Si la realidad del fenómeno ovni hubiese sido llevada ante un tribunal de justicia, hace tiempo que habría sido probada como algo incuestionable, por más que no se conociesen muchos detalles de su naturaleza. Por desgracia, en vez de profundizar en el estudio del misterioso fenómeno, los investigadores se dedican todavía a buscar pruebas, sin caer en la cuenta de que éstas serán sistemáticamente rechazadas por la ciencia oficial, que siempre ha estado al servicio de la política. Pues los políticos y los que no lo son, que desde las sombras rigen el mundo han determinado que el asunto ovni es tabú, evidentemente ya sabemos la razón.
Pese a todo, los implantes constituyen una categoría de pruebas materiales que poco a poco ha pasado a un primer plano en el interés de los investigadores. Si hace muy poco tiempo apenas se conocían dos o tres casos, en la actualidad son muy abundantes, y cada día que pasa conocemos más.
De gran importancia fueron las discusiones que en torno a este tema tuvieron lugar en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets en junio de 1992. Allí se estudiaron los análisis realizados sobre tres implantes extraídos de Richard Price y de Bob Luca. La discusión en torno a ellos fue muy viva. El lugar de su colocación, las declaraciones obtenidas bajo hipnosis, y sobre todo la extraña composición de los objetos, hicieron llegar a muchos a la conclusión de que los testimonios de los protagonistas se atenían a la realidad.
Aparte de otras comprobaciones puramente científicas y de laboratorio de las cuales hablaremos enseguida, hay otros métodos que, aunque no sigan la pauta ortodoxa de la ciencia oficial, sirven por lo menos para sospechar que algo muy extraño ha ocurrido en el cuerpo de los testigos durante su desaparición. Nos estamos refiriendo a experiencias realizadas en Mélico por Andrija Pujarich, propuesto para el premio Nobel dos veces y genial inventor en el campo de la electrónica.
Implantes... ¿invisibles?
Hace varios años, Pujarich entrenaba a varios niños de corta edad en técnicas de visión extraocular. Ya había obtenido muy buenos resultados, pues algunos de ellos eran capaces de ver bastante claramente con los ojos tapados. En un momento de las experiencias trajeron a una persona que afirmaba haber sido secuestrada y llevada a una nave, a bordo de la cual le habían implantado un pequeño objeto en la espalda. Sin que ninguna de esas criaturas supiese nada de la presunta experiencia “extraterrestre” del testigo, pusieron a éste ante uno de los niños, quien con los ojos vendados y únicamente moviendo sus dedos a cierta distancia fue describiendo las particularidades de su aspecto físico. Al llegar a la espalda, se detuvo a la altura de los riñones y movió con más intensidad los dedos, como extrañado de lo que estaba sintiendo. Le preguntaron qué veía y dijo con una pícara sonrisa que el señor tenía una cosa “muy chistosa” debajo de la piel, y que podía sentir muy claramente. Después le quitaron el vendaje de los ojos y le preguntaron si era capaz de dibujarla. El resultado de su dibujo fue un cuadrado que tenía en uno de los lados un pequeño círculo.
Lo más sorprendente sucedió cuando se trajo a otro niño que, al llegar a la misma altura de la espalda, se detuvo y comenzó a decir que percibía algo raro. Cuando le pidieron que lo dibujase, para asombro de todos pintó el mismo objeto dibujado por el otro chico.
¿Telepatía? ¿Fraude? ¿Falsas informaciones? Los empecinados –o económicamente interesados- en no admitir los hechos, siempre tienen palabras para rechazarlos, pero a los genuinamente comprometidos en descubrir la verdad no les queda más remedio que estudiarlos para buscar alguna explicación.
En un inquietante folleto que hace unos años circulaba entre los investigadores más audaces leímos este párrafo que está totalmente de acuerdo con las experiencias de Anrija Pujarich: “Hay implantes que existen fuera del espectro visual físico y sólo pueden ser vistos por algunos humanos especialmente sensitivos. Son aparatos para intercambiar información a distancia con los alienígenas”.
