Sentir que uno sale fuera de su cuerpo debe ser, a todas luces, una experiencia impactante. Viajar hasta lugares lejanos, ver cosas que se escapan a la percepción habitual, y hasta sentir que se es algo más que cuerpo físico, son algunas de las realidades a las que es posible acceder cuando la mente se libera del cuerpo. Se trata de un fenómeno vivido no sólo por místicos, chamanes y personas que han sentido de cerca la muerte, si no por gentes normales en situaciones corrientes. Las experiencias extracorpóreas son más frecuentes de lo que parece: una de cada diez personas ha dejado atrás su cuerpo físico alguna vez para viajar con el "alma".
Una súbita sensación de ligereza invade el cuerpo. Y antes de terminar de acostumbrarse, los ojos comienzan a percibir la habitación de modo diferente. Ya no está tendido en la cama, sino muy cerca del techo. O al menos eso parece. Al girar la vista, surge una visión estremecedora: tendida sobre la cama se encuentra una persona a la que uno conoce muy bien... demasiado bien. La primera sorpresa es verse a sí mismo acostado, mientras que el auténtico yo se encuentra flotando en la habitación. Después ya no hay prácticamente límites a lo que puede pasar. Ir a visitar a un amigo al otro lado de la ciudad, viajar a lejanos países, ver lo que pasa en la habitación de al lado, o incluso reunirse con algún pariente que falleció hace cierto tiempo...
Un fenómeno común
Estas son algunas de las sensaciones que rodean a una experiencia extracorpórea. Un fenómeno más corriente de lo que se pueda pensar y que ha sido experimentado de forma consciente por una de cada diez personas. Se trata, en resumen, de un viaje al otro lado de la realidad que se realiza dejando atrás al cuerpo físico, y del que sabemos desde hace siglos gracias a los relatos de místicos y chamanes de todas las latitudes. Ver lo que se encuentra en otros lugares, ser capaz de realizar curaciones imposibles, acceder a información sobre lo que ocurrió en un lejano pasado, e incluso lo que está por suceder, son algunos de los fenómenos paranormales que pueden ocurrir mientras el yo de la persona se encuentra separado de su cuerpo.
"La experiencia extracorpórea anula todas las ilusiones culturales de forma que uno alcanza un nivel superior de madurez." Esta es una de las conclusiones de Waldo Vieira, un investigador brasileño que ha dedicado casi toda su vida a intentar comprender el significado de un fenómeno que considera puede arrojar luz sobre lo que significa realmente la vida. Con nueve años, tuvo sus primeras experiencias de percepción extrasensorial. Éstas le permitieron conocer que el Universo es algo mucho más complejo de lo que se puede ver a simple vista, estimulándole a estudiar a fondo los fenómenos paranormales, las experiencias extracorpóreas y su relación con la conciencia.
Así inició una búsqueda que siempre ha realizado "desde un punto de vista teórico y práctico, siguiendo dentro de lo posible la línea científica, con estudio lógico, refutaciones e investigación seria".
Odontólogo de profesión y explorador de la mente por vocación, lo cierto es que Vieira está considerado uno de los principales expertos mundiales en el estudio de los llamados «viajes astrales», como atestiguan la veintena de libros que lleva publicados. En 1987 fundó en Foz de Iguazú (Brasil) el Instituto Internacional de Proyecciología y Concienciología, que en la actualidad tiene sedes en numerosos países, entre los que se encuentra España.
Desde su experiencia personal y como investigador, Vieira está convencido que las experiencias fuera del cuerpo son algo corriente. "Todo el mundo realiza viajes astrales cada noche, pero la mayoría no lo sabe. Estadísticamente el 89% de las personas no recuerda lo que sucede durante el sueño, que es un estado alterado de consciencia donde se pierde un cuarto o tercio de la vida. Pero si el cuerpo necesita dormir, la conciencia no." Según este veterano investigador, siempre vestido de blanco, "un ocho o nueve por ciento de las personas recuerdan que han experimentado un estado alterado de consciencia fuera del cuerpo, aunque muchas veces en confusión con otros estados como el mismo sueño, mientras que apenas un 1,2 por ciento de la población tiene experiencias fuera del cuerpo totalmente lúcidas".
