Quienes creen que los extraterrestres visitaron la Tierra hace muchos siglos consideran las maravillas de la Antigüedad como pruebas de sus hazañas. Pero los pueblos antiguos ¿eran incapaces de construirlas?
Aunque la mayor parte del trabajo arqueológico se ocupa de las baratijas y ruinas que dejaron las sociedades antiguas, de vez en cuando aparecen objetos que sobrepasan todas las estimaciones que hasta el momento se habían hecho de la capacidad técnica de una cultura antigua. Durante los años setenta, un equipo de arqueólogos que trabajaba en unas excavaciones de Bulgaria hicieron una serie de asombrosos descubrimientos acerca de la cultura neolítica de Karanovo, que floreció allí alrededor del año 4500 a.C. Los hallazgos pertenecen a una época en que, se pensaba, el hombre casi no conocía la metalurgia; sin embargo, las tumbas de Karanovo revelaron un sorprendente tesoro de armas y joyas de oro y cobre maravillosamente realizadas. Descubrimientos de esta clase obligan lenta pero continuamente a los arqueólogos a revisar sus ideas acerca de los conocimientos técnicos del hombre antiguo.
Egipto ha producido más maravillas científicas, con frecuencia de gran antigüedad, que cualquier otra región. Los antiguos egipcios poseían conocimientos avanzados de medicina y cirugía. Sabían los suficiente como para emplear anticonceptivos de miel y resina de acacia (un eficaz espermicida) y se ha afirmado que conocían el uso de la penicilina. Un modelo de planeador de madera que data del año 200 A.C., aproximadamente, hallado en Saqqara, demuestra por lo menos una comprensión básica de los principios de la aerodinámica. Y la Gran Pirámide, construida alrededor del año 2600 A.C., asombra hasta al hombre del siglo XX por su enorme tamaño y su perfección arquitectónica.
Muchos escritores han insistido en que la Gran Pirámide de Keops, en Gizeh, no podría ser construida ni siquiera con los conocimientos científicos y la maquinaria actuales. Uno de ellos, Erich von Däniken, afirma sin rodeos en Recuerdos del futuro (Chariots of the gods): "Hoy, en el siglo veinte, ningún arquitecto podría construir una copia de la pirámide de Keops, aunque los recursos técnicos de todos los continentes estuvieran a su disposición." Las implicaciones de semejante afirmación son obvias; si nosotros no podemos construirlas, ¿cómo pudieron hacerlo los antiguos egipcios, con su técnica primitiva y sus sencillas herramientas? ¿Acaso los "ayudó" alguna inteligencia extraterrestre?
Von Däniken y otros defensores de la teoría de los "astronautas antiguos" sacan conclusiones similares de muchas de las maravillas arquitectónicas del mundo antiguo. Otra estructura misteriosa que se cita con frecuencia es el gran complejo de piedra de Tiahuanaco, cerca del lago Titicaca, en el altiplano de Bolivia. A estas hazañas arquitectónicas hay que añadir una lista creciente de "anomalías antiguas" de carácter técnico, por ejemplo, las enigmáticas piedras grabadas de Ica, en Perú. Si se las considera en su conjunto, sugieren que buena parte de los conocimientos avanzados que creemos propios de nuestro mundo moderno estaban disponibles hace cientos o miles de años. Si tomamos en cuenta también los mitos de los "dioses" que enseñaron las artes y las ciencias al hombre, la posibilidad de una intervención extraterrestre en la historia primitiva casi parece plausible.
Pero, ¿constituye la hipótesis extraterrestre una buena explicación de las antiguas "anomalías" técnicas? Desgraciadamente, los escritores como Von Däniken suelen exagerar y distorsionar las pruebas. Y, para demostrar que la ayuda extraterrestre fue necesaria, Von Däniken tuvo que intentar desacreditar a los egipcios, al sugerir que carecían de los recursos necesarios para una empresa tan importante como la construcción de la Gran Pirámide.
