A las 7 de la tarde, el 9 de octubre de 1954, un peón que iba en bicicleta cerca de Poitiers, en Francia, encontró a una extraña criatura de 1,30 m aproximadamente de estatura, que parecía llevar un equipo de submarinista. Lo que se podía distinguir de su cabeza parecía una masa de cabellos a través de los que se vislumbraban unos ojos brillantes. La criatura anduvo un momento por el camino y después desapareció entre los árboles.
El 10 de octubre del mismo año, en el norte de Francia, en Pournoy-la-Chétive (en la zona del Mosela), a eso de las 6.30 de la tarde tres niños que estaban patinando vieron aterrizar una «máquina brillante». Una «especie de hombre» muy bajito apareció vestido con un «vestido negro» , parecido a la sotana de un cura. Su cara era muy velluda y tenía ojos grandes. Llevaba una linterna que deslumbró a los chicos y decía palabras que no entendieron. Asustados, se alejaron velozmente y, cuando miraron hacia atrás, vieron que la máquina se elevaba rápidamente.
Al día siguiente, tres hombres iban en coche por Tapignac, cerca de Royan, en la costa atlántica de Francia, cuando vieron un resplandor rojo en los campos y en el cielo; eran más o menos las 7.30 de la tarde. Se detuvieron, bajaron del coche y vieron un objeto en forma de disco con una cúpula rojiza a unos 250 metros de distancia, flotando a unos 10 metros del terreno. Después de unos segundos se alejó entre los árboles, pero su luz seguía siendo visible. Los hombres cogieron una linterna y se dirigieron hacia la luz; el objeto que había aterrizado a unos 400 metros. Cuatro seres de 1 metro de estatura trabajaban debajo de la nave. Al verlos, las pequeñas criaturas desaparecieron dentro del disco que, después de cambiar rápidamente de color, despegó a toda velocidad.
La diversidad y la variedad de conductas de los humanoides es evidente aun con estos pocos ejemplos. Seres altos, desgarbados, saltarines, que llevaban trajes transparentes; enanos sin brazos con trajes de submarinista y grandes cascos; criaturas rectangulares como terrones de azúcar que llevan un arma oculta; monstruos hirsutos de ojos saltones con túnicas negras. También se informó de la presencia de seres que daban golpecitos amistosos en el hombro, o que pasaban de largo; seres que arrojaban rocas o jugaban al escondite o arreglaban las averías de sus naves. Algunos apuntaban a los testigos humanos con luces o rayos; algunos experimentaron una «parálisis» temporal. Todo esto es muy diferente del estilo y la conducta del gentil «venusino» de cabellos largos que, según se dijo, mantuvo una cortés discusión telepática con George Adamski.
¿Cómo son los testigos que han experimentado «encuentros en la tercera fase»? (La expresión fue acuñada por el doctor J. Allen Hynek en su libro The UFO experience, y utilizada espectacularmente por los realizadores cinematográficos.) La lista incluye supervisores, buscadores de minerales, un propietario rural, hombres de negocios, niños, un granjero, un peón y un profesor. Y si se añaden a la lista los médicos, agentes de policía, soldados, amas de casa, hombres de ciencia, obreros y aviadores que han tenido experiencias similares y con los que se llega a abarcar una muestra muy representativa del público, comienzan a aparecer moldes de conducta singularmente coherentes.
Las personas que tienen el contacto se sienten inquietas, asombradas o atemorizadas y sienten una obligación obsesiva de discutir el incidente con amigos o el imperativo de informar acerca de él a las autoridades, aunque con frecuencia después sienten el deseo de habérselo callado.
Muy pocos de los miles de testigos buscan publicidad, pronuncian conferencias o escriben libros acerca de sus encuentros. Sin embargo, la misma naturaleza de los contactos con los humanoides: su rareza, la calidad inquietante de muchos de los informes, las muchas actividades cuestionables o inútiles de las criaturas son un argumento en favor de que los relatos puedan ser correctos. Los tramposos probablemente se sentirían obligados a elaborar relatos más coherentes y a que contuvieran algún mensaje.
El flujo de informes sobre humanoides no disminuye. A eso de las 3 de la tarde, el 5 de febrero de 1971, dos trabajadores forestales en Kinnula, Finlandia, vieron un OVNI que aterrizó sobre unas largas patas en el claro donde se encontraban. Una criatura de menos de 1 metro de estatura, vestida con un mono verde y un casco con lentes emergió de una abertura y se dirigió hacia ellos. Sus manos parecían redondas y no se veían dedos.
Uno de los trabajadores se adelantó con su sierra eléctrica en funcionamiento; el ser se retiró y flotó hacia la nave, en la que ahora se veían otras entidades. El trabajador cogió un pie a la criatura y se quemó la mano. El extraterrestre entró en la nave que despegó inmediatamente.
Un año antes, el 7 de enero de 1970, dos finlandeses que estaban descansando durante una carrera de esquí alpino en el claro de un bosque, vieron aparecer un disco con cúpula, rodeado de niebla con un rayo de luz que se dirigía directamente al terreno. Cuando el rayo tocó la nieve saltaron chispas y, súbitamente, apareció un pequeño ser en el haz de luz.
La criatura tenía brazos y piernas delgados, nariz ganchuda, mono verde y botas, un casco cónico y brillante y medía menos de un metro. Apuntó una «caja» en dirección a uno de los esquiadores, Aarne Heinonen, y después tanto el rayo como el ser se desvanecieron en dirección al «platillo» que desapareció de pronto. Heinonen estuvo varios meses enfermo después del incidente.
¿Ver para creer?
A primera hora del 12 de octubre de 1963, Eugenio Douglas, camionero, fue deslumbrado por una luz brillante que apareció frente a él en la carretera, cerca de Córdoba, Argentina. El camión se fue a la cuneta y Douglas se bajó, viendo entonces un gran objeto metálico en la carretera. Tres seres que parecían robots cuya estatura estimó en unos 4 metros salieron por una puerta. Llevaban cascos y trajes que «se pegaban a su cuerpo». Douglas disparó varias veces contra ellos y después huyó. El OVNI «zumbó» y sintió un escozor causado por los «rayos» mientras corría.
En octubre de 1963 una mujer que vivía en Washington, Estados Unidos, vio tres ocupantes en un OVNI cilíndrico. Uno salió a través de la pared de la nave y se acercó a ella. Llevaba un mono gris, con una especie de abertura para los ojos, aunque éstos no eran visibles. Después, el ser volvió a la nave de la misma extraña forma.
Un mes después, el 16 de noviembre de 1963, dos chicos de Kent, Inglaterra, paseaban con sus novias, cuando vieron bajar una brillante «estrella» que se quedó flotando y se desplazó entre los árboles a algo más de 70 metros de donde estaban. El OVNI dorado y ovalado se detuvo e instantáneamente, una figura de tamaño humano emergió y se dirigió hacia ellos arrastrando los pies. Cuando vieron que era totalmente negra, no tenía cabeza y tenía alas de murciélago, los cuatro sintieron pánico y huyeron.
En muchos de estos casos, tanto los OVNIS como sus ocupantes usan haces de luz o rayos, o alguna clase de fuerza invisible. Además, las apariciones y desapariciones instantáneas, el atravesar las paredes y los rayos que flotan parecen indicar que, en muchos casos, los testigos veían imágenes proyectadas por inteligencias situadas dentro de las naves. Hay pruebas de que los ocupantes de los OVNIS eligen clarividentes y sujetos hipnotizables como contactos.
En una brillante serie de artículos que aparecieron en Flying Saucer Review, titulada «Una mirada larga y fría a las inteligencias extraterrestres» el autor, C. Maxwell Cade, un radiólogo, sugería que los ocupantes de los OVNIs podían leer temores de los testigos (¡Dios mío! ¡Un platillo volante! ¿Habrá un monstruo peludo dentro?). Esa emanación, amplificada, podría ser retransmitida a la mente del testigo y... ¡aparece un monstruo peludo!
Maxwell Cade señala que hay muchas formas de provocar alucinaciones, desde una simple sobredosis de alcohol, la hipnosis, la sugestión y las drogas (como el LSD) hasta la irradiación del cerebro con ondas de alta frecuencia; todas ellas son más o menos peligrosas para el sujeto. Si esas técnicas están a nuestro alcance, ¿quién puede imaginar los métodos para influir en la mente que podrían ser utilizados por inteligencias superiores?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en nuestro blog...