La monumental catedral gótica de Nótre-Dame domina el pequeño poblado de Chantres. La inspiración de su diseño intriga a los historiadores.
La magnífica catedral del siglo XII de la ciudad de Chantres, al norte de Francia, es un antiguo enigma. Gran acertijo, conjetura indemostrable formulada en bloques de piedra y vitrales magistralmente trabajados -a 800 años de distancia siguen deslumbrando a sus visitantes-, no permite que nadie escape a su hechizo. Los cristianos siguen celebrando allí sus ceremonias, y arquitectos e historiadores la visitan con el afán de desentrañar su misterio. La construcción se inició en 1194, después de un incendio en la zona.
El lugar que ocupa Notre-Dame (no se debe confundir con la célebre catedral de París) servía de antiguo a intereses espirituales. En la prehistoria se erigió allí un dolmen (dos o tres voluminosas piedras en bruto rematadas por otra, plana) para aprovechar la energía terrestre; quien entraba a aquel recinto salía revitalizado por las fuerzas naturales de la Tierra. Provisto también de un pozo y un montículo, el lugar se consideró sagrado tiempo después.
Aún en épocas precristianas, los druidas (sacerdotes celtas de Galia y Britania) fundaron en Chantres una universidad para difundir sus enseñanzas. Obedeciendo a una visión profética, esculpieron en madera la estatua de una virgen y un niño, a la que llamaron la Virgen bajo la tierra. Descubierta por los cristianos en el siglo III, la veneraron como la Virgen Negra, pues se había oscurecido con el tiempo. Se inició así la tradición de erigir en ese lugar sagrado iglesias en honor de Nuestra Señora; la obra maestra gótica que conocemos es la culminación de todas ellas.
Abundan las teorías sobre la inspiración de la catedral. Según la leyenda, los caballeros templarios originales obtuvieron en Oriente avanzados conocimientos arquitectónicos, con los que fue posible construir el templo. Persuadidos por Bernardo de Clairvaux, fundador de la orden monástica cisterciense, nueve caballeros franceses abandonaron sus posesiones materiales para ir en busca de los "secretos" supuestamente ocultos en el Sagrado Santuario bajo las ruinas del templo de Salomón, en Jerusalén. Durante su búsqueda de 10 años se sospechó que los caballeros se habían iniciado en el ocultismo. A su vuelta a Francia en 1128, se rumoreó que habían encontrado el arca de la Alianza, cofre que contenía los secretos de la ley divina referentes a números, pesas y medidas, entre ellos el Número Dorado, 1,618. La escala 1:1,618, Sección o Proporción Dorada, era considerada de especial valor estético y rigió en gran medida el arte y la arquitectura del Renacimiento, así como las de periodos posteriores. El retorno de los caballeros coincidió con el florecimiento de la arquitectura gótica en Europa, de modo que la construcción de la primera catedral de Chantres comenzó seis años más tarde. En tres décadas, mamposteros, vidrieros, escultores, geómetras, astrónomos y otros artesanos crearon un templo inmenso, cuyas proporciones, orientación, posición y simbolismo han estimulado desde entonces la imaginación de sus visitantes, y confortado su espíritu. El "centro sagrado" de la catedral descansa entre el segundo y el tercer vano del coro. Allí se alzaba originalmente el altar. A unos 37 m debajo se sitúa el nivel del agua en el pozo de los druidas. El pináculo de la bóveda gótica de la catedral se levanta exactamente a la misma distancia sobre el centro sagrado.
Unas 2000 esculturas adornan los pórticos de Notre Dame. Las actitudes naturalistas y la mezcla ocacional de temas sagrados y seculares son características góticas distintivas. No se conoce la identidad de la mayoría de los artesanos medievales que las crearon, pero se pueden encontrar características y elementos propios de las figuras de Chartres en las esculturas de las catedrales de Angers, le Mans, Bourges y Senlis, lo que hace pensar en que pudieron tener ciertas manos particulares como orígen común.
Se ignora si esta simetría fue intencional o casual, lo que no disminuye la fuerza espiritual del lugar. Se dijo que poseía el poder de transformar ala gente y de transmutarla a un estado espiritual superior, tal como los alquimistas convertían el metal en oro. Los peregrinos que accedían al umbral del santuario, la Gran Puerta Occidental, se sentían en efecto más erguidos y exaltados. Se diría que el interior de la catedral provoca un efecto de elevación, que dispone al cuerpo a recibir las misteriosas energías que emanan de la tierra y la inspiración divina de lo alto.
Tal vez el significado espiritual de Nótre-Dame no sea revelado jamás, pero su trascendencia histórica es evidente en sus muchas imitaciones, como las de Reims, Amiens y Brujas. Pero aunque estas catedrales poseen quizá mayor valor arquitectónico, son incapaces de quitarle a Chartres su fascinación excepcional.
