Partiendo de la base de que no hay una sola explicación para el fenómeno ovni, se comprenderá que es obvio que las teorías acerca de sus objetivos también sean muy variadas; hay quienes aseguran que los supuestos extraterrestres vienen a destruirnos o esclavizarnos y otros, por el contrario, suponen que su cometido es «civilizarnos», enseñarnos y protegernos.
Raptos y cyborgs humanos
Según Jacques Scornaux, algunos humanoides podrían ser mortales capturados por los extraterrestres y sometidos a obediencia por los seres que comandan los ovnis. De esta manera, y si así les interesare, podrían explorar detalladamente el planeta con el concurso de estos biorobots teledirigidos, sin necesidad de que ellos se manifiesten directamente. Por manipulación genética han podido desarrollar innumerables razas de cyborgs humanos, cada una de ellas adaptada a las misiones especializadas que ha de desempeñar mezclada entre nosotros, del mismo modo que los ingenieros pecuarios crían centenares de especies caninas para la caza, guardería, cuidado del ganado, salvamento de personas, carreras, etcétera.
Las misteriosas desapariciones de seres humanos que parecen volatilizarse en el aire son una constante en los archivos policiales. Por otra parte, se sabe de varios casos en los que grotescos tripulantes de ovnis han aparecido acompañados de otras personas idénticas a los humanos terrestres. Los «contactados» a su vez indican que los alienígenas raptan -con diversos fines- a numerosos hombres y mujeres del medio terráqueo, siempre con el consentimiento consciente o inconsciente de los implicados.
Fenómenos de mimetismo y camuflaje
Según John A.Keel, los ultraterrestres se nos han aparecido en el pasado asumiendo las formas fingidas que mejor cuadraban a los rasgos psicológicos y temperamentales de cada comunidad y sistema de creencias. En la segunda mitad del siglo XX remedan vehículos de lejanos planetas, porque es lo que mejor se adapta a la mentalidad tecnocrática de los nuevos tiempos. Y en el futuro seremos testigos del flujo en nuestro continuum de espacio-tiempo de una gama de fenómenos todavía mucho más extraños, anómalos y misteriosos que los objetos no identificados contemporáneos. Los ovnis y humanoides camaleónicos representan ante nuestra perpleja mirada lo que Jean Robin ha motejado como «La Gran Parodia»: una magnum opus de teatro cósmico, montada con tantos actos y sofisticadas escenas cual una excelente comedia de Shakespeare. He aquí algunos de los personajes y situaciones falsificados que, en el decurso del tiempo, han sido urdidos por los habilidosos adores del cielo:
1. Simulacros de seres mitológicos protohistóricos, dioses y héroes del Olimpo griego.
2. Dragones volantes en la China Imperial.
3. Arcas de la Alianza, columnas luminosas, carros de fuego, nubes resplandecientes y estrellas de Belén en episodios ligados a la cultura judeo-cristiana.
4. Cruces refulgentes en la atmósfera de la Edad Media (Carlomagno).
5. Soles que «se paran» hasta que una batalla se decide a favor del bando eclesiástico.
6. Ángeles y «enviados» en el contexto católico.
7. Decenas de miles de apariciones de una hermosa dama «con el brillo de mil soles», que durante ochocientos años se ha hecho pasar por «Nuestra Señora» o la «Virgen María».
8. Diablos infernales, deformes monstruos de las tinieblas y demonios tentadores que han martirizado a gentes escrupulosas en las edades oscuras.
9. Veintenas de casos de intrigantes formaciones de helicópteros en vuelo, plaga de los Estados Unidos en la década de los años setenta y vinculados a las mutilaciones de ganado. Son caricaturas de autogiros, pues jamás han sido identificados ni pertenecen a ningún helipuerto conocido.
10. El modelo más asombroso de mimetismo ufológico ha sido sacado a la luz pública por un brillante trabajo de Bertrand Meheust. A partir de 1880 los ovnis aparecen masivamente en los relatos de ciencia-ficción, copiando (o mejor pre-describiendo) con increíble exactitud y detallismo la profusa tipología ufológica que se desataría a partir de 1947. Con casi un siglo de antelación, los novelistas de lo que se suponía fantástico, han previsto con enorme precisión las escenas hoy tipificadas en relación con platos voladores, aterrizajes, humanoides, morfologías, aspecto exterior y comportamiento de los discos y cigarros extraterrestres. Ojeando estos arcaicos textos de segunda fila, parecería que estamos leyendo cualquier informe rutinario sobre los platillos volantes de nuestros días.
