Las explicaciones que se han dado al fenómeno ovni son muy diversas; desde los que niegan la existencia real de los objetos avistados, pasando por los que proponen que son artefactos propios de la tierra hasta los que sugieren que son naves de otros planetas o galaxias.
Científicos de las más diversas ramas y organismos gubernamentales de diferentes países han elaborado muchas teorías acerca de la causa de fenómenos extraños que se observan en el cielo. Cualquier versión que busquemos no será más que una simplificación de la realidad. Como dijo el biólogo británico J.B.S. Haldame: «El universo no es sólo más extraño de lo que imaginamos, sino mucho más extraño de lo que podemos imaginar».
Cuerpos astronómicos erróneamente interpretados
Especialmente en los crepúsculos y amaneceres, el sol puede ser fácilmente confundido con un objeto no convencional. También la luna, en determinadas fases puede llevar a un error semejante.
Con una atmósfera límpida, muchos planetas pueden ser tomados equivocadamente por «luces en el cielo». A veces se han denunciado ovnis que luego resultaron ser el lucero de la mañana, Venus en el oscurecer o Júpiter a ras del horizonte. La aproximación excepcional de estos dos últimos planetas en febrero de 1975, provocó un buen número de presuntas observaciones ovni.
Algunos meteoros de gran tamaño parecen desplazarse lentamente (en particular aquellos que lo hacen en el sentido de rotación de la tierra), dejando una huella brillante que puede persistir hasta varios minutos. Los bólidos, meteoritos, estrellas fugaces, novas y supernovas, como postula el físico Joseph Kaplan, pueden ser tomados equivocadamente por naves que vienen de otros mundos.
Extraños fenómenos atmosféricos
Muchos científicos aseguran que estos acontecimientos podrían ser causados por fenómenos atmosféricos: peculiares formaciones nubosas, perturbaciones eólicas, reflexión lumínica de la luz solar, refracción atmosférica, espejismos ópticos. Cuando en las noches del 20 y 21 de julio de 1952 se avistaron extraños discos sobre el Capitolio de Washington, la explicación oficial fue que, al haber capas calientes de aire por encima de las frías, se producía una distorsión óptica. También estas anomalías, según los meteorólogos, pueden dar lugar a una distorsión de las ondas de radar provocando ecos fantasmas en las pantallas.
Otras hipótesis se apoyan en los fuegos fatuos: en los charcos y marismas, la descomposición orgánica libera metano. Cuando este gas entra en ignición por combustión espontánea o caída de rayos, por ejemplo, se producen globos luminosos que flotan sobre el agua estancada. El mismo efecto se produce con el vapor de amoníaco.
Los terremotos podrían también ser los causantes de efectos luminosos extraños: en numerosas ocasiones se han observado fosforescencias a masas incandescentes ante el desencadenamiento de un terremoto; esto indica que los temblores de tierra disparan ciertas reacciones electromagnéticas con un componente luminoso en la atmósfera.
Según Oscar Galíndez, el rayo redondo presenta una apariencia similar al fenómeno ovni. Estas bolas de fuego son masas esféricas de aire ionizado que se originan en las tormentas y después se desplazan, aparentemente al azar. Avanzan, se detienen un momento y zigzaguean para desaparecer finalmente con un estampido o silenciosamente. Su constitución es mal conocida y exhiben tonalidades rojas, azules y violáceas. Phillip Klass los asimila a una forma específica de plasma natural. Al parecer están dotados de electricidad estática y su duración es transitoria. Suelen observarse casi siempre a baja altura y adoptar formas elipsoidales y cilíndricas de fuerte luminosidad. Lo más interesante es que, según Vincent Gaddis se conocen muchos casos de diminutas bolas de fuego que han penetrado en viviendas habitadas manifestando a todas luces un «comportamiento inteligente».
Hay un fenómeno electromagnético llamado «corona» que en ocasiones se advierte desplazándose a lo largo de cables de alta tensión en forma de fuerte luminosidad semejante a una esfera, disco o anillo. A baja altura adoptaría a veces la forma de un rayo globular y esto explicaría por qué aparecen OVNIS tan frecuentemente en proximidad con los tendidos eléctricos de alto voltaje.
Según Klass, los automóviles y peatones portadores de cargas eléctricas atraen los plasmas. Estos serían capaces de ionizar el aire aprisionado bajo el capot de un vehículo y provocar un colapso de sus circuitos eléctricos (típico efecto de la casuística ufológica). El físico Noel W.Scott ha producido en laboratorios pequeñas lentillas rojo-anaranjadas de vapor ionizado con aspecto de platillos resplandecientes, al introducir vapor en un vacío parcial.
Michael A. Persinger y Gyslasine F. Lafreniere han encontrado una correlación positiva entre fenómenos anómalos, fallas geológicas y llamaradas solares, tras el estudio de 1.242 casos ufológicos y 4.818 sucesos insólitos de todo tipo. Estos investigadores de la Universidad Laurentian de Sudbury (Ontario) sostienen que tanto la eyección explosiva de material ardiente en la superficie del sol, como los movimientos sísmicos, pueden generar campos energéticos localizados, que en ciertas circunstancias crean plasmoides luminosos a incluso interfieren en el funcionamiento normal del cerebro humano, provocando alucinaciones «ufológicas». Algunos de tales plasmas solares, son detectables por el radar.
Alucinaciones colectivas
Dice Federico R. Kirbus que los platillos volantes constituyen un fenómeno psicológico generado por rumores visionarios en virtud de un proceso bien conocido de contagio social. Suelen aparecer en oleadas, a intervalos breves, sobre determinadas regiones. El hecho de que una persona identifique públicamente algún objeto aéreo, real o inexistente, como un platillo volante, hace que otros individuos pretendan igualmente que también han visto un ovni. Según Bourret, esto se produce por lo que se llama «autocatálisis» y «retroacción positiva». Cuando la prensa habla de ovnis, otros observadores miran al cielo y creen ver objetos artificiales, lo que provoca a su vez más artículos en los periódicos, y así se van extendiendo las noticias hasta que los periodistas se cansan; entonces la agitación desaparece por sí misma. El Doctor Galíndez opina que hay en estos fenómenos épocas de calma que son sucedidas por otras de obsesión popular. Las oleadas vienen después de la difusión desmedida de sucesos ovnilógicos sensacionales y publicitados en exceso. También -según él- tiene mucho que ver el «efecto multitud», es decir, la amplificación de percepciones distorsionadas por el simple hecho de que haya muchos individuos juntos. Este efecto puede arrastrar a las alucinaciones en masa: psicosis generadoras de mitos, un estado de histeria colectiva y obsesión social que suscita confusiones en la imaginación popular habiendo sido motivadas por vanas apariencias.
Otro factor influyente es la adoración moderna de los platillos volantes, agoreros de la salvación de la humanidad y de la verdad oculta. Vemos a nuestro alrededor un número importante de grupúsculos psudoreligiosos y «ocultistas» que crecen como la espuma, con ideas delirantes acerca de los Hermanos del Espacio. Estos, supuestamente atraídos desde Marte, Venus o Saturno, nos salvarían de los peligros de un desequilibrio de la alta atmósfera que se produciría por el estallido de las bombas nucleares.
El inquietante fenómeno del virus epidémico alienígena prendido al cuerpo social, ha sido brillantemente estudiado por Jacques Vallée en su libro «Mensajeros de la Decepción». En él demuestra cómo una baraúnda de neosectas espiritualistas transplutonianas le están lavando, con notable éxito, el cerebro al mundo, consiguiendo rápidamente que el público baje su guardia y acepte indiscriminadamente estas seductoras ideas.
Nuevos Cristos vienen a ayudarnos en naves del espacio. Lo oculto, lo esotérico y, claro está, lo extraterrestre, está de moda; en la segunda mitad del siglo han arraigado profundamente en el acervo de la mitología popular. Esto a su vez promueve el contagio y se forma la «bola de nieve extraplanetaria».
Vehículos convencionales
Muchas veces se han visto una serie de luces viajando al unísono; este fenómeno que se ha tomado por una máquina voladora, podría ser un aprovisionamiento de combustible de dos aviones en vuelo.
Según J.Gordon Vaeth y Urner Liddel, hay en la atmósfera muchos artefactos científicos y meteorológicos que pueden ser tomados por naves espaciales (globos-testigo, sondas especiales de alta costa, blancos para radar). Los cohetes meteorológicos, por ejemplo, dejan escapar nubes de sodio que al ser iluminadas en la alta atmósfera por los rayos solares producen extraños efectos luminosos.
Los aparatos de investigación espacial producen un halo luminoso al entrar en la atmósfera. Satélites espaciales particularmente brillantes cambian su luminosidad periódicamente al rotar sobre sí mismos. La basura espacial (restos de vehículos aéreos, residuos abandonados en el espacio por sondas y astronautas), en circunstancias especiales puede ser vista desde La Tierra. Según Philip J.Klass, hay muchos subproductos erráticos de origen industrial flotando en nuestra atmósfera, como nubes de escoria, polvaredas de carbón y espuma de detergentes.
Discoteca flotante en el cielo
Los entomólogos P.S.Callahan y RA.Mankin, de los Estados Unidos, explican que el exoesqueleto de los insectos o mariposas es un excelente dieléctrico, alrededor de un electrolito (los fluidos biológicos del organismo animal). En contacto con un campo eléctrico como el producido por una tormenta, por ejemplo, emite brillantes luces y colores por los extremos de sus antenas y patas. Un aluvión de este tipo de insectos, produciría un interesante fenómeno visual. Para Norton T.Novitt el fenómeno ovni podría estar originado por las hormigas voladoras. Según este científico, estos insectos se reúnen periódicamente en masas de hasta 37 millones de individuos, ejecutando un rito nupcial. Si una de estas gigantescas colonias se topara con una carga de electricidad estática -nos dice- puede originar una materia luminosa que recuerde un ovni.
