Muchas veces, escuchamos relatos o historias que nos parecen llenas de fantasía e imposibles de ser verdad. Es entonces que vemos que la realidad, no sólo supera a la ficción en lo asombroso, sino también en lo espeluznante. Muchos de nosotros hemos oído de pequeños la historia de "Barbazul" y como mataba a sus esposas.
Lo cierto es que esta historia se basa en un hombre que de verdad existió, en la Francia del siglo XV y de quien aunque no se conservan retratos, se dice que tenía una barba de tinte azulado. No obstante, sus crímenes no fueron el asesinato de mujeres, sino el de niños y niñas con macabro sadismo.
Gilles de Laval, Marques y Barón de Rais (en algunos casos su apellido puede verse escrito como Rays, Rayx o Retz), nació a finales del año 1404 en el castillo de Machécoul, Francia.
A la edad de nueve años, perdió a su padre; mientras que su madre, quien se casó con mucha rapidez luego de la muerte de su marido, los abandonó a él y a su hermano René, falleciendo ella dos años después.
De todas formas, su padre en vida, ya había tomado los recaudos para la futura educación de sus hijos, en caso de que él faltase prematuramente; había estipulado que fuesen criados por uno de sus primos y educados por dos sacerdotes. En lugar de esto, los niños fueron enviados a vivir con Jean de Craon, su abuelo, hombre de un temperamento violento que se preocupaba mucho más por atender sus propios asuntos que por sus nietos, aun cuando siendo Gilles el mayor, se convertía en el único heredero de toda la fortuna familiar, de acuerdo a la ley vigente en esa época, que aseguraba todas las propiedades al primogénito.
De su infancia, sabemos que fue un niño muy inteligente, capaz de leer el latín con fluidez y amante de la música, además recibió el entrenamiento militar que todos en su familia de caballeros medievales habían tenido. Entre tanto, secretamente leía ávidamente Suetonio, extasiado por los detalles de la vida de los emperadores romanos y sus excesos sexuales. Gilles admitió, más adelante en su vida, durante su juicio que las historias relatadas por el autor latino habían exaltado su tendencia a las fantasías sexuales, más aún siendo él homosexual.
Lo cierto es que esta historia se basa en un hombre que de verdad existió, en la Francia del siglo XV y de quien aunque no se conservan retratos, se dice que tenía una barba de tinte azulado. No obstante, sus crímenes no fueron el asesinato de mujeres, sino el de niños y niñas con macabro sadismo.
Gilles de Laval, Marques y Barón de Rais (en algunos casos su apellido puede verse escrito como Rays, Rayx o Retz), nació a finales del año 1404 en el castillo de Machécoul, Francia.
A la edad de nueve años, perdió a su padre; mientras que su madre, quien se casó con mucha rapidez luego de la muerte de su marido, los abandonó a él y a su hermano René, falleciendo ella dos años después.
De todas formas, su padre en vida, ya había tomado los recaudos para la futura educación de sus hijos, en caso de que él faltase prematuramente; había estipulado que fuesen criados por uno de sus primos y educados por dos sacerdotes. En lugar de esto, los niños fueron enviados a vivir con Jean de Craon, su abuelo, hombre de un temperamento violento que se preocupaba mucho más por atender sus propios asuntos que por sus nietos, aun cuando siendo Gilles el mayor, se convertía en el único heredero de toda la fortuna familiar, de acuerdo a la ley vigente en esa época, que aseguraba todas las propiedades al primogénito.
De su infancia, sabemos que fue un niño muy inteligente, capaz de leer el latín con fluidez y amante de la música, además recibió el entrenamiento militar que todos en su familia de caballeros medievales habían tenido. Entre tanto, secretamente leía ávidamente Suetonio, extasiado por los detalles de la vida de los emperadores romanos y sus excesos sexuales. Gilles admitió, más adelante en su vida, durante su juicio que las historias relatadas por el autor latino habían exaltado su tendencia a las fantasías sexuales, más aún siendo él homosexual.
Gilles en la Corte Francesa de Carlos VII
Cinco años más tarde, fue a la corte del Delfín donde dejo una favorable impresión, debido a su buena educación y atractiva apariencia.