La ideología alienígena habría precedido masivamente y en el campo de lo inobservable (novelas baratas por entregas), a lo que ocurriría mucho después; de esta manera se habría hecho una preparación sibilina de la mentalidad popular con el fin de introducir progresivamente la noción de una multiplicidad de culturas en el cosmos.
Implicaciones cataclísmicas
Por una oscura relación de causa y efecto que algún día descubriremos, el origen de los ovnis está ligado con eventos tales como huracanes, grandes tormentas, terremotos, erupciones volcánicas y otras hecatombes que siempre se han considerado obra de fuerzas ciegas de la naturaleza.
Los ovnis se suelen concentrar en estas áreas conflictivas por razones que se desconocen. Alberto Perego mantiene que están vinculados con una interminable serie de lo que el público toma por «accidentes» aleatorios, pero que a su juicio exhiben características que le llevan a calificarlos como intencionales. Efectivamente se nota una sospechosa repetitividad en determinados siniestros-tipo: caída de aviones, explosiones en portaaviones norteamericana cerca de China y Vietnam, trenes con combustibles químicos, convoyes de armas y municiones, colisiones de vehículos que transportan emigrantes y peregrinos religiosos, fulminantes incendios en asilos de ancianos y en hogares donde hay niños solos, etcétera. También se han registrado oleadas de calamidades con una frecuencia aparentemente superior a la media del azar, en ciertas áreas geográficas (Filipinas, Colombia, Pakistán) y durante épocas de miedo, odio violento e intensas agitaciones sociopolíticas. Los antiguos ya lo sabían, pues consideraban a los «escudos ardientes» del cielo como signos de mal agüero, anunciadores de seguras desgracias.
En opinión de Ramatís y otros «contactados», las adversidades destructivas no tienen nada de fortuítas, sino que son cuidadosamente preparadas por eficientes equipos de especialistas angélicos.
El motivo de fondo para que los ingenieros siderales programen con tanta meticulosidad dolorosas experiencias individuales o colectivas, no es disfrutar ejercitando una crueldad gratuita; muy por el contrario, ellos saben que las que parecen terribles desgracias de la vida nos son muy necesarias; más aún: resultan imprescindibles para el progreso interior y cumplen -aunque de ninguna manera lo parezca- una utilísima función catártica. Los infortunios, administrados con sabia oportunidad, constituirían la técnica de máxima eficacia conocida a fin de purificar moralmente el alma y el vector psicológico del individuo. Y sobre todo optimizan, en conjunto y a largo plazo, la velocidad de desarrollo evolutivo y espiritual de los seres conscientes.
Un sistema de control
El fenómeno ovni, según Jacques Vallée, sería la manifestación de una realidad que trasciende al tiempo y al espacio. Ya es hora de que reconozcamos que el estudio de estos fenómenos no compete a la ciencia sino a la «Inteligencia», es decir, a los servicios de contraespionaje.
Existe un elaborado sistema de control metalógico del planeta Tierra, que ha entrado progresivamente en funcionamiento a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando los viejos mitos se han vuelto inservibles. Este nivel de intervención en la sociedad terrestre funciona como un regulador de su desarrollo, e influye en la conducta del género humano. Los ovnis constituyen una manifestación simbólica, una poderosa imaginería proyectada para alterar los sistemas individuales y colectivos de valores y comportamientos. La tecnología ufológica distorsiona el sentido de realidad del observador y afecta a la conciencia humana con sofisticadas técnicas psicotrónicas, en orden a generar transformaciones psicosociales, políticas y económicas en la biosfera cerebrada de este planeta.
Los ovnis serían dispositivos que originan una deformación en la estructura de realidad del espectador, con el propósito deliberado de proyectar imágenes y representar escenas, a modo de un gigantesco drama teatral, diseñadas para cambiar nuestro acervo de creencias.
«Ellos» constituyen una bomba social de relojería y ejecutan sus papeles en un vasto plan de seducción subliminal, cuidándose mucho de tomar sus conceptos ideológicos de los propios arquetipos básicos del género humano, con lo que buscan forzar un cambio global del comportamiento colectivo. El mecanismo de vigilancia del medio humano que utilizan los ovnis, podría estar localizado en el espacio exterior. Esta ingeniería anímica sería tal vez originada en otro mundo y es, a la vez, física, psíquica y espiritual, capaz de un hábil amaño de la mentalidad pública.