Un mundo en el astral ¿Qué sucede cuando se produce una experiencia extracorporal? Los límites de lo físico se derrumban, la percepción llega hasta fronteras inimaginables, y el sentido de la realidad cambia de forma radical y permanente. "Cuando se está fuera del cuerpo, los prejuicios y convenciones quedan atrás y se descubre que lo realmente importante es lo que cada uno hace con su propia evolución. Cuando uno sale fuera del cuerpo mantiene su lucidez, es consciente, incluso a veces hay una expansión de la conciencia que nos hace más inteligentes".
Según sostiene este investigador, ese nuevo mundo en el que se desenvuelve el viajero astral "es la verdadera tierra natal de cada uno, de donde procede y a donde volverá. Allí se encuentran millones de otras consciencias, agrupadas por afinidades en miles de grupos evolutivos, y también los evolucionólogos, seres con una conciencia más evolucionada que son los mentores de cada grupo evolutivo".
Este explorador de la mente está convencido que entre esas consciencias extrafísicas se encuentran los que han sido seres humanos, lo que hace posible que durante el estado de consciencia que es el viaje fuera del cuerpo, se puedan, por ejemplo, recordar vidas pasadas, "pero sin ninguna inducción, ni hipnosis, ni sugerencia".
Fantasmas de los vivos
Durante la realización de un viaje astral las limitaciones físicas parece que pueden superarse. La persona puede desplazarse a miles de kilómetros de distancia de forma instantánea, ve lo que sucede y lo describe con increíble exactitud. Los ejemplos de esta clarividencia provocada por experiencias fuera del cuerpo son innumerables. La Sociedad de Investigaciones Psíquicas británica cuenta en sus archivos con numerosos casos comprobados, que incluyen incluso la resolución de un crimen gracias a un testigo que presenció el robo y muerte de un hombre, mientras se encontraba fuera de su cuerpo.
Lo más corriente es que las personas que se encuentran realizando un viaje fuera del cuerpo se comporten como fantasmas; pueden ver pero no ser vistos, ni intervenir físicamente donde se encuentran. Aunque esto no siempre es así. Hay personas que afirman haber visto figuras espectrales de familiares y conocidos, que después se comprobó que estaban bien vivos, aunque dormidos, cuando se produjo el fenómeno. En ocasiones, la aparición de esos supuestos espectros se produce durante la agonía de la persona, como si quisiese despedirse de sus allegados por última vez. Los expertos los llaman "fantasmas de los vivos" y su presencia obedece a desdoblamientos astrales.
Durante un viaje extracorporal se pueden recorrer grandes distancias y atravesar todo tipo de obstáculos, pero también hay ocasiones en que el viajero astral no puede atravesar una simple pared, y time que salir por la puerta, como una persona física.
En estas situaciones puede haber una intervención sobre la materia, dándose casos, como uno registrado en el trabajo de Robert Crookall The Study and Practice of Astral Projection, en el que una mujer fue capaz de abrir una ventana y una puerta mientras tenía una experiencia extracorpórea.
Esta facultad de intervenir físicamente en el entorno en determinadas ocasiones, podría explicar las inexplicables curaciones que ocurren como consecuencia de experiencias fuera del cuerpo. Los ejemplos de personas que mejoraron físicamente de sus enfermedades después de ser visitadas astralmente por parientes o familiares, son muy numerosos, e incluso hay algunos casos de médicos que aseguran viajar fuera de su cuerpo para ayudar a un paciente, si no pueden desplazarse físicamente.
Viajes chamánicos
La gran mayoría de las experiencias extracorporales se producen de forma espontánea. Simplemente la persona se encuentra fuera del cuerpo, ya sea durante un sueño, o al encontrarse en un momento crítico, o como resultado de una grave enfermedad. Pero también pueden ser voluntarias, fruto del deseo de la persona que conscientemente desea explorar ese otro universo que se encuentra junto a nuestra realidad. En los pueblos mal llamados primitivos, los chamanes, los hombres medicina, son capaces en ocasiones de dominar a voluntad sus salidas del cuerpo. Los nativos de muchas regiones de Sudamérica recurren a la ayahuasca, un preparado realizado con diversas plantas, que permite liberar el espíritu de la atadura del cuerpo.
