miércoles, 18 de junio de 2008

Un ser luminoso...

Este extraño caso ocurrió en Filadelfia (EEUU), la noche del 26 de septiembre de 1950 y tuvo como testigos a cuatro policías de intachable reputación. Esa noche, que se presentaba tranquila y sin sobresaltos, en un patrullero los policías Keenan y Collins recorrían la ciudad que descansaba.
Pero sorpresivamente vieron caer frente a ellos, a escasos 50 mts. de distancia, un objeto luminoso que descendía lentamente del cielo.
Fue así que descendieron del vehículo y se acercaron a ver de que se trataba ese extraño cuerpo que habían visto caer.
Cuando se acercaron y enfocaron sus linternas, no lo podían creer: en un terreno baldío, una gran mancha roja se extendía en el suelo y al ser iluminada brilló con una coloración púrpura fosforescente. Pero lo más impactante fue que se trataba de una masa gelatinosa, dotada de movimientos, que palpitaba y se estremecía como un ser vivo; poseía una forma circular que uno de los policías calculó en dos metros de diámetro, con unos treinta centímetros de espesor, y lo más inquietante, un par de ojos que fijamente miraban a los uniformados..Los dos policías, desconcertados ante este extraño ser, deciden llamar por el radio del patrullero, pidiendo que un superior llegue al lugar. A los pocos minutos, un segundo patrullero se hizo presente en el lugar, ocupado por el sargento Cook y el agente Cooper. El sargento Cook, poniéndose al mando del grupo, ordeno a Cooper que intentara levantar a esta criatura luminosa por los bordes; pero apenas las manos del policía tuvieron contacto con el extraño ser, éste comenzó a desintegrarse.
La sustancia viviente parecía estar compuesta por una gelatina muy pegajosa. El resplandor púrpura aumentaba con las convulsiones propias de la dramática agonía y cuando los inquietantes ojos dejaron de percibirse, comprendieron que el monstruo había acabado su existencia. En las manos del agente Cooper habían quedado restos de la masa, que se volatilizaron al cabo de quince minutos y a la media hora, ya no quedaban rastros de la horrible criatura, en el lugar. Del hecho, solo queda el informe de cuatro policías con intachables fojas de servicios, que fueron los únicos testigos de este extraño suceso, el cual les acarreó, no solo la burla de sus compañeros, sino también problemas emocionales, que fueron superando con el tiempo. ¿Qué era la criatura? ¿De que estaba compuesta? ¿Era un ser vivo o solamente un experimento de alguna civilización estelar? ¿Caerán a la Tierra más seres fosforescentes? Por ahora son demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Tal vez, en el futuro podamos develar el enigma del ser gelatinoso que cayó en Filadelfia, la noche del 26 de septiembre de 1950.

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