¿Podrían ser, en última instancia los «Manipuladores» nada más que un grupo humano, que ha conseguido ostentar una forma muy avanzada de poder psicotrónico?... Debemos considerar también que las riendas se manejan desde «Magonia», una suerte de universo paralelo imbricado con el nuestro, pero inaccesible tanto a los sentidos como a la razón del hombre ordinario. El tiempo en Magonia no fluiría a la misma velocidad que en la Tierra, ni el espacio allí sería una mera extensión longitudinal como nos enseña la ciencia física.
Algunos dicen que los ovnis son un cuerpo de policía estelar que trabaja como guardas-jurados para protegernos de la eventual agresión de hordas alienígenas a imperialistas. Al mismo tiempo, también se ocupar de impedir nuestras expediciones de conquista al espacio exterior y del que estalle una Tercera Guerra Mundial, la que podría desaparecer la biosfera terrestre y originarse una deflagración atómica en cadena que haría peligrar seriamente el equilibrio y la seguridad del mismo sol y su familia de planetas. Según muchos «hombres-contacto» que aseguran recibir mensajes de otra dimensión, los moradores de los mundos vecinos tomarán contacto con nosotros y de forma contundente, para neutralizar con métodos coercitivos la hecatombe de un conflicto nuclear, rompiendo así, por tan graves y justificados motivos, su tónica acostumbrada de no-contacto.
Dan Lloyd postula que en el universo hay ciertas categorías de seres espirituales cuyo propósito es obstaculizar la verdadera evolución de la humanidad. Inducen deliberadamente conceptos materialistas para evitar el libre pensamiento e impedir que el auténtico conocimiento espiritual sea aplicado en las actividades humanas vitales: educación, medicina, ciencia, arte y religión. Estas personalidades malignas eran ya bien conocidas en la antigua Persia con el nombre genérico de Arimán y como Satán, en la Biblia. Estarían sembrando la ilusión de que máquinas físicas están llegando a la tierra cargadas de hombres corporales del espacio exterior, es decir alienígenas, lo que no sería más que un gran cuadro alucinatorio inducido a propósito.
Raptos y cyborgs humanos
Según Jacques Scornaux, algunos humanoides podrían ser mortales capturados por los extraterrestres y sometidos a obediencia por los seres que comandan los ovnis. De esta manera, y si así les interesare, podrían explorar detalladamente el planeta con el concurso de estos biorobots teledirigidos, sin necesidad de que ellos se manifiesten directamente. Por manipulación genética han podido desarrollar innumerables razas de cyborgs humanos, cada una de ellas adaptada a las misiones especializadas que ha de desempeñar mezclada entre nosotros, del mismo modo que los ingenieros pecuarios crían centenares de especies caninas para la caza, guardería, cuidado del ganado, salvamento de personas, carreras, etcétera.
Las misteriosas desapariciones de seres humanos que parecen volatilizarse en el aire son una constante en los archivos policiales. Por otra parte, se sabe de varios casos en los que grotescos tripulantes de ovnis han aparecido acompañados de otras personas idénticas a los humanos terrestres. Los «contactados» a su vez indican que los alienígenas raptan -con diversos fines- a numerosos hombres y mujeres del medio terráqueo, siempre con el consentimiento consciente o inconsciente de los implicados.
Fenómenos de mimetismo y camuflaje
Según John A.Keel, los ultraterrestres se nos han aparecido en el pasado asumiendo las formas fingidas que mejor cuadraban a los rasgos psicológicos y temperamentales de cada comunidad y sistema de creencias. En la segunda mitad del siglo XX remedan vehículos de lejanos planetas, porque es lo que mejor se adapta a la mentalidad tecnocrática de los nuevos tiempos. Y en el futuro seremos testigos del flujo en nuestro continuum de espacio-tiempo de una gama de fenómenos todavía mucho más extraños, anómalos y misteriosos que los objetos no identificados contemporáneos. Los ovnis y humanoides camaleónicos representan ante nuestra perpleja mirada lo que Jean Robin ha motejado como «La Gran Parodia»: una magnum opus de teatro cósmico, montada con tantos actos y sofisticadas escenas cual una excelente comedia de Shakespeare. He aquí algunos de los personajes y situaciones falsificados que, en el decurso del tiempo, han sido urdidos por los habilidosos adores del cielo:
1. Simulacros de seres mitológicos protohistóricos, dioses y héroes del Olimpo griego.
2. Dragones volantes en la China Imperial.
3. Arcas de la Alianza, columnas luminosas, carros de fuego, nubes resplandecientes y estrellas de Belén en episodios ligados a la cultura judeo-cristiana.