Casi todas las etapas del razonamiento de Von Däniken se apoyan en una interpretación errónea de los hechos. El hecho es que el nombre del faraón Keops (o Khufu), recordado por generaciones posteriores como el cruel amo que ordenó la construcción de la Gran Pirámide, está grabado en algunos de los bloques de piedra que la componen. Su estructura es una extraordinaria hazaña, pero los egipcios eran, sin duda, maestros de las matemáticas, la arquitectura, la albañilería y -sobre todo- la organización. Las docenas de pirámides construidas a lo largo del valle del Nilo, aunque sean menores que la de Keops (que mide 137 m), atestiguan que los egipcios pudieron llevar a cabo aquella hazaña.
Una impresión falsa
La pirámide de Keops y otras "anomalías antiguas" sólo pueden considerarse construcciones extraterrestres a expensas de los pueblos de la Antigüedad. Al descalificar sus mayores hazañas como "pruebas" de la intervención extraterrestre, Von Däniken crea una falsa impresión que resulta insultante para antiguas culturas tan sofisticadas como las de los egipcios, mayas, hindúes y babilonios.
Los hallazgos arqueológicos, con tanta frecuencia fragmentarios, son demasiado limitados para reconstruir el verdadero potencial de los conocimientos y la destreza de los pueblos antiguos. No nos gustaría que nos juzgaran por los envases de refrescos, que durarán mucho más que los libros que describen nuestros sistemas de educación, las ideas de filósofos y santos, los conocimientos médicos y la capacidad matemática y científica que nos ha permitido llegar a los planetas más próximos. Ni nos gustaría pensar que un arqueólogo del futuro atribuyera los restos de una radio, preservada por casualidad, a una inteligencia extraterrestre. Pero así es como trata Von Däniken a las pruebas que indican que el hombre antiguo pudo haber usado técnicas avanzadas.
Los teóricos de los astronautas antiguos, aunque afirman carecer de prejuicios y ser perspicaces, son en realidad víctimas de una visión muy angosta de las cosas; consideran nuestra era como el momento más importante de la historia, un punto focal para la evaluación de todos los demás períodos. Libros como Recuerdos del futuro generan entusiasmo por los conocimientos científicos de la edad espacial. Von Däniken escribió su primer libro para un público entusiasmado por el programa Apolo, que culminó en 1969 con el primer alunizaje tripulado: la prueba de que los viajes interplanetarios eran posibles. Von Däniken ve la historia en términos de un desarrollo que arranca de nuestros antecesores "primitivos" y llega a la tecnología de la edad espacial. Busca con empeño trajes espaciales, gafas submarinas. módulos lunares y otros rastros de tecnología espacial en el arte antiguo, como si seres capaces de atravesar las inmensas distancias del espacio fueron a usar el equipamiento primitivo que nosotros necesitamos para llegar a la Luna. Muchas habilidades y técnicas que florecieron en el pasado han sido olvidadas, y muchos pretendidos descubrimientos son simples redescubrimientos de conocimientos que habían sido olvidados o destruidos por obra de la naturaleza o del hombre mismo. Deberíamos evitar el error, demasiado fácil, de pensar que los hombres de ciencia actuales son los únicos capaces de crear técnicas avanzadas.
La interpretación que hace de la mitología la escuela de los astronautas antiguos falla a causa de esta visión estrecha de la historia. Compara mitos de carros voladores y dioses que bajan de los cielos con los conceptos actuales de vuelos por el espacio e inteligencias extraterrestres. Se nos pide que demos un salto hacia atrás en el tiempo, con la imagen del astronauta moderno, hasta el mundo de los dioses griegos y egipcios. Pero, ¿y los siglos intermedios? Los "dioses del espacio" ¿desaparecieron súbitamente de la mitología? Un hecho que Von Däniken ignora es que no fue así. Todos los temas de las "leyendas de los hijos de Dios" que se arguyen para defender la realidad de la intervención extraterrestre en la antigüedad continúan apareciendo después, no sólo en las narraciones que reúnen los antropólogos, sino en las abundantes tradiciones de hadas de la Europa medieval y postmedieval. También éstas hablan de la aparición de deidades sobrenaturales en misteriosos objetos voladores, de secuestros de seres humanos conducidos a mundos remotos, y de conocimientos superiores que esos extraños visitantes, generalmente benévolos, enseñaban a algunos elegidos en forma de artes y habilidades nuevos.