En los Estados Unidos los métodos con los que actualmente se estudian los implantes distan mucho de los heterodoxos y casi esotéricos que acabamos de describir, hallándose más de acuerdo con las prácticas de la medicina oficial cuando ésta quiere descubrir algún cuerpo extraño dentro de la anatomía humana. Los clásicos rayos X se han sofisticado enormemente en nuestros días y han dado paso a diversos tipos de escáner. El equipo empleado en la reunión del M. I. T. Para analizar los implantes que allí se estudiaron era de una enorme complejidad. David E. Pritchard, doctor en física por la Universidad de Harvard y profesor en el M. I. T., explicó todas las posibilidades de la máquina. Se trataba de un espectrógrafo de masas de iones secundarios (SIMS), con el que se bombardeó la superficie del objeto minúsculo implantado en el pene de una presunta víctima de abducción llamada Price. Aunque en el caso concreto de esta persona no se pudo llegar a ninguna conclusión acerca del implante, podemos ver que en la actualidad el estudio del fenómeno se está haciendo de manera profesional.
De hecho, terminada la reunión del M. I. T. de 1992, el doctor Pritchard volvió a insistir en el estudio del implante de Price cuando el ufólogo Ray Fowler le envió otro pequeño objeto hallado en el oído de Bob Luca, quien viene sufriendo abducciones desde su infancia. Al doctor Pritchard le llamó la atención que el objeto extraído del oído de Luca se pareciera mucho al de Price. Poseía las mismas dimensiones y color, sus protuberancias eran similares y tenían igual longitud y diámetro; por añadidura, dos de ellas mostraban la misma estructura. En el examen de estos objetos intervino activamente el Laboratorio Wellman de Fotografía Médica, dependiente del Hospital General de Massachussets, centro especializado en el estudio de cuerpos anómalos dentro del organismo, que está dirigido por el doctor Tom Flotte.
Hace ya años que se detectaron cuerpos anómalos en seres humanos, pero en aquellas fechas no se llegaron siquiera a relacionar con el fenómeno ovni. Tuvieron que pasar años para que fuéramos conociendo poco a poco las extrañas actividades de estos seres y empezásemos a sospechar la relación existente entre ambos hechos.
Un ejemplo de esto fue el hallazgo realizado a principio de los años ochenta por el Departamento de Medicina Genética del Hospital Churchill de Headington-Oxford (Inglaterra), dirigido por John Wolstenholme. Se trataba de un microscópico objeto de forma reticular, hallado en una rutinaria preparación de cromosomas para un diagnóstico prenatal. Los médicos se preguntaban ingenuamente en la revista científica en la que publicaron su hallazgo si el objeto era algo natural hasta entonces desconocido o algo “fabricado por el hombre”. Por supuesto ni se les pasaba por la cabeza la posibilidad de que pudiese ser obra de EBEs. En realidad tampoco podemos estar completamente seguro de ello, aunque tengamos muchas razones para sospechar que lo era. Lo cierto es que las cartas de algunos médicos que llegaron a la revista dando sus interpretaciones a aquel misterio se contradecían entre sí, pues cada una daba una solución diferente.
Mucho antes de esa “caja de Pandora” llamada Matriz, leíamos el siguiente párrafo: “En los análisis de los fluidos de cuerpos mutilados (por los tripulantes de los ovnis) se ha notado la presencia de sustancias cristalinas que normalmente no se encuentran en la sangre. Son estructuras rectangulares de dos tamaños diferentes (...)