4. Cruces refulgentes en la atmósfera de la Edad Media (Carlomagno).
5. Soles que «se paran» hasta que una batalla se decide a favor del bando eclesiástico.
6. Ángeles y «enviados» en el contexto católico.
7. Decenas de miles de apariciones de una hermosa dama «con el brillo de mil soles», que durante ochocientos años se ha hecho pasar por «Nuestra Señora» o la «Virgen María».
8. Diablos infernales, deformes monstruos de las tinieblas y demonios tentadores que han martirizado a gentes escrupulosas en las edades oscuras.
9. Veintenas de casos de intrigantes formaciones de helicópteros en vuelo, plaga de los Estados Unidos en la década de los años setenta y vinculados a las mutilaciones de ganado. Son caricaturas de autogiros, pues jamás han sido identificados ni pertenecen a ningún helipuerto conocido.
10. El modelo más asombroso de mimetismo ufológico ha sido sacado a la luz pública por un brillante trabajo de Bertrand Meheust. A partir de 1880 los ovnis aparecen masivamente en los relatos de ciencia-ficción, copiando (o mejor pre-describiendo) con increíble exactitud y detallismo la profusa tipología ufológica que se desataría a partir de 1947. Con casi un siglo de antelación, los novelistas de lo que se suponía fantástico, han previsto con enorme precisión las escenas hoy tipificadas en relación con platos voladores, aterrizajes, humanoides, morfologías, aspecto exterior y comportamiento de los discos y cigarros extraterrestres. Ojeando estos arcaicos textos de segunda fila, parecería que estamos leyendo cualquier informe rutinario sobre los platillos volantes de nuestros días.
La ideología alienígena habría precedido masivamente y en el campo de lo inobservable (novelas baratas por entregas), a lo que ocurriría mucho después; de esta manera se habría hecho una preparación sibilina de la mentalidad popular con el fin de introducir progresivamente la noción de una multiplicidad de culturas en el cosmos.
Implicaciones cataclísmicas
Por una oscura relación de causa y efecto que algún día descubriremos, el origen de los ovnis está ligado con eventos tales como huracanes, grandes tormentas, terremotos, erupciones volcánicas y otras hecatombes que siempre se han considerado obra de fuerzas ciegas de la naturaleza.
Los ovnis se suelen concentrar en estas áreas conflictivas por razones que se desconocen. Alberto Perego mantiene que están vinculados con una interminable serie de lo que el público toma por «accidentes» aleatorios, pero que a su juicio exhiben características que le llevan a calificarlos como intencionales. Efectivamente se nota una sospechosa repetitividad en determinados siniestros-tipo: caída de aviones, explosiones en portaaviones norteamericana cerca de China y Vietnam, trenes con combustibles químicos, convoyes de armas y municiones, colisiones de vehículos que transportan emigrantes y peregrinos religiosos, fulminantes incendios en asilos de ancianos y en hogares donde hay niños solos, etcétera. También se han registrado oleadas de calamidades con una frecuencia aparentemente superior a la media del azar, en ciertas áreas geográficas (Filipinas, Colombia, Pakistán) y durante épocas de miedo, odio violento e intensas agitaciones sociopolíticas. Los antiguos ya lo sabían, pues consideraban a los «escudos ardientes» del cielo como signos de mal agüero, anunciadores de seguras desgracias.
En opinión de Ramatís y otros «contactados», las adversidades destructivas no tienen nada de fortuítas, sino que son cuidadosamente preparadas por eficientes equipos de especialistas angélicos.
