En muchos textos religiosos antiguos, las descripciones de la muerte son similares a las experiencias extracorpóreas (EEAC). ¿Significa esto que durante una EEAC es posible viajar al país de la muerte?.
Comúnmente se cree que sí uno ha tenido una experiencia exterior al cuerpo -una EEAC- no le queda ninguna duda acerca de la supervivencia después de la muerte; que, de hecho, una EEAC es una especie de muerte en pequeño, con la única diferencia de que uno tiene la posibilidad de retornar de nuevo al cuerpo. Algunos pasajes de literatura religiosa parecen confirmar esta similitud entre la muerte y la EEAC. De algunos fragmentos de la Biblia podría deducirse que la muerte es allí descrita como la rotura de «un cordón de plata» que une el «otro» cuerpo al cuerpo físico, como por ejemplo se menciona en Eclesiastés 12.
En los siglos XIX y XX los primeros que empezaron a escribir sobre la psique se valieron de esta referencia y de sus equivalentes en antiguos escritos hindúes, como los Upanisad, para dar más peso a sus descripciones de sus propias EEAC, donde el alma, dentro de otro cuerpo hecho de un material muy sutil desconocido para la ciencia occidental, se movía independientemente del cuerpo físico.
A este respecto, resulta interesante la experiencia del profesor A. J. Ellison, ex presidente de la Society for Psychical Research. En los años cincuenta, y basándose en las indicaciones contenidas en el libro de S. Muldoon y H. Carrington The Projection of the Astral Body (La proyección del cuerpo astral), intentó afanosamente tener una experiencia EEAC. Todos los procedimientos se basaban en estar echado en la cama sobre la espalda y utilizar la voluntad o la imaginación de maneras diversas. El principio consistía en liberar al cuerpo astral del cuerpo físico (del dominio del cuerpo físico), por ejemplo imaginándose a uno mismo, en el cuerpo astral, dando vueltas alrededor de un eje que va de la cabeza a los pies, u observando primero el techo, después la pared, después el suelo y finalmente la otra pared. Otros métodos consistían en imaginar, justo en el momento de dormirse, que uno se estaba elevando, y decirse a sí mismo que en un momento dado del sueño uno se despertaría en plena proyección astral. Había un tercer método que consistía en irse a la cama muy sediento, imaginarse a uno mismo yendo a la cocina para beber agua y preprogramarse para despertar en plena proyección astral, justo en el momento de llegar junto al grifo.
Ellison aporta el siguiente relato: "Durante todo un mes estuve probando estos métodos. Cada noche al acostarme dedicaba una hora a llevarlos a cabo. La primera señal que noté fue el estado cataléptico: me sentía incapaz de mover un músculo. Muldoon y Carrington decían que se trataba del estado que normalmente precede a la experiencia. Utilicé mi voluntad -o mi imaginación- para elevarme flotando, y la experiencia fue bastante fascinante. Me sentía como si estuviera en el barro, en el fondo de un río, y como si el agua fuera infiltrándose paulatinamente en el barro, reduciendo su viscosidad, de modo que fui transportado hacia arriba por el agua. Lentamente sentí que me desplazaba hacia lo alto, aún en estado cataléptico, como un globo soltado de sus amarras. Alcancé el techo y floté a través de él; después atravesé el tejado y pude ver el cielo, las nubes y la luna. Aumenté mi 'fuerza de voluntad' (o 'imaginación'), y mi velocidad de ascenso hacia el cielo aumentó. Aún ahora recuerdo claramente el sonido del viento, silbando entre mis cabellos. Desde que me había acostado hasta el momento en que llegué a este punto no había tenido ninguna pérdida de la conciencia. Finalmente todo se esfumó y me encontré de nuevo en la cama. Inmediatamente anoté con gran detalle toda la experiencia y recordé que había leído un relato de un escritor francés, llamado Yram, que narraba también experiencias similares de viajes hacia el cielo."
