lunes, 19 de septiembre de 2011

El mito del unicornio: Símbolo de pureza

El unicornio es una de las criaturas fantásticas más bellas que ha trascendido el plano fantástico, manteniéndose presente desde la antigüedad hasta nuestros días. Para quienes lo ignoren, este es un elegante caballo blanco que presenta un cuerno en la mitad de su frente, dicha característica le ha dado su nombre.

Si decidiéramos remontarnos en el tiempo y realizar un rastreo para saber cuando fue retratado por primera vez, sorprendentemente deberíamos remontarnos al periodo Paleolítico, ya que en la región francesa de Lascaux se han encontrado en una cueva más de mil pinturas rupestres con motivos de hombres y animales entre los que se encuentra este mágico animal.

Por otra parte, aunque en Grecia y en Roma no fue ignorado, su figura fue fundamental sobre todo en la Edad Media, donde un bestiario no era concebido sin esta criatura. Hay que tener en cuenta que la Iglesia, en ese momento, utilizaba imágenes con fines didácticos para transmitirle conocimientos al pueblo que era analfabeto. El unicornio fue elegido como símbolo de la pureza, de la virginidad.

Era también considerado un ser real tan puro como poderoso. Algunas de sus principales características eran la velocidad que lo tornaba inalcanzable y su espíritu indomable. Es por esto que era una de las piezas más preciadas a la hora de la caza y se creía que quien lograba adueñarse de su cuerno lograba tener el ingrediente central de conjuros que curaban enfermedades, potabilizaban el agua, neutralizaban el efecto de cualquier veneno y hasta de la inmortalidad. Obviamente muchos caballeros invertían fortunas en conseguir tan fantástico elemento.

Claro que el unicornio tenía un punto débil ante el cual se mostraba vulnerable, indefenso. Al igual que el dragón, si una doncella virgen se encontraba ante él, este se volvía totalmente dócil, por lo cual estas eran utilizadas como el elemento principal de una trampa letal. La tradición sostiene que, en algunos casos, las doncellas eran tan ingenuas que ni tan siquiera podían imaginar a qué eran expuestos, tras su captura, estos míticos animales.

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