El Castel dell’Ovo es una famosa ciudadela fortificada que se encuentra en la ciudad de Nápoles. Domina el paisaje del golfo, embelleciendo el panorama y a la vez dotándolo de una riqueza histórica y cultural invaluable. Este magnífico monumento de Italia guarda las huellas de su pasado, y las ofrece para maravillar a todo aquel que le dedique un paseo.
Cuenta la leyenda que Virgilio dejó oculto en alguna parte de la fortaleza un huevo, colocado en posición vertical. Si el huevo no soportaba esta situación, y finalmente caía sobre uno de sus lados, el castillo sería destruido por completo y la ciudad de Nápoles sería víctima de terribles catástrofes.
Afortunadamente, el huevo parece haber permanecido en su posición inicial, ya que el bellísimo Castel dell’Ovo –o Castillo del huevo– es hasta nuestros días una de las principales atracciones medievales del lugar. Fue construido en el año 1128, en un islote cercano a la costa y allí permanece para que podamos ir a visitarlo y disfrutar de él.
De todas formas, la historia le depararía avatares numerosos. La conquista de Nápoles en manos de los romanos convirtió a esta residencia en una verdadera fortificación en el siglo V, y se la destinó a albergar a los prisioneros. Felizmente, normandos y catalanes del siglo XII se ocuparon de remodelarla para restaurar los daños que sufrió durante su período como cárcel.
Hoy, las terrazas artificiales construidas sobre la ladera de la colina y las imponentes murallas son parte de un paseo indeclinable. El estilo gótico de las galerías a cielo abierto, con arcadas de una belleza sorprendente, configuran un escenario mágico. Las grandes salas con columnas y la iglesia de Salvatorese combinan con las inmensas torres Maestra y Normandía, que dotan al conjunto de una apariencia poderosa.
La villa marina que se extiende a los pies del Castel dell’Ovo es el acceso a tan hermosa construcción, que en nuestros días se encuentra abierta al público. Bien vale la pena adentrarse en la fastuosidad de la estructura defensiva de la fortaleza, y dejarse llevar por las ensoñaciones que despierta en todo aquel que la recorre.
Cuenta la leyenda que Virgilio dejó oculto en alguna parte de la fortaleza un huevo, colocado en posición vertical. Si el huevo no soportaba esta situación, y finalmente caía sobre uno de sus lados, el castillo sería destruido por completo y la ciudad de Nápoles sería víctima de terribles catástrofes.
Afortunadamente, el huevo parece haber permanecido en su posición inicial, ya que el bellísimo Castel dell’Ovo –o Castillo del huevo– es hasta nuestros días una de las principales atracciones medievales del lugar. Fue construido en el año 1128, en un islote cercano a la costa y allí permanece para que podamos ir a visitarlo y disfrutar de él.
De todas formas, la historia le depararía avatares numerosos. La conquista de Nápoles en manos de los romanos convirtió a esta residencia en una verdadera fortificación en el siglo V, y se la destinó a albergar a los prisioneros. Felizmente, normandos y catalanes del siglo XII se ocuparon de remodelarla para restaurar los daños que sufrió durante su período como cárcel.
Hoy, las terrazas artificiales construidas sobre la ladera de la colina y las imponentes murallas son parte de un paseo indeclinable. El estilo gótico de las galerías a cielo abierto, con arcadas de una belleza sorprendente, configuran un escenario mágico. Las grandes salas con columnas y la iglesia de Salvatorese combinan con las inmensas torres Maestra y Normandía, que dotan al conjunto de una apariencia poderosa.
La villa marina que se extiende a los pies del Castel dell’Ovo es el acceso a tan hermosa construcción, que en nuestros días se encuentra abierta al público. Bien vale la pena adentrarse en la fastuosidad de la estructura defensiva de la fortaleza, y dejarse llevar por las ensoñaciones que despierta en todo aquel que la recorre.
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