Una leyenda que suelen citar los defensores de los astronautas antiguos es la historia de los indios norteamericanos sobre las aventuras de Algon o Wampee: Wampee estaba cazando un día cuando llegó a una depresión circular en un valle de ricos pastos. Oyó a lo lejos una música, levantó la vista y vio una mancha en el cielo; la mancha se acercó cada vez más y resultó ser un cesto que se posó en tierra en el círculo marcado en la hierba. Del cesto bajaron doce hermosas doncellas. Cuando comenzaron a danzar, Wampee, poseído por la pasión, corrió hacia el claro, pero, en cuanto ellas le vieron recomenzaron su canción y el cesto las volvió a llevar al cielo. Wampee volvió al claro con frecuencia y un día logró capturar a una de las doncellas, haciéndola su mujer. Ella le dio un hijo, pero sentía nostalgia, así que tejió un cesto circular y voló en él con su hijo. Nunca volvió a ser vista.
¿Será este mito el recuerdo de un antiguo contacto con extraterrestres, pese a su parecido con las historias de encuentros con duendes, de los que se ha hablado incluso en este siglo en los rincones más remotos de algunos países europeos?
De hecho, si comparamos los mitos que, supuestamente, describen visitas extraterrestres, las historias de hadas medievales y modernas, y las versiones más exóticas de contactos con OVNIS, nos daremos cuenta de que, ciertamente, forman parte de un mismo fenómeno. En la actualidad viven muchas personas que afirman haber "visto" el mundo de las hadas o haber viajado en un platillo volante. Aunque probablemente, tuvieron alguna clase de experiencia, pocos aceptarían sus relatos literalmente. Sin embargo, Von Däniken sí acepta sin rechistar un antiguo mito acerca de un romance entre un mortal y una diosa y lo presenta como "prueba" de que algunos extraterrestres manipularon genéticamente la evolución humana. Aunque menciona las observaciones de OVNIS, Von Däniken ignora las curiosas historias de contactos con OVNIS y los cuentos de hadas medievales. Pero los mitos de "dioses del espacio" que emplea como prueba guardan un asombroso parecido con antiguos contactos con OVNIS. Los cuentos de hadas medievales constituyen un "eslabón perdido" vital que llena la laguna entre las dos clases de historias. Los "hombrecillos verdes" de la moderna mitología OVNI corresponden, sin ninguna duda, a los elfos del folklore celta.
Durante muchos años se habló de los fenómenos OVNI en términos de vehículos extraterrestres, interpretación que está perdiendo fuerza. Aunque muchas observaciones de 0VNIS pueden ser de "aparatos" de algún tipo, esta teoría no explica las historias de contactos, fenómeno que parece ser por lo menos parcialmente mental. Tal como Von Däniken ve el arte antiguo en términos de trajes espaciales y módulos lunares, el observador del "aterrizaje de un OVNI" parece interpretar la experiencia a través de sus propios parámetros culturales y "ve" un carro ardiente, una nave de hadas o un módulo espacial según la época en que vive. Existen demasiadas historias de esta clase para dudar de la realidad del fenómeno -ya pertenezca al reino psicológico o al físico, en zonas que normalmente no suelen estar a nuestro alcance- Posiblemente participa de ambos, pero la interpretación en términos de cohetes o de alas transparentes es, ciertamente, una creación subjetiva del observador.
El intento de entender el mecanismo psicológico que existe detrás del amplio abanico de historias de los contactos del hombre con "otros seres" es una tarea menos fácil y quizás menos satisfactoria que las agradecidas teorías de los "hombres del espacio" en la línea de los astronautas antiguos; pero probablemente nos dirá más acerca de la mente humana y sus intentos de adaptarse a lo desconocido. En vez de obligar a los antiguos dioses a meterse en los trajes espaciales de los "astronautas antiguos", deberíamos recurrir a la mitología y al folklore para obtener una visión más amplia de las historias modernas de encuentros con seres "extraterrestres".
