jueves, 26 de mayo de 2011

Ed Gein: El caníbal de Plainfield

Todo el mundo ha oído hablar de historias de canibalismo y asesinatos relacionados con este tema. Sin duda una de las historias más conocidas es la de Edward Theodore Gein, “Ed Gein”. Un sanguinario y despiadado asesino que pasaba por ser una persona aparentemente normal. Tan normal como que Gein era el encargado de hacer todo tipo de trabajos a los vecinos de Plainfield (Wisconsin), sin que ninguno de ellos sospechase la afición de este.

Nació en 1906 y fue criado en su granja por su madre, una mujer extremadamente religiosa. A causa de las peleas que esta tenía con su marido, hizo de Gein un hombre como ella siempre deseó: religioso. También quiso alejarlo del alcohol y la lascivia.

Así pues, desde joven Gein estuvo dominado totalmente por su madre, que infringía castigos a él y a su hermano, para mantener una dura disciplina sobre ambos.
El marcado complejo de Edipo que Gein sufría desde pequeño terminó cuando en 1945 su madre moría víctima de un ataque al corazón. Comenzaba entonces un duro camino para Gein, que se había educado bajo la férrea protección de su madre y que no tenía amigo alguno. En su granja comenzó a preparar todo su legado del terror.

En 1954 el pueblo quedaba conmocionado cuando se descubre la desaparición de Mary Hogan, la propietaria de una taberna del lugar. Se encontró un río de sangre que cubría el suelo del bar, pero la mujer no estaba por ningún sitio. La policía investigó el caso y determinó que Mary había sido raptada y posiblemente asesinada. Pero no había signos de violencia aparente, tan sólo sangre, mucha sangre.

El misterio de Mary quedó en el aire con las suposiciones de todos los vecinos de la zona.

Todo cambió cuando en noviembre de 1957, Ed Gein entraba en la tienda de Bernice Worden y le disparaba con su rifle. Se llevó el cuerpo de la mujer en su furgoneta, dejando de nuevo un enorme rio de sangre por el local. Pero esta vez Gein cometió un fallo. El libro del registro de contabilidad mencionaba su nombre, Gein había sido el último cliente antes de la desaparición de la señora Worden. Las miradas de acusación en ese momento se dirigieron contra él.

La detención de Gein fue rápida, y varios agentes de policía se dirigieron hasta la granja de Gein para realizar el registro rutinario de la casa del asesino. Pero ese registro esclareció la retorcida mente del granjero.

A primera vista el lugar era un vertedero con excrementos por toda la casa, basura, chicles pegados por todas partes, revistas pornográficas y de anatomía humana. Junto a esto descubrieron los atroces crímenes cometidos por su vecino. Un cuerpo colgaba del techo, rajado en canal con las tripas al descubierto. Esa fue la bienvenida al primer agente que llegó hasta la granja. Con los refuerzos descubrieron el resto de atrocidades que se guardaban en la casa. Encontraron la cabeza de Bernice Worden y su corazón amputados, la decoración de la casa eran cráneos, y la sillas y muebles revestidas con piel humana, además de la ropa que el propio Gein llevaba, elaboradas con piel humana.

Según algunas declaraciones que a posteriori se supieron, Gein quería encontrar una mujer que se pareciese a su madre para suplantarla tras su muerte. De ahí que las víctimas tuvieran un gran parecido a su madre. El resto de cuerpos o partes humanas que guardaba en casa eran fruto de las profanaciones de tumbas que Gein llevaba a cabo por las noches, en las que recogía los cuerpos enteros o se llevaba las partes que le interesaban.

Según los psicólogos Ed Gein tenía doble personalidad, incluso comento en sus declaraciones que pensaba hacerse un cambio de sexo para parecer a su madre. Fue encerrado en un Centro psiquiátrico, en el que estuvo décadas y murió en 1984 por una enfermedad respiratoria a los 77 años.

A modo de anécdota, la película Psicosis de Alfred Hitchcock está basada la novela de Robert Bloch, inspirada en el personaje de Gein. Además existe un grupo de rock llamado Ed Gein, y numerosos personajes de cine están inspirados en el asesino, por ejemplo “Buffalo Bill”, el de la película El silencio de los corderos de Jonathan Demme.

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