La magnífica catedral del siglo XII de la ciudad de Chantres, al norte de Francia, es un antiguo enigma. Gran acertijo, conjetura indemostrable formulada en bloques de piedra y vitrales magistralmente trabajados -a 800 años de distancia siguen deslumbrando a sus visitantes-, no permite que nadie escape a su hechizo. Los cristianos siguen celebrando allí sus ceremonias, y arquitectos e historiadores la visitan con el afán de desentrañar su misterio. La construcción se inició en 1194, después de un incendio en la zona.
El lugar que ocupa Notre-Dame (no se debe confundir con la célebre catedral de París) servía de antiguo a intereses espirituales. En la prehistoria se erigió allí un dolmen (dos o tres voluminosas piedras en bruto rematadas por otra, plana) para aprovechar la energía terrestre; quien entraba a aquel recinto salía revitalizado por las fuerzas naturales de la Tierra. Provisto también de un pozo y un montículo, el lugar se consideró sagrado tiempo después.
Aún en épocas precristianas, los druidas (sacerdotes celtas de Galia y Britania) fundaron en Chantres una universidad para difundir sus enseñanzas. Obedeciendo a una visión profética, esculpieron en madera la estatua de una virgen y un niño, a la que llamaron la Virgen bajo la tierra. Descubierta por los cristianos en el siglo III, la veneraron como la Virgen Negra, pues se había oscurecido con el tiempo. Se inició así la tradición de erigir en ese lugar sagrado iglesias en honor de Nuestra Señora; la obra maestra gótica que conocemos es la culminación de todas ellas.
Abundan las teorías sobre la inspiración de la catedral. Según la leyenda, los caballeros templarios originales obtuvieron en Oriente avanzados conocimientos arquitectónicos, con los que fue posible construir el templo. Persuadidos por Bernardo de Clairvaux, fundador de la orden monástica cisterciense, nueve caballeros franceses abandonaron sus posesiones materiales para ir en busca de los "secretos" supuestamente ocultos en el Sagrado Santuario bajo las ruinas del templo de Salomón, en Jerusalén. Durante su búsqueda de 10 años se sospechó que los caballeros se habían iniciado en el ocultismo. A su vuelta a Francia en 1128, se rumoreó que habían encontrado el arca de la Alianza, cofre que contenía los secretos de la ley divina referentes a números, pesas y medidas, entre ellos el Número Dorado, 1,618. La escala 1:1,618, Sección o Proporción Dorada, era considerada de especial valor estético y rigió en gran medida el arte y la arquitectura del Renacimiento, así como las de periodos posteriores. El retorno de los caballeros coincidió con el florecimiento de la arquitectura gótica en Europa, de modo que la construcción de la primera catedral de Chantres comenzó seis años más tarde. En tres décadas, mamposteros, vidrieros, escultores, geómetras, astrónomos y otros artesanos crearon un templo inmenso, cuyas proporciones, orientación, posición y simbolismo han estimulado desde entonces la imaginación de sus visitantes, y confortado su espíritu. El "centro sagrado" de la catedral descansa entre el segundo y el tercer vano del coro. Allí se alzaba originalmente el altar. A unos 37 m debajo se sitúa el nivel del agua en el pozo de los druidas. El pináculo de la bóveda gótica de la catedral se levanta exactamente a la misma distancia sobre el centro sagrado.
Unas 2000 esculturas adornan los pórticos de Notre Dame. Las actitudes naturalistas y la mezcla ocacional de temas sagrados y seculares son características góticas distintivas. No se conoce la identidad de la mayoría de los artesanos medievales que las crearon, pero se pueden encontrar características y elementos propios de las figuras de Chartres en las esculturas de las catedrales de Angers, le Mans, Bourges y Senlis, lo que hace pensar en que pudieron tener ciertas manos particulares como orígen común.
Se ignora si esta simetría fue intencional o casual, lo que no disminuye la fuerza espiritual del lugar. Se dijo que poseía el poder de transformar ala gente y de transmutarla a un estado espiritual superior, tal como los alquimistas convertían el metal en oro. Los peregrinos que accedían al umbral del santuario, la Gran Puerta Occidental, se sentían en efecto más erguidos y exaltados. Se diría que el interior de la catedral provoca un efecto de elevación, que dispone al cuerpo a recibir las misteriosas energías que emanan de la tierra y la inspiración divina de lo alto.
Tal vez el significado espiritual de Nótre-Dame no sea revelado jamás, pero su trascendencia histórica es evidente en sus muchas imitaciones, como las de Reims, Amiens y Brujas. Pero aunque estas catedrales poseen quizá mayor valor arquitectónico, son incapaces de quitarle a Chartres su fascinación excepcional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en nuestro blog...