¿Conocéis el Castillo de Trécesson, situado en el Bosque Broceliande de la Bretaña?… Es el típico castillo rodeado por un lago, a las afueras de la conocida como Selva Oscura. Un castillo lleno de leyendas y misterio, con su foso y su puente levadizo, y una enorme puerta que encierra el misterioso asesinato sin resolver de la Dama Blanca.
Era una oscura noche de otoño de 1750 y un cazador furtivo se había acercado en busca de sus presas hasta el bosque del castillo. Agazapado entre la espesura vio de repente la figura de un carro tirado por un grupo de caballos negros y seguido de varios sirvientes y una escolta. Un grupo silencioso de antorchas le seguía a distancia.
La procesión se detuvo a pocos metros de donde se encontraba escondido el cazador, y un grupo de criados comenzó a cavar una especie de pozo. Dos caballeros surgieron del carro arrastrando a una mujer joven, vestida ricamente con sedas blancas, y un tocado de flores sobre su pecho. Parecía una novia preparada para dirigirse al altar.
Sin embargo, tenía el pelo revuelto y sus ojos estaban llenos de lágrimas. La palidez de sus mejillas y su rostro implorante dejaba ver que se encontraba aterrorizada. Los dos caballeros la arrastraron hacia la fosa que se estaba cavando. Ella se aferraba a las rodillas de sus verdugos pidiendo clemencia. Todo el mundo permanecía en silencio implacable.
Los miembros de la procesión eran su propia familia. Sus hermanos le declararon que ya no era un miembro de su familia, y que debía pagar por el oprobio y resignarse a la muerte. A una señal de los dos caballeros, los criados dejaron de cavar y agarraron a la joven para lanzarla al hoyo. La chica cayó en él y rápidamente se pusieron a echar tierra sobre él, ante los gritos agónicos de la joven.
La tumba fue tapada y la chica enterrada viva. El grupo volvió hacia el castillo tan silenciosamente como habían surgido, regresando a la oscuridad de la noche.
El cazador, aterrado por lo que había visto, corrió hacia su casa para contarle todo a su mujer. Esta le recriminó su cobardía, y le rogó que volviera al lugar para desenterrar a la joven. Sin embargo, el cazador le dijo que temía que en ese momento fueran descubiertos y se les pudiera acusar de un asesinato que no habían cometido.
Decidieron acercarse hasta el castillo para comentarle el caso al Señor de Trécesson. Al ser recibidos el cazador y su mujer contaron el caso e indicaron el lugar exacto donde se hallaba la joven. Fueron hasta allí, comenzaron a cavar y descubrieron el rostro horrorizado con los ojos completamente abiertos e inertes de la Dama Blanca.
A partir de ahí se intentó buscar con denuedo a los causantes del crimen, o al menos la identidad de aquella joven y el porqué de su asesinato.
Hoy en día el vestido blanco de la novia y su ramo de flores reposan en el altar de la capilla del castillo. Nunca se ha sabido el nombre de aquella joven, ni su historia ni el porqué de su asesinato. Nunca se pudo encontrar ni rastro de sus familiares, por lo que es un misterio que vivirá para siempre.
El Castillo de Trécesson se halla junto al Bosque de Paimpont, antiguamente la Selva Oscura, junto a la ciudad de Compeneac, en la Bretaña francesa.
Era una oscura noche de otoño de 1750 y un cazador furtivo se había acercado en busca de sus presas hasta el bosque del castillo. Agazapado entre la espesura vio de repente la figura de un carro tirado por un grupo de caballos negros y seguido de varios sirvientes y una escolta. Un grupo silencioso de antorchas le seguía a distancia.
La procesión se detuvo a pocos metros de donde se encontraba escondido el cazador, y un grupo de criados comenzó a cavar una especie de pozo. Dos caballeros surgieron del carro arrastrando a una mujer joven, vestida ricamente con sedas blancas, y un tocado de flores sobre su pecho. Parecía una novia preparada para dirigirse al altar.
Sin embargo, tenía el pelo revuelto y sus ojos estaban llenos de lágrimas. La palidez de sus mejillas y su rostro implorante dejaba ver que se encontraba aterrorizada. Los dos caballeros la arrastraron hacia la fosa que se estaba cavando. Ella se aferraba a las rodillas de sus verdugos pidiendo clemencia. Todo el mundo permanecía en silencio implacable.
Los miembros de la procesión eran su propia familia. Sus hermanos le declararon que ya no era un miembro de su familia, y que debía pagar por el oprobio y resignarse a la muerte. A una señal de los dos caballeros, los criados dejaron de cavar y agarraron a la joven para lanzarla al hoyo. La chica cayó en él y rápidamente se pusieron a echar tierra sobre él, ante los gritos agónicos de la joven.
La tumba fue tapada y la chica enterrada viva. El grupo volvió hacia el castillo tan silenciosamente como habían surgido, regresando a la oscuridad de la noche.
El cazador, aterrado por lo que había visto, corrió hacia su casa para contarle todo a su mujer. Esta le recriminó su cobardía, y le rogó que volviera al lugar para desenterrar a la joven. Sin embargo, el cazador le dijo que temía que en ese momento fueran descubiertos y se les pudiera acusar de un asesinato que no habían cometido.
Decidieron acercarse hasta el castillo para comentarle el caso al Señor de Trécesson. Al ser recibidos el cazador y su mujer contaron el caso e indicaron el lugar exacto donde se hallaba la joven. Fueron hasta allí, comenzaron a cavar y descubrieron el rostro horrorizado con los ojos completamente abiertos e inertes de la Dama Blanca.
A partir de ahí se intentó buscar con denuedo a los causantes del crimen, o al menos la identidad de aquella joven y el porqué de su asesinato.
Hoy en día el vestido blanco de la novia y su ramo de flores reposan en el altar de la capilla del castillo. Nunca se ha sabido el nombre de aquella joven, ni su historia ni el porqué de su asesinato. Nunca se pudo encontrar ni rastro de sus familiares, por lo que es un misterio que vivirá para siempre.
El Castillo de Trécesson se halla junto al Bosque de Paimpont, antiguamente la Selva Oscura, junto a la ciudad de Compeneac, en la Bretaña francesa.
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