Le gustaba mucho la lectura, y ocupaba mayormente su dinero y tiempo en coleccionar libros, entre los cuales estaba una copia de “La ciudad de Dios” de San Agustín. Sin embargo, también se preocupaba mucho por hacer que los servicios religiosos y la apariencia de las capillas de sus castillos, fueran lo más elaborados y esplendorosos que pudiera obtener, en los cuales gastaba enormes cantidades de dinero. Esto fue en realidad, lo que provocó una disminución importante en su fortuna. No obstante, hubo un momento en que llego a ser el noble más rico de Europa, y por si fuera poco, para seguir nutriendo sus arcas raptó a su prima (instigado por su abuelo) Catherine de Thouars, una heredera extremadamente rica, con la que se casó públicamente el 24 de abril de 1422 y que le daría una hija (llamada Marie) en 1429.
Fue en 1429, que Gilles estando presente en Chinon, presenció la llegada de una joven venida de una pequeña aldea llamada Domremy, con apenas diecisiete años exigía ver al Delfín. Sus motivos eran dos: aseguraba ser la enviada de Dios para derrotar los ingleses que acampaban cerca de Orleáns y colocarlo a él en el trono de Francia. Aunque Todos le decían al príncipe que la muchacha estaba completamente loca, viendo todos los peligros que había sorteado en su viaje para verlo, él decidió ponerla a prueba.
Como es conocido, hizo sentar a uno de sus pajes al trono y él se vistió con sus ropas, pero la joven inmediatamente lo reconoció y le expuso su plan a solas.
En vista de esto, Carlos VII le ordenó al marques de Rais que acompañara a “la Doncella” a Orleáns. Una posibilidad, dicen algunos, es que el joven príncipe notó la fascinación Gilles con la figura de la joven (un poco masculina) y su gran vitalidad.
Al lado de quien luego sería la Santa Patrona de Francia, Juana de Arco, Gilles de Rais luchó dando muestras de gran valor, en Orleáns y en Patay, donde derrotó nuevamente a los ingleses, debido a esto, ambos se convirtieron en héroes nacionales (Jeanne aún sin salir de la adolescencia y Gilles con veinticuatro años) .
Cuando llego el momento de la coronación del Delfín, a Gilles le fue concedido el honor de ser quien colectara el óleo sagrado con el que el rey sería ungido.
Luego de la coronación a Gilles se le otorgaron otros dos altos honores: fue nombrado Mariscal de Francia y se le permitió incluir la Flor de Lis en su escudo de armas.
Sin embargo, el trágico final de Juana de Arco estaba cerca, ministros llenos de envidia, se encargaron de eso.; además el auto indulgente y débil rey hizo poco o nada para ayudarla en el momento de más necesidad, y por si fuera poco su memoria tardo largos años en ser reivindicada. Al año siguiente fue apresada por los ingleses, y con el apoyo de la mayoría de los nobles franceses y la Iglesia, quemada viva en Ruan en 1431, bajo falsos cargos de brujería. Al morir ésta Gilles aseguró que la "pureza" había muerto, no obstante el mismo que dijo esas palabras fue un verdadero sádico que sólo obtenía placer a través de las torturas que infringía a sus víctimas.
A los 25 años renunció al honor que se le había impuesto de Mariscal de Francia, y tras retirarse a sus posesiones de Tiffauges, se dedicó a convertirse en la otra cara de la moneda. Dejó de luchar por el bien para luchar por el mal guiado por la alquimia y el sacerdote Prelati del que creía conseguiría la piedra filosofal.
LOS ASESINATOS
Fue en ese año que siguió a su gloria, que según confesó más tarde, cometió su primer asesinato sexual, el de un niño.
Uno de los jóvenes que fue llevado al castillo, Etiène Corillaut, llamado Poitou fue violado, pero cuando el marques se preparaba para cortar su garganta, Gilles de Sille, su primo allí presente, le sugirió que era un muchacho demasiado atractivo y que podrían hacer de él un formidable paje. Así salvo su vida, pero se convirtió en uno de los secuaces de más confianza del noble.
El “modus operandi” de los asesinatos era el siguiente: con algún pretexto los niños eran convencidos de ingresar al castillo. Una vez que había entrado a la habitación de Gilles de Rais, lo colgaban del techo con una soga o una cadena.
Antes de que alcanzara a quedar inconsciente, lo bajaban y le aseguraba que el marques no quería hacerle daño alguno. Pero, acto seguido se le quitaba la ropa y era violado por Gilles o por alguno de sus cómplices. Después le cortaban la garganta o con una espada que tenían especialmente para decapitar y que llamaban braquemard le cercenaban la cabeza (Así, tenía el barón las cabezas en su dormitorio, las cuales habían sido retocadas por maquilladores. (se cuenta que hacía junto con sus servidores concursos de belleza con las cabezas).