Aunque la mayor parte del trabajo arqueológico se ocupa de las baratijas y ruinas que dejaron las sociedades antiguas, de vez en cuando aparecen objetos que sobrepasan todas las estimaciones que hasta el momento se habían hecho de la capacidad técnica de una cultura antigua. Durante los años setenta, un equipo de arqueólogos que trabajaba en unas excavaciones de Bulgaria hicieron una serie de asombrosos descubrimientos acerca de la cultura neolítica de Karanovo, que floreció allí alrededor del año 4500 a.C. Los hallazgos pertenecen a una época en que, se pensaba, el hombre casi no conocía la metalurgia; sin embargo, las tumbas de Karanovo revelaron un sorprendente tesoro de armas y joyas de oro y cobre maravillosamente realizadas. Descubrimientos de esta clase obligan lenta pero continuamente a los arqueólogos a revisar sus ideas acerca de los conocimientos técnicos del hombre antiguo.
Egipto ha producido más maravillas científicas, con frecuencia de gran antigüedad, que cualquier otra región. Los antiguos egipcios poseían conocimientos avanzados de medicina y cirugía. Sabían los suficiente como para emplear anticonceptivos de miel y resina de acacia (un eficaz espermicida) y se ha afirmado que conocían el uso de la penicilina. Un modelo de planeador de madera que data del año 200 A.C., aproximadamente, hallado en Saqqara, demuestra por lo menos una comprensión básica de los principios de la aerodinámica. Y la Gran Pirámide, construida alrededor del año 2600 A.C., asombra hasta al hombre del siglo XX por su enorme tamaño y su perfección arquitectónica.
Muchos escritores han insistido en que la Gran Pirámide de Keops, en Gizeh, no podría ser construida ni siquiera con los conocimientos científicos y la maquinaria actuales. Uno de ellos, Erich von Däniken, afirma sin rodeos en Recuerdos del futuro (Chariots of the gods): "Hoy, en el siglo veinte, ningún arquitecto podría construir una copia de la pirámide de Keops, aunque los recursos técnicos de todos los continentes estuvieran a su disposición." Las implicaciones de semejante afirmación son obvias; si nosotros no podemos construirlas, ¿cómo pudieron hacerlo los antiguos egipcios, con su técnica primitiva y sus sencillas herramientas? ¿Acaso los "ayudó" alguna inteligencia extraterrestre?
Von Däniken y otros defensores de la teoría de los "astronautas antiguos" sacan conclusiones similares de muchas de las maravillas arquitectónicas del mundo antiguo. Otra estructura misteriosa que se cita con frecuencia es el gran complejo de piedra de Tiahuanaco, cerca del lago Titicaca, en el altiplano de Bolivia. A estas hazañas arquitectónicas hay que añadir una lista creciente de "anomalías antiguas" de carácter técnico, por ejemplo, las enigmáticas piedras grabadas de Ica, en Perú. Si se las considera en su conjunto, sugieren que buena parte de los conocimientos avanzados que creemos propios de nuestro mundo moderno estaban disponibles hace cientos o miles de años. Si tomamos en cuenta también los mitos de los "dioses" que enseñaron las artes y las ciencias al hombre, la posibilidad de una intervención extraterrestre en la historia primitiva casi parece plausible.
Pero, ¿constituye la hipótesis extraterrestre una buena explicación de las antiguas "anomalías" técnicas? Desgraciadamente, los escritores como Von Däniken suelen exagerar y distorsionar las pruebas. Y, para demostrar que la ayuda extraterrestre fue necesaria, Von Däniken tuvo que intentar desacreditar a los egipcios, al sugerir que carecían de los recursos necesarios para una empresa tan importante como la construcción de la Gran Pirámide.