El cordón de plata
Reflexionando después sobre ello le pareció una experiencia bastante inútil. Cualquier persona sensata diría que todo había sido un sueño. Así que decidió que la próxima vez sería distinto. El «manual» decía que el estado cataléptico desaparecería cuando la proyección fuera del cuerpo sobrepasara «el campo de la acción de la cuerda», y el «proyectante» tuviera libertad para moverse. «El campo de acción de la cuerda» significaba, según Muldoon, que el distanciamiento del cuerpo tenía que ser suficientemente grande como para reducir el «cordón de plata» -que conecta los cuerpos astral y físico del sujeto- a un hilo finísimo. Las «fuerzas vitales» que fluyen a través de ella quedarían entonces limitadas al mínimo, y la catalepsia desaparecería. Sería entonces posible pasear por la ciudad, examinar un escaparate nunca visto antes, memorizar su contenido, retornar al cuerpo, escribirlo todo, y al día siguiente comprobar la descripción. Si esto salía bien, seguro que nadie se atrevería a sugerir que todo había sido un sueño, especialmente si se les daba la descripción antes de comprobarla, y aún más si ellos mismos, antes del experimento, escogían un escaparate para llevar a cabo la experiencia.
Así es que Ellison lo intentó de nuevo: "Esta vez sólo tardé tres o cuatro noches en poder repetir la proyección. No obstante, cuando estaba a la altura del techo me paré en mi movimiento vertical y cambié de dirección. Aún en estado cataléptico floté horizontalmente, con los pies por delante, hacia la ventana de la habitación. Flotando suavemente a través del marco de la ventana, intentaba describir una ligera parábola, bajando hacia el césped, donde esperaba quedar fuera del 'campo de acción de la cuerda y poder empezar la verdadera tarea de recoger pruebas. No ocurrió así. Cuando había pasado la ventana y empezaba a descender hacia el césped tuve una de las experiencias más intrigantes de mi vida. Sentí dos manos que me cogían la cabeza y me conducían de nuevo hacia el dormitorio y hacia dentro del cuerpo. No oí ni vi nada. Llegado a este punto me encontré con que durante el día estaba tan cansado por no haber dormido lo suficiente, que tuve que abandonar los experimentos. Desde ese momento no he tenido nunca más la oportunidad de repetirlos."
De la experiencia de Ellison cabe deducir, en primer lugar, que el estar echado de espaldas en la cama, concentrándose en una idea concreta, constituye un método para conseguir un auténtico trance autohipnótico. En segundo lugar, como el sujeto esperaba -y por lo tanto se había autosugestionado que su experiencia fuera como la descrita en el libro, se puso en estado cataléptico. Si no hubiera tenido previamente esta idea, tal vez no le hubiera ocurrido. En tercer lugar, como estaba esperando flotar verticalmente hacia arriba, esto fue lo que ocurrió. Otras personas, que hicieron el experimento con una idea distinta de lo que iba a ocurrir, no se pusieron en estado cataléptico, y a veces «abandonaron el cuerpo» horizontalmente, por la cabeza o por un lado. Generalmente, a un sujeto adecuado que se encuentre en un trance profundo la sola sugestión de que se moverá dentro de un cuerpo sutil hacia otras partes del mundo físico, le basta para producir este efecto. Muchas personas son capaces de tener una EEAC tras haber sido sugestionadas en estado hipnótico. Así pues, ¿ven realmente el mundo físico normal? En realidad, no; pues no tienen dominio sobre sus ojos físicos. Entonces, ¿qué es lo que experimentan? Seguramente una reconstrucción dramatizada de un recuerdo del mundo físico...
A veces el mundo físico visto en una EEAC no se corresponde mucho con la realidad. Puede que se añadan cosas con significado simbólico, como por ejemplo rejas en las ventanas para evitar la huida, o una especie de luminosidad en torno a los objetos. Muldoon afirma que es posible despertarse de un sueño corriente al observar una incongruencia y encontrarse proyectado: por ejemplo, que los adoquines del pavimento no están dispuestos en la dirección correcta. A menudo existen diferencias vitales respecto a las experiencias del mundo físico: todo el entorno se convierte en un «país de verano» -según la expresión espiritista-, incluidas algunas personas «desencarnadas».
