lunes, 18 de mayo de 2009

¿Pueden escribir los muertos?

Los muertos, ¿pueden escribir novelas, poemas, tratados científicos y obras de teatro? La escritura automática depara auténticas sorpresas: el médium brasileño Francisco Cándido «Chico» Xavier ha escrito psíquicamente obras póstumas de más de 400 autores.

Aparentemente, los fenómenos paranormales siguen la moda, como otros aspectos de la vida, y la escritura automática, como forma de comunicarse con los muertos o incluso como truco para animar una reunión, pareció haberse extinguido durante un tiempo. Sin embargo, en la actualidad se está produciendo una gran cantidad de escritos. Posiblemente el escritor psíquico más importante y prolífico del mundo sea un brasileño que escribe en un portugués que a veces resulta muy erudito y técnico.

Francisco Cándido («Chico») Xavier, que ya ha cumplido los setenta años, es ciertamente, una de las figuras más populares de Río, donde ha dedicado su vida a ayudar a los pobres y a producir best sellers edificantes, entretenidos y de gran rendimiento económico. No acepta ninguna retribución por esos libros, ni se atribuye ningún mérito. Porque, como él mismo dice, no los escribió él; lo hicieron autores brasileños ya fallecidos.

Durante los últimos cincuenta años, Xavier ha dedicado por lo menos cinco horas diarias a transcribir obras que le transmiten autores muertos. Esto significaba a menudo sacrificar su escaso tiempo libre a esta actividad ya que, hasta que se jubiló en 1961, ocupaba un modesto puesto de funcionario a tiempo completo en las oficinas locales del gobierno.

Best-sellers del más allá

Uno de «sus» best-sellers es un volumen de poesías llamado Parnaso de além-túmulo (Parnaso de ultratumba). Contiene 259 poemas (que ocupan 421 páginas) de estilos muy diferentes y está firmado por 56 importantes figuras literarias del mundo de lengua portuguesa... todas las cuales han muerto. Los poemas tratan muchos temas: el amor, la hipocresía religiosa, la naturaleza de la evolución humana; algunos contienen chistes. Uno es una simple declaración de la identidad del poeta, titulada Ego sum (Yo soy, en latín). El texto dice: «Soy el que soy. Por lo tanto, sería muy injusto que no me proclamara a mí mismo, que mintiera, que os engañara con el anonimato, ya que soy Augusto.» El poema está firmado «Augusto dos Anjos», el nombre de un famoso poeta brasileño fallecido.

Pero nada de lo dicho hasta ahora ofrece pruebas de que la escritura automática de Chico Xavier no sea un fraude, consciente o inconsciente, aunque uno no puede menos que pensar que un impostor consciente aceptaría de muy buen grado los millones de dólares que han producido sus libros a lo largo de los años.

Lo cierto es que Xavier no es totalmente iletrado; fue a la escuela elemental que, como señala Guy Playfair, autor de The flying cow (La vaca volante) y experto en espiritismo brasileño, puede que en Brasil sea realmente muy elemental. Pero el vocabulario que emplea resulta difícil hasta para personas cultas; él mismo dice que, a menudo, no entiende ni una palabra. Esto se aplica al extenso libro Nosso lar (Nuestro hogar), que consta nada menos que de 2.459 páginas, y se supone que le fue dictado por el difunto médico André Luiz, un pionero de la medicina tropical. De hecho, se trata de una novela en nueve tomos, con un argumento muy simple: el héroe muere al principio del libro y la acción subsiguiente tiene lugar en el otro mundo («nuestro hogar»). Éste, según dice el doctor Luiz, no es el paraíso de que hablan las tradiciones religiosas, sino que se parece mucho a la vida en la Tierra. «La muerte es sólo un cambio de ropas», advierte, y añade que la otra vida es «el paraíso o el infierno que nosotros mismos hemos creado». Aún los más humildes de nosotros tenemos una finalidad noble, dice Luiz: «Somos hijos de Dios y herederos de los siglos, que conquistamos valores de experiencia en experiencia, de milenio en milenio.» Nos dice que la reencarnación es un hecho real, pero que las leyes que la rigen son mucho más complejas de lo que los vivos, incluidos quienes creen en ella, suponen.

Esta enorme serie de novelas trata con detenimiento gran variedad de temas médicos y técnicos: discutiendo en detalle, por ejemplo, la fertilización del óvulo humano y el lento proceso de la evolución en la Tierra. El 2 de febrero de 1958, Xavier anotó un largo pasaje que contenía este tipo de fraseología:

El hiato existente, como notó Hugo de Vries, en el desarrollo de las mutaciones fue salvado por las actividades de los Siervos de la Organogénesis Terrestre, que sometieron a profundas alteraciones a la familia de los Leptothrix...

Hugo de Vries fue un botánico holandés famoso por sus trabajos sobre las leyes de la herencia, información que difícilmente proporcionaría una escuela elemental brasileña de principios del siglo XX. (Una vez Xavier se quejó a Augusto dos Anjos de que no entendía lo que estaba «escribiendo». «Mira -le respondió-, escribiré lo que pueda, ¡porque tu cabeza no está a la altura!».)

Los espíritus dictan

A mediados de los años setenta había escrito 130 libros, todos los cuales llevan en la primera página la frase «dictado por el espíritu de...». Se afirma que más de 400 autores desencarnados escribieron obras póstumas por intermedio de Xavier y, ciertamente, venden más empleándolo como «agente» de lo que lograron en vida. Sólo Nuestro hogar había vendido más de 150.000 ejemplares a finales de 1980.