Pero estaba lejos de ser el fin, Gilles continuaba abusando del cadáver mientras le abría el estomago y obtenía su sádico placer. Inmediatamente se desmayaba y era cargado hasta su cama mientras sus cómplices desmembraban y quemaban el cuerpo. Como confesó más adelante, inclusive llegaron a obligar a dos niños a presenciar sus macabras torturas.
Pero había algo más, en muchos aspectos Gilles parecía comportarse como una especie de decadente emperador romano. Rodeado de su propio séquito y gran cantidad de lujo. Sin ir más lejos, tenía doscientos caballeros a los cuales alimentaba y proveía de lo que necesitasen.
Adoraba los banquetes y los espectáculos lujosos. Fue en 1435 cuando la ciudad de Orléans celebró su liberación gracias al liderazgo de Juana de Arco, que montó una obra de teatro llena de misterio y basada en el sitio que la ciudad había sufrido. La obra contaba con escenarios de grandes proporciones y un reparto de cientos de personas, siendo el rol principal protagonizado por el propio marques de Rais y por si fuera poco, compró vino y comida para todos los espectadores.
Si calculamos las cifras de aquel entonces y las relacionamos con las de hoy en día, en tres años despilfarró el equivalente a algunos millones de dólares.
GILLES EN BANCARROTA
Esta pérdida de dinero le hizo pensar en cómo recuperar lo perdido sin trabajar, y fue conseguir la piedra filosofal, que según el esoterismo puede convertir el metal en oro, su meta en los siguientes años. En su castillo instaló un laboratorio y se trajo magos y alquimistas de toda Europa, pero los gastos se incrementaban. Puesto que no fructificaba, hubo quien le sugirió que pidiera ayuda al mismo Diablo, y se cuenta anecdóticamente incluso que puso parte de su testamento al nombre de éste aunque con la condición de no cederle su alma. Se supone pues que su primer asesinato surgió a raíz de este pacto con el Diablo. A su víctima le sacó el corazón, los ojos y le cortó las muñecas para sacar su sangre, pero el oro no apareció. No obstante Gilles de Rais, alias Barba Azul, consiguió algo que no esperaba: placer.
Utilizaba niños a los que violaba y asesinaba. Los colgaban de ganchos, los escuchaba suplicar, simulaba salvarlos del horror y luego los degollaba, violaba ya cadáver, mutilaba y utilizaba las membranas y la sangre para sus hechizos alquímicos. Se le atribuyeron más de 200 crímenes de niños y adolescentes. Algunos de los niños desaparecían de la ciudad de Nantes y pueblos colindantes, y otros eran pobres mendigos a los que llevaba a su casa mediante secuestro.
Su hermano menor, al ver que Gilles malvendía las propiedades de la familia se alarmó tanto que recurrió al mismísimo rey de Francia para que promulgara un interdicto para impedir que su hermano continuara vendiendo las posesiones familiares, cuando menos las tierras. Para Gilles esto fue intolerable y se fue sumiendo cada vez más en su ensimismamiento y se volvió cada vez más taciturno. Fue entonces que vislumbró una posible, pero oscura solución.
Para poder realizar sus deseos le pidió al sacerdote Eustache Blanchet que le buscara un mago. Para esto hicieron una especie de “entrevista laboral”, a todos aquellos que solicitaban el “puesto de mago” les realizaban una prueba para que demostraran sus supuestos poderes. Esta consistía en la invocación de aves; mientras casi todos fallaron tan solo al intentar conjurar unos pocos pájaros, uno sólo llamado Fontanelle tuvo éxito al conjurar veinte cuervos.
Pero, aseguraba también ser capaz de otras invocaciones, como la del demonio Barron y compañeros suyos. Debido a que Gilles fue advertido de que la transformación de los metales en oro no podía lograrse sin la intervención del Diablo, decidió vender su alma.
Lo cierto es que durante algún tiempo le costó decidirse, recordemos que para un noble de su época, muchas atrocidades podían considerarse como parte de su derecho, pero invocar demonios ya eran palabras mayores... todavía más aterrador que el asesinato o la tortura le resultaba esta idea al marques.
Finalmente, la tentación de la riqueza fue más fuerte que los restos de devoción católica que no habían sido opacados por los crímenes o por el temor al Mal; fue así como se encerró junto con Gilles de Sille en el sótano del castillo de Tiffauges y con la ayuda del mago, se preparan para iniciar su trato con los habitantes del Infierno.
Los dos primos fueron advertidos de no hacer la señal de la cruz o sus vidas correrían peligro. Gilles se paró dentro del círculo mágico, mientras que Sille se ubicó cerca de un pequeña ventana en caso de que tuviera que huir.
