domingo, 23 de septiembre de 2007

El valor verdadero de la discapacidad

“Pensamos que la discapacidad es una limitación para el individuo. Pero esa misma discapacidad es una oportunidad de conocer nuestra fortaleza interior, de agradecer la bendición de contar con nuestros otros sentidos, como un bien preciado. Para los que nos rodean es un descubrir en sí mismos su propia capacidad de convivir con la diversidad. Es cierto, no es fácil las primeras veces, interactuar con alguien diferente. Pasado el primer impacto, todo fluye, todo sigue su curso, y es ahí cuando crece nuestra comunidad y nosotros mismos. Cada día que pasa, es más fácil superar los obstáculos, cuando decidimos que así sea. Algunos acostumbrarán a pedir el auxilio necesario, el otro a ser interrumpido por ese pedido. Ambos tenemos oportunidad de hacernos mejores, el uno a ser generoso con su tiempo, y el otro a ser humilde, ambos desarrollan el don de la paciencia. Que pierde un sentido total o parcialmente, se queja y reclama por el bien perdido, en vez de agradecer el bien recibido, todo el tiempo previo, aquel que oía, no perdió la palabra y tuvo la capacidad de comunicarse, aquel que perdió la vista, tuvo la dicha de conocer la luz y el color. Ellos no conocen la diferencia del tener o no ese sentido, cuando han nacido sordos, ciegos o con otro problema. Somos los seres humanos, los que marcamos esa diferencia sin intención, y sufrimos por un bien no recibido, mas si miramos las cosas desde el punto de vista del camino de perfección, es una oportunidad de hacernos mejores personas, de hacernos crecer en el espíritu. A veces nos resulta inexplicable, no lo entendemos, juzgamos muchas veces inútil una vida por cualquier problema. Pero cada día recibimos bendiciones y las dejamos pasar como cosas sin importancia: la bendición de una sonrisa, de una mirada, la calidez de unas manos. Pues el espíritu es libre y éste no tiene limitación alguna, nuestro cuerpo está para servir al espíritu y esa es la razón que ésta se presenta como oportunidad de crecer, de amar, de ser generoso, de ser solidario, no es sólo por el bien para mí, sino por el bien para otros, porque a la larga también será un bien para mí. Sólo cuando no caemos en la desesperanza, las puertas se abrirán aquí y allá, se nos mostrará el lado amable adonde vayamos, seremos protegidos, y por sobre todo, creceremos día a día superando las dificultades, superando las metas y expectativas de nuestras propias vidas. No es fácil evolucionar, no es fácil aprender nuestras lecciones en el mundo, pero podríamos evitarnos los sentimientos de culpabilidad, los sentimientos de autocompasión y compasión, y fortalecer los sentimientos de fe, de amor, de generosidad, de solidaridad y de paciencia.”

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