Cuando un ser humano exhala su último aliento, es sometido a un juicio donde rememora, de forma retrospectiva -desde la muerte hasta el nacimiento-, todo lo acontecido en su vida. Con ello, debe avergonzarse de sus malos actos y enorgullecerse de los buenos.
La Ley Divina pretende que el desencarnado sea consciente de su actitud en vida, como paso fundamental a otra. Tras este primer juicio, el Ángel de la Muerte le corta con una guadaña el cordón de plata que une el cuerpo físico con el alma. Pero puede ocurrir que tras el juicio la persona vuelva a la vida. La experiencia es tan impactante que su percepción de la cosas cambia radicalmente.
Comúnmente, el cuerpo físico y la personalidad -que se forja en la infancia- reposan en un ataúd. Tras un tiempo revoloteando alrededor de su sepulcro, se puede aparecer a sus familiares cuando éstos acuden al cementerio a rezarle o llevarle flores. Pero, finalmente, ésta desaparece ya que es sólo energía. No obstante, la personalidad no se reencarna, pertenece a la vida dejada atrás.
Una vez superada esta primera etapa, la persona pasa al segundo juicio. De nuevo, revive su antigua vida experimentando emociones y sensaciones; repitiendo toda su existencia. Todo se magnifica; las experiencias buenas se viven con profunda emoción mientras que los malos actos se sufren en extremo. Debe adquirir una profunda consciencia de sus virtudes y defectos.
Tras estos tres juicios, la persona ya está preparada para enfrentarse al tribunal del KARMA, momento clave que determinará qué pasará con su alma. Pueden ocurrir tres supuestos: uno) que se produzca una nueva reencarnación; dos) que ascienda al reino celestial -el paraíso-; y, tres) que descienda a los infiernos.
Si el alma debe volver a reencarnarse, un ángel de la vida le hará entrega de un nuevo cuerpo físico para que comience una vida; una nueva oportunidad de enmendar su karma y así alcanzar la perfección. Todo ello con el objetivo final de ascender al reino celestial, aquél donde residen las ánimas puras.
Muchos creen que esto es lo que ocurre cuando nos encontramos al borde de la muerte. El gnosticismo pagano y cristiano -cierto tipo de creencias religiosas y filosóficas- propugna la ley del Karma como la única realidad de la humanidad. En definitiva, que todo tiene su causa y efecto.
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