Errores de percepción
Edgar F. Mauer opina que muchos fenómenos son atribuibles a algunos estados patológicos de la vista: las células diferenciadas en el humor vítreo pueden proyectar sombras en la retina, siendo éstas percibidas como puntos en movimiento y la presión del viento sobre los ojos puede provocar también la visión de pseudo luces.
Hay una larga lista de afecciones psicopatológicas que dan origen a estados alucinatorios. En estos casos el sujeto ve efectivamente «algo» que no tiene existencia material comprobada. Según Pierre Delval pueden producirse visiones de imágenes luminosas que, inconscientemente o no, son animadas por el protagonista en función de su propio mundo interior.
También el cerebro -según Alain Gadmer- es capaz de fabricar ciertas observaciones en función de meras analogías; la información percibida es tratada de acuerdo a elementos anteriormente memorizados.
Los elementos más cotidianos y corrientes, también pueden interpretarse de una manera totalmente fantástica cuando el sujeto está bajo la influencia de ciertas drogas o del alcohol y son muchos los que opinan que esta es la circunstancia presente en los fenómenos ovni.
Mixtificaciones, fraudes y fabulaciones
Se llama «efecto excitación» a aquél por el cual el testigo o informador, al hacer un reporte de los hechos, selecciona como más prominentes aquellos datos menos exactos y seguros, no refiriéndose en cambio a las cuestiones más fiables.
El «efecto reportaje» es la selección de detalles llamativos y espectaculares con los oportunos añadidos y exageraciones al relatar lo ocurrido ante el público o los medios de comunicación.
A mucha gente le fascina la fama, la notoriedad, verse en letras de imprenta; para tener acceso a ello no dudan en falsificar deliberadamente los hechos, inventando una colorista historia de ovnis. Según Donald I.Warren, muchos de ellos son unos pobres diablos fracasados que lo hacen con el fin de sobresalir y compensar sus frustraciones y falta de éxito en la vida. Por lo general, son testigos de escasa relevancia socioprofesional.
Isaac Asimov, dice: «Más importante que lo que vemos en el cielo es cómo lo interpretamos. Aquellos que desean creer que las tripulaciones de las naves del espacio son guardianes benevolentes de nuestro bienestar, son personas inseguras que, de este modo, se agarran desesperadamente a unas fantasías que les proporcionan la ansiada seguridad».
Por último, hay una interpretación crítica, escéptica a ultranza y maximalista en el sentido de que todo lo relacionado con ovnis son falacias, un mero epifenómeno sociológico sin realidad física basado en denuncias de individuos mitomaníacos.
Artefactos aéreos de tecnología de vanguardia
Una explicación que no es aceptada por los medios oficiales sugiere que los ovnis son discos fabricados en los Estados Unidos. En Washington -según esta teoría- se habrían concedido varias patentes de invención y el Pentágono tendría en curso más de un proyecto de desarrollo y producción de platillos volantes. El ingeniero canadiense A.V.Roe, presidente de la compañía Avro de Otawa, ha diseñado varios modelos de aviones-platillo, tal vez por encargo de la Fuerza Aérea del poderoso país vecino. Un prototipo especial se sabe que fue concebido por Otis T.Carr, discípulo de Nicola Tesla.
Según el Doctor James E. McDonald, no sería nada rara la existencia de platillos experimentales, promocionados por las fuerzas armadas rusa y americana, por millonarios excéntricos o por sociedades secretas.
Recordemos que ya en 1897 las misteriosas aeronaves que invadieron el espacio aéreo estadounidense tomaban tierra frecuentemente y sus tripulantes declaraban que se trataba de vehículos eléctricos en fase de prueba. Noventa y cuatro años después, seguimos sin tener noticias de tan revolucionarios artefactos como tampoco las tenemos de las hipotéticas armas que las superpotencias fabrican.
Inventos bélicos de la Alemania Nazi
Eric A.Aggen, R.Lusar, Olaf Meyer Freyhold y Renato Vasco plantean que los objetos no identificados pudieran ser muy bien armas secretas fabricadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Se sabe que científicos como Miethe, Habermohl, Bellonzo, Klein, Munch y otros trabajaron en Peenemunde y otros centros poniendo a punto los cohetes V-1, V-2. Estos técnicos del Tercer Reich, habrían continuado sus investigaciones en la URSS.
Andreas Faber-Kaiser ha publicado incluso los dibujos de unas «peonzas voladoras» alemanas diseñadas por Schriever que son auténticos platillos típicos de finales de los cuarenta y que se pueden encontrar en un libro del mayor Rudolf Lusar.
Exobiología del espacio
Para el naturalista americano Ivan T.Sanderson, los ovnis pudieran ser formas zooespaciales, pues su conducta recuerda mucho a la de los animales. Las naves nodriza, para él, podrían desempeñar una función similar a la de las gallinas que empollan sus crías. Se ha observado que los ovnis viajan en manadas y se manifiestan como en oleadas migratorias. Hay millares de especies, con una apabullante variedad de formas y tamaños. Según Otto Binder, los ojos múltiples que estas criaturas exhiben son tomados habitualmente por ventanas o portezuelas.
Estas máquinas animales, indígenas del espacio, tal vez se alimenten de energía pura o directamente de rayos solares (al igual que las plantas lo hacen indirectamente a través de la fotosíntesis).
Para Trevor J.Constable y Erich Aggem, esas criaturas invisibles ameboides, originadas en el espacio y que poseen luz propia, recuerdan a los moluscos del océano. Aparentan ser metálicas, maniobran inteligentemente y tienen su hábitat natural en los dominios inobservables que rodean o interpenetran nuestro planeta. Estaríamos, en suma, ante formas de vida desconocidas, terrestres o extraterrestres.
La condesa Zoe Wassilko-Serecki dice que son especies hasta ahora no observadas de vida animal, pero autóctonas, de la ionosfera terrestre. Poseen estructuras huecas, con un mínimo de materia densa cargada de electricidad. Quizás sean el eslabón perdido entre la vida orgánica y la inorgánica y por eso dan la impresión de ser máquinas.
Otra interesante explicación la dan Ray Palmer y Otto Binder: en la «ionosfera radiante» donde se extiende el Cinturón Van Allen (de 2.000 a 65.000 kilómetros de altura), habita una civilización de seres inteligentes, invisibles a los ojos terrestres excepto bajo ciertas condiciones especiales. Estas criaturas radiantes se acercan esporádicamente a la superficie de la Tierra y, a la altura de la ionosfera, se hacen visibles debido a interacciones electromagnéticas como las tormentas del espacio o los huracanes solares. Tales entidades «radioactivas han creado una cultura tan vasta y diversificada como la nuestra, pero adaptada al «vacío» del espacio.
También se ha especulado con el «Sistema X», una máquina colosal que, según Aime Michel podría sobrevolar el mundo. Un colosal robot en órbita o sobre un planeta deshabitado del sistema solar que estaría manipulando no sólo a los ovnis sino a la humanidad entera.
Para C.Maxwell Cade y Oscar Galíndez, «no estamos tratando con seres personales ordinarios, sino más bien con inteligencias mecánicas, organismos abiológicos de conducta programable, una especie de androides originarios o derivados que actúan como cyborgs autónomos o telecomandados».
Es similar a la hipótesis de Galíndez la de Jean Luc Proust que propone que los ovnis serían entes que, tras un largo proceso evolutivo, se han convertido en supermáquinas vivientes, más rápidas, seguras y resistentes que el hombre. La nueva especie robotizada conservaría, no obstante, las trazas de su origen humano y sus órganos de comunicación con el hombre durante mucho tiempo, de la misma manera que los humanos contamos todavía con ciertos componentes anatómicos que ya nos resultan inútiles.
Viajeros del tiempo o de otras dimensiones
William E. Murphy opina que los platillos volantes serían el producto visible de la intersección o cortocircuito entre universos paralelos; en otras palabras, proyecciones inter-universos, «sombras» de los recintos extraterrestres de n dimensiones (para n mayor que 4), en nuestro medio 4-D que consiste en longitud, anchura, profundidad y movimiento en el tiempo.
También podrían ser máquinas del tiempo, suponiendo que éste representase a la cuarta dimensión. Sus ocupantes tal vez hayan aprendido la tecnología del transcurso cronológico y sean capaces de manipular a volutad y en cualquier dirección el flujo de los acontecimientos.
Para Luis Schöenherr, si la cuarta dimensión es formalmente idéntica al tiempo y éste no es, en esencia, diferente del espacio, lo realmente significativo será el conjunto del continuum Espacio-Tiempo. Por lo tanto, un movimiento en el tiempo es tan factible como en el espacio y así los ovnis podrían ser muy bien «dispositivos temporales» y originarse en el porvenir, como intuyó H.G.Wells. Las naves del espacio son para John M.Prytz manifestaciones de un Universo de antimateria o Universo paralelo. Cuando el cosmos fue creado, pudo formarse igual cantidad de materia que de antimateria, o bien cabe que las galaxias de antimateria estén mezcladas con las compuestas por la materia ordinaria. También es probable que existan masas comparables de ambas, en orden a mantener la simetría de la naturaleza, y cada una de ellas conforme a universos diferenciados a independientes.