Entre los chamanes de Siberia el viaje astral se consigue con una combinación de preparación psíquica y física, cantos y el repicar de tambores y la ingestión de sustancias como alcohol o diversos extractor de hongos. De forma parecida actúan los brujos de tribus africanas, los aborígenes australianos o de los maoríes de Nueva Zelanda. De todas formas, el camino para salir conscientemente del cuerpo no es fácil. El miedo a lo desconocido, a encontrarse sin el apoyo físico del cuerpo, es algo que en todas las tradiciones culturales se time muy en cuenta. Los brujos deben superar ere obstáculo, lo mismo que cualquier persona que desee explorar de forma voluntaria ere otro territorio. "El impedimento básico para realizar una experiencia extracorporal es el miedo. Todos tenemos fobias, pero la peor es el terror a lo nuevo, y ese pavor a enfrentarse a un nuevo mundo, a una nueva dimensión, a nuevas criaturas, es lo que debe superar cualquier persona que conscientemente desee salir de su cuerpo".
De todas formas, pese a que en circunstancias extremas se pueda producir el fenómeno extracorporal, Vieira destaca que "la salida del cuerpo no es un proceso psicopatológico, sino fisiológico, es parte de las funciones del organismo, aunque se trata de unas funciones que todavía no conocemos, como hace doscientos años no se sabía nada de los microorganismos, no se veían aunque sus efectos fuesen claramente visibles".
Durante las experiencias de viaje fuera del cuerpo los condicionantes culturales, la educación y los propios arquetipos, juegan un papel importante en lo que la persona siente y ve. "Uno ve lo que quiere ver. Durante la Edad Media se hablaba de íncubos y súcubos, pero esos espíritus con forma de mujer u hombre seductores no eran más que ilusiones, entidades incorpóreas negativas, mal intencionadas".
Agresiones en el astral
Si en ese otro lado del espejo al que se puede llegar realizando un viaje astral se pueden encontrar entidades inmateriales, tanto positivas como negativas, ¿sería posible que alguna mal intencionada tomase control del cuerpo del viajero astral? Sobre este asunto hay diferentes opiniones, pero Vieira cree tajantemente que eso no es posible. "Hemos calculado que hay unas nueve consciencias extrafísicas por cada conciencia intrafísica, por cada persona viva, o sea por cada uno de los seis mil millones de habitantes de la Tierra. De éstas, unas tres son peores, otras tres más o menos iguales, y las tres restantes mejores que nosotros. Y todas han sido humanos en vidas pasadas, y no sólo humanos, también subhumanos; asegura. Y añade que al realizar una experiencia extracorpórea, "cada uno busca sus afinidades, y si uno no tiene buenas intenciones, si por ejemplo desea utilizar la experiencia extracorpórea con fines egoístas, se puede encontrar con muy malas compañías en el mundo astral".
Peligros, pero también posibilidades de realizar prodigios, se abren ante quien desea explorar el territorio inmaterial al que puede llegar viajando con su conciencia incorpórea. Los caminos para conseguirlo son casi infinitos, casi tantos como personas, aunque si se desea evitar el empleo de sustancias químicas, la voluntad se erige como la llave que permite realizar la excursión extracorporal. "Se recomienda que como mínimo se aprendan tres técnicas antes de intentar realizar un viaje astral. Hay muchos libros y cursos que explican cómo realizarlos, aunque es conveniente escoger los buenos", afirma Vieira, que cita el método más sencillo: tenderse en la cama, pensar que uno sale del cuerpo y verse a continuación a sí mismo tendido. "Mucha gente podrá pensar que se trata de simple autohipnosis, pero si se realiza muchas veces, uno se convence que no es así, que no hay ninguna influencia que interfiera, sino que se trata de la propia voluntad que determina lo que haces. Se trata de un fenómeno autoconvincente y autopersuasivo."
