Edgar Cayce nació el 18 de marzo de 1877, cerca de Hopkinsville en el estado de Kentucky. Se crió en un ambiente rural y familiar a finales del siglo XIX, rodeado de una sociedad muy religiosa, y Edgar no era menos, disfrutaba con la Biblia y su sueño era ser médico misionero, aunque no como él lo esperaba, si llegó a conseguirlo.
Ya cuando contaba con siete años, contó a sus padres que tenía visiones y poderes mentales, y que incluso hablaba con su difunto abuelo, sus padres no lo creyeron y ante la imposibilidad de compartir sus pensamientos, se refugiaba en la sagrada Biblia, libro que leyó un vez por año, llegando a llenar su vida por completo. Cuentan que una noche, se le apareció un ser luminoso, un ángel, que le pregunto que era lo que más deseaba en su vida, y el contestó que deseaba ayudar a los demás y asistir a niños y enfermos durante toda su vida.
Pero no era lo único que le sucedía, su vida estaba llena de novedades que el pronto notaba que no eran normales, a los demás no le sucedía nada parecido, y él de forma madura las asimilaba en silencio. Como cuando se quedó semidormido encima de un libro mientras intentaba estudiar, y se dio cuenta que podía memorizar los temas del colegio mientras dormía. Al despertar podía recitar el contenido entero del libro fuera cual fuera su complejidad, no importaba en absoluto. Esto le supuso muchas ventajas en sus estudios, que tuvo que abandonar a los dieciséis años para ayudar a su padres económicamente.
Un año después se traslada a Hopkinsville, donde trabaja como librero y acaba conociendo a Gertrude Evans, de quien se enamora meses más tarde. Pronto deciden casarse y formar una familia, en cuanto Edgar tuviera suficientes recursos económicos para poder realizar su sueño.
Edgar al poco tiempo contrajo una afonía que no le permitía hablar y de la que no se conocía cura alguna. Pero al poco tiempo, llegó al pueblo un famoso hipnotizador llamado Hart, al conocer la dolencia de Edgar, acepto tratar su enfermedad.
Y así fue, lo hipnotizó e hizo creer a su mente que recobraría la voz, y de hecho mientras estaba Edgar estaba bajo la influencia de la hipnosis, su voz sonaba normal, sin rastro de afonía. Pero cuando se despertó su voz volvió a mostrar los mismos síntomas de afonía que antes. Por lo visto, su cerebro no respondía a la sugestión post-hipnótica de continuar hablando claramente después de la sesión.
El tratamiento pasó a manos de un hipnotizador autodidacta, Al Layne. Este no optó por la sugestión y le preguntó durante la sesión cual era su dolencia y cómo debía curarla, entonces Edgar sorprendió a todos los allí presentes, cuando él mismo dijo, que era un trastorno psicológico que producía efectos físicos, incluso recomendó que mientras estaba inconsciente se le sugiriera que intensificara la circulación sanguínea en las zonas afectadas. Layne respetó las instrucciones. De pronto, el pecho y el cuello de Edgar se tornaron de un color rojo intenso y aumentó la temperatura al tacto. Así permaneció durante un rato, y después ordenó que antes de despertar se le dijera que regulara la presión sanguínea. Edgar despertó totalmente curado de la dolencia sufrida durante el último año.
Edgar no conocía nada sobre la medicina pero sin embargo fue el profeta norteamericano del siglo XX. Pronto se dio cuenta de que poseía el don de la clarividencia. Previó las dos guerras mundiales y las numerosas catástrofes que ocurrieron.
Edgar, en sueño hipnótico, veía perfectamente el interior del cuerpo humano y hacía diagnósticos tan precisos que sus amigos médicos recurrieron a él en muchas ocasiones. Edgar, dormido y en estado de desdoblamiento efectuaba sus clarividencias y su esposa anotaba todo cuanto decía.
En ocasiones ayudaba a la gente, bastaba con que se le dijese el nombre de la persona y el lugar donde se hallaba, no importaba la distancia, y Edgar Cayce hablaba sobre ella desvelando todas sus dolencias, luego su mujer pasaba a máquina todo lo anotado, se le enviaba el original a la persona y Edgar se quedaba la copia para archivarla.
Pero en la última parte de su vida, no solo se dedicó a curar a los enfermos, sino que también pudo comprobar que tenía verdaderos poderes de videncia tanto del pasado como del futuro de las personas.
Con los años se ampliaron sus aptitudes psíquicas, en una ocasión, salió corriendo de la habitación donde se encontraba totalmente angustiado porque acababa de ver a tres jóvenes soldados, en los que estaba pensando, que no regresarían de la guerra.
También distinguía las auras, esta energía desprendida de los cuerpos vivientes, le permitía ver el estado físico y mental de las personas.