Científicos de las más diversas ramas y organismos gubernamentales de diferentes países han elaborado muchas teorías acerca de la causa de fenómenos extraños que se observan en el cielo. Cualquier versión que busquemos no será más que una simplificación de la realidad. Como dijo el biólogo británico J.B.S. Haldame: «El universo no es sólo más extraño de lo que imaginamos, sino mucho más extraño de lo que podemos imaginar».
Cuerpos astronómicos erróneamente interpretados
Especialmente en los crepúsculos y amaneceres, el sol puede ser fácilmente confundido con un objeto no convencional. También la luna, en determinadas fases puede llevar a un error semejante.
Con una atmósfera límpida, muchos planetas pueden ser tomados equivocadamente por «luces en el cielo». A veces se han denunciado ovnis que luego resultaron ser el lucero de la mañana, Venus en el oscurecer o Júpiter a ras del horizonte. La aproximación excepcional de estos dos últimos planetas en febrero de 1975, provocó un buen número de presuntas observaciones ovni.
Algunos meteoros de gran tamaño parecen desplazarse lentamente (en particular aquellos que lo hacen en el sentido de rotación de la tierra), dejando una huella brillante que puede persistir hasta varios minutos. Los bólidos, meteoritos, estrellas fugaces, novas y supernovas, como postula el físico Joseph Kaplan, pueden ser tomados equivocadamente por naves que vienen de otros mundos.
Extraños fenómenos atmosféricos
Muchos científicos aseguran que estos acontecimientos podrían ser causados por fenómenos atmosféricos: peculiares formaciones nubosas, perturbaciones eólicas, reflexión lumínica de la luz solar, refracción atmosférica, espejismos ópticos. Cuando en las noches del 20 y 21 de julio de 1952 se avistaron extraños discos sobre el Capitolio de Washington, la explicación oficial fue que, al haber capas calientes de aire por encima de las frías, se producía una distorsión óptica. También estas anomalías, según los meteorólogos, pueden dar lugar a una distorsión de las ondas de radar provocando ecos fantasmas en las pantallas.
Otras hipótesis se apoyan en los fuegos fatuos: en los charcos y marismas, la descomposición orgánica libera metano. Cuando este gas entra en ignición por combustión espontánea o caída de rayos, por ejemplo, se producen globos luminosos que flotan sobre el agua estancada. El mismo efecto se produce con el vapor de amoníaco.
Los terremotos podrían también ser los causantes de efectos luminosos extraños: en numerosas ocasiones se han observado fosforescencias a masas incandescentes ante el desencadenamiento de un terremoto; esto indica que los temblores de tierra disparan ciertas reacciones electromagnéticas con un componente luminoso en la atmósfera.
Según Oscar Galíndez, el rayo redondo presenta una apariencia similar al fenómeno ovni. Estas bolas de fuego son masas esféricas de aire ionizado que se originan en las tormentas y después se desplazan, aparentemente al azar. Avanzan, se detienen un momento y zigzaguean para desaparecer finalmente con un estampido o silenciosamente. Su constitución es mal conocida y exhiben tonalidades rojas, azules y violáceas. Phillip Klass los asimila a una forma específica de plasma natural. Al parecer están dotados de electricidad estática y su duración es transitoria. Suelen observarse casi siempre a baja altura y adoptar formas elipsoidales y cilíndricas de fuerte luminosidad. Lo más interesante es que, según Vincent Gaddis se conocen muchos casos de diminutas bolas de fuego que han penetrado en viviendas habitadas manifestando a todas luces un «comportamiento inteligente».
Hay un fenómeno electromagnético llamado «corona» que en ocasiones se advierte desplazándose a lo largo de cables de alta tensión en forma de fuerte luminosidad semejante a una esfera, disco o anillo. A baja altura adoptaría a veces la forma de un rayo globular y esto explicaría por qué aparecen OVNIS tan frecuentemente en proximidad con los tendidos eléctricos de alto voltaje.
Según Klass, los automóviles y peatones portadores de cargas eléctricas atraen los plasmas. Estos serían capaces de ionizar el aire aprisionado bajo el capot de un vehículo y provocar un colapso de sus circuitos eléctricos (típico efecto de la casuística ufológica). El físico Noel W.Scott ha producido en laboratorios pequeñas lentillas rojo-anaranjadas de vapor ionizado con aspecto de platillos resplandecientes, al introducir vapor en un vacío parcial.