¿Y la utilización de sustancias químicas, como realizan muchos chamanes? "No es algo conveniente", asegura tajante Vieira. "Es como cuando se colocan velas o incienso ante la imagen de un gurú; un ejemplo de la falta de madurez de las personas. Lo importante es saber que quien desee realizar esta experiencia fuera del cuerpo tiene que hacer su trabajo personal, ya que es imposible forzar la evolución."
Querer emular a chamanes y místicos requiere, al parecer, su esfuerzo, a menos que se elijan atajos químicos o de otro tipo, que muchos consideran poco recomendables. En todo caso siempre quedarán esos momentos en la penumbra de la consciencia, antes de que el sueño venza, en los que todavía se puede sentir cómo nuestro yo no tiene límites y puede desplazarse muy lejos del cuerpo al que se encuentra ligado...
Viajando con Ayahuasca
Cualquier persona puede en un momento determinado vivir una experiencia extracorpórea, tanto espontánea como favorecida por el empleo de diversas técnicas. El antropólogo Josep María Fericgla pudo experimentar en primera persona esta situación mientras se encontraba en la selva amazónica de Ecuador, estudiando las costumbres de los indios Suhar, conocidos popularmente como Jíbaros. La ayahuasca o natem es la herramienta sagrada de estos nativos para poder acceder a unos conocimientos que sin ella se les escapan. Conocer la disposición interna antes de una batalla o ser capaces de ver lo que ocurre a gran distancia, son dos de las múltiples utilidades de este preparado enteógeno, fabricado a partir de la cocción de dos plantas. Para conocer mejor el funcionamiento cultural de ese pueblo, Fericgla se convirtió en un jíbaro más, cambió su nombre por nyeke, que quiere decir peludo, y después de convivir durante años con los nativos, siguió un cuidadoso entrenamiento mental para poder utilizar el poder que encierra la ayahuasca como cualquier suhar.
«Bajo los efectos de la ayahuasca viajé desde la selva amazónica hasta España, y pude ver lo que ocurría en una calle de mi ciudad, Barcelona, donde pude ver lo que hacían varias personas, algunas de ellas conocidos míos.» ¿Se trataba de una simple alucinación inducida por el consumo del preparado mágico de los indios? Las dudas se despejaron a la vuelta a su casa. «Pude comprobar que lo que había visto durante el viaje inducido por la ayahuasca había sucedido en realidad. Soy consciente que explicar una experiencia como ésta, recogida en mi libro Los jíbaros, cazadores de sueños, es algo bastante heterodoxo para un investigador que da clases en la universidad, pero me parece que ignorarlo simplemente porque carece de explicación científica sería una trampa.»
¿Bases extraterrestres en los Pirineos?
El equipo de sensitivos del ejército americano entrenado por Skip Atwater se encontró, casi sin proponérselo, con la presunta existencia de bases extraterrestres en nuestro planeta. Cuatro emplazamientos fueron estudiados con detalle por espías psíquicos que encontraron en ellos aparatos de aspecto extraño e incluso detectaron la presencia de seres de aspecto no humano. Según recuerda Atwater, no se trató de una investigación planeada, sino que fue consecuencia de uno de los muchos entrenamientos que realizaban. Para mantener el equipo activo efectuaban prácticas que consistían en ir a determinados lugares para después describirlos con el mayor detalle posible.
"Fue en 1984 cuando a través de un científico del Scientific Research Investigation, de Menlo Park, California, llegó a mis manos unos informes que doce años antes había proporcionado un hombre llamado Pat Price, sobre la existencia de unas bases extraterrestres en la Tierra, y me pareció que investigar esas presuntas bases podía ser un buen ejercicio."
Las supuestas bases se encontraban en Zímbabwe, en Australia, en el monte Hayes, Alaska, y la principal en el Monte Perdido, en los Pirineos españoles. "Nuestros sensitivos encontraron que en esos lugares había algo realmente extraño. Vieron ovnis entrando y saliendo de las montañas, observaron una tecnología muy avanzada, que ellos no podían entender completamente, y en general notaban la presencia de algo muy extraño y alíenígena", recuerda Atwater. "La CIA no me pidió que estudiase ovnis fue algo que hicimos para probar a los sensitivos del equipo, y constatamos que hay algo extraño detrás del fenómeno.". Quince años después Skip Atwater confiesa que algún día espera ir al Monte Perdido, aunque reconoce que tal vez se lleve una desilusión. "Tengo las coordenadas exactas, pero ¿son realmente físicos los ovnis o es posible que en ese lugar no encuentre nada, porque no lo son? También podría ser que esos seres tengan algún poder mental que impida que pueda ver algo."