Casi todas las etapas del razonamiento de Von Däniken se apoyan en una interpretación errónea de los hechos. El hecho es que el nombre del faraón Keops (o Khufu), recordado por generaciones posteriores como el cruel amo que ordenó la construcción de la Gran Pirámide, está grabado en algunos de los bloques de piedra que la componen. Su estructura es una extraordinaria hazaña, pero los egipcios eran, sin duda, maestros de las matemáticas, la arquitectura, la albañilería y -sobre todo- la organización. Las docenas de pirámides construidas a lo largo del valle del Nilo, aunque sean menores que la de Keops (que mide 137 m), atestiguan que los egipcios pudieron llevar a cabo aquella hazaña.
Una impresión falsa
La pirámide de Keops y otras "anomalías antiguas" sólo pueden considerarse construcciones extraterrestres a expensas de los pueblos de la Antigüedad. Al descalificar sus mayores hazañas como "pruebas" de la intervención extraterrestre, Von Däniken crea una falsa impresión que resulta insultante para antiguas culturas tan sofisticadas como las de los egipcios, mayas, hindúes y babilonios.
Los hallazgos arqueológicos, con tanta frecuencia fragmentarios, son demasiado limitados para reconstruir el verdadero potencial de los conocimientos y la destreza de los pueblos antiguos. No nos gustaría que nos juzgaran por los envases de refrescos, que durarán mucho más que los libros que describen nuestros sistemas de educación, las ideas de filósofos y santos, los conocimientos médicos y la capacidad matemática y científica que nos ha permitido llegar a los planetas más próximos. Ni nos gustaría pensar que un arqueólogo del futuro atribuyera los restos de una radio, preservada por casualidad, a una inteligencia extraterrestre. Pero así es como trata Von Däniken a las pruebas que indican que el hombre antiguo pudo haber usado técnicas avanzadas.
Los teóricos de los astronautas antiguos, aunque afirman carecer de prejuicios y ser perspicaces, son en realidad víctimas de una visión muy angosta de las cosas; consideran nuestra era como el momento más importante de la historia, un punto focal para la evaluación de todos los demás períodos. Libros como Recuerdos del futuro generan entusiasmo por los conocimientos científicos de la edad espacial. Von Däniken escribió su primer libro para un público entusiasmado por el programa Apolo, que culminó en 1969 con el primer alunizaje tripulado: la prueba de que los viajes interplanetarios eran posibles. Von Däniken ve la historia en términos de un desarrollo que arranca de nuestros antecesores "primitivos" y llega a la tecnología de la edad espacial. Busca con empeño trajes espaciales, gafas submarinas. módulos lunares y otros rastros de tecnología espacial en el arte antiguo, como si seres capaces de atravesar las inmensas distancias del espacio fueron a usar el equipamiento primitivo que nosotros necesitamos para llegar a la Luna. Muchas habilidades y técnicas que florecieron en el pasado han sido olvidadas, y muchos pretendidos descubrimientos son simples redescubrimientos de conocimientos que habían sido olvidados o destruidos por obra de la naturaleza o del hombre mismo. Deberíamos evitar el error, demasiado fácil, de pensar que los hombres de ciencia actuales son los únicos capaces de crear técnicas avanzadas.
La interpretación que hace de la mitología la escuela de los astronautas antiguos falla a causa de esta visión estrecha de la historia. Compara mitos de carros voladores y dioses que bajan de los cielos con los conceptos actuales de vuelos por el espacio e inteligencias extraterrestres. Se nos pide que demos un salto hacia atrás en el tiempo, con la imagen del astronauta moderno, hasta el mundo de los dioses griegos y egipcios. Pero, ¿y los siglos intermedios? Los "dioses del espacio" ¿desaparecieron súbitamente de la mitología? Un hecho que Von Däniken ignora es que no fue así. Todos los temas de las "leyendas de los hijos de Dios" que se arguyen para defender la realidad de la intervención extraterrestre en la antigüedad continúan apareciendo después, no sólo en las narraciones que reúnen los antropólogos, sino en las abundantes tradiciones de hadas de la Europa medieval y postmedieval. También éstas hablan de la aparición de deidades sobrenaturales en misteriosos objetos voladores, de secuestros de seres humanos conducidos a mundos remotos, y de conocimientos superiores que esos extraños visitantes, generalmente benévolos, enseñaban a algunos elegidos en forma de artes y habilidades nuevos.