Michael A. Persinger y Gyslasine F. Lafreniere han encontrado una correlación positiva entre fenómenos anómalos, fallas geológicas y llamaradas solares, tras el estudio de 1.242 casos ufológicos y 4.818 sucesos insólitos de todo tipo. Estos investigadores de la Universidad Laurentian de Sudbury (Ontario) sostienen que tanto la eyección explosiva de material ardiente en la superficie del sol, como los movimientos sísmicos, pueden generar campos energéticos localizados, que en ciertas circunstancias crean plasmoides luminosos a incluso interfieren en el funcionamiento normal del cerebro humano, provocando alucinaciones «ufológicas». Algunos de tales plasmas solares, son detectables por el radar.
Alucinaciones colectivas
Dice Federico R. Kirbus que los platillos volantes constituyen un fenómeno psicológico generado por rumores visionarios en virtud de un proceso bien conocido de contagio social. Suelen aparecer en oleadas, a intervalos breves, sobre determinadas regiones. El hecho de que una persona identifique públicamente algún objeto aéreo, real o inexistente, como un platillo volante, hace que otros individuos pretendan igualmente que también han visto un ovni. Según Bourret, esto se produce por lo que se llama «autocatálisis» y «retroacción positiva». Cuando la prensa habla de ovnis, otros observadores miran al cielo y creen ver objetos artificiales, lo que provoca a su vez más artículos en los periódicos, y así se van extendiendo las noticias hasta que los periodistas se cansan; entonces la agitación desaparece por sí misma. El Doctor Galíndez opina que hay en estos fenómenos épocas de calma que son sucedidas por otras de obsesión popular. Las oleadas vienen después de la difusión desmedida de sucesos ovnilógicos sensacionales y publicitados en exceso. También -según él- tiene mucho que ver el «efecto multitud», es decir, la amplificación de percepciones distorsionadas por el simple hecho de que haya muchos individuos juntos. Este efecto puede arrastrar a las alucinaciones en masa: psicosis generadoras de mitos, un estado de histeria colectiva y obsesión social que suscita confusiones en la imaginación popular habiendo sido motivadas por vanas apariencias.
Otro factor influyente es la adoración moderna de los platillos volantes, agoreros de la salvación de la humanidad y de la verdad oculta. Vemos a nuestro alrededor un número importante de grupúsculos psudoreligiosos y «ocultistas» que crecen como la espuma, con ideas delirantes acerca de los Hermanos del Espacio. Estos, supuestamente atraídos desde Marte, Venus o Saturno, nos salvarían de los peligros de un desequilibrio de la alta atmósfera que se produciría por el estallido de las bombas nucleares.
El inquietante fenómeno del virus epidémico alienígena prendido al cuerpo social, ha sido brillantemente estudiado por Jacques Vallée en su libro «Mensajeros de la Decepción». En él demuestra cómo una baraúnda de neosectas espiritualistas transplutonianas le están lavando, con notable éxito, el cerebro al mundo, consiguiendo rápidamente que el público baje su guardia y acepte indiscriminadamente estas seductoras ideas.
Nuevos Cristos vienen a ayudarnos en naves del espacio. Lo oculto, lo esotérico y, claro está, lo extraterrestre, está de moda; en la segunda mitad del siglo han arraigado profundamente en el acervo de la mitología popular. Esto a su vez promueve el contagio y se forma la «bola de nieve extraplanetaria».
Vehículos convencionales
Muchas veces se han visto una serie de luces viajando al unísono; este fenómeno que se ha tomado por una máquina voladora, podría ser un aprovisionamiento de combustible de dos aviones en vuelo.
Según J.Gordon Vaeth y Urner Liddel, hay en la atmósfera muchos artefactos científicos y meteorológicos que pueden ser tomados por naves espaciales (globos-testigo, sondas especiales de alta costa, blancos para radar). Los cohetes meteorológicos, por ejemplo, dejan escapar nubes de sodio que al ser iluminadas en la alta atmósfera por los rayos solares producen extraños efectos luminosos.
Los aparatos de investigación espacial producen un halo luminoso al entrar en la atmósfera. Satélites espaciales particularmente brillantes cambian su luminosidad periódicamente al rotar sobre sí mismos. La basura espacial (restos de vehículos aéreos, residuos abandonados en el espacio por sondas y astronautas), en circunstancias especiales puede ser vista desde La Tierra. Según Philip J.Klass, hay muchos subproductos erráticos de origen industrial flotando en nuestra atmósfera, como nubes de escoria, polvaredas de carbón y espuma de detergentes.
Discoteca flotante en el cielo
Los entomólogos P.S.Callahan y RA.Mankin, de los Estados Unidos, explican que el exoesqueleto de los insectos o mariposas es un excelente dieléctrico, alrededor de un electrolito (los fluidos biológicos del organismo animal). En contacto con un campo eléctrico como el producido por una tormenta, por ejemplo, emite brillantes luces y colores por los extremos de sus antenas y patas. Un aluvión de este tipo de insectos, produciría un interesante fenómeno visual. Para Norton T.Novitt el fenómeno ovni podría estar originado por las hormigas voladoras. Según este científico, estos insectos se reúnen periódicamente en masas de hasta 37 millones de individuos, ejecutando un rito nupcial. Si una de estas gigantescas colonias se topara con una carga de electricidad estática -nos dice- puede originar una materia luminosa que recuerde un ovni.
