martes, 25 de agosto de 2009

Agentes del silencio: ¿Cuál es el fin de los Hombres de Negro?

Raramente, quizá nunca, se cumplen las amenazas de los misteriosos hombres de negro.
¿Cuál es entonces el propósito de sus visitas?
¿Qué explicación tiene este fenómeno desconcertante?

En septiembre de 1976, el doctor Herbert Hopkins, médico e hipnotizador de 58 años de edad, trabajaba como consultor en un caso de teleportación en Maine (Estados Unidos). Una noche en que su esposa e hijos habían salido dejándole solo, sonó el teléfono y un hombre que se identificó a sí mismo como vicepresidente de la Organización de Investigaciones OVNI de Nueva Jersey solicitó entrevistarse con él para discutir el caso. El doctor Hopkins aceptó, pues en aquel momento le pareció lo más natural. Se dirigió a la puerta trasera a encender la luz para que el visitante pudiera encontrar el camino desde el parking, y vio al hombre que ya estaba subiendo los escalones de la entrada. "No vi ningún coche, pero aunque lo hubiera tenido era imposible que llegara a mi casa con tanta rapidez desde ningún teléfono", comentó más tarde asombrado.

Pero en aquel momento el doctor Hopkins no experimentó sorpresa alguna, y acogió al visitante. El hombre vestía traje negro, sombrero, zapatos y corbata negros, y camisa blanca. Pensé que su aspecto era de un empleado de una funeraria. Sus ropas eran impecables: el traje, sin arrugas, y la raya de los pantalones, perfecta. Al quitarse el sombrero vi que era completamente calvo, y que carecía de cejas y de pestañas. Su palidez era cadavérica, y sus labios eran de un rojo brillante.

En el transcurso de la conversación se frotó los labios con los guantes, de ante gris, y el doctor se sorprendió al comprobar que los llevaba pintados.

¿Visitante de otra dimensión?

Sin embargo, fue más tarde cuando el doctor Hopkins reflexionó sobre lo extraño del aspecto y de la conducta de su visitante. En aquel momento siguió la conversación con toda naturalidad, considerando que el episodio formaba parte de su actividad profesional. Cuando concluyó el relato, su visitante afirmó que el doctor tenía dos monedas en el bolsillo relacionadas con el caso. Le pidió al doctor que pusiera una de las monedas en su mano y él lo hizo así. El extraño dijo al doctor que mirara la moneda, no a él; mientras miraba la moneda pareció desenfocarse y luego se desvaneció gradualmente. "Ni usted ni nadie más en este planeta volverá a ver esta moneda otra vez", dijo el visitante.

Después de hablar un rato más de los tópicos acerca de los OVNIS, el doctor Hopkins advirtió que el visitante hablaba más despacio. El hombre se levantó tambaleándose y dijo muy despacio: "Mi energía se esta agotando, debo irme ahora, adiós." Se encaminó vacilante hacia la puerta y bajó los peldaños con inseguridad, de uno en uno. El doctor Hopkins vio una luz brillante en la carretera, una luz blanco-azulada y de brillo distinto a la de los faros de un coche. En aquel momento, sin embargo, supuso que se trataba del coche del extraño, aunque ni lo vio ni lo oyó.

Más tarde, cuando regresó la familia del doctor Hopkins, examinaron la carretera, encontrando señales que no podían pertenecer a un coche, pues estaban en el centro de la calzada. Al día siguiente, y aunque la carretera no se había utilizado, las marcas ya no estaban.

El doctor Hopkins quedó sumamente alarmado por la visita, sobre todo desde que empezó a plantearse lo extraordinario de la conducta de su visitante. De ahí que siguiera al pie de la letra las instrucciones de aquel hombre; borró las cintas de las sesiones hipnóticas que estaba realizando en relación al caso que le ocupaba, y aceptó abandonar el mismo.

Tanto en casa del doctor Hopkins como en la de su hijo mayor, siguieron ocurriendo incidentes curiosos. Hopkins supuso que tenían alguna relación con la extraña visita, pero nunca supo nada más de su visitante. En cuanto a la Organización de Investigaciones OVNI de Nueva Jersey, tal institución no existía.

La narración del doctor Hopkins es probablemente la más detallada de la visita de un HDN (hombre de negro), y nos enfrenta con el aspecto más fantástico del problema. En primer lugar, debemos preguntarnos si un doctor respetado y competente inventaría una historia tan extraña; y si así fuera: ¿por qué motivo? Por otra parte, ¿podría haber sido todo una ilusión, a pesar de las huellas que observaron otros miembros de su familia? ¿Es posible que la verdad se encuentre entre la realidad y la imaginación? Es decir: ¿podría tratarse de un impostor que visitó al doctor por alguna oscura razón, y que actuó para desencadenar en él, con alguna finalidad, la invención de sucesos misteriosos?

