La leyenda del hombre pez de Liérganes es sin dudas una de las más interesantes de toda la historia española. La misma comienza en el año 1658, precisamente un 22 de octubre, fecha en la cual nacía en el pueblo de Liérganes (Santander) un niño a quien su madre lo llamó Francisco de la Vega Casar. La leyenda cuenta que Francisco mostraba mucho interés por la pesca desde pequeño, arte que le había enseñado su padre así como también amaba nadar en las aguas del río, ya sea en invierno o verano.
Una vez llegado la adolescencia, Francisco es llevado a Bilbao para aprender el oficio de carpintero debido a que su padre había fallecido y el necesitaba una salida laboral para ayudar a su familia. En el año 1764 Francisco, acompañado de dos amigos, decide ir a disfrutar de las aguas de un río cercano a su hogar. Se sumergieron en las aguas durante largo tiempo hasta que en un momento los amigos de Francisco se dan cuenta que éste se estaba alejando demasiado de la orilla. Lo buscaron durante largas horas, pero el joven no aparecía. Los amigos pensaron que se había ahogado víctima de algún remolino del río.
Los jóvenes corrieron hasta el taller del carpintero a avisar a éste de la desaparición de Francisco y luego de reunir un equipo de búsqueda, los resultados fueron en vano: Francisco había desaparecido en las aguas del río.
Pero la historia de Francisco de la Vega Casar no tendría fin: en verano de 1679 un grupo de pescadores emprendieron su tarea en las aguas del río donde el joven había desaparecido misteriosamente. Luego de un rato se percataron de un pez muy grande que a lo lejos daba vueltas por el aire.
Sorprendidos por la magnificencia de los saltos y el tamaño del pez, deciden pescarlo para ver de qué tipo de animal se trataba. Ese día la pesca del gigante fue en vano. Al día siguiente, los pescadores emprendieron otra vez la pesca tratando de esta vez sí salirse con la suya. Luego de unos minutos lograron atraparlo con una enorme red y decidieron trasladarlo hasta el muelle más cercano para indagar sobre el mismo.
Y es aquí en donde la leyenda toma vida: luego de desenredar al animal de la red, se quedaron atónitos al ver que no retrataba de un animal acuático sino de un ser humano de gran estatura, tez pálida y cabello muy rojo: era un ser humano deformado con escamas de pez y manos con forma de palma de pato. Inmediatamente lo durmieron con un tranquilizante y decidieron trasladarlo hasta un convento cercano al río.
Los monjes del convento aseguraban que estaba poseído por el diablo. Luego de varios ritos de exorcización, lograron que el pez-hombre pronunciara una palabra: “Liérganes”. Uno de los monjes advirtió inmediatamente que esa palabra se refería al pueblo de Santander. Un rato más tarde enviaron un emisario del convento al pueblo de Santander para avisar sobre el episodio y un día más tarde llevaron a Francisco a la casa de su madre, lugar en el cual el joven- pez no demostraba interés alguno.
Pasaban los días y Francisco no emitía palabra alguna. Apenas se alimentaba y dormía casi todo el día.
En febrero de 1687 la historia cambió su rumbo: la madre de Francisco escuchó un ruido fuerte proveniente del jardín, una especie de alarido tal como el que emite un animal herido. Al salir al exterior vio a Francisco correr hacía el río, sumergiéndose en pocos segundos sin dejar tiempo a que lo detengan. Desde aquella vez nadie ha vuelto a saber nada de él.
El río al cual nos hemos referido es el famoso río Miera. Hoy en día son cientos de personas las que asisten curiosamente a buscar algún rastro del hombre pez de Liérganes. Sin embargo, nada se sabe hasta hoy de él.
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