La proyección de un doble
Uno de los mejores casos de una proyección «normal» en un «doble mundo físico» es el que relata la médium Eileen Garrett en su autobiografía. Allí describe cómo proyectó a su «doble» desde una habitación de Nueva York a un lugar de Terranova, concretamente al domicilio del médico que había planeado el experimento. Escribe que podía «ver» el jardín y el mar, las flores y la casa, que podía oler la sal del aire y escuchar los pájaros. Dentro de la casa -seguía siendo consciente de que su cuerpo estaba en aquella habitación de NuevaYork, y era capaz de hablar con la gente que había allí- observó cómo el doctor bajaba las escaleras y entraba en su estudio. También él era un psíquico, y se dio cuenta de su presencia. Ella obedeció a sus instrucciones y describió a los experimentadores que se hallaban en Nueva York los objetos que había encima de la mesa. También describió un vendaje que el doctor de Terranova llevaba en la cabeza. El doctor le contó en voz alta que era el resultado de un accidente que había sufrido aquella misma mañana. Entonces él se acercó a la estantería, y ella supo telepáticamente que estaba pensando en un libro determinado. Él lo cogió, se lo enseñó para que pudiera ver el título y después leyó en silencio para sí mismo un párrafo que había escogido al azar. Ella lo iba recibiendo todo telepáticamente. (El libro trataba sobre Einstein.) El experimento continuó de la misma manera. Todo fue puesto por escrito en Nueva York y mandado por correo a Terranova aquella misma tarde. A la mañana siguiente se recibió un telegrama del doctor, donde describía el accidente que había sufrido antes del experimento y la forma del vendaje. «Todo lo que habíamos escrito -dice Eileen Garrett- concordaba perfectamente.»
Otra persona que experimentó EEAC con regularidad fue Robert Monroe. Sus «proyecciones», sin embargo, no eran de tan gran alcance como las de Eileen Garrett, y en algunos aspectos eran distintas. Monroe analiza las fases preliminares que experimentó y proporciona suficientes detalles como para permitir que otras personas utilicen su método y obtengan experiencias semejantes.
Una característica interesante de algunas de las EEAC de Monroe era que de vez en cuando sentía como si fuera parcial o totalmente «otra persona». Esto es una diferencia básica respecto a los relatos de muchos otros sujetos, que aseguran haber tenido una doble conciencia -es decir, que eran conscientes tanto en la forma proyectada como en el cuerpo físico en reposo-, y que incluso algunas veces se habían producido discusiones entre ambas personalidades.
Comúnmente se cree que sí uno ha tenido una experiencia exterior al cuerpo -una EEAC- no le queda ninguna duda acerca de la supervivencia después de la muerte; que, de hecho, una EEAC es una especie de muerte en pequeño, con la única diferencia de que uno tiene la posibilidad de retornar de nuevo al cuerpo. Algunos pasajes de literatura religiosa parecen confirmar esta similitud entre la muerte y la EEAC. De algunos fragmentos de la Biblia podría deducirse que la muerte es allí descrita como la rotura de «un cordón de plata» que une el «otro» cuerpo al cuerpo físico, como por ejemplo se menciona en Eclesiastés 12.
En los siglos XIX y XX los primeros que empezaron a escribir sobre la psique se valieron de esta referencia y de sus equivalentes en antiguos escritos hindúes, como los Upanisad, para dar más peso a sus descripciones de sus propias EEAC, donde el alma, dentro de otro cuerpo hecho de un material muy sutil desconocido para la ciencia occidental, se movía independientemente del cuerpo físico.
A este respecto, resulta interesante la experiencia del profesor A. J. Ellison, ex presidente de la Society for Psychical Research. En los años cincuenta, y basándose en las indicaciones contenidas en el libro de S. Muldoon y H. Carrington The Projection of the Astral Body (La proyección del cuerpo astral), intentó afanosamente tener una experiencia EEAC. Todos los procedimientos se basaban en estar echado en la cama sobre la espalda y utilizar la voluntad o la imaginación de maneras diversas. El principio consistía en liberar al cuerpo astral del cuerpo físico (del dominio del cuerpo físico), por ejemplo imaginándose a uno mismo, en el cuerpo astral, dando vueltas alrededor de un eje que va de la cabeza a los pies, u observando primero el techo, después la pared, después el suelo y finalmente la otra pared. Otros métodos consistían en imaginar, justo en el momento de dormirse, que uno se estaba elevando, y decirse a sí mismo que en un momento dado del sueño uno se despertaría en plena proyección astral. Había un tercer método que consistía en irse a la cama muy sediento, imaginarse a uno mismo yendo a la cocina para beber agua y preprogramarse para despertar en plena proyección astral, justo en el momento de llegar junto al grifo.
