jueves, 19 de febrero de 2009

El caso Betty y Barney Hill - Parte III

La abducción sufrida por el matrimonio Hill provocó un gran revuelo a nivel internacional, produciéndose la publicación de centenares de libros sobre el tema ufológico, además de la aparición de numerosos programas de televisión donde la participación de testigos del fenómeno OVNI eran entrevistados debido al creciente interés acerca del fenómeno.

El compromiso de Betty Hill

Años después de la experiencia que Betty Hill tuvo con su marido a bordo de un OVNI y justo algún tiempo después de la muerte de Barney, ésta decide lanzarse en una espectacular cruzada para defender públicamente la existencia de los OVNIS y el hecho que éstos son –sin género de dudas– naves extraterrestres tripuladas. Su posición hacia el fenómeno fue madurándose durante años, e incluso pronto sumó a su experiencia original nuevos avistamientos y hasta lo que parecían ser nuevos intentos (esta vez en forma de voces en la cabeza, premoniciones, etc.) de comunicación con los extraterrestres que en 1961 la examinaron a bordo de su nave espacial. Con toda seguridad, la experiencia de abducción que sufrió fue sólo el punto de partida de toda una compleja serie de fenómenos «paranormales» que comenzaron –desde ese momento– a producirse a su alrededor. Ruidos extraños en la casa (raps en el argot parapsicológico), o incluso el encontrarse un buen día, no mucho tiempo después de la abducción, con un montón de hojas de árboles apiladas sobre la mesa de la cocina y con los pendientes que perdió en el lugar del secuestro colocados encima, son algunas muestras de ese «despertar» de lo extraño que comenzaron a vivir los Hill.

Junto a estos nuevos relatos, Betty mostraba curiosas imágenes de luces de colores obtenidas de noche, y que mostraban que esta «protoabducida» había continuado con sus experiencias ufológicas después de su abducción. Betty llegó a confesar al investigador Allan Hendry –muy vinculado al notable investigador ufológico J. Allen Hynek– que durante sus salidas al campo por la noche, con el evidente propósito de volver a ver OVNIs, había llegado a observar en una sola jornada el paso de entre cincuenta y cien de estos objetos en un área «especial» de New Hampshire. En una entrevista que concedió hace años, Betty narraba así los resultados de una de sus salidas nocturnas: «Un determinado tipo de OVNI viene prácticamente cada noche –asegura–. Durante el invierno de 1976-1977, cuando los veía a menudo, vi algo bastante espectacular: una especie de disco aplanado con luces de colores muy brillantes. Una noche en Enero de 1977 aterrizó y expulsó doce luces blancas muy grandes alrededor de su contorno. Debajo de ellas había dos faros blancos. Estuve aquella noche acompañada por un militar retirado y su esposa. Cuando él vio el OVNI, salió fuera del coche y comenzó a caminar hacia él. De repente una gran masa arremolinada se disparo del objeto: parecía como una bola roja rodando una y otra vez y dirigiéndose directamente hacia él. Salté y traté de filmar esto con mi cámara. Pero entonces –y sé que esto parece increíble– una luz verde cayó sobre mi cámara y quemó el interruptor y el circuito, así que mi cámara no funcionó. Cuando el oficial vio esta bola roja yendo hacia él, se volvió y corrió hacia el coche. La bola roja se detuvo, rodó hacia atrás en dirección a la nave, y desapareció».

Betty Hill en los años 90

Betty vio desde la palestra pública el «boom» de las abducciones que desató en Estados Unidos a raíz de la publicación de los libros Comunión (1987), de Whitley Strieber, e Intrusos (1987) de Budd Hopkins. Participó en numerosos programas de televisión, conferencias y mesas redondas para, por fin –y ante la sorpresa de propios y extraños–, dar por concluida su «misión pública» el 2 de Octubre de 1991, durante el transcurso de una aparición pública que hizo en Portsmouth, a no muchos kilómetros de donde tuvo lugar su experiencia con los extraterrestres y ya desde esa época su ciudad de residencia habitual. En esa charla declaró que después de dedicarse durante más de treinta años a hablar sobre los OVNIs y dedicar una buena parte de su tiempo a estudiarlos y tratar de comprender su comportamiento, se merecía ya un descanso y apartarse del tema que la convirtió a mediados de los años sesenta en una celebridad mundial. Paradójicamente, entre sus reflexiones finales nos encontramos con que ella no cambiaría su experiencia por ninguna otra, ni se arrepiente del hecho de haberla vivido, aunque siga considerando el conjunto de su vivencia como algo «terrible». El contacto, sin duda, cambió radicalmente su vida, y su compromiso –tal vez consciente, tal vez no– con esos visitantes parece haber sido el dar testimonio de su propia experiencia. ¿Se podría concebir un plan de conciencia pública más efectivo sobre la cuestión extraterrestre que el hecho de que miles de personas declaren haber visto seres de otros planetas de cerca? ¿Es ésa la misión de los abducidos? ¿Fue ésa –finalmente– la misión de Betty Hill?.

