martes, 8 de diciembre de 2009

Operación Entebbe

El cine norteamericano nos ha acostumbrado a las maniobras militares secretas, rescates imposibles y misiones rocambolescas. Sin embargo, muchas veces la ficción se queda corta ante hechos ocurridos en la extraña historia de nuestro mundo. Como si se tratara de un guión de una película de dudosa calidad, en 1978 Jean Pierre Jorde, investigador del fenómeno OVNI, recopiló un caso ocurrido en las arenas de Egipto, que también fue difundido por el periódico californiano “La nación” dándole difusión mundial.

La pirámide de Snofru, en Dashur –Egipto-, al igual que las que la rodean, no había sido estudiada en profundidad por encontrarse en una zona militar restringida de alto secreto. Sin embargo, debido a una política de cooperación entre el gobierno egipcio y el israelí, el presidente Anwar el Sadat, en un alarde de generosidad permitió a un grupo de arqueólogos israelíes realizar excavaciones al norte de la pirámide de Snofru.

A mediados de Febrero de 1978, cuando los investigadores se hallaban a quince metros de profundidad explorando terreno virgen, la pata del trípode de una cámara fotográfica se apoyó sobre lo que parecía una piedra blanda. Se trataba de un material plástico de relleno que cedió dejando un hueco que revelaba la existencia de una caverna. Febriles de emoción ante lo desconocido se dedicaron a ampliar con picos y palas el agujero, así descubrieron algo que no parecía pertenecer al milenario Egipto y que desafiaba la lógica.

Se trataba de un disco de 120 centímetros de diámetro apoyado en tres patas, que se hacía más grueso hacia el centro, llegando a alcanzar los tres metros; era de un material metálico suave y brillante que no parecía afectado por el paso del tiempo. Cuando examinaron el interior de la caverna no se encontraron con antiguos ídolos o herramientas típicamente egipcias, sino con tableros y equipos electrónicos en perfectas condiciones de conservación. Ante la magnitud del descubrimiento los investigadores decidieron sacar gran cantidad de fotos para mandarlas con el fotógrafo a Tel Aviv para que el Estado Mayor decidiera qué hacer con tal descubrimiento en tierras “enemigas”. Mientras, el resto del equipo cubriría con una lona la caverna y continuaría los trabajos de excavación a la espera de instrucciones.

Las fotos llegaron al Ministerio de defensa de Israel y se reunió el Sal –consejo militar ultrasecreto- para discutir la solución al problema de qué hacer con el objeto. El resultado llegó la madrugada con la conclusión de que tenía que ser recuperado y llevado al país para el estudio y aprovechamiento de la tecnología con fines preferentemente militares. Para ello se elaboró la operación “Entebbe”. Un pequeño comando con lo mejor del ejército se infiltraría sin ser detectado en tierras egipcias hasta llegar al emplazamiento del artefacto, que sería trasladado de vuelta a Israel. La operación fue planeada a toda prisa y se dio como fecha el 1 de marzo, se preveía un enfrentamiento con las fuerzas egipcias que se dio como inevitable a pesar del avance de las relaciones diplomáticas de paz entre ambos gobiernos.

En la operación participarían tres aviones Hércules 103 E como transporte; uno llevaría un hospital de campaña y los otros, cuatro jeeps y armas ligeras con 100 comandos. Además un Hércules 103 H –conocido como hipopótamo- trasladaría un camión de arrastre de 10.000 kg. Encargado de transportar la valiosa mercancía. Para cubrir el área y asegurar el éxito, un escuadrón de aviones F4 también participaría en la operación. Debido a que la operación se realizaría en pleno corazón de Egipto y que la vuelta se haría por tierra recorriendo una enorme distancia, los vehículos fueron especialmente equipados para la operación. Así, al camión se le acoplaron en sus laterales exteriores tanques de gasolina protegidos por planchas de acero, tras la cabina se dispusieron dos motores con cabrestantes para cargar la mercancía por una larga rampa preparada a propósito. Los jeeps también fueron equipados con tanques de gasolina extra.

La operación se calificó de alto riesgo, y tenía que conseguirse a cualquier precio, de modo que cualquier vehículo averiado se abandonaría al instante, al igual que los heridos que no se pudieran trasladar, aunque un quinto avión Hércules se usaría como “vehículo escoba”. Los aviones llegarían al emplazamiento volando por el sudeste del Sinaí y el Mar Rojo, adentrándose directamente hacia el bajo Egipto. Una vez allí y en el plazo de dos horas se cargaría el objeto en el camión , que regresaría abriéndose paso atravesando los alrededores del Mar Rojo y acortando por la península del Sinaí hasta llegar a casa. Con el camión irían los cuatro jeeps como protección. No habría paradas hasta llegar al Nilo, dos de los agentes secretos tendrían preparadas lanchas para cruzar el río. Toda la operación se basaba en el factor sorpresa para llegar y la rapidez en salir antes de que El Cairo enviara tropas para interceptar el convoy o cortarse la retirada.

De modo que a las tres de la madrugada despegaban del aeropuerto del Tel Aviv en lo que se dio como una misión de rutina mientras el alto mando de las Fuerzas Armadas esperaban en vilo el desenlace de la operación, en la que el éxito podría suponer una superioridad tecnológica vital sobre los países vecinos siempre hostiles. El fracaso sería que un enemigo como “Egipto” se hiciera con esa misma ventaja.