Ellison aporta el siguiente relato: "Durante todo un mes estuve probando estos métodos. Cada noche al acostarme dedicaba una hora a llevarlos a cabo. La primera señal que noté fue el estado cataléptico: me sentía incapaz de mover un músculo. Muldoon y Carrington decían que se trataba del estado que normalmente precede a la experiencia. Utilicé mi voluntad -o mi imaginación- para elevarme flotando, y la experiencia fue bastante fascinante. Me sentía como si estuviera en el barro, en el fondo de un río, y como si el agua fuera infiltrándose paulatinamente en el barro, reduciendo su viscosidad, de modo que fui transportado hacia arriba por el agua. Lentamente sentí que me desplazaba hacia lo alto, aún en estado cataléptico, como un globo soltado de sus amarras. Alcancé el techo y floté a través de él; después atravesé el tejado y pude ver el cielo, las nubes y la luna. Aumenté mi 'fuerza de voluntad' (o 'imaginación'), y mi velocidad de ascenso hacia el cielo aumentó. Aún ahora recuerdo claramente el sonido del viento, silbando entre mis cabellos. Desde que me había acostado hasta el momento en que llegué a este punto no había tenido ninguna pérdida de la conciencia. Finalmente todo se esfumó y me encontré de nuevo en la cama. Inmediatamente anoté con gran detalle toda la experiencia y recordé que había leído un relato de un escritor francés, llamado Yram, que narraba también experiencias similares de viajes hacia el cielo."
El cordón de plata
Reflexionando después sobre ello le pareció una experiencia bastante inútil. Cualquier persona sensata diría que todo había sido un sueño. Así que decidió que la próxima vez sería distinto. El «manual» decía que el estado cataléptico desaparecería cuando la proyección fuera del cuerpo sobrepasara «el campo de la acción de la cuerda», y el «proyectante» tuviera libertad para moverse. «El campo de acción de la cuerda» significaba, según Muldoon, que el distanciamiento del cuerpo tenía que ser suficientemente grande como para reducir el «cordón de plata» -que conecta los cuerpos astral y físico del sujeto- a un hilo finísimo. Las «fuerzas vitales» que fluyen a través de ella quedarían entonces limitadas al mínimo, y la catalepsia desaparecería. Sería entonces posible pasear por la ciudad, examinar un escaparate nunca visto antes, memorizar su contenido, retornar al cuerpo, escribirlo todo, y al día siguiente comprobar la descripción. Si esto salía bien, seguro que nadie se atrevería a sugerir que todo había sido un sueño, especialmente si se les daba la descripción antes de comprobarla, y aún más si ellos mismos, antes del experimento, escogían un escaparate para llevar a cabo la experiencia.
Así es que Ellison lo intentó de nuevo: "Esta vez sólo tardé tres o cuatro noches en poder repetir la proyección. No obstante, cuando estaba a la altura del techo me paré en mi movimiento vertical y cambié de dirección. Aún en estado cataléptico floté horizontalmente, con los pies por delante, hacia la ventana de la habitación. Flotando suavemente a través del marco de la ventana, intentaba describir una ligera parábola, bajando hacia el césped, donde esperaba quedar fuera del 'campo de acción de la cuerda y poder empezar la verdadera tarea de recoger pruebas. No ocurrió así. Cuando había pasado la ventana y empezaba a descender hacia el césped tuve una de las experiencias más intrigantes de mi vida. Sentí dos manos que me cogían la cabeza y me conducían de nuevo hacia el dormitorio y hacia dentro del cuerpo. No oí ni vi nada. Llegado a este punto me encontré con que durante el día estaba tan cansado por no haber dormido lo suficiente, que tuve que abandonar los experimentos. Desde ese momento no he tenido nunca más la oportunidad de repetirlos."
