En lenguaje de ciencia-ficción, podríamos decir que el Amuleto crea un campo de fuerza mágico en torno a quien lo lleva, incluso un animal o una planta, ya que se supone que todo ser vivo es susceptible a ser hechizado o sufrir los efectos funestos del mal de ojo.
El hombre común, por muy racionalista que sea, se ve cada día confrontado con algunos fenómenos que llamamos “fortuitos”, los sucesos accidentales que pueden traducirse en resultados felices o desdichados. Uno advierte que personas con la misma capacidad, la misma información y los mismos recursos, tienen sin embargo suertes distintas. A unos el éxito les resulta fácil mientras que a otros se les hace cuesta arriba. Entonces, en las profundidades cerebrales, nos vemos compelidos a admitir que hay algunos factores desconocidos, misteriosos, que hacen el futuro poco previsible pese a nuestros mejores cálculos y razonamientos una realidad que desafía a la razón, que nos preocupa y ante la cual no estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados. ¿Por qué Fulano se ganó la Lotería y yo no? Es entonces cuando nuestra mente comienza a fijarse en ciertas coincidencias: “hoy día me estuvo dando vueltas esa canción, y todo me resultó tan fácil y tan bien”, “desde que se nos quebró el espejo, pareciera que todo anda mal en esta casa”. Nuestro fiel cerebro trabaja por su cuenta utilizando el llamado “método inductivo”, según el cual cuando pasa algo en ciertas circunstancias, volverá a pasar cuando las circunstancias se repitan y viceversa.
Estaba dentro de la brujería normal, de acuerdo a las tradiciones, incluso aquellas tradiciones filtradas por una cultura milenaria capaz, como dice Carl Jung, de extraer a medias los arquetipos del inconsciente colectivo, y modelarlos en forma de mitos elaborados.
En efecto, entre la Vara de Aarón y el báculo del mago Merlín, a más de cuatro mil años de distancia y en pueblos racial e históricamente remotos entre sí, no hay sin embargo ninguna diferencia sustancial. El poder de un Dios llega tanto al bastón como a quien lo empuña. Para que el bastón funcione tiene que ser hecho de una madera especial, de un trozo especial con una forma, fibra y nudosidades especiales, y habrá de utilizarlo un hombre también especialísimo.
En un sentido estricto, cada uno de los instrumentos de trabajo de un hechicero es por sí mismo un Talismán. Con esos talismanes, el hechicero puede confeccionar otros talismanes o bien amuletos. Según las tradiciones, los amuletos son objetos de poder de naturaleza pasiva, destinados solamente a proteger a quien los usa. Los talismanes, en cambio, son de naturaleza activa, y se utilizan como herramientas o como armas.
El hombre común, por muy racionalista que sea, se ve cada día confrontado con algunos fenómenos que llamamos “fortuitos”, los sucesos accidentales que pueden traducirse en resultados felices o desdichados. Uno advierte que personas con la misma capacidad, la misma información y los mismos recursos, tienen sin embargo suertes distintas. A unos el éxito les resulta fácil mientras que a otros se les hace cuesta arriba. Entonces, en las profundidades cerebrales, nos vemos compelidos a admitir que hay algunos factores desconocidos, misteriosos, que hacen el futuro poco previsible pese a nuestros mejores cálculos y razonamientos una realidad que desafía a la razón, que nos preocupa y ante la cual no estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados. ¿Por qué Fulano se ganó la Lotería y yo no? Es entonces cuando nuestra mente comienza a fijarse en ciertas coincidencias: “hoy día me estuvo dando vueltas esa canción, y todo me resultó tan fácil y tan bien”, “desde que se nos quebró el espejo, pareciera que todo anda mal en esta casa”. Nuestro fiel cerebro trabaja por su cuenta utilizando el llamado “método inductivo”, según el cual cuando pasa algo en ciertas circunstancias, volverá a pasar cuando las circunstancias se repitan y viceversa.
Estaba dentro de la brujería normal, de acuerdo a las tradiciones, incluso aquellas tradiciones filtradas por una cultura milenaria capaz, como dice Carl Jung, de extraer a medias los arquetipos del inconsciente colectivo, y modelarlos en forma de mitos elaborados.
En efecto, entre la Vara de Aarón y el báculo del mago Merlín, a más de cuatro mil años de distancia y en pueblos racial e históricamente remotos entre sí, no hay sin embargo ninguna diferencia sustancial. El poder de un Dios llega tanto al bastón como a quien lo empuña. Para que el bastón funcione tiene que ser hecho de una madera especial, de un trozo especial con una forma, fibra y nudosidades especiales, y habrá de utilizarlo un hombre también especialísimo.
En un sentido estricto, cada uno de los instrumentos de trabajo de un hechicero es por sí mismo un Talismán. Con esos talismanes, el hechicero puede confeccionar otros talismanes o bien amuletos. Según las tradiciones, los amuletos son objetos de poder de naturaleza pasiva, destinados solamente a proteger a quien los usa. Los talismanes, en cambio, son de naturaleza activa, y se utilizan como herramientas o como armas.
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