Errores de percepción
Edgar F. Mauer opina que muchos fenómenos son atribuibles a algunos estados patológicos de la vista: las células diferenciadas en el humor vítreo pueden proyectar sombras en la retina, siendo éstas percibidas como puntos en movimiento y la presión del viento sobre los ojos puede provocar también la visión de pseudo luces.
Hay una larga lista de afecciones psicopatológicas que dan origen a estados alucinatorios. En estos casos el sujeto ve efectivamente «algo» que no tiene existencia material comprobada. Según Pierre Delval pueden producirse visiones de imágenes luminosas que, inconscientemente o no, son animadas por el protagonista en función de su propio mundo interior.
También el cerebro -según Alain Gadmer- es capaz de fabricar ciertas observaciones en función de meras analogías; la información percibida es tratada de acuerdo a elementos anteriormente memorizados.
Los elementos más cotidianos y corrientes, también pueden interpretarse de una manera totalmente fantástica cuando el sujeto está bajo la influencia de ciertas drogas o del alcohol y son muchos los que opinan que esta es la circunstancia presente en los fenómenos ovni.
Mixtificaciones, fraudes y fabulaciones
Se llama «efecto excitación» a aquél por el cual el testigo o informador, al hacer un reporte de los hechos, selecciona como más prominentes aquellos datos menos exactos y seguros, no refiriéndose en cambio a las cuestiones más fiables.
El «efecto reportaje» es la selección de detalles llamativos y espectaculares con los oportunos añadidos y exageraciones al relatar lo ocurrido ante el público o los medios de comunicación.
A mucha gente le fascina la fama, la notoriedad, verse en letras de imprenta; para tener acceso a ello no dudan en falsificar deliberadamente los hechos, inventando una colorista historia de ovnis. Según Donald I.Warren, muchos de ellos son unos pobres diablos fracasados que lo hacen con el fin de sobresalir y compensar sus frustraciones y falta de éxito en la vida. Por lo general, son testigos de escasa relevancia socioprofesional.
Isaac Asimov, dice: «Más importante que lo que vemos en el cielo es cómo lo interpretamos. Aquellos que desean creer que las tripulaciones de las naves del espacio son guardianes benevolentes de nuestro bienestar, son personas inseguras que, de este modo, se agarran desesperadamente a unas fantasías que les proporcionan la ansiada seguridad».
Por último, hay una interpretación crítica, escéptica a ultranza y maximalista en el sentido de que todo lo relacionado con ovnis son falacias, un mero epifenómeno sociológico sin realidad física basado en denuncias de individuos mitomaníacos.
Artefactos aéreos de tecnología de vanguardia
Una explicación que no es aceptada por los medios oficiales sugiere que los ovnis son discos fabricados en los Estados Unidos. En Washington -según esta teoría- se habrían concedido varias patentes de invención y el Pentágono tendría en curso más de un proyecto de desarrollo y producción de platillos volantes. El ingeniero canadiense A.V.Roe, presidente de la compañía Avro de Otawa, ha diseñado varios modelos de aviones-platillo, tal vez por encargo de la Fuerza Aérea del poderoso país vecino. Un prototipo especial se sabe que fue concebido por Otis T.Carr, discípulo de Nicola Tesla.
Según el Doctor James E. McDonald, no sería nada rara la existencia de platillos experimentales, promocionados por las fuerzas armadas rusa y americana, por millonarios excéntricos o por sociedades secretas.
Recordemos que ya en 1897 las misteriosas aeronaves que invadieron el espacio aéreo estadounidense tomaban tierra frecuentemente y sus tripulantes declaraban que se trataba de vehículos eléctricos en fase de prueba. Noventa y cuatro años después, seguimos sin tener noticias de tan revolucionarios artefactos como tampoco las tenemos de las hipotéticas armas que las superpotencias fabrican.
Inventos bélicos de la Alemania Nazi
Eric A.Aggen, R.Lusar, Olaf Meyer Freyhold y Renato Vasco plantean que los objetos no identificados pudieran ser muy bien armas secretas fabricadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Se sabe que científicos como Miethe, Habermohl, Bellonzo, Klein, Munch y otros trabajaron en Peenemunde y otros centros poniendo a punto los cohetes V-1, V-2. Estos técnicos del Tercer Reich, habrían continuado sus investigaciones en la URSS.
Andreas Faber-Kaiser ha publicado incluso los dibujos de unas «peonzas voladoras» alemanas diseñadas por Schriever que son auténticos platillos típicos de finales de los cuarenta y que se pueden encontrar en un libro del mayor Rudolf Lusar.
