jueves, 23 de febrero de 2012

El prisionero de la máscara de hierro: Un misterioso personaje francés de los siglos XVII-XVIII

“Cae el 14 de Julio de 1789 en París y con él la fortaleza conocida como la Bastilla. Los rebeldes entran por los pasillos de la prisión. Corren ansiosos, gritando exaltados, eufóricos. Liberan a su paso a los pocos prisioneros que, en esos momentos, allí se encuentran.
Pero en una de las lúgubres mazmorras encuentran un esqueleto encadenado. Cubre su calavera una grotesca máscara de hierro. Durante un eterno segundo, la euforia de sus caras se convierte en horror y el silencio invade la estancia...”

Este trágico final del cautivo desconocido es producto de la rumorología popular. Sus restos corrieron una suerte distinta según consta en los pocos documentos encontrados. Pero vayamos por partes y comencemos con su historia:
Corría el año 1698. Bènigne Auvergne de Saint Mars, nuevo alcaide destinado a la Bastilla, llega, sobre las tres de la tarde del 18 de septiembre, a la parisina prisión, trayendo a un prisionero que cubre su cara con una máscara de terciopelo negro, (según parece, no era de hierro). Al pasar por el registro de entrada, misteriosamente no se toma nota de su nombre. Este hombre enmascarado, que había estado ya en otras cárceles de alta seguridad, había pasado encarcelado los últimos 29 años de su vida, y siempre bajo la estricta vigilancia de Saint Mars.

Nunca nadie vio el rostro oculto bajo la máscara. Al preso no se le permitió tomar contacto con otros prisioneros. Vivía bajo amenaza de muerte si osaba hablar de algo que no fuera sus necesidades físicas. No tenía, por supuesto, ningún tipo de contacto con el mundo exterior.

Cinco años después, el hombre sin rostro y sin nombre cayó enfermo. El 19 de noviembre de 1703, a las 10 de la noche, por fin su alma se liberó de las mortales cadenas. Entonces se quiso borrar toda huella de su paso por la Bastilla y se quemó todo aquello que utilizó durante tan solitarios años. Fue enterrado en el cementerio de San Pablo. En registro parroquial se le puso por nombre M. de Marchiel. Se le suponían unos 45 años...

Varias son las teorías sobre quién era el misterioso caballero a quien se ocultó de manera tan cruel. Dicen que entre los pocos que conocían quien era realmente estaba el propio Rey Luis XIV, el Rey Sol, que poseía el poder de arrestar y encarcelar a voluntad y así lo había puesto en práctica.

Una de las teorías afirma que bajo la máscara de terciopelo negro podría estar un hermano bastardo de este rey absolutista, fruto de los amoríos de su madre, Ana de Austria, con el poderoso cardenal Mazarino. Otra habla de que, en realidad, era su hermano gemelo. Esto parece confirmarlo el famosos cardenal Richelieu en una de sus obras, en la que habla de que Ana de Austria tuvo dos hijos el mismo día pero con muchas horas de diferencia, siendo el primero alabado como futuro rey y el segundo escondido en el más oscuro de los secretos.

En aquellos días, y según la ley, era considerado mayor el segundo de los hijos que nacía en un parto gemelar. Como el alumbramiento se demoró demasiado, cuando el segundo nació ya el primero había sido nombrado rey. Para evitar posibles problemas, a la reina se le dijo que su segundo varón había muerto, y éste fue desterrado a una vida humilde.

Pero ocurrió lo inevitable: al crecer su parecido con el Rey de Francia fue cada vez mayor. Decidieron entonces enviar a Eustache Dauger, que así se llamaba, a Inglaterra donde Enriqueta María, esposa de Carlos I y tía de su padre, le ofreció esta vez una esmerada educación.

Al conocer su procedencia, Eustache quiso reclamar el trono y se puso manos a la obra. Con ya 31 años y con la ayuda de un francés llamado Roux de Marsily, que trabajaba secretamente contra Francia, se propuso ocupar el lugar que por ley le correspondía.

Pero la suerte no estaba de su parte. Roux de Marsily fue detenido y torturado hasta la muerte, y antes de expirar confesó la verdad sobre su acompañante. Fue entonces cuando fue apresado y comenzó su peregrinación, siempre con su máscara de negro terciopelo, por distintas cárceles hasta terminar en la Bastilla.

Aunque tampoco esta versión puede demostrarse con documentos históricos, es una de las que más aceptadas sobre quién era el misterioso hombre de la máscara.

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