Una leyenda que suelen citar los defensores de los astronautas antiguos es la historia de los indios norteamericanos sobre las aventuras de Algon o Wampee: Wampee estaba cazando un día cuando llegó a una depresión circular en un valle de ricos pastos. Oyó a lo lejos una música, levantó la vista y vio una mancha en el cielo; la mancha se acercó cada vez más y resultó ser un cesto que se posó en tierra en el círculo marcado en la hierba. Del cesto bajaron doce hermosas doncellas. Cuando comenzaron a danzar, Wampee, poseído por la pasión, corrió hacia el claro, pero, en cuanto ellas le vieron recomenzaron su canción y el cesto las volvió a llevar al cielo. Wampee volvió al claro con frecuencia y un día logró capturar a una de las doncellas, haciéndola su mujer. Ella le dio un hijo, pero sentía nostalgia, así que tejió un cesto circular y voló en él con su hijo. Nunca volvió a ser vista.
¿Será este mito el recuerdo de un antiguo contacto con extraterrestres, pese a su parecido con las historias de encuentros con duendes, de los que se ha hablado incluso en este siglo en los rincones más remotos de algunos países europeos?
De hecho, si comparamos los mitos que, supuestamente, describen visitas extraterrestres, las historias de hadas medievales y modernas, y las versiones más exóticas de contactos con OVNIS, nos daremos cuenta de que, ciertamente, forman parte de un mismo fenómeno. En la actualidad viven muchas personas que afirman haber "visto" el mundo de las hadas o haber viajado en un platillo volante. Aunque probablemente, tuvieron alguna clase de experiencia, pocos aceptarían sus relatos literalmente. Sin embargo, Von Däniken sí acepta sin rechistar un antiguo mito acerca de un romance entre un mortal y una diosa y lo presenta como "prueba" de que algunos extraterrestres manipularon genéticamente la evolución humana. Aunque menciona las observaciones de OVNIS, Von Däniken ignora las curiosas historias de contactos con OVNIS y los cuentos de hadas medievales. Pero los mitos de "dioses del espacio" que emplea como prueba guardan un asombroso parecido con antiguos contactos con OVNIS. Los cuentos de hadas medievales constituyen un "eslabón perdido" vital que llena la laguna entre las dos clases de historias. Los "hombrecillos verdes" de la moderna mitología OVNI corresponden, sin ninguna duda, a los elfos del folklore celta.
Durante muchos años se habló de los fenómenos OVNI en términos de vehículos extraterrestres, interpretación que está perdiendo fuerza. Aunque muchas observaciones de 0VNIS pueden ser de "aparatos" de algún tipo, esta teoría no explica las historias de contactos, fenómeno que parece ser por lo menos parcialmente mental. Tal como Von Däniken ve el arte antiguo en términos de trajes espaciales y módulos lunares, el observador del "aterrizaje de un OVNI" parece interpretar la experiencia a través de sus propios parámetros culturales y "ve" un carro ardiente, una nave de hadas o un módulo espacial según la época en que vive. Existen demasiadas historias de esta clase para dudar de la realidad del fenómeno -ya pertenezca al reino psicológico o al físico, en zonas que normalmente no suelen estar a nuestro alcance- Posiblemente participa de ambos, pero la interpretación en términos de cohetes o de alas transparentes es, ciertamente, una creación subjetiva del observador.
El intento de entender el mecanismo psicológico que existe detrás del amplio abanico de historias de los contactos del hombre con "otros seres" es una tarea menos fácil y quizás menos satisfactoria que las agradecidas teorías de los "hombres del espacio" en la línea de los astronautas antiguos; pero probablemente nos dirá más acerca de la mente humana y sus intentos de adaptarse a lo desconocido. En vez de obligar a los antiguos dioses a meterse en los trajes espaciales de los "astronautas antiguos", deberíamos recurrir a la mitología y al folklore para obtener una visión más amplia de las historias modernas de encuentros con seres "extraterrestres".
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