La leyenda cuenta que fueron brutalmente expulsados del lugar, justo antes de que el techo colapsara. A pesar de que intentó continuar con otros magos, pero ni siquiera pudo llegar a los conjuros: uno de ellos murió ahogado camino al castillo y a pesar de que el otro alcanzó a llegar murió poco después. Esto hizo que Gilles se retractara de la decisión de vender su alma, pero viéndose nuevamente en graves problemas monetarios, eligió continuar con sus experimentos.
En 1439, envió a Blanchet a Italia para que buscara a otro mago. El clérigo retornó con un joven muy atractivo y poseedor de un gran encanto (también aparentemente homosexual) de nombre François Prelatti. Si era este muchacho un embaucador o realmente un experimentado en los secretos de la hechicería no lo podemos saber, pero si que Gilles lo encontró muy atractivo y puso total confianza en él.
El supuesto hechizador, le dijo que para realizar la invocación se debía ofrecer El sacrificio de un niño, partes de su cuerpo y su sangre (por supuesto que Gilles no puso el menor inconveniente). Fue así como abusó y torturo a un niño, pero nuevamente se arrepintió y no pudo vender su alma.
Durante una de las invocaciones, Gilles y su primo escucharon fuertes ruidos, al ir a ver lo encontraron «tan lastimado que casi no podía tenerse en pie ». El les contestó que había sido atacado por el demonio Barron y estuvo varios días en cama, mientras Giles en persona se ocupaba de atenderlo.
En otra ocasión, le dijo a Gilles que había logrado hacer una pila de oro, él salió corriendo, pero primero llegó Prelatti quien al introducirse el habitación gritó que había una enorme serpiente protegiendo el metal precioso. Gilles huyó, y al regresar no encontró más que una simple pila de polvo.
Pero sus experimentos con la magia no lo distrajeron de sus matanzas, prosiguió con sus crímenes, esta vez también asesinando y torturando niñas.
Durante sus años de asesinatos, Gilles estuvo a punto de ser descubierto. En 1493, llego a oídos de su familia que había intentado vender el castillo Champtoce, a pesar del interdicto del rey. Sin embargo, lo único que aterrorizaba a Gilles, era la posibilidad de que el nuevo dueño descubriera los restos mutilados de niños que había dejado allí, por lo que mando a sus ayudantes a retirar los restos de los cadáveres, los cuales casi fueron sorprendidos por el personal del nuevo propietario.
Entre tanto, el Duque de Britania, le había impuesto una multa por una enorme cantidad de dinero y comenzado la investigación de las cientos de desapariciones de jóvenes y niños.
Pero Gilles cometió el error que lo delataría finalmente en julio de 1440. Para poder conseguir dinero, vendió el castillo de Mermorte a Geoffroy de Ferron, tesorero del Duque de Britania. Por algún motivo, luego de la venta, el Mariscal de Francia se arrepintió y decidió retomar posesión de su castillo, el cual aún no había sido ocupado.
Las llaves estaban en posesión del hermano de Geoffroy, el sacerdote Jean de Ferron. Fue la falta de paciencia de Gilles la que lo llevó a dirigirse con sus hombres a la Iglesia de St Etienne de Mermorte, donde el sacerdote cumplía sus deberes. Poco después de misa hizo que sacaran por la fuerza al sacerdote fuera de la Iglesia y lo golpearan. Eso constituía una falta de enorme gravedad contra la Iglesia y una afrenta para el Duque.
Pero aún durante el trayecto para recuperar las llaves, su sed de muerte no se detuvo. Luego de salir de la Iglesia, se detuvieron en Vannes y se hospedaron en una casa cercana al palacio del Obispo Malestroit. André Bouchet, un ex corista de la capilla privada de Malestroit le llevó a un niño de diez años, pero viendo que su alojamiento no le ofrecía la seguridad que necesitaba para saciar su horrible deseo, llevaron al niño a una casa cercana al mercado del pueblo; más tarde el pequeño fue decapitado y su cuerpo decapitado fue arrojado a las letrinas para que el olor evitara que alguien pudiera sentir la descomposición del cuerpo o encontrarlo.
Pero no era solamente el Duque quien quería llevar a Gilles a juicio. Secretamente, el mismo Malestroit había estado preparando cargos en contra suyo. Junto con la Inquisición, presentaron cargos de herejía y se llamó a u juicio civil en la corte ducal. De esa forma, el Duque, el obispo y el inquisidor declararon hereje y confiscaron las propiedades de de Rais.
Cuarenta y siete cargos fueron levantados en su contra. entre ellos: conjurar demonios (a esto se le sumo además la práctica de sacrificios humanos), abuso contra el privilegio clerigal y actos sexuales perversos contra niños.