Una súbita sensación de ligereza invade el cuerpo. Y antes de terminar de acostumbrarse, los ojos comienzan a percibir la habitación de modo diferente. Ya no está tendido en la cama, sino muy cerca del techo. O al menos eso parece. Al girar la vista, surge una visión estremecedora: tendida sobre la cama se encuentra una persona a la que uno conoce muy bien... demasiado bien. La primera sorpresa es verse a sí mismo acostado, mientras que el auténtico yo se encuentra flotando en la habitación. Después ya no hay prácticamente límites a lo que puede pasar. Ir a visitar a un amigo al otro lado de la ciudad, viajar a lejanos países, ver lo que pasa en la habitación de al lado, o incluso reunirse con algún pariente que falleció hace cierto tiempo...
Un fenómeno común
Estas son algunas de las sensaciones que rodean a una experiencia extracorpórea. Un fenómeno más corriente de lo que se pueda pensar y que ha sido experimentado de forma consciente por una de cada diez personas. Se trata, en resumen, de un viaje al otro lado de la realidad que se realiza dejando atrás al cuerpo físico, y del que sabemos desde hace siglos gracias a los relatos de místicos y chamanes de todas las latitudes. Ver lo que se encuentra en otros lugares, ser capaz de realizar curaciones imposibles, acceder a información sobre lo que ocurrió en un lejano pasado, e incluso lo que está por suceder, son algunos de los fenómenos paranormales que pueden ocurrir mientras el yo de la persona se encuentra separado de su cuerpo.
"La experiencia extracorpórea anula todas las ilusiones culturales de forma que uno alcanza un nivel superior de madurez." Esta es una de las conclusiones de Waldo Vieira, un investigador brasileño que ha dedicado casi toda su vida a intentar comprender el significado de un fenómeno que considera puede arrojar luz sobre lo que significa realmente la vida. Con nueve años, tuvo sus primeras experiencias de percepción extrasensorial. Éstas le permitieron conocer que el Universo es algo mucho más complejo de lo que se puede ver a simple vista, estimulándole a estudiar a fondo los fenómenos paranormales, las experiencias extracorpóreas y su relación con la conciencia.
Así inició una búsqueda que siempre ha realizado "desde un punto de vista teórico y práctico, siguiendo dentro de lo posible la línea científica, con estudio lógico, refutaciones e investigación seria".
Odontólogo de profesión y explorador de la mente por vocación, lo cierto es que Vieira está considerado uno de los principales expertos mundiales en el estudio de los llamados «viajes astrales», como atestiguan la veintena de libros que lleva publicados. En 1987 fundó en Foz de Iguazú (Brasil) el Instituto Internacional de Proyecciología y Concienciología, que en la actualidad tiene sedes en numerosos países, entre los que se encuentra España.
Desde su experiencia personal y como investigador, Vieira está convencido que las experiencias fuera del cuerpo son algo corriente. "Todo el mundo realiza viajes astrales cada noche, pero la mayoría no lo sabe. Estadísticamente el 89% de las personas no recuerda lo que sucede durante el sueño, que es un estado alterado de consciencia donde se pierde un cuarto o tercio de la vida. Pero si el cuerpo necesita dormir, la conciencia no." Según este veterano investigador, siempre vestido de blanco, "un ocho o nueve por ciento de las personas recuerdan que han experimentado un estado alterado de consciencia fuera del cuerpo, aunque muchas veces en confusión con otros estados como el mismo sueño, mientras que apenas un 1,2 por ciento de la población tiene experiencias fuera del cuerpo totalmente lúcidas".