El motivo de fondo para que los ingenieros siderales programen con tanta meticulosidad dolorosas experiencias individuales o colectivas, no es disfrutar ejercitando una crueldad gratuita; muy por el contrario, ellos saben que las que parecen terribles desgracias de la vida nos son muy necesarias; más aún: resultan imprescindibles para el progreso interior y cumplen -aunque de ninguna manera lo parezca- una utilísima función catártica. Los infortunios, administrados con sabia oportunidad, constituirían la técnica de máxima eficacia conocida a fin de purificar moralmente el alma y el vector psicológico del individuo. Y sobre todo optimizan, en conjunto y a largo plazo, la velocidad de desarrollo evolutivo y espiritual de los seres conscientes.
Un sistema de control
El fenómeno ovni, según Jacques Vallée, sería la manifestación de una realidad que trasciende al tiempo y al espacio. Ya es hora de que reconozcamos que el estudio de estos fenómenos no compete a la ciencia sino a la «Inteligencia», es decir, a los servicios de contraespionaje.
Existe un elaborado sistema de control metalógico del planeta Tierra, que ha entrado progresivamente en funcionamiento a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando los viejos mitos se han vuelto inservibles. Este nivel de intervención en la sociedad terrestre funciona como un regulador de su desarrollo, e influye en la conducta del género humano. Los ovnis constituyen una manifestación simbólica, una poderosa imaginería proyectada para alterar los sistemas individuales y colectivos de valores y comportamientos. La tecnología ufológica distorsiona el sentido de realidad del observador y afecta a la conciencia humana con sofisticadas técnicas psicotrónicas, en orden a generar transformaciones psicosociales, políticas y económicas en la biosfera cerebrada de este planeta.
Los ovnis serían dispositivos que originan una deformación en la estructura de realidad del espectador, con el propósito deliberado de proyectar imágenes y representar escenas, a modo de un gigantesco drama teatral, diseñadas para cambiar nuestro acervo de creencias.
«Ellos» constituyen una bomba social de relojería y ejecutan sus papeles en un vasto plan de seducción subliminal, cuidándose mucho de tomar sus conceptos ideológicos de los propios arquetipos básicos del género humano, con lo que buscan forzar un cambio global del comportamiento colectivo. El mecanismo de vigilancia del medio humano que utilizan los ovnis, podría estar localizado en el espacio exterior. Esta ingeniería anímica sería tal vez originada en otro mundo y es, a la vez, física, psíquica y espiritual, capaz de un hábil amaño de la mentalidad pública.
¿Podrían ser, en última instancia los «Manipuladores» nada más que un grupo humano, que ha conseguido ostentar una forma muy avanzada de poder psicotrónico?... Debemos considerar también que las riendas se manejan desde «Magonia», una suerte de universo paralelo imbricado con el nuestro, pero inaccesible tanto a los sentidos como a la razón del hombre ordinario. El tiempo en Magonia no fluiría a la misma velocidad que en la Tierra, ni el espacio allí sería una mera extensión longitudinal como nos enseña la ciencia física.
Algunos dicen que los ovnis son un cuerpo de policía estelar que trabaja como guardas-jurados para protegernos de la eventual agresión de hordas alienígenas a imperialistas. Al mismo tiempo, también se ocupar de impedir nuestras expediciones de conquista al espacio exterior y del que estalle una Tercera Guerra Mundial, la que podría desaparecer la biosfera terrestre y originarse una deflagración atómica en cadena que haría peligrar seriamente el equilibrio y la seguridad del mismo sol y su familia de planetas. Según muchos «hombres-contacto» que aseguran recibir mensajes de otra dimensión, los moradores de los mundos vecinos tomarán contacto con nosotros y de forma contundente, para neutralizar con métodos coercitivos la hecatombe de un conflicto nuclear, rompiendo así, por tan graves y justificados motivos, su tónica acostumbrada de no-contacto.
Dan Lloyd postula que en el universo hay ciertas categorías de seres espirituales cuyo propósito es obstaculizar la verdadera evolución de la humanidad. Inducen deliberadamente conceptos materialistas para evitar el libre pensamiento e impedir que el auténtico conocimiento espiritual sea aplicado en las actividades humanas vitales: educación, medicina, ciencia, arte y religión. Estas personalidades malignas eran ya bien conocidas en la antigua Persia con el nombre genérico de Arimán y como Satán, en la Biblia. Estarían sembrando la ilusión de que máquinas físicas están llegando a la tierra cargadas de hombres corporales del espacio exterior, es decir alienígenas, lo que no sería más que un gran cuadro alucinatorio inducido a propósito.
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