Muchos de los individuos testigos vuelven con pequeños objetos “implantados” en su cuerpo que son usados para conocer sus actividades y para controlarlos. Análisis practicados con catscan indican que estos objetos pueden ser de solo 3 mm principalmente esféricos, ovoides o planos. En 1989 se conocieron los resultados de sus análisis. El interior de uno de estos objetos esféricos era una matriz cristalina entrelazada con algo que parecía un circuito electrónico. Ingenieros consultados dijeron que aquello podría trabajar a niveles cuánticos, y si así fuera, ello podría generar ciertas interferencias con el funcionamiento de la conciencia de aquel individuo. El uso de objetos implantados de un diseño más primitivo ya se había practicado en 1967 en Suecia y en Canadá. La “implantación” de transmisores cerebrales en seres humanos fue legalizada en 1973 en Suecia por Olof Palme quien poco después fue misteriosamente asesinado. Los militares y “ciertos grupos de inteligencia” de las naciones occidentales más avanzadas has usado estas técnicas de implantes sobre testigos y sobre el personal que trabaja en proyectos secretos relacionados con los ovnis, con el objeto de controlar e impedir que se disemine la información que poseen. Al principio, el uso de implantes por parte de la inteligencia militar se limitaba a un “control intracerebral radiohipnótico” y a la llamada E. D. M. (disolución electrónica de la memoria), pero en la actualidad es mucho más sofisticado e insidioso al haberse incorporado tecnología obtenida de los EBEs”. Hasta aquí la cita del Matriz que tiene grandes posibilidades de ser totalmente acertada.
El doctor Roger Leir creador de la Fundación para la Investigación Interactiva y la Tecnología Espacial (FIRST) y el hipnólogo Derrel Sims, investigador experto en la temática ovni y también fundador de FIRST, llevaron a cabo varias operaciones quirúrgicas en colaboración con un equipo de médicos. La primera serie de extracciones de “implantes” tuvo lugar el 19 de agosto de 1995 en la clínica de Roger Leir en Mil Robles.
Según pudo comprobarse gracias a los rayos X, Pat Parrinellio, un hombre de 47 años, y Mary Jones, de 52 años, ambos de Houston (Texas), tenían alojados en sus cuerpos extraños objetos, aunque ninguno de ellos recordaba haber sido operado con anterioridad. Ambos casos fueron investigados por Derrel Sims, quien, basándose en los encuentros con ovnis que estas personas habían tenido en el pasado, los remitió a Roger Leir para que les operara. A Pat se le extrajeron objetos de la espalda y la mano izquierda y a Mary del pulgar de su pie izquierdo, operaciones que fueron practicadas gratuitamente.
Los implantes extraídos de la primera serie de intervenciones quirúrgicas fueron estudiados por dos patólogos y luego enviados a varios laboratorios independientes para su análisis. En las pruebas se evaluó la patología del tejido, se hizo una espectroscopia con láser y se realizaron diversas pruebas metalúrgicas que incluían medidas de la densidad por inmersión, radiografías, microscopia electrónica, rayos X, así como estudio de las propiedades electromagnéticas y pruebas de fluorescencia. Todos estos ensayos se realizaron en el Instituto Nacional del Descubrimiento de la Ciencia (NIDS) de Nuevo México, así como en otros laboratorios independientes.
Mientras estos objetos anómalos estaban siendo analizados, otra serie de extracciones quirúrgicas de implantes tuvo lugar el 18 de mayo de 1996. Las dos mujeres que protagonizaron esta segunda tanda de operaciones se ofrecieron para ser entrevistadas y someterse a estudio. A Debbie O., de 61 años residente en Lancaster (California) y a Susie Adams, de 40 años, les fueron extirpados objetos similares de la parte inferior de la pierna izquierda. A Licia Davidson, de 37 años, que ha tenido numerosos encuentros con ovnis y EBEs, se le extrajo del pie en enero de 1997 un extraño objeto de aspecto cristalino
Sorprendentes descubrimientos
“Los descubrimientos que se hicieron como resultado de estas intervenciones quirúrgicas son sumamente extraños. En todos los casos apenas hubo inflamación”, informó Roger Leir. Esta reacción no es habitual cuando hay tejidos ajenos al organismo. Normalmente, los cuerpos extraños incrustados en los tejidos suelen provocar algún tipo de inflamación crónica, además de fibrosis y formación de quistes. Algo que no ocurrió en estos casos.