Un mundo en el astral ¿Qué sucede cuando se produce una experiencia extracorporal? Los límites de lo físico se derrumban, la percepción llega hasta fronteras inimaginables, y el sentido de la realidad cambia de forma radical y permanente. "Cuando se está fuera del cuerpo, los prejuicios y convenciones quedan atrás y se descubre que lo realmente importante es lo que cada uno hace con su propia evolución. Cuando uno sale fuera del cuerpo mantiene su lucidez, es consciente, incluso a veces hay una expansión de la conciencia que nos hace más inteligentes".
Según sostiene este investigador, ese nuevo mundo en el que se desenvuelve el viajero astral "es la verdadera tierra natal de cada uno, de donde procede y a donde volverá. Allí se encuentran millones de otras consciencias, agrupadas por afinidades en miles de grupos evolutivos, y también los evolucionólogos, seres con una conciencia más evolucionada que son los mentores de cada grupo evolutivo".
Este explorador de la mente está convencido que entre esas consciencias extrafísicas se encuentran los que han sido seres humanos, lo que hace posible que durante el estado de consciencia que es el viaje fuera del cuerpo, se puedan, por ejemplo, recordar vidas pasadas, "pero sin ninguna inducción, ni hipnosis, ni sugerencia".
Fantasmas de los vivos
Durante la realización de un viaje astral las limitaciones físicas parece que pueden superarse. La persona puede desplazarse a miles de kilómetros de distancia de forma instantánea, ve lo que sucede y lo describe con increíble exactitud. Los ejemplos de esta clarividencia provocada por experiencias fuera del cuerpo son innumerables. La Sociedad de Investigaciones Psíquicas británica cuenta en sus archivos con numerosos casos comprobados, que incluyen incluso la resolución de un crimen gracias a un testigo que presenció el robo y muerte de un hombre, mientras se encontraba fuera de su cuerpo.
Lo más corriente es que las personas que se encuentran realizando un viaje fuera del cuerpo se comporten como fantasmas; pueden ver pero no ser vistos, ni intervenir físicamente donde se encuentran. Aunque esto no siempre es así. Hay personas que afirman haber visto figuras espectrales de familiares y conocidos, que después se comprobó que estaban bien vivos, aunque dormidos, cuando se produjo el fenómeno. En ocasiones, la aparición de esos supuestos espectros se produce durante la agonía de la persona, como si quisiese despedirse de sus allegados por última vez. Los expertos los llaman "fantasmas de los vivos" y su presencia obedece a desdoblamientos astrales.
Durante un viaje extracorporal se pueden recorrer grandes distancias y atravesar todo tipo de obstáculos, pero también hay ocasiones en que el viajero astral no puede atravesar una simple pared, y time que salir por la puerta, como una persona física.
En estas situaciones puede haber una intervención sobre la materia, dándose casos, como uno registrado en el trabajo de Robert Crookall The Study and Practice of Astral Projection, en el que una mujer fue capaz de abrir una ventana y una puerta mientras tenía una experiencia extracorpórea.
Esta facultad de intervenir físicamente en el entorno en determinadas ocasiones, podría explicar las inexplicables curaciones que ocurren como consecuencia de experiencias fuera del cuerpo. Los ejemplos de personas que mejoraron físicamente de sus enfermedades después de ser visitadas astralmente por parientes o familiares, son muy numerosos, e incluso hay algunos casos de médicos que aseguran viajar fuera de su cuerpo para ayudar a un paciente, si no pueden desplazarse físicamente.
Viajes chamánicos
La gran mayoría de las experiencias extracorporales se producen de forma espontánea. Simplemente la persona se encuentra fuera del cuerpo, ya sea durante un sueño, o al encontrarse en un momento crítico, o como resultado de una grave enfermedad. Pero también pueden ser voluntarias, fruto del deseo de la persona que conscientemente desea explorar ese otro universo que se encuentra junto a nuestra realidad. En los pueblos mal llamados primitivos, los chamanes, los hombres medicina, son capaces en ocasiones de dominar a voluntad sus salidas del cuerpo. Los nativos de muchas regiones de Sudamérica recurren a la ayahuasca, un preparado realizado con diversas plantas, que permite liberar el espíritu de la atadura del cuerpo.
