En el siglo pasado, un noruego llamado Jacob Hanson llegó a Baja California prácticamente como un ermitaño, y adquirió una propiedad en la zona central de la Sierra de Juárez, donde estableció un rancho con el objeto de criar ganado de calidad.
Cuenta la leyenda que la actividad ganadera del noruego generó una verdadera fortuna, la cual enterró en un lugar secreto dentro de su propiedad, por no existir entonces bancos donde depositar el dinero en los alrededores. Un día, aprovechando la soledad en que vivía Hanson, unos forajidos lo asaltaron y lo asesinaron, pero ni ellos ni los muchos exploradores que llegaron al lugar pudieron hallar el tesoro que celosamente escondió el noruego.
Sin embargo, Hanson dejó para la posteridad otro tesoro que protegió en vida y que persiste hasta nuestros días: una vasta laguna dentro de lo que fuera su propiedad, rodeada de pinares y única en Baja California por su singular belleza.
Cuenta la leyenda que la actividad ganadera del noruego generó una verdadera fortuna, la cual enterró en un lugar secreto dentro de su propiedad, por no existir entonces bancos donde depositar el dinero en los alrededores. Un día, aprovechando la soledad en que vivía Hanson, unos forajidos lo asaltaron y lo asesinaron, pero ni ellos ni los muchos exploradores que llegaron al lugar pudieron hallar el tesoro que celosamente escondió el noruego.
Sin embargo, Hanson dejó para la posteridad otro tesoro que protegió en vida y que persiste hasta nuestros días: una vasta laguna dentro de lo que fuera su propiedad, rodeada de pinares y única en Baja California por su singular belleza.
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