Los informes patológicos posteriores a las dos primeras intervenciones revelaron que los objetos metálicos estaban recubiertos por una membrana gris muy densa y resistente, constituida por queratina, himosiderina y coágulo proteínico. Más concretamente, se trataba de proteína de sangre y células que se encuentran habitualmente en la capa superficial de la piel. Los resistentes “capullos” biológicos que recubrían los implantes también contenían células nerviosas de un tejido que no se encuentra en esta zona del cuerpo. Estas formaciones despedían una fluorescencia verde brillante en presencia de una fuente de luz ultravioleta.
Los implantes presentes en las dos mujeres de la segunda serie de intervenciones no poseían propiedades metálicas como los de la primera. De hecho, se trataba de objetos blanquecinos y esféricos que no contenían las resistentes cubiertas biológicas de los anteriores ni resplandecían bajo luz ultravioleta. Según los informes patológicos, estos implantes –posiblemente biológicos- tampoco produjeron inflamaciones. El objeto de aspecto cristalino extirpado del pie en la intervención más reciente tampoco estaba recubierto por ninguna membrana exterior gris y correosa y apenas produjo la inflamación observada en las demás extracciones. Los resultados de los exámenes emprendidos sobre la primera serie de implantes revelaron que los objetos metálicos con forma de aguja eran de origen meteórico y contenían al menos once elementos diferentes.
En una entrevista publicada en la revista Alien Encounter Magazine (Reino Unido), Derrel Sims hacía mención al hecho de que el organismo de estas personas no hubiera experimentado rechazo hacia los implantes: “Daba la sensación que esa densa membrana fibrosa formara parte de la propia superficie de la piel, como si los objetos metálicos hubieran estado envueltos en una funda de queratina. Las fibras nerviosas recubrían el tejido y parecían estar unidas a los nervios”. Para Derrel Sims, lo más probable es que estos implantes sean de origen extraterrestres, aunque en su opinión se necesitaría una evaluación detallada de todos los exámenes antes de poder facilitar más datos en este sentido. Sin duda la evaluación científica es nuestro mejor aliado, pero las experiencias y opiniones aportadas por personas implicadas en esas intervenciones quirúrgicas que se atrevan a exponer sus testimonios son igualmente importantes y esclarecedoras.
Las razones de una manipulación
Para no caer en la trampa y presuponiendo que los hechos son ciertos en virtud de muchas evidencias secundarias, hagámonos la pregunta más lógica: ¿Qué pretenden las EBEs –o cualesquiera que sean sus autores- con estos implantes? La tecnología con la que están construidos es muy importante desde el punto de vista científico, pero a nosotros nos interesa muy poco. Y menos aún como medio para controlar, modificar o sojuzgar mentes o individuos. Ese, por desgracia, es únicamente el propósito que la paranoia militar y las máximas autoridades que desgobiernan el mundo tienen en mente en su supuesto trato con alienígenas.
Lo que nos tiene que interesar es el propósito último, no sólo de los implantes, sino de la errática forma de actuar de nuestros visitantes del espacio. Y llegados a este punto, la imaginación se dispara; pues, en realidad, dada la infinita casuística del fenómeno ovni, disponemos de un amplio campo para divagar. Lo primero a tener en cuenta es lo siguiente: no es sólo una raza o un grupo de “extraterrestres” quienes están haciendo estas cosas. A juzgar por su diversidad, son muchos y muy diferentes los envueltos en esta tarea.
Ero, ateniéndonos al fenómeno que nos ocupa, podemos suponer que los implantes tienen dos fines: conocer con precisión dónde se halla y qué hace el individuo implantado y controlar su conducta, impulsándolo incluso a realizar actos que él no desea. Es también muy posible que exista alguna relación con ciertas experiencias genéticas, biológicas o médicas. Si es verdad lo que alguna de estas entidades les han dicho a los contactados sobre sus intenciones de adquirir algunas de nuestras características fisiológicas de las que ellos carecen, o bien crear una raza híbrida, es lógico que algunos de estos objetos estén relacionados con dicha finalidad.