Entre los chamanes de Siberia el viaje astral se consigue con una combinación de preparación psíquica y física, cantos y el repicar de tambores y la ingestión de sustancias como alcohol o diversos extractor de hongos. De forma parecida actúan los brujos de tribus africanas, los aborígenes australianos o de los maoríes de Nueva Zelanda. De todas formas, el camino para salir conscientemente del cuerpo no es fácil. El miedo a lo desconocido, a encontrarse sin el apoyo físico del cuerpo, es algo que en todas las tradiciones culturales se time muy en cuenta. Los brujos deben superar ere obstáculo, lo mismo que cualquier persona que desee explorar de forma voluntaria ere otro territorio. "El impedimento básico para realizar una experiencia extracorporal es el miedo. Todos tenemos fobias, pero la peor es el terror a lo nuevo, y ese pavor a enfrentarse a un nuevo mundo, a una nueva dimensión, a nuevas criaturas, es lo que debe superar cualquier persona que conscientemente desee salir de su cuerpo".
De todas formas, pese a que en circunstancias extremas se pueda producir el fenómeno extracorporal, Vieira destaca que "la salida del cuerpo no es un proceso psicopatológico, sino fisiológico, es parte de las funciones del organismo, aunque se trata de unas funciones que todavía no conocemos, como hace doscientos años no se sabía nada de los microorganismos, no se veían aunque sus efectos fuesen claramente visibles".
Durante las experiencias de viaje fuera del cuerpo los condicionantes culturales, la educación y los propios arquetipos, juegan un papel importante en lo que la persona siente y ve. "Uno ve lo que quiere ver. Durante la Edad Media se hablaba de íncubos y súcubos, pero esos espíritus con forma de mujer u hombre seductores no eran más que ilusiones, entidades incorpóreas negativas, mal intencionadas".
Agresiones en el astral
Si en ese otro lado del espejo al que se puede llegar realizando un viaje astral se pueden encontrar entidades inmateriales, tanto positivas como negativas, ¿sería posible que alguna mal intencionada tomase control del cuerpo del viajero astral? Sobre este asunto hay diferentes opiniones, pero Vieira cree tajantemente que eso no es posible. "Hemos calculado que hay unas nueve consciencias extrafísicas por cada conciencia intrafísica, por cada persona viva, o sea por cada uno de los seis mil millones de habitantes de la Tierra. De éstas, unas tres son peores, otras tres más o menos iguales, y las tres restantes mejores que nosotros. Y todas han sido humanos en vidas pasadas, y no sólo humanos, también subhumanos; asegura. Y añade que al realizar una experiencia extracorpórea, "cada uno busca sus afinidades, y si uno no tiene buenas intenciones, si por ejemplo desea utilizar la experiencia extracorpórea con fines egoístas, se puede encontrar con muy malas compañías en el mundo astral".
Peligros, pero también posibilidades de realizar prodigios, se abren ante quien desea explorar el territorio inmaterial al que puede llegar viajando con su conciencia incorpórea. Los caminos para conseguirlo son casi infinitos, casi tantos como personas, aunque si se desea evitar el empleo de sustancias químicas, la voluntad se erige como la llave que permite realizar la excursión extracorporal. "Se recomienda que como mínimo se aprendan tres técnicas antes de intentar realizar un viaje astral. Hay muchos libros y cursos que explican cómo realizarlos, aunque es conveniente escoger los buenos", afirma Vieira, que cita el método más sencillo: tenderse en la cama, pensar que uno sale del cuerpo y verse a continuación a sí mismo tendido. "Mucha gente podrá pensar que se trata de simple autohipnosis, pero si se realiza muchas veces, uno se convence que no es así, que no hay ninguna influencia que interfiera, sino que se trata de la propia voluntad que determina lo que haces. Se trata de un fenómeno autoconvincente y autopersuasivo."
¿Y la utilización de sustancias químicas, como realizan muchos chamanes? "No es algo conveniente", asegura tajante Vieira. "Es como cuando se colocan velas o incienso ante la imagen de un gurú; un ejemplo de la falta de madurez de las personas. Lo importante es saber que quien desee realizar esta experiencia fuera del cuerpo tiene que hacer su trabajo personal, ya que es imposible forzar la evolución."