Consecuencias sorprendentes

La menos convincente de todas las explicaciones es la de que todo el incidente se desarrollara en la imaginación del doctor. Cuando su esposa e hijos regresaron a casa le encontraron realmente asustado, con las luces de la casa encendidas y sentado en una mesa en la que había una pistola. Confirmaron las marcas en la carretera y una serie de alteraciones en el teléfono que, parece ser, comenzaron inmediatamente después de la visita. Por lo tanto parece que si sucedió algún acontecimiento real, aun que su naturaleza permanece misteriosamente incierta.

La existencia de hechos extraños fue aceptada por las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, que estaban al corriente de que personas que se hacían pasar por miembros de la USAF visitaban a testigos de OVNIS. En febrero de 1967, el coronel George P. Freeman, portavoz del Pentágono para el proyecto Blue Book de la USAF, declaró al investigador John Keel en el transcurso de una entrevista:
Hombres misteriosos con uniforme de las Fuerzas Aéreas, o luciendo credenciales de agencias gubernamentales, han venido "silenciando" a testigos de OVNIS. Hemos comprobado gran cantidad de estos casos, y ninguno de estos hombres está vinculado a las Fuerzas Aéreas. Hasta ahora no hemos sido capaces de descubrir nada acerca de esos hombres. Al hacerse pasar por oficiales de las Fuerzas Aéreas o por agentes del gobierno están cometiendo un delito federal. Estamos seguros de atrapar alguno. Por desgracia, el rastro está ya demasiado frío cuando nos enteramos de alguno de estos casos, pero seguimos intentándolo.

Una pregunta sigue en el aire: los impostores referidos por el coronel Freeman y por el doctor Hopkins, ¿pertenecen a la misma categoría de extraños visitantes? Las observaciones de OVNIS, al igual que los crímenes pasionales, atraen a gran cantidad de personas mentalmente inestables que son perfectamente capaces de hacerse pasar por agentes autorizados con tal de tener acceso a los testimonios. Es probable que algunos de los supuestos HDN sean tan sólo pseudo-investigadores de esta clase.

Una curiosa circunstancia repetida en los informes acerca de los HDN es la incoherencia de su conducta: si están representando a seres humanos, no lo hacen demasiado bien. Despiertan la sospecha de sus víctimas mucho más por su ignorancia que por sus conocimientos. Desde luego pudiera ser que los que calificamos de impostores sólo sean aquellos cuyo trabajo no ha resultado convincente; quizá haya muchos casos de HDN que nunca conoceremos, simplemente porque los visitantes han persuadido a sus víctimas de que no hay nada sospechoso en sus visitas, o de que más les valdrá guardar silencio.

Los HDN suelen advertir al testigo que no diga nada acerca de la visita, y que cese toda actividad relacionada con ella: este detalle constituye una característica casi definitoria de estos extraños seres. Además, hay que tener en cuenta que conocemos todos los casos registrados de HDN sólo porque esas instrucciones han sido desobedecidas, y eso significa que se deben de haber dado muchísimos casos más. Y, sin embargo, jamás, que se sepa, se ha producido ninguno de los castigos terribles con que son amenazados los testigos. En 1976, Carmen Cuneo, una testigo canadiense, fue avisada por un misterioso visitante para que dejara de contar su experiencia y abandonara el caso, o de lo contrario sería visitada por otros tres HDN. "Le dije: ¿y esto qué significa? -Bien, respondió él, podría causarle molestias... quizá algunas heridas." Un año antes, Carlos de los Santos, testigo mexicano, fue detenido cuando se dirigía a una entrevista en televisión,no por una, sino por dos limusinas negras, y uno de los ocupantes, vestido de negro y de aspecto escandinavo, le dijo: "Cuidado, chico; si aprecias tu vida y la de tu familia, no vuelvas a hablar de tu visión."

Sin embargo, no existe evidencia alguna de que estas amenazas se hayan materializado alguna vez, aunque muchos testigos han desoído las advertencias. En realidad, por muy siniestros que puedan parecer los HDN, se caracterizan por su no violencia; lo peor que puede decirse de ellos es que atosigan a los testigos con sus visitas y llamadas inoportunas, o simplemente que les molestan con su presencia.