Las implicaciones de estos hechos son enormes. No sólo por lo que significa el que seres inteligentes no humanos puedan controlar impunemente nuestra mente, sino porque quizá alguna persona con gran poder político y económico estén haciendo lo mismo desde las sombras, ayudados o engañados por estos viajantes espaciales y venidos de no se sabe dónde y cuyas intenciones nos resultan completamente desconocidas. En cuanto a esta última posibilidad apenas si tenemos noticias ciertas, pero son muchas las sospechas que desde hace tiempo circulan entre quienes conocen el tenebroso trasfondo del secreto militar en torno al fenómeno ovni.
Pese a todo, los implantes constituyen una categoría de pruebas materiales que poco a poco ha pasado a un primer plano en el interés de los investigadores. Si hace muy poco tiempo apenas se conocían dos o tres casos, en la actualidad son muy abundantes, y cada día que pasa conocemos más.
De gran importancia fueron las discusiones que en torno a este tema tuvieron lugar en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets en junio de 1992. Allí se estudiaron los análisis realizados sobre tres implantes extraídos de Richard Price y de Bob Luca. La discusión en torno a ellos fue muy viva. El lugar de su colocación, las declaraciones obtenidas bajo hipnosis, y sobre todo la extraña composición de los objetos, hicieron llegar a muchos a la conclusión de que los testimonios de los protagonistas se atenían a la realidad.
Aparte de otras comprobaciones puramente científicas y de laboratorio de las cuales hablaremos enseguida, hay otros métodos que, aunque no sigan la pauta ortodoxa de la ciencia oficial, sirven por lo menos para sospechar que algo muy extraño ha ocurrido en el cuerpo de los testigos durante su desaparición. Nos estamos refiriendo a experiencias realizadas en Mélico por Andrija Pujarich, propuesto para el premio Nobel dos veces y genial inventor en el campo de la electrónica.
Implantes... ¿invisibles?
Hace varios años, Pujarich entrenaba a varios niños de corta edad en técnicas de visión extraocular. Ya había obtenido muy buenos resultados, pues algunos de ellos eran capaces de ver bastante claramente con los ojos tapados. En un momento de las experiencias trajeron a una persona que afirmaba haber sido secuestrada y llevada a una nave, a bordo de la cual le habían implantado un pequeño objeto en la espalda. Sin que ninguna de esas criaturas supiese nada de la presunta experiencia “extraterrestre” del testigo, pusieron a éste ante uno de los niños, quien con los ojos vendados y únicamente moviendo sus dedos a cierta distancia fue describiendo las particularidades de su aspecto físico. Al llegar a la espalda, se detuvo a la altura de los riñones y movió con más intensidad los dedos, como extrañado de lo que estaba sintiendo. Le preguntaron qué veía y dijo con una pícara sonrisa que el señor tenía una cosa “muy chistosa” debajo de la piel, y que podía sentir muy claramente. Después le quitaron el vendaje de los ojos y le preguntaron si era capaz de dibujarla. El resultado de su dibujo fue un cuadrado que tenía en uno de los lados un pequeño círculo.
Lo más sorprendente sucedió cuando se trajo a otro niño que, al llegar a la misma altura de la espalda, se detuvo y comenzó a decir que percibía algo raro. Cuando le pidieron que lo dibujase, para asombro de todos pintó el mismo objeto dibujado por el otro chico.
¿Telepatía? ¿Fraude? ¿Falsas informaciones? Los empecinados –o económicamente interesados- en no admitir los hechos, siempre tienen palabras para rechazarlos, pero a los genuinamente comprometidos en descubrir la verdad no les queda más remedio que estudiarlos para buscar alguna explicación.
En un inquietante folleto que hace unos años circulaba entre los investigadores más audaces leímos este párrafo que está totalmente de acuerdo con las experiencias de Anrija Pujarich: “Hay implantes que existen fuera del espectro visual físico y sólo pueden ser vistos por algunos humanos especialmente sensitivos. Son aparatos para intercambiar información a distancia con los alienígenas”.