Las acusaciones, citadas textualmente fueron “herético, conjurador de demonios...acusado de crimen y vicios contra la naturaleza, sodomía, sacrilegio y violación de inmunidades de la Santa Iglesia”.
El 13 de septiembre del año 1440 convocó a Gilles ante la corte. En cuanto a las audiencias preliminares, estas se realizaron los días 28 de Septiembre, 8 11 y 13 de octubre. El juicio formal comenzó el 15 de octubre.
Pero también el Duque de Britania y Juan V decidieron llevar a cabo otro juicio por separado, que empezó el 17 de septiembre del mismo año.
El acta poseía cuarenta y nueve parágrafos en los cuales se hallaban incluidos muchas acusaciones de homicidio de niños.
AL principio, Gilles se comportó de manera arrogante y desafiando a las autoridades, pero después del sexto interrogatorio, el viernes 21 de octubre de 1440 fue torturado. Recién entonces, les prometió a sus interrogadores confesar, tal fueron sus palabras “voluntaria y libremente”
Pero todavía llego a desconcertar con su confesión, ya que admitió todos los crímenes que se le imputaron, inclusive algunos que resultaban imposibles de creer. Para esclarecer las dudas se convocaron 110 testigos, a raíz de esto sus sirvientes y otros cuatro allegados fueron interrogados y torturados.
A su paje Poitou y a Henriet Griard su administrador también los acusaron por su complicidad.
Después de confesar, Gilles de Rais pidió perdón a las familias de los niños que había torturado y asesinado, estas fueron sus palabras:
“ Ustedes, quienes están presentes,- ustedes sobre todo, cuyos niños yo he asesinado – yo soy su hermano en Cristo. Por la Pasión de nuestro Señor, les imploro, recen por mí. Perdónenme, con todos sus corazones el mal que les he hecho, así como ustedes mismos esperan por la Misericordia y Perdón de Dios.”
Fue en Nantes, el 26 de octubre de 1440 que Gilles de Rais fue ejecutado. Antes de morir, cantó De Profundis y al terminar le dijo al verdugo “le agradezco a Dios con el por haberme manifestado el sigo de su amor” y le pidió que lo dejara rezar un poco más, se puso de rodillas y rezo, y los cientos de espectadores allí reunidos rezaron con él.
Murió ahorcado, pero no porque su cuello se rompiera, sino por estrangulamiento. Su cuerpo junto con los de Henri y Poitou fue arrojado a una pira en llamas. Ese día, los familiares de los niños, los jueces y todos los demás que habían ido a presenciar la ejecución dejaron ríos de lágrimas, cada uno con su dolor al ver la agonía de Gilles de Rais, otrora glorioso héroe de Francia convertido en salvaje asesino y torturador de víctimas inocentes.
A sus familiares se les dio permiso de retirar sus restos luego de que la hoguera se hubo extinguido, mientras que sus dos sirvientes, que fueron quemados vivos permanecieron a disposición de los elementos.
Pero la última palabra aún no esta dicha, no se permitió ningún testimonio de defensa a favor de de Rai ni asesoría o representación legal alguna; lo cual era bastante inusual, aún para los juicios de la Inquisición.
Ninguno de sus quinientos sirvientes fue llamado para dar testimonio en su ayuda y al contrario, se torturo a sus más allegados para que testificara en su contra, tras lo cual, se los liberaba inmediatamente (aunque esto ultimo si coincide con el procedimiento de las cortes eclesiales de la época).
Una teoría que varios historiadores todavía defienden, es que Gilles estaba completamente loco, y a sabiendas de esto el Duque de Britania y Malestroit conspiraron juntos para quedarse con sus posesiones. De hecho el Duque, quien parecía estar seguro del resultado del juicio, tomó la parte que le correspondía de las tierras de Gilles quince días antes de que el juicio diera comienzo.
Esta sospecha ya se veía en las afirmaciones del cronista del siglo XVI Monstrelet, estas son sus palabras:
“ La gran parte de los nobles de Britania, más especialmente sus allegados, se encontraban en extrema pena y confusión frente a su desgraciada muerte. Antes de este evento, era muy renombrado como un muy valiente caballero de armas”.
A pesar de las dudas, y de las evidencias, Gilles de Rais no pudo descansar en paz. Durante la revolución su tumba, ubicada en la Iglesia de Notre Dame du Carmel en Nantes, fue destruida, quizás, como una venganza póstuma de los revolucionarios al noble más cruelmente recordado y odiado de sus historias orales.
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