Exobiología del espacio
Para el naturalista americano Ivan T.Sanderson, los ovnis pudieran ser formas zooespaciales, pues su conducta recuerda mucho a la de los animales. Las naves nodriza, para él, podrían desempeñar una función similar a la de las gallinas que empollan sus crías. Se ha observado que los ovnis viajan en manadas y se manifiestan como en oleadas migratorias. Hay millares de especies, con una apabullante variedad de formas y tamaños. Según Otto Binder, los ojos múltiples que estas criaturas exhiben son tomados habitualmente por ventanas o portezuelas.
Estas máquinas animales, indígenas del espacio, tal vez se alimenten de energía pura o directamente de rayos solares (al igual que las plantas lo hacen indirectamente a través de la fotosíntesis).
Para Trevor J.Constable y Erich Aggem, esas criaturas invisibles ameboides, originadas en el espacio y que poseen luz propia, recuerdan a los moluscos del océano. Aparentan ser metálicas, maniobran inteligentemente y tienen su hábitat natural en los dominios inobservables que rodean o interpenetran nuestro planeta. Estaríamos, en suma, ante formas de vida desconocidas, terrestres o extraterrestres.
La condesa Zoe Wassilko-Serecki dice que son especies hasta ahora no observadas de vida animal, pero autóctonas, de la ionosfera terrestre. Poseen estructuras huecas, con un mínimo de materia densa cargada de electricidad. Quizás sean el eslabón perdido entre la vida orgánica y la inorgánica y por eso dan la impresión de ser máquinas.
Otra interesante explicación la dan Ray Palmer y Otto Binder: en la «ionosfera radiante» donde se extiende el Cinturón Van Allen (de 2.000 a 65.000 kilómetros de altura), habita una civilización de seres inteligentes, invisibles a los ojos terrestres excepto bajo ciertas condiciones especiales. Estas criaturas radiantes se acercan esporádicamente a la superficie de la Tierra y, a la altura de la ionosfera, se hacen visibles debido a interacciones electromagnéticas como las tormentas del espacio o los huracanes solares. Tales entidades «radioactivas han creado una cultura tan vasta y diversificada como la nuestra, pero adaptada al «vacío» del espacio.
También se ha especulado con el «Sistema X», una máquina colosal que, según Aime Michel podría sobrevolar el mundo. Un colosal robot en órbita o sobre un planeta deshabitado del sistema solar que estaría manipulando no sólo a los ovnis sino a la humanidad entera.
Para C.Maxwell Cade y Oscar Galíndez, «no estamos tratando con seres personales ordinarios, sino más bien con inteligencias mecánicas, organismos abiológicos de conducta programable, una especie de androides originarios o derivados que actúan como cyborgs autónomos o telecomandados».
Es similar a la hipótesis de Galíndez la de Jean Luc Proust que propone que los ovnis serían entes que, tras un largo proceso evolutivo, se han convertido en supermáquinas vivientes, más rápidas, seguras y resistentes que el hombre. La nueva especie robotizada conservaría, no obstante, las trazas de su origen humano y sus órganos de comunicación con el hombre durante mucho tiempo, de la misma manera que los humanos contamos todavía con ciertos componentes anatómicos que ya nos resultan inútiles.
Viajeros del tiempo o de otras dimensiones
William E. Murphy opina que los platillos volantes serían el producto visible de la intersección o cortocircuito entre universos paralelos; en otras palabras, proyecciones inter-universos, «sombras» de los recintos extraterrestres de n dimensiones (para n mayor que 4), en nuestro medio 4-D que consiste en longitud, anchura, profundidad y movimiento en el tiempo.
También podrían ser máquinas del tiempo, suponiendo que éste representase a la cuarta dimensión. Sus ocupantes tal vez hayan aprendido la tecnología del transcurso cronológico y sean capaces de manipular a volutad y en cualquier dirección el flujo de los acontecimientos.
Para Luis Schöenherr, si la cuarta dimensión es formalmente idéntica al tiempo y éste no es, en esencia, diferente del espacio, lo realmente significativo será el conjunto del continuum Espacio-Tiempo. Por lo tanto, un movimiento en el tiempo es tan factible como en el espacio y así los ovnis podrían ser muy bien «dispositivos temporales» y originarse en el porvenir, como intuyó H.G.Wells. Las naves del espacio son para John M.Prytz manifestaciones de un Universo de antimateria o Universo paralelo. Cuando el cosmos fue creado, pudo formarse igual cantidad de materia que de antimateria, o bien cabe que las galaxias de antimateria estén mezcladas con las compuestas por la materia ordinaria. También es probable que existan masas comparables de ambas, en orden a mantener la simetría de la naturaleza, y cada una de ellas conforme a universos diferenciados a independientes.
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