Informe número 100-1-61

Cuando Betty Hill telefoneó a la Base Aérea de Pease a fin de informar de su experiencia, se puso al teléfono el comandante Paul W. Henderson, quien fue recogiendo los datos que ella le daba. El mismo comandante volvió a ponerse en contacto al día siguiente con los Hill, a quienes pidió nuevos datos. Y con todo ese material elaboró un informe (su número oficial es el 100-1-61) cuyos puntos más importantes reproducimos por tratarse de un texto totalmente objetivo en su redacción.

A. Descripción del objeto:

1. Franja continua de luces, con forma de cigarro puro inalterable, a pesar de los cambios de dirección.

2. Tamaño: cuando lo vieron por primera vez les pareció que era del tamaño de una moneda de cinco centavos a un brazo de distancia. Más tarde, cuando parecía estar a unos treinta y cinco metros de altura sobre el coche, les pareció del tamaño de un plato sopero a un brazo de distancia.

3. Color: el único color que pudieron distinguir fue el de la franja de luces. Su intensidad era comparable a un filamento de lámpara incandescente.

4. Número de objetos volantes no identificados: uno.

5. Formación: ninguna.

6. Detalles de interés: durante el periodo de observación –véase apartado número uno– las alas parecieron emerger del cuerpo del objeto. Al parecer tenían forma de V y luces rojas en los extremos.

7. Sonido: ninguno, excepto el mencionado en el apartado D.

B. Descripción de la trayectoria del objeto:

1. Fue visto por primera vez a través del parabrisas del coche. El tamaño y luminosidad del objeto eran superiores a las de las estrellas visibles en aquel momento.

2. Ángulo de elevación al ser visto por primera vez: unos cuarenta y cinco grados.

3. Ángulo de elevación al desaparecer. no fue observado.

4. Línea de vuelo y maniobras: véase apartado D.

5. Duración de la observación: aproximadamente treinta minutos.

C. Cómo fue observado:

1. Desde el suelo, visualmente.

2. Con gemelos, en algunos momentos.

3. La primera observación tuvo lugar desde el interior del coche, tanto en marcha como parado. El objeto fue observado también desde fuera del coche.

D. Situación y detalles:

Aquí el informe precisa el sonido de los bip-bip, que compara al de un diapasón. Pero entre los restantes detalles que aquí se recogen no se encuentra la afirmación de Barney indicando haber visto figuras humanas dentro de la nave.

El informe termina diciendo: «Resulta imposible precisar hasta qué punto son fidedignos los observadores, y aunque su veracidad y seriedad parecen suficientes, no podemos garantizarlas por ahora».

Las conclusiones de Fuller

En su libro El viaje interrumpido, John G. Fuller, tras un largo razonamiento, llegó a las siguientes conclusiones generales:

1. Tuvo lugar una aparición.

2. El objeto aparecido debió haber sido un vehículo volante.

3. La aparición produjo en los Hill una fuerte impresión emocional.

4. La angustia y el temor producidos en Barney por su susceptibilidad racial sirvieron para hacer más violenta aún su reacción.

5. Los Hill no tenían ningún motivo ulterior para inventar tal historia. Durante cuatro años sólo se la contaron a un grupo reducido de gente.

6. El caso fue investigado por varias personas, gente técnica y científica, que cree en la posibilidad de que haya sucedido de verdad.

7. Existen ciertas pruebas circunstanciales directas –manchas circulares en el coche, que se pararan los relojes, etc.– que apoyan la validez de la experiencia.

8. En estado hipnótico, y tratados por un psiquiatra conocido, los Hill contaron historias casi idénticas de lo que había sucedido durante su periodo amnésico.

Fuller, a pesar de esas conclusiones, terminó no obstante su razonamiento con la sentencia de que el caso Hill «no tiene una solución definitiva».

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