El 22 de febrero de 1990 se comenzó a especular con la posibilidad de que un asesino en serie estuviese matando en la zona de Washington. La policía del lugar recibió una llamada donde se les comunicaba que el cuerpo de una joven mujer negra estaba desnudo, tendido en el suelo cerca del embarcadero. La policía observó que a la mujer la habían disparado un gran número de veces y que había sido con una pistola de pequeño calibre. Los detectives registraron la zona y no encontraron ningún rastro ni de la ropa y efectos personales de la víctima, ni del arma o casquillos de balas. Los únicos objetos que se encontraron cerca de la víctima fueron la peluca negra de la víctima, una toalla blanca y una sábana verde, como las del ejército.
La chica de 26 años resultó tener expedientes policiales por ejercer la prostitución, los amigos de la víctima le indicaron a la policía en que zona solía trabajar.
Un mes más tarde la policía recibe otra llamada diciendo que un cuerpo había sido descubierto. Esta vez era una joven blanca, su muerte se debía a los disparos recibidos. Esta nueva víctima tenía también un historial de prostitución y abuso de drogas. Las dos historias se estaban tratando por separado, además durante un tiempo no volvieron a ocurrir asesinatos, por lo que la policía se preguntaba si el asesino se habría ido a otro lugar o habría parado de cometer crímenes.
En mayo encuentran a otra víctima, completamente desnuda salvo por unos anillos en sus dedos. Tenía heridas de golpes en la cabeza, lo que llevaba a pensar que había sido agredida con un objeto contundente, pero lo que le había causado la muerte fueron los disparos. Esta vez pudieron encontrar algo de ropa de la víctima, así como huellas de las ruedas de un vehículo, las cuales fotografiaron cuidadosamente.
La víctima también ejercía la prostitución y como la anterior había consumido drogas poco antes de ser asesinada. Durante dos años no se volvió a saber nada del asesino, aunque la policía creía que seguía matando pero, tal vez, ocultando mejor a sus víctimas.
En mayo de 1992 el cuerpo de una mujer fue encontrado desnudo, una bolsa de plástico cubría sus cabeza y varios de sus objetos personales estaban tirados a su alrededor. Al no encontrarse sangre cerca los policías dedujeron que había sido asesinada en otro lugar y luego llevada a donde la encontraron. La chica de 19 años frecuentaba un motel donde se ejercía la prostitución y ella tenía antecedentes por este hecho, aunque no había ninguna constancia de que tomase ningún tipo de drogas.
Después de esta chica tres años pasaron hasta que se produjo la siguiente muerte. En agosto de 1995 el cuerpo de una mujer de 60 años fue descubierto, medio oculto entre hojas de árboles que habían sido traidas desde otra zona diferente. Se fijaron en que había otro montón de esas hojas unos metros alejado del lugar donde se halló el cuerpo, allí encontraron objetos de la víctima y sangre. No había ninguna prueba de que la mujer fuese prostituta, lo que se sabía era que bebía mucho alcohol, que también le encontraron en la sangre.
Diez meses más tarde se encontró el cuerpo semi descompuesto de otra mujer, esta vez no estaba desnuda, pero como las otras había sido asesinada a tiros. Tenía historial de prostitución y se sabía que tomaba drogas, aunque no se pudieron encontrar en su cuerpo debido al estado de éste.
Un año más tarde dos cuerpos fueron encontrados, uno de una joven de 20 años, conocida prostituta, asesina por varios disparos también. La otra víctima de 16 años, también asesinada con una pistola, se le encontraron parte de sus objetos personales repartidos por la zono donde se encontró su cuerpo. Una prostituta que estaba cerca de la víctima le indicó a la policía que la había visto subir a un coche blanco, dio una descripción del hombre que iba en el coche, y esto le proporcionó varias pistas a los agentes.
En el 97 unos agentes detuvieron a Robert Lee Yates pero no lo pudieron unir a ningún asesinato, ya que el modelo del coche que describió la prostituta estaba mal escrito, y no pudieron relacionar el coche con el del asesinato. Ese mismo año otra chica fue encontrada, semi enterrada y desnuda. Tenía antecedentes como prostituta y tomaba drogas. Un mes más tarde otra mujer fue encontrada tapada por un arbusto y con bolsas de plástico cubriéndole la cabeza.
Antes de las navidades otro cuerpo fue hallado, era otra prostituta. Otros cuerpos fueron encontrados con cuentagotas, poco a poco iban apareciendo muchas de las víctimas de Robert Lee Yates.
En el 98 uno de los policías que anteriormente habían detenido a Yates se lo vuelve a encontrar en una zona frecuentada por prostitutas. Yates le dice que el padre de una de las chicas lo envía para que se la lleve a casa y la joven afirma que lo conoce, por lo que el policía poco puede hacer. Mientras investigaban los crímenes se encontraron con un archivo en el que una prostituta describía un ataque sufrido. El agresor la había contratado para llevar a cabo unos servicios y luego le dio un golpe en la cabeza que la dejó tendida en el suelo. Por suerte pudo escapar y describir estos hechos a la policía. Comentó también que durante el tiempo que le había practicado sexo oral, no había conseguido que el hombre tuviese una erección.
Los agentes estaban seguros de que Yates era el asesino, por lo que fueron a su casa y lo detuvieron para hacerle algunas preguntas. Le pidieron una muestra de sangre y él se negó, por lo que la policía determinó que ya lo tenía. Fue juzgado y condenado a cadena perpetua, consiguió evitar la pena de muerte gracias a que confesó sus crímenes. Pero un año más tarde le juzgaron por otros dos asesinatos y esta vez sí que lo enviaron al corredor de la muerte, teniendo que ser ejecutado por medio de inyección letal.
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