En la guerra la primera víctima es la verdad.
El 11 de septiembre fue el inicio de una trama sin precedentes en la historia de la humanidad. La autoría de todo aquellos acontecimientos están en un grupo de poder con nombres y apellidos.
Los sucesos del 11-S, son una consecuencia derivada del golpe de estado iniciado meses antes, en las polémicas y fraudulentas elecciones presidenciales de Florida, donde el ex vicepresidente Al Gore (técnicamente desaparecido tras los acontecimientos del 11-S, y “refugiado” en Austria hasta hace pocos meses), y el actual presidente G. Walker Bush se jugaron el despacho oval. Desde ese punto de vista, el 11-S sería un punto inicial, para una escalada bélica y económica sin parangón en diversos frentes mundiales, pero con intereses muy personales.
La conexión Bush-Laden
El viejo pirata Prescott Bush (abuelo de George Bush) estaría contento al ver hasta que punto sus descendientes han asimilado su espíritu. En 1918 dirigió una incursión en un cementerio apache para robar la calavera de Jerónimo y hacer de ésta el trofeo de su sociedad estudiantil, la Skull & Bones (calavera y huesos). En los años 30 y principios de los 40, negocio con la empresa alemana Luftwaffe, creando tres sociedades de las que fue el accionista más importante. Almorzaba con Allen Foster Dulles, jefe de la CIA en el momento del asesinato de John Kennedy, y convocó al jefe de la nación apache por una ceremonia de restitución de la calavera de Jerónimo, la cual terminó mal, porque intentó darle otra calavera, ofendiéndole a muerte.
Estaría contento con su primogénito George Herbert Bush (anterior presidente americano) petrolero de escasa fortuna pero que como agente de la CIA fue capaