jueves, 5 de noviembre de 2009

La Leyenda del 5º Regimiento de Norfolk

Dentro de la historia de las desapariciones misteriosas, la del 5º Regimiento Norfolk es de las más extraordinarias e increíbles.

En el aciago verano de 1915 Europa se suicidaba, envuelta en la guerra más espantosa y terrible que la historia había conocido, llamada la Primera pues fue el prologo de una Segunda aún más apocalíptica si poder hubiera. Millones de jóvenes morían en embarrados campos de batalla, en estúpidos e incompetentes ataques frontales de concentración contra las posiciones fortificadas por trincheras y casamatas, fáciles de defender gracias a una nueva arma para la que no estaban preparados los anticuados estados mayores, la ametralladora. Tras esta guerra Europa dejaba paso en el dominio del mundo a una nueva nación. Estados Unidos veía nacer su Imperio de entre las cenizas y sangre.

En agosto de 1915, el frente ruso se desmoronaba bajo la presión de los turcos, para librar al aliado ruso de esta presión, el alto estado mayor decide iniciar una operación en las playas de Galipolli.

El regimiento Norfolk tras desembarcar inició el avance hacia el interior del territorio turco, los regimientos avanzaban sin perder contacto visual. Los testigos del misterioso prodigio fueron los valerosos anzacs (Australiand and New Zeland Army Corps). Estaba despejado y sin nubes, el 4º Batallón Norfolk se dirigía hacia la cota 60 del monte Sai Bari, los anzacs comenzaron a murmurar sorprendidos, siguiendo el mismo rumbo una nube de unos 200 m con forma de huso llevaba la misma dirección que los soldados. La nube finalmente los alcanzó, descendió sobre los hombres y literalmente se los trago, pues fue imposible ver lo que pasaba dentro de la nube. Transcurrido un cuarto de hora la nube comenzó a ascender suavemente y se reunión con unas nubes más pequeñas de forma esférica perfecta, desapareciendo el grupo de nubes hacia una dirección contraria al viento.

Tras este extraño suceso presenciado por los anzacs no se encontró ni rastro del batallón Norfolk. El misterio aumento al finalizar la guerra cuando los turcos aseguraban no saber el paradero de los hombres del batallón Norfolk. Finalmente se les dio, oficialmente, por desaparecidos o muertos en combate.

Veamos que es lo que hay de histórico en esta leyenda: todo surge a raiz de un articulo, firmado por excombatientes, en la revista Spaceview de un número de 1965, 50 años después. En ese articúlo, F. Reichard (zapador), R. Newman (zapador) y J.L. Newman (soldado), pertenecientes a una sección neozelandesa que participó en Gallipolli, narraban lo que arriba hemos resumido, es decir la desaparición extraña y misteriosa de aquel grupo de hombres camino de la cota 60 de Sari Bari.

Lo primero que llama la atención es la tardanza, nada menos que cincuenta años, en sacar a la luz un suceso tan extraordinario. Lo segundo es que el 4º batallón Norfolk nunca desapareció, tras Gallipolli fue destinado a Egipto, dato que pueden comprobar cualquiera si visitan el museo on-line del Regimiento de su Graciosa Majestad en cuestión. Pero si ocurrieron cosas extrañas en aquellos sangrientos y negros días. Acontecimientos verdaderos que debieron vivir o por lo menos tener noticia estos excombatientes y que ya en la vejez debieron confundir y mezclar dando como resultado la leyenda del Batallón desaparecido. Uno de los sucesos más trágicos fue la aniquilación del Regimiento Rangers de Sherwood, desorientados al caer sobre ellos una espesa y repentina niebla se adentraron en territorio cubierto por la artillería pesada turca, fueron barridos por las explosiones, desaparecieron. Aquello debió impactar mucho a los jóvenes anzacs y quedar gravado en sus mentes. Otro suceso realmente extraño que sucedió solo unos días después, fue la desaparición del 5º Batallón Norfolk (no el 4º). Persiguiendo al enemigo y en mitad del fragor de la batalla, aquellos valerosos 250 hombres, se adentraron en un bosque espeso... y desaparecieron sin dejar rastro. Oficialmente muertos en ación.

El regimiento fue dado por “desaparecido”, es decir, por aniquilado, y a pesar de los esfuerzos de Inglaterra, que exigió su retorno a la patria al final de la guerra, tras la capitulación de 1918, Turquía respondió que no sabía nada de su existencia.

La conjunción de ambos hechos reales en unos momentos especialmente emotivos para aquellos ancianos (celebraciones y conmemoraciones de los cincuenta años de aquellos sucesos tan terribles y traumáticos), provocaron una respuesta, una vía de escape emocional, en forma de la Leyenda del Batallón Norfolk.

De los 410.000 hombres que desembarcaron en las costas de Gallipolli, 60.000 nunca regresaron, y 250.000 lo hicieron heridos o mutilados. Los turcos no tuvieron mejor suerte, 80.000 muertos y 200.000 heridos.

El testimonio de los soldados neozelandeses

"(El 21 de agosto de 1915) El día había despuntado y estaba claro, sin nubes a la vista (...) Sin embargo, había quizás seis u ocho nubes en forma de «hogaza de pan», todas parecidas, que flotaban encima de la cota 60. Se pudo ver que, a pesar de un viento sur que soplaba con una velocidad de 6 a 8 km/h, estas nubes no cambiaban ni de lugar ni de forma. Con respecto a nuestro punto de observación de una altura de 150 m, planeaban con cerca de 60 grados de elevación (1.200 m de altura). Bajo este grupo y en posición estacionaria sobre el suelo, se encontraba otra nube parecida en cuanto a su forma, que medía cerca de 250 m de largo, 65 m de alto y 60 m de ancho. Esta nube era extremadamente densa, hasta el punto de parecer sólida, y se encontraba a una distancia de entre 900 y 1.100 m del combate que se desarrollaba en el territorio ocupado por los ingleses. (...) Nuestra posición en altura dominaba la cota 60 por unos 90 m. Un poco más tarde, esta nube singular recubrió el lecho seco de un río, a menos que haya sido un camino encajonado, y pudimos distinguir perfectamente sus costados y sus extremos mientras estaba posada sobre el suelo. Como todas las demás nubes, era de color gris claro. Se vio entonces que un regimiento inglés compuesto por varios centenares de hombres, el cuarto de Norfolk, remontaba ese camino o lecho de río hacia ja cota 60. Cuando llegaron hasta la nube, penetraron en ella sin vacilar pero ninguno de ellos salió para combatir sobre la cota 60. Cerca de una hora más tarde, una vez que el último soldado hubo desaparecido en su interior, la nube se elevó muy discretamente del suelo y, como cualquier nube o neblina, subió lentamente hasta juntarse con las otras nubes (...) que parecían "arvejas dentro de su vaina". Durante todo este tiempo, el grupo de nubes se había mantenido inmóvil, pero en cuanto la extraña nube que se había levantado del suelo alcanzó su mismo nivel, partieron todas hacia el norte, es decir, hacia Erada (Bulgaria). Después de unos 3/4 de hora habían desaparecido".

Las contradicciones

Este relato se apoya sobre el testimonio hecho cincuenta años después de la campaña de los Dardanelos. Redactado, luego de un encuentro conmemorativo del Comando Unido de Australia y Nueva Zelandia (CUANZ), por tres soldados neozelandeses que pertenecían a la tercera sección de la primera compañía de ingenieros, este testimonio fue presentado como un llamado a prestar declaración destinado a las personas que eventualmente se encontraran todavía vivas y que hubieran asistido a este hecho.

Un examen del documento reveló, sin embargo, varios errores de hecho en el relato, que hacían dudar de su confiabilidad. Así, el cuarto regimiento de Norfolk mencionado por los tres soldados no es un regimiento sino un batallón y éste, por lo demás, terminó la campaña de los Dardanelos. En cambio, otro batallón del mismo regimiento, el quinto de Norfolk, fue efectivamente reportado como desaparecido luego de un ataque. Este tuvo lugar, no el 21 de agosto como lo indica el documento sino el 12, de acuerdo con los archivos militares ingleses y sucedió a cinco kilómetros de la posición supuesta por los testigos neozelandeses. Sin embargo, existe otro texto que relata un episodio similar, escrito poco después de la campaña, en el que no se encontró ninguna contradicción ni afirmación dudosa, y cuyo testimonio parece claramente más confiable.

¿Recuerdos verídicos o sugestiones posteriores?

Se trata del Informe final de la Comisión de los Dardanelos publicado en 1917. Según este documento, una "extraña bruma", que reflejaba los rayos del sol, cubrió la bahía y la llanura de Suyla el 21 de agosto, desdibujando las trincheras ocupadas por los otomanos y permitiéndoles, de ese modo, disparar más fácilmente sobre los aliados. Pero por más extraño que esto pareciera, tal fenómeno meteorológico era al parecer corriente en la región. Es igualmente ese mismo día 21 de agosto, en el curso de la tarde, que el informe cita el ataque de la famosa cota 60 por 3.000 hombres del CUANZ.

Al leer los dos episodios descritos en este documento oficial, las semejanzas con el tardío testimonio de los soldados neozelandeses son impactantes. De hecho, este último más parece una mezcla de los dos acontecimientos, presentados en el Informe final como distintos pero relatados en dos páginas enfrentadas...

Talvez esta disposición pudo influir en la memoria de los tres testigos. Habría que agregar que del quinto de Norfolk, que se reportó efectivamente como desaparecido, se recuperaron 122 cadáveres a partir del 23 de septiembre de 1919 Y, si se toma en consideración que 27.000 de los 34.000 muertos, entre soldados ingleses y del CUANZ, nunca fueron sepultados, se puede suponer que los cuerpos de los 145 soldados que faltan hayan podido ser mezclados con la tierra de un campo de batalla ahogado bajo un calor terrible, que podría haber sido un factor de putrefacción acelerado. Estos diversos elementos no constituyen ningún apoyo en favor de la autenticidad del testimonio de los tres neozelandeses.

Sin embargo, algunos autores siguen viendo allí el relato de un hecho real y justifican las contradicciones sobre la identidad del batallón o la fecha de aparición de la extraña nube aduciendo ciertas fallas en la memoria que serían del todo normales después de cincuenta años. No es tampoco menos cierto que los documentos oficiales de la época hablan de una bruma de una gran superficie y no de una nube de 250 metros de largo posada sobre el suelo. Se podría pensar que si un fenómeno como ese se hubiera producido, habría llamado inmediatamente la atención de los observadores militares que están siempre al acecho de un ardid del enemigo.

Al día de hoy, más de noventa años después, la desaparición del 5º Regimiento de Norfolk sigue siendo un misterio.

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