A las 13:00 h. Los aviones llegaron según lo previsto a la excavación, el Hércules habilitado como hospital sería el encargado de repatriar a los nueve nerviosos investigadores. Se estableció un perímetro de defensa alrededor de la pirámide mientras era descargado en camión que se dirigía a la caverna. Cuando los comandos ya estaban enganchando el misterioso objeto para cargarlo aparecieron las tropas egipcias alertadas por el radar que detector la llegada de los Hércules. Los egipcios mandaron un pequeño contingente sospechando que algo más o menos importante intentaban llevarse sin sospechar la importancia de la operación. De modo que saltaron de sus vehículos y formaron un frente de batalla a cierta distancia. Los israelíes, mejor preparados y entrenados, respondieron al ataque con morteros y armas ligeras de modo que en diez minutos los egipcios se retiraban con fuertes bajas pero a la espera de un numeroso refuerzo que se acercaba a gran velocidad hacia la excavación.

Cuando el objeto se hallaba ya sobre la plataforma llegaron las tropas egipcias y comenzó una dura batalla. Los morteros israelíes no paraban de bombardear a las tropas enemigas mientras los cañones antitanque se cebaban en los vehículos egipcios, que no esperaban una lucha tan desesperada. La calidad de las armas israelíes y el ser tropas de élite dio la victoria sobre un enemigo superior que intentaba en vano rodearlos o abrir brechas en sus filas. Cuando la valiosa carga ya estaba en el camión los jeeps se colocaron entorno a él cubriéndolo con sus ametralladoras calibre cincuenta enfriadas por agua mientras continuaba el combate. Los Hércules despegaron entre una lluvia de proyectiles mientras los F4 masacraban las tropas egipcias y los comandos arrasaban el campo de batalla con cohetes. Cuando el convoy por fin pudo partir con quince minutos de retraso sobre el horario previsto, once comandos estaban muertos y otros tres heridos; en los alrededores de la excavación yacían innumerables cuerpos de soldados egipcios muertos o heridos sobre las ardientes arenas del desierto, frente a la pirámide de Snofru.

Dos jeeps avanzaban delante del camión y otros dos detrás protegiendo la carga. Los vehículos egipcios habían sido destruidos pero esperaban en cualquier momento el ataque de la aviación. Para cuando llegaron al Nilo, los F4 ya habían sostenido una dura batalla contra los Mig egipcios. Las tropas enviadas por el Cairo no podrían llegar a tiempo de interceptar el convoy, tal y como se había planeado, pero las fuerzas de Egipto que se hallaban en la ruta sí presentaban una desesperada lucha hasta que alas 15:00 h. Los israelíes se vieron obligados a parar para presentar batalla ante la dura oposición. Cuando pudieron continuar, diez comandos habían muerto y un jeep estaba destruido. La larga travesía continuó durante toda la noche al igual que la persecución y los ataques esporádicos.

Al amanecer aún quedaban 800 Km. de desierto por recorrer y el combustible escaseaba. Entonces entró en acción el quinto Hércules que aterrizó en las inmediaciones proveyendo de gasolina, repuestos y aceite, llevándose a los heridos de vuelta a casa. Continuaron la dura marcha siempre con enfrentamientos hasta el punto que tener que recurrir al mismo camión para cubrirse. Las bajas fueron grandes en ambos bandos, pero al fin llegaron a su destino.

¿Mereció la pena tanta sangre? ¿Sirvió de algo crear una situación internacional tan delicada por un misterio? El motivo de tanta muerte y sangre derramada: un OVNI enterrado bajo las arenas del desierto hace miles de años, con una tecnología superior a la nuestra, esperando ser desenterrado para darle un uso según nuestra conciencia.

Los israelíes sostienen que mereció la pena más que de sobra, pero mantienen el secreto sobre lo que contenía el objeto, aunque sí adelantan que han desarrollado armas de extraordinaria potencia y otras están a la espera de que los científicos puedan desentrañar sus secretos. Otras aplicaciones aún están en debate por parte de las autoridades israelíes.

Se han realizado experimentos con una sustancia que retarda en envejecimiento. Con sujetos mayores de 81 años el proceso de deterioro típico de la edad se detiene tras algunas semanas de tratamiento, unos se renovaron cerebralmente hasta el punto de querer regresar a la universidad y otros recuperaron el apetito sexual queriéndose casar entre ellos. Pero precisamente en un país en que se tiene que luchar palmo a palmo por ocupar un poco más de territorio no se pueden permitir el lujo de vivir más y así a aumentar la población, de modo que esta aplicación civil aún no se ha usado.

Los investigadores israelíes afirman que pueden encontrarse más objetos como este enterrados en las cercanías de la pirámide de Snofru, que precisamente destaca entre todas las demás en que a dos tercios de la cima el ángulo de inclinación se cierra. Para los egiptólogos esto es debido a que una vez llevaban dos terceras partes construidas debieron acabar la construcción antes de lo previsto de modo que cambiaron la inclinación. Para otros la razón puede ser muy diferente, hay quien afirma que la razón es que se trataba de una especie de batería energética a naves extraterrestres.

Lo cierto es que si se nos ha “vendido” la idea de que los EE.UU poseen un OVNI o tecnología extraterrestre, también es posible que otras naciones la posean. Un argumento a favor de esta teoría es que el avance tecnológico que está experimentando en estos tiempos esta fuera de lugar y es más que raro si se observa la historia de la humanidad.

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