Querer emular a chamanes y místicos requiere, al parecer, su esfuerzo, a menos que se elijan atajos químicos o de otro tipo, que muchos consideran poco recomendables. En todo caso siempre quedarán esos momentos en la penumbra de la consciencia, antes de que el sueño venza, en los que todavía se puede sentir cómo nuestro yo no tiene límites y puede desplazarse muy lejos del cuerpo al que se encuentra ligado...
Viajando con Ayahuasca
Cualquier persona puede en un momento determinado vivir una experiencia extracorpórea, tanto espontánea como favorecida por el empleo de diversas técnicas. El antropólogo Josep María Fericgla pudo experimentar en primera persona esta situación mientras se encontraba en la selva amazónica de Ecuador, estudiando las costumbres de los indios Suhar, conocidos popularmente como Jíbaros. La ayahuasca o natem es la herramienta sagrada de estos nativos para poder acceder a unos conocimientos que sin ella se les escapan. Conocer la disposición interna antes de una batalla o ser capaces de ver lo que ocurre a gran distancia, son dos de las múltiples utilidades de este preparado enteógeno, fabricado a partir de la cocción de dos plantas. Para conocer mejor el funcionamiento cultural de ese pueblo, Fericgla se convirtió en un jíbaro más, cambió su nombre por nyeke, que quiere decir peludo, y después de convivir durante años con los nativos, siguió un cuidadoso entrenamiento mental para poder utilizar el poder que encierra la ayahuasca como cualquier suhar.
«Bajo los efectos de la ayahuasca viajé desde la selva amazónica hasta España, y pude ver lo que ocurría en una calle de mi ciudad, Barcelona, donde pude ver lo que hacían varias personas, algunas de ellas conocidos míos.» ¿Se trataba de una simple alucinación inducida por el consumo del preparado mágico de los indios? Las dudas se despejaron a la vuelta a su casa. «Pude comprobar que lo que había visto durante el viaje inducido por la ayahuasca había sucedido en realidad. Soy consciente que explicar una experiencia como ésta, recogida en mi libro Los jíbaros, cazadores de sueños, es algo bastante heterodoxo para un investigador que da clases en la universidad, pero me parece que ignorarlo simplemente porque carece de explicación científica sería una trampa.»
¿Bases extraterrestres en los Pirineos?
El equipo de sensitivos del ejército americano entrenado por Skip Atwater se encontró, casi sin proponérselo, con la presunta existencia de bases extraterrestres en nuestro planeta. Cuatro emplazamientos fueron estudiados con detalle por espías psíquicos que encontraron en ellos aparatos de aspecto extraño e incluso detectaron la presencia de seres de aspecto no humano. Según recuerda Atwater, no se trató de una investigación planeada, sino que fue consecuencia de uno de los muchos entrenamientos que realizaban. Para mantener el equipo activo efectuaban prácticas que consistían en ir a determinados lugares para después describirlos con el mayor detalle posible.
"Fue en 1984 cuando a través de un científico del Scientific Research Investigation, de Menlo Park, California, llegó a mis manos unos informes que doce años antes había proporcionado un hombre llamado Pat Price, sobre la existencia de unas bases extraterrestres en la Tierra, y me pareció que investigar esas presuntas bases podía ser un buen ejercicio."
Las supuestas bases se encontraban en Zímbabwe, en Australia, en el monte Hayes, Alaska, y la principal en el Monte Perdido, en los Pirineos españoles. "Nuestros sensitivos encontraron que en esos lugares había algo realmente extraño. Vieron ovnis entrando y saliendo de las montañas, observaron una tecnología muy avanzada, que ellos no podían entender completamente, y en general notaban la presencia de algo muy extraño y alíenígena", recuerda Atwater. "La CIA no me pidió que estudiase ovnis fue algo que hicimos para probar a los sensitivos del equipo, y constatamos que hay algo extraño detrás del fenómeno.". Quince años después Skip Atwater confiesa que algún día espera ir al Monte Perdido, aunque reconoce que tal vez se lleve una desilusión. "Tengo las coordenadas exactas, pero ¿son realmente físicos los ovnis o es posible que en ese lugar no encuentre nada, porque no lo son? También podría ser que esos seres tengan algún poder mental que impida que pueda ver algo."
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