En los Estados Unidos los métodos con los que actualmente se estudian los implantes distan mucho de los heterodoxos y casi esotéricos que acabamos de describir, hallándose más de acuerdo con las prácticas de la medicina oficial cuando ésta quiere descubrir algún cuerpo extraño dentro de la anatomía humana. Los clásicos rayos X se han sofisticado enormemente en nuestros días y han dado paso a diversos tipos de escáner. El equipo empleado en la reunión del M. I. T. Para analizar los implantes que allí se estudiaron era de una enorme complejidad. David E. Pritchard, doctor en física por la Universidad de Harvard y profesor en el M. I. T., explicó todas las posibilidades de la máquina. Se trataba de un espectrógrafo de masas de iones secundarios (SIMS), con el que se bombardeó la superficie del objeto minúsculo implantado en el pene de una presunta víctima de abducción llamada Price. Aunque en el caso concreto de esta persona no se pudo llegar a ninguna conclusión acerca del implante, podemos ver que en la actualidad el estudio del fenómeno se está haciendo de manera profesional.
De hecho, terminada la reunión del M. I. T. de 1992, el doctor Pritchard volvió a insistir en el estudio del implante de Price cuando el ufólogo Ray Fowler le envió otro pequeño objeto hallado en el oído de Bob Luca, quien viene sufriendo abducciones desde su infancia. Al doctor Pritchard le llamó la atención que el objeto extraído del oído de Luca se pareciera mucho al de Price. Poseía las mismas dimensiones y color, sus protuberancias eran similares y tenían igual longitud y diámetro; por añadidura, dos de ellas mostraban la misma estructura. En el examen de estos objetos intervino activamente el Laboratorio Wellman de Fotografía Médica, dependiente del Hospital General de Massachussets, centro especializado en el estudio de cuerpos anómalos dentro del organismo, que está dirigido por el doctor Tom Flotte.
Hace ya años que se detectaron cuerpos anómalos en seres humanos, pero en aquellas fechas no se llegaron siquiera a relacionar con el fenómeno ovni. Tuvieron que pasar años para que fuéramos conociendo poco a poco las extrañas actividades de estos seres y empezásemos a sospechar la relación existente entre ambos hechos.
Un ejemplo de esto fue el hallazgo realizado a principio de los años ochenta por el Departamento de Medicina Genética del Hospital Churchill de Headington-Oxford (Inglaterra), dirigido por John Wolstenholme. Se trataba de un microscópico objeto de forma reticular, hallado en una rutinaria preparación de cromosomas para un diagnóstico prenatal. Los médicos se preguntaban ingenuamente en la revista científica en la que publicaron su hallazgo si el objeto era algo natural hasta entonces desconocido o algo “fabricado por el hombre”. Por supuesto ni se les pasaba por la cabeza la posibilidad de que pudiese ser obra de EBEs. En realidad tampoco podemos estar completamente seguro de ello, aunque tengamos muchas razones para sospechar que lo era. Lo cierto es que las cartas de algunos médicos que llegaron a la revista dando sus interpretaciones a aquel misterio se contradecían entre sí, pues cada una daba una solución diferente.
Mucho antes de esa “caja de Pandora” llamada Matriz, leíamos el siguiente párrafo: “En los análisis de los fluidos de cuerpos mutilados (por los tripulantes de los ovnis) se ha notado la presencia de sustancias cristalinas que normalmente no se encuentran en la sangre. Son estructuras rectangulares de dos tamaños diferentes (...)
Muchos de los individuos testigos vuelven con pequeños objetos “implantados” en su cuerpo que son usados para conocer sus actividades y para controlarlos. Análisis practicados con catscan indican que estos objetos pueden ser de solo 3 mm principalmente esféricos, ovoides o planos. En 1989 se conocieron los resultados de sus análisis. El interior de uno de estos objetos esféricos era una matriz cristalina entrelazada con algo que parecía un circuito electrónico. Ingenieros consultados dijeron que aquello podría trabajar a niveles cuánticos, y si así fuera, ello podría generar ciertas interferencias con el funcionamiento de la conciencia de aquel individuo. El uso de objetos implantados de un diseño más primitivo ya se había practicado en 1967 en Suecia y en Canadá. La “implantación” de transmisores cerebrales en seres humanos fue legalizada en 1973 en Suecia por Olof Palme quien poco después fue misteriosamente asesinado. Los militares y “ciertos grupos de inteligencia” de las naciones occidentales más avanzadas has usado estas técnicas de implantes sobre testigos y sobre el personal que trabaja en proyectos secretos relacionados con los ovnis, con el objeto de controlar e impedir que se disemine la información que poseen. Al principio, el uso de implantes por parte de la inteligencia militar se limitaba a un “control intracerebral radiohipnótico” y a la llamada E. D. M. (disolución electrónica de la memoria), pero en la actualidad es mucho más sofisticado e insidioso al haberse incorporado tecnología obtenida de los EBEs”. Hasta aquí la cita del Matriz que tiene grandes posibilidades de ser totalmente acertada.