En 1944 debilitado y cansado, hizo su última lectura, el cansancio pudo con él, y tuvo una parálisis y en 1945 perdió la vida, dejando tras de él una gran fama por la cantidad de seguidores que obtuvo.
Ya cuando contaba con siete años, contó a sus padres que tenía visiones y poderes mentales, y que incluso hablaba con su difunto abuelo, sus padres no lo creyeron y ante la imposibilidad de compartir sus pensamientos, se refugiaba en la sagrada Biblia, libro que leyó un vez por año, llegando a llenar su vida por completo. Cuentan que una noche, se le apareció un ser luminoso, un ángel, que le pregunto que era lo que más deseaba en su vida, y el contestó que deseaba ayudar a los demás y asistir a niños y enfermos durante toda su vida.
Pero no era lo único que le sucedía, su vida estaba llena de novedades que el pronto notaba que no eran normales, a los demás no le sucedía nada parecido, y él de forma madura las asimilaba en silencio. Como cuando se quedó semidormido encima de un libro mientras intentaba estudiar, y se dio cuenta que podía memorizar los temas del colegio mientras dormía. Al despertar podía recitar el contenido entero del libro fuera cual fuera su complejidad, no importaba en absoluto. Esto le supuso muchas ventajas en sus estudios, que tuvo que abandonar a los dieciséis años para ayudar a su padres económicamente.
Un año después se traslada a Hopkinsville, donde trabaja como librero y acaba conociendo a Gertrude Evans, de quien se enamora meses más tarde. Pronto deciden casarse y formar una familia, en cuanto Edgar tuviera suficientes recursos económicos para poder realizar su sueño.
Edgar al poco tiempo contrajo una afonía que no le permitía hablar y de la que no se conocía cura alguna. Pero al poco tiempo, llegó al pueblo un famoso hipnotizador llamado Hart, al conocer la dolencia de Edgar, acepto tratar su enfermedad.
Y así fue, lo hipnotizó e hizo creer a su mente que recobraría la voz, y de hecho mientras estaba Edgar estaba bajo la influencia de la hipnosis, su voz sonaba normal, sin rastro de afonía. Pero cuando se despertó su voz volvió a mostrar los mismos síntomas de afonía que antes. Por lo visto, su cerebro no respondía a la sugestión post-hipnótica de continuar hablando claramente después de la sesión.
El tratamiento pasó a manos de un hipnotizador autodidacta, Al Layne. Este no optó por la sugestión y le preguntó durante la sesión cual era su dolencia y cómo debía curarla, entonces Edgar sorprendió a todos los allí presentes, cuando él mismo dijo, que era un trastorno psicológico que producía efectos físicos, incluso recomendó que mientras estaba inconsciente se le sugiriera que intensificara la circulación sanguínea en las zonas afectadas. Layne respetó las instrucciones. De pronto, el pecho y el cuello de Edgar se tornaron de un color rojo intenso y aumentó la temperatura al tacto. Así permaneció durante un rato, y después ordenó que antes de despertar se le dijera que regulara la presión sanguínea. Edgar despertó totalmente curado de la dolencia sufrida durante el último año.
Edgar no conocía nada sobre la medicina pero sin embargo fue el profeta norteamericano del siglo XX. Pronto se dio cuenta de que poseía el don de la clarividencia. Previó las dos guerras mundiales y las numerosas catástrofes que ocurrieron.
Edgar, en sueño hipnótico, veía perfectamente el interior del cuerpo humano y hacía diagnósticos tan precisos que sus amigos médicos recurrieron a él en muchas ocasiones. Edgar, dormido y en estado de desdoblamiento efectuaba sus clarividencias y su esposa anotaba todo cuanto decía.
En ocasiones ayudaba a la gente, bastaba con que se le dijese el nombre de la persona y el lugar donde se hallaba, no importaba la distancia, y Edgar Cayce hablaba sobre ella desvelando todas sus dolencias, luego su mujer pasaba a máquina todo lo anotado, se le enviaba el original a la persona y Edgar se quedaba la copia para archivarla.
Pero en la última parte de su vida, no solo se dedicó a curar a los enfermos, sino que también pudo comprobar que tenía verdaderos poderes de videncia tanto del pasado como del futuro de las personas.
Con los años se ampliaron sus aptitudes psíquicas, en una ocasión, salió corriendo de la habitación donde se encontraba totalmente angustiado porque acababa de ver a tres jóvenes soldados, en los que estaba pensando, que no regresarían de la guerra.
También distinguía las auras, esta energía desprendida de los cuerpos vivientes, le permitía ver el estado físico y mental de las personas.
En 1944 debilitado y cansado, hizo su última lectura, el cansancio pudo con él, y tuvo una parálisis y en 1945 perdió la vida, dejando tras de él una gran fama por la cantidad de seguidores que obtuvo.
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