RICHARD CHASE, un asesino diagnosticado esquizofrénico paranoide tras disparar, adagar, descuartizar, y beber la sangre de seis personas en 1977, ganándose el apodo de el Vampiro de Sacramento". Desde muy joven, Chase es conocido por su conducta psicótica con rasgos de apatía y con otros de agresividad. Esto sería debido en gran parte a unos traumas infantiles por las constantes peleas entre su padre alcohólico y su madre, y con su posterior divorcio.
A los 21 años, se va de casa para compartir piso con unos amigos. Allí, contínuamente drogado, empieza a obsesionarse con la idea de que una organización criminal trata de acabar con él, hasta tal punto que clava con tablas la puerta de su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que había hecho en el fondo de un armario de pared.
Poco tiempo después, se afeita la cabeza y acude asustado al médico alegando que su cráneo se está deformando poco a poco y los huesos le agujerean la piel. Al mismo tiempo dice sentir que se muere porque alguien le ha robado la arteria pulmonar, y nota que su sangre no puede circular.
Es internado en un psiquiátrico, saliendo al poco tiempo, pese a la opinión de algunos médicos que lo consideran peligroso. Una vez dejó de tomar la medicación y su conducta comienza a empeorar, creyendo que su sangre se estaba volviendo polvo y que necesitaba otra más fresca para sobrevivir, se inyecta y bebe sangre de conejo, tragándose las vísceras de los animales...
Al poco tiempo cae enfermo, y los médicos tras percatarse de su obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una fuerte esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa.
Un año después, de nuevo en la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas para beber su sangre y vísceras mezcladas con Coca-Cola a modo de cóctel, estando convencido que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a pudrir, su corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan en su interior.
Al poco tiempo cae enfermo, y los médicos tras percatarse de su obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una fuerte esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa.
Un año después, de nuevo en la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas para beber su sangre y vísceras mezcladas con Coca-Cola a modo de cóctel, estando convencido que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a pudrir, su corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan en su interior.
Fascinado por los crímenes de los asesinos Kenneth Bianchi y Angelo Buono, guarda celosamente todos aquellos recortes de prensa que los menciona y se compra una pistola de calibre 22 dispuesto a imitarlos.
A los 28 años, comienza una serie de crímenes disparando dos veces sin motivo alguno sobre un desconocido, que se convertiría en la primera de sus víctimas.
Su segunda víctima, una joven de 22 años, salvajemente asesinada a pocos metros de su casa cuando se encontraba sacando la basura. Chase dispara tres veces sobre ella, y mientras agoniza, le abre el vientre para arrancarle los intestinos, y los esparce cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el diafragma, un pulmón y los riñones, colocándolos encima de una cama. En un ataque de histeria adaga varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre, se pinta la cara con ella. Finalmente, como toque final a su obra, defeca sobre la boca del cadáver y abandona la casa, satisfecho.
Cuatro días después comete el más sangriento de sus crímenes entrando en una casa elegida al azar y disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un bebé de 22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación, sodomiza el cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde es sorprendido en su macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras vaciaba el cráneo del niño, y huye a toda prisa llevandose el cadáver del bebé.
En su propia casa, decapita el cuerpo tras beberse la sangre y devorar el cerebro crudo.
Esa misma tarde la policía descubre la matanza y comienza una serie de investigaciones por toda la ciudad registrando cada rincón de la ciudad tratando de atraparlo.
Cuando tres policías llaman a la puerta de Chase no obtienen respuesta, pero oyendo ruidos en el interior deciden vigilar el apartamento.
Poco después, sale de la casa con una caja de cartón bajo el brazo, que arroja al suelo para tratar de huir al ver a los agentes en la puerta.
Su contenido se esparce por el suelo asombrando a los policías: se trata de ropa ensangrentada y trozos de cerebro humano...
Chase es finalmente detenido. Al registrar su apartamento, se encuentran un espantoso olor a putrefacción, manchas de sangre, huesos humanos en la cocina y el salón, un plato con restos de cerebro encima de la cama y la nevera repleta de recipientes con órganos humanos y animales en el interior.
En el juicio trata de justificar sus macabros crímenes diciendo que unas voces de seres extraterrestres y otras criaturas lo acosaban contínuamente obligándole a matar...
Finalmente es condenado a pena de muerte aunque su ejecución en la cámara de gas nunca se llevó a cabo, pues se suicida pocos meses después en su celda con una sobredosis de antidepresivos en diciembre de 1980.
"A veces oigo voces por teléfono... ignoro qué voces... amenazas. Suena el teléfono y alguien me dice cosas extrañas... que mi madre me envenena poco a poco y que me voy a morir. Me siento observado... sé que alguien me vigila...."
"...si devoré a esas personas fue porque tenía hambre y me estaba muriendo. Mi sangre está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Era absolutamente necesario que bebiera sangre fresca.."
Estas declaraciones forman parte de una entrevista psiquiátrica a Richard Tranton Chase.
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