El doctor Roger Leir creador de la Fundación para la Investigación Interactiva y la Tecnología Espacial (FIRST) y el hipnólogo Derrel Sims, investigador experto en la temática ovni y también fundador de FIRST, llevaron a cabo varias operaciones quirúrgicas en colaboración con un equipo de médicos. La primera serie de extracciones de “implantes” tuvo lugar el 19 de agosto de 1995 en la clínica de Roger Leir en Mil Robles.
Según pudo comprobarse gracias a los rayos X, Pat Parrinellio, un hombre de 47 años, y Mary Jones, de 52 años, ambos de Houston (Texas), tenían alojados en sus cuerpos extraños objetos, aunque ninguno de ellos recordaba haber sido operado con anterioridad. Ambos casos fueron investigados por Derrel Sims, quien, basándose en los encuentros con ovnis que estas personas habían tenido en el pasado, los remitió a Roger Leir para que les operara. A Pat se le extrajeron objetos de la espalda y la mano izquierda y a Mary del pulgar de su pie izquierdo, operaciones que fueron practicadas gratuitamente.
Los implantes extraídos de la primera serie de intervenciones quirúrgicas fueron estudiados por dos patólogos y luego enviados a varios laboratorios independientes para su análisis. En las pruebas se evaluó la patología del tejido, se hizo una espectroscopia con láser y se realizaron diversas pruebas metalúrgicas que incluían medidas de la densidad por inmersión, radiografías, microscopia electrónica, rayos X, así como estudio de las propiedades electromagnéticas y pruebas de fluorescencia. Todos estos ensayos se realizaron en el Instituto Nacional del Descubrimiento de la Ciencia (NIDS) de Nuevo México, así como en otros laboratorios independientes.
Mientras estos objetos anómalos estaban siendo analizados, otra serie de extracciones quirúrgicas de implantes tuvo lugar el 18 de mayo de 1996. Las dos mujeres que protagonizaron esta segunda tanda de operaciones se ofrecieron para ser entrevistadas y someterse a estudio. A Debbie O., de 61 años residente en Lancaster (California) y a Susie Adams, de 40 años, les fueron extirpados objetos similares de la parte inferior de la pierna izquierda. A Licia Davidson, de 37 años, que ha tenido numerosos encuentros con ovnis y EBEs, se le extrajo del pie en enero de 1997 un extraño objeto de aspecto cristalino
Sorprendentes descubrimientos
“Los descubrimientos que se hicieron como resultado de estas intervenciones quirúrgicas son sumamente extraños. En todos los casos apenas hubo inflamación”, informó Roger Leir. Esta reacción no es habitual cuando hay tejidos ajenos al organismo. Normalmente, los cuerpos extraños incrustados en los tejidos suelen provocar algún tipo de inflamación crónica, además de fibrosis y formación de quistes. Algo que no ocurrió en estos casos.
Los informes patológicos posteriores a las dos primeras intervenciones revelaron que los objetos metálicos estaban recubiertos por una membrana gris muy densa y resistente, constituida por queratina, himosiderina y coágulo proteínico. Más concretamente, se trataba de proteína de sangre y células que se encuentran habitualmente en la capa superficial de la piel. Los resistentes “capullos” biológicos que recubrían los implantes también contenían células nerviosas de un tejido que no se encuentra en esta zona del cuerpo. Estas formaciones despedían una fluorescencia verde brillante en presencia de una fuente de luz ultravioleta.