De la experiencia de Ellison cabe deducir, en primer lugar, que el estar echado de espaldas en la cama, concentrándose en una idea concreta, constituye un método para conseguir un auténtico trance autohipnótico. En segundo lugar, como el sujeto esperaba -y por lo tanto se había autosugestionado que su experiencia fuera como la descrita en el libro, se puso en estado cataléptico. Si no hubiera tenido previamente esta idea, tal vez no le hubiera ocurrido. En tercer lugar, como estaba esperando flotar verticalmente hacia arriba, esto fue lo que ocurrió. Otras personas, que hicieron el experimento con una idea distinta de lo que iba a ocurrir, no se pusieron en estado cataléptico, y a veces «abandonaron el cuerpo» horizontalmente, por la cabeza o por un lado. Generalmente, a un sujeto adecuado que se encuentre en un trance profundo la sola sugestión de que se moverá dentro de un cuerpo sutil hacia otras partes del mundo físico, le basta para producir este efecto. Muchas personas son capaces de tener una EEAC tras haber sido sugestionadas en estado hipnótico. Así pues, ¿ven realmente el mundo físico normal? En realidad, no; pues no tienen dominio sobre sus ojos físicos. Entonces, ¿qué es lo que experimentan? Seguramente una reconstrucción dramatizada de un recuerdo del mundo físico...
A veces el mundo físico visto en una EEAC no se corresponde mucho con la realidad. Puede que se añadan cosas con significado simbólico, como por ejemplo rejas en las ventanas para evitar la huida, o una especie de luminosidad en torno a los objetos. Muldoon afirma que es posible despertarse de un sueño corriente al observar una incongruencia y encontrarse proyectado: por ejemplo, que los adoquines del pavimento no están dispuestos en la dirección correcta. A menudo existen diferencias vitales respecto a las experiencias del mundo físico: todo el entorno se convierte en un «país de verano» -según la expresión espiritista-, incluidas algunas personas «desencarnadas».
La proyección de un doble
Uno de los mejores casos de una proyección «normal» en un «doble mundo físico» es el que relata la médium Eileen Garrett en su autobiografía. Allí describe cómo proyectó a su «doble» desde una habitación de Nueva York a un lugar de Terranova, concretamente al domicilio del médico que había planeado el experimento. Escribe que podía «ver» el jardín y el mar, las flores y la casa, que podía oler la sal del aire y escuchar los pájaros. Dentro de la casa -seguía siendo consciente de que su cuerpo estaba en aquella habitación de NuevaYork, y era capaz de hablar con la gente que había allí- observó cómo el doctor bajaba las escaleras y entraba en su estudio. También él era un psíquico, y se dio cuenta de su presencia. Ella obedeció a sus instrucciones y describió a los experimentadores que se hallaban en Nueva York los objetos que había encima de la mesa. También describió un vendaje que el doctor de Terranova llevaba en la cabeza. El doctor le contó en voz alta que era el resultado de un accidente que había sufrido aquella misma mañana. Entonces él se acercó a la estantería, y ella supo telepáticamente que estaba pensando en un libro determinado. Él lo cogió, se lo enseñó para que pudiera ver el título y después leyó en silencio para sí mismo un párrafo que había escogido al azar. Ella lo iba recibiendo todo telepáticamente. (El libro trataba sobre Einstein.) El experimento continuó de la misma manera. Todo fue puesto por escrito en Nueva York y mandado por correo a Terranova aquella misma tarde. A la mañana siguiente se recibió un telegrama del doctor, donde describía el accidente que había sufrido antes del experimento y la forma del vendaje. «Todo lo que habíamos escrito -dice Eileen Garrett- concordaba perfectamente.»
Otra persona que experimentó EEAC con regularidad fue Robert Monroe. Sus «proyecciones», sin embargo, no eran de tan gran alcance como las de Eileen Garrett, y en algunos aspectos eran distintas. Monroe analiza las fases preliminares que experimentó y proporciona suficientes detalles como para permitir que otras personas utilicen su método y obtengan experiencias semejantes.
Una característica interesante de algunas de las EEAC de Monroe era que de vez en cuando sentía como si fuera parcial o totalmente «otra persona». Esto es una diferencia básica respecto a los relatos de muchos otros sujetos, que aseguran haber tenido una doble conciencia -es decir, que eran conscientes tanto en la forma proyectada como en el cuerpo físico en reposo-, y que incluso algunas veces se habían producido discusiones entre ambas personalidades.
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