Amenazas de violencia

Mientras que para la víctima el que no se cumplan las amenazas es lo mejor que puede suceder, éste resulta para el investigador uno de los aspectos más desconcertantes del problema. La violencia, si se concretara en acciones físicas, ayudaría cuanto menos a definir el fenómeno. Además, la mayoría de las evidencias son, en el fondo, simples rumores, y con frecuencia no de gran calidad; casos también descritos como los del señor Richardson o el doctor Hopkins son por desgracia la minoría. Hay una gran falta de precisión en demasiados de los informes. El escritor norteamericano Brad Steiger asegura que cientos de ufológos, con tactos y testigos casuales de OVNIS declaran haber sido visitados por los HDN -generalmente en número de tres, generalmente vestidos de negro-, pero sólo cita algunos hechos puramente anecdóticos. Asimismo, John Keel, experto en fenómenos inexplicables, sostiene haber visto en muchas ocasiones los Cadillacs negros con pasajeros siniestros de aspecto oriental y vestidos de negro, pero tratándose de un reportero experto muestra un curioso recelo a ocuparse de esas visiones o a brindarnos un articulo versado sobre un tema tan importante. Aseveraciones como éstas no constituyen evidencias válidas: sólo sirven para alimentar la imaginación.

Y volvamos al mito de los HDN y a la posibilidad de que el fenómeno sea sólo eso: un mito. ¿Es posible que se trate de una ilusión?, ¿que todo sea una creación de la imaginación popular, cuyas obsesiones personales toman esta forma porque, de una u otra manera, los OVNIS constituyen una de las preocupaciones culturales más importantes de nuestro tiempo? Por otro lado está la versión de Woodrow Derenberg, que insiste en que los dos hombres vestidos de negro que trataron de silenciarlo eran emisarios de la Mafia. Por otro, David Tansley sugiere que se trata de entidades psíquicas representativas de las fuerzas ocultas que tratarían de evitar la expansión del "verdadero conocimiento". Dominick Lucchesi, uno de los amigos de Albert Bender, sostiene que provienen de alguna civilización desconocida, posiblemente enterrada en un área remota de la Tierra (el Amazonas, el desierto de Gobi o el Himalaya).

Pero existe un hecho común a casi todos los informes sobre los HDN, hecho que toda teoría debe considerar y que puede encerrar la clave del problema. Se trata de que los HDN poseen información a la que no han podido tener acceso, información privada, no tratada en la prensa, quizá conocida únicamente por algunos investigadores y oficiales pero no por el público. A veces, la única persona que posee esa información resulta ser la que es visitada. En otras palabras, los HDN y sus víctimas comparten conocimientos que quizá no posea nadie más. Además, casi siempre estos HDN aparecen cuando el testigo está solo. En el caso del doctor Hopkins, por ejemplo, el visitante tuvo mucho cuidado en llamar cuando la esposa y los hijos estaban fuera, y comprobó este extremo antes de presentarse. La conclusión debe ser que entre los HDN y sus testigos se establece una comunicación distinta, algún lazo paranormal.

¿Verdad o paranoia?

A todo esto hay que añadir otra serie de rasgos del fenómeno que no concuerdan con la realidad cotidiana. Por ejemplo, esos pomposos coches negros: ¿dónde están cuando no visitan a los testigos? ¿Dónde están guardados? ¿Nunca se les ve en colisiones o accidentes? ¿Es posible que se materialicen desde otro nivel existencial cuando son necesarios?

Estas son sólo algunas de las muchas preguntas que suscita el fenómeno de los HDN. Lo malo es que estos casos se producen en un espectro que va desde lo más creíble a lo más increíble. En un extremo están las visitas en las que no ocurre nada anormal, salvo la falsa identidad del visitante o el conocimiento de información privada. Pero en el otro extremo se dan casos en los que la única explicación posible seria que el testigo hubiera sucumbido a la paranoia. En su obra The truth about the men in black (La verdad sobre los hombres de negro) la investigadora Ramona Clark habla de un investigador anónimo que fue asaltado por tres hombres de negro el 3 de julio de 1969:

"Sobre la ventanilla del coche en que viajaban se hallaba el símbolo que asociaban a sus visitas. A aquel hombre este símbolo le causó un impacto psicológico profundo. Jamás había visto en ningún ser humano un miedo como el de aquel hombre."

A este primer encuentro siguió un hostigamiento continuo. Se produjeron llamadas misteriosas, la casa estaba vigilada. El hombre empezó a oír voces y a ver formas extrañas. Cadillacs negros le seguían a todas partes. En una ocasión su familia y él estuvieron a punto de sufrir un accidente por culpa de un Cadillac que se les echó encima. Empezó a tener pesadillas en las que aparecían los HDN. No podía descansar, su trabajo se resintió y temía perder su empleo.

¿Estaba todo en su mente? Resulta tentador pensar que si. Pero un amigo suyo confirmó que mientras hablaban, en la acera de enfrente un hombre de aspecto extraño paseaba arriba y abajo. Era un hombre alto, de unos cincuenta y cinco años, y vestía completamente de negro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en nuestro blog...