Los implantes presentes en las dos mujeres de la segunda serie de intervenciones no poseían propiedades metálicas como los de la primera. De hecho, se trataba de objetos blanquecinos y esféricos que no contenían las resistentes cubiertas biológicas de los anteriores ni resplandecían bajo luz ultravioleta. Según los informes patológicos, estos implantes –posiblemente biológicos- tampoco produjeron inflamaciones. El objeto de aspecto cristalino extirpado del pie en la intervención más reciente tampoco estaba recubierto por ninguna membrana exterior gris y correosa y apenas produjo la inflamación observada en las demás extracciones. Los resultados de los exámenes emprendidos sobre la primera serie de implantes revelaron que los objetos metálicos con forma de aguja eran de origen meteórico y contenían al menos once elementos diferentes.
En una entrevista publicada en la revista Alien Encounter Magazine (Reino Unido), Derrel Sims hacía mención al hecho de que el organismo de estas personas no hubiera experimentado rechazo hacia los implantes: “Daba la sensación que esa densa membrana fibrosa formara parte de la propia superficie de la piel, como si los objetos metálicos hubieran estado envueltos en una funda de queratina. Las fibras nerviosas recubrían el tejido y parecían estar unidas a los nervios”. Para Derrel Sims, lo más probable es que estos implantes sean de origen extraterrestres, aunque en su opinión se necesitaría una evaluación detallada de todos los exámenes antes de poder facilitar más datos en este sentido. Sin duda la evaluación científica es nuestro mejor aliado, pero las experiencias y opiniones aportadas por personas implicadas en esas intervenciones quirúrgicas que se atrevan a exponer sus testimonios son igualmente importantes y esclarecedoras.
Las razones de una manipulación
Para no caer en la trampa y presuponiendo que los hechos son ciertos en virtud de muchas evidencias secundarias, hagámonos la pregunta más lógica: ¿Qué pretenden las EBEs –o cualesquiera que sean sus autores- con estos implantes? La tecnología con la que están construidos es muy importante desde el punto de vista científico, pero a nosotros nos interesa muy poco. Y menos aún como medio para controlar, modificar o sojuzgar mentes o individuos. Ese, por desgracia, es únicamente el propósito que la paranoia militar y las máximas autoridades que desgobiernan el mundo tienen en mente en su supuesto trato con alienígenas.
Lo que nos tiene que interesar es el propósito último, no sólo de los implantes, sino de la errática forma de actuar de nuestros visitantes del espacio. Y llegados a este punto, la imaginación se dispara; pues, en realidad, dada la infinita casuística del fenómeno ovni, disponemos de un amplio campo para divagar. Lo primero a tener en cuenta es lo siguiente: no es sólo una raza o un grupo de “extraterrestres” quienes están haciendo estas cosas. A juzgar por su diversidad, son muchos y muy diferentes los envueltos en esta tarea.
Ero, ateniéndonos al fenómeno que nos ocupa, podemos suponer que los implantes tienen dos fines: conocer con precisión dónde se halla y qué hace el individuo implantado y controlar su conducta, impulsándolo incluso a realizar actos que él no desea. Es también muy posible que exista alguna relación con ciertas experiencias genéticas, biológicas o médicas. Si es verdad lo que alguna de estas entidades les han dicho a los contactados sobre sus intenciones de adquirir algunas de nuestras características fisiológicas de las que ellos carecen, o bien crear una raza híbrida, es lógico que algunos de estos objetos estén relacionados con dicha finalidad.
Las implicaciones de estos hechos son enormes. No sólo por lo que significa el que seres inteligentes no humanos puedan controlar impunemente nuestra mente, sino porque quizá alguna persona con gran poder político y económico estén haciendo lo mismo desde las sombras, ayudados o engañados por estos viajantes espaciales y venidos de no se sabe dónde y cuyas intenciones nos resultan completamente desconocidas. En cuanto a esta última posibilidad apenas si tenemos noticias ciertas, pero son muchas las sospechas que desde hace tiempo circulan entre quienes conocen el tenebroso trasfondo del secreto militar en torno al fenómeno ovni.
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