Uno de sus logros más notables -que algunos consideran una prueba definitiva de que escritores muertos siguen trabajando por mediación de él- fue un curioso incidente de coautoría. Xavier escribió psíquicamente Evolución en dos mundos, capítulo a capítulo, en el pueblecito de Pedro Leopoldo; pero lo que escribió eran capítulos alternados, para nada relacionados entre sí; era el doctor Waldo Vieira quien escribía los capítulos que habían de intercalarse a cientos de kilómetros de distancia. Pero sólo cuando Xavier terminó su montón de capítulos inconexos su espíritu-guía le advirtió que se pusiera en contacto con el doctor Vieira. Por supuesto, a partir de aquel momento el libro adquirió sentido. Ése fue el primero de los 17 libros que escribirían de ese modo. Como señala Guy Lyon Playfair, frecuentemente uno de los capítulos del doctor Vieira -escrito sin conocer el capítulo previo, a cargo de Xavier- reemprende la narración justamente donde la había abandonado el otro.

Xavier, que es en la actualidad un frágil anciano casi ciego de un ojo, se dedica a colaborar en el centro de beneficiencia que han financiado «sus» derechos de autor: escribe mensajes de espíritus para personas que necesitan consejo, firma libros, estrecha manos, entrega rosas, recibe a cada cara nueva como si ese encuentro le proporcionara un inmenso placer.

Su escritura «automática» se realiza con frecuencia en público, durante unas tres horas en cada ocasión, y cualquier persona interesada puede presenciarlo. (Un testigo dijo que escribe como si su mano estuviera conectada con una pila eléctrica.) Él mismo pasa a máquina sus escritos psíquicos, contesta personalmente su correspondencia (suele recibir unas 200 cartas diarias, en las que muchos le piden consejos o plegarias; otras son sólo cartas de admiradores) y concurre a reuniones espiritistas públicas.

Muchos lo consideran un santo; algunos de sus admiradores creen que es la reencarnación de San Francisco de Asís. Pero también tiene detractores y enemigos: la Iglesia Católica brasileña está en contra suya, y sugiere que puede estar poseído por el demonio; un destacado jesuita brasileño considera que su propia misión en esta vida consiste en destruir la fama de Chico Xavier.

Una editorial británica se ha dedicado por entero a publicar las obras de un espíritu escritor o, más bien, de dos autores que componían una personalidad doble. Uno de ellos era William Sharp, poeta y ocultista escocés, que murió en Castello di Maniace (Sicilia) en 1905, a la edad de cincuenta años. Sobre su tumba, cercana al monte Etna, hay una cruz jónica con dos epitafios. Uno dice:

Adiós a lo conocido y agotado.
Bienvenido lo desconocido y sin límites.

El otro dice, más oscuramente:
El amor es más grande de lo que podemos concebir, y la Muerte es guardiana de redenciones desconocidas.

F.M.

¿Quién era «F.M.» ? Son las iniciales de Fiona Macleod, su alter ego, su lado femenino personificado, cuyo nombre y obra inspiraron el «renacimiento celta» a fines del siglo XIX en Escocia.

El proyecto de Paisley

Las personalidades dobles o múltiples no son desconocidas en los anales de la psiquiatría. Pero lo significativo de «Wilfion» (nombre colectivo que dio Sharp a sus dos personalidades) es que él/ella siguen comunicando -según se dice- pensamientos y obras poéticas desde el otro lado de la tumba.

A primeros de 1970, un crítico norteamericano especializado en William Sharp, Konrad Hopkins, comenzó a recibir escrituras psíquicas de muchas almas desencarnadas, incluyendo a un tal George Windsor -más conocido como el rey Jorge VI-, pero sobre todo del mismo Sharp. En 1974, Hopkins conoció a un dotado holandés llamado Ronald van Roekel y poco después iniciaron un negocio editorial en Paisley, Escocia, llamado Wilfion Books.

Mientras tanto, en Ventnor, isla de Wight, una señora llamada Margo Williams estaba descubriendo sus dotes de médium, que habían pasado desapercibidas durante mucho tiempo. En el verano de 1980, Margo ya había recibido más de 4.000 mensajes psíquicos, escritos al parecer por más de 360 personas desencarnadas. La primera fue Jane, su espíritu guía, y la segunda alguien llamado William Sharp.

El fallecido poeta escocés informó a Konrad Hopkins, por medio de la clariaudiencia, de su vinculación con Margo Williams. La médium y los directores de Wilfion Books entablaron correspondencia y pronto se pusieron de acuerdo para que The Wilfion Scripts (Los escritos de Wilfion), transmitidos a la señora Williams, fueran publicados en Paisley.

The Wilfion Scripts se componen de 92 versos y algo de prosa. Los versos son, en general cortos, infantiles (algunos dirían aniñados) y, en suma, malos. La introducción a los versos, por Hopkins y van Roekel, incluye esta disculpa, curiosamente oscura, por la, mala calidad de la poesía:

"Sharp... reconoce que los versos son malos porque está tratando de alcanzar la confesión de una visión realmente horrible que él mismo vio o que revivió gracias a su habilidad para experimentar sensaciones en círculos de piedras; la visión lo persiguió el resto de su vida."

Pero la señora Williams adjudica generosamente a Wilfion «una genial economía de palabras». El 12 de diciembre de 1976, William Sharp dictó las siguientes palabras por mediación de ella:

Observa escenas del pasado

Que impresionan y durarán

Escenas que sobreviven al tiempo

Son buena lectura en un libro

En la jerga de la parapsicología todos estos extraños textos podrían ser producto de «psicokinesis telepática», «automatismos motores», «creatividad psicosexual reprimida», etc. Pero, ¿no serán estas hipótesis una forma de ocultar el hecho de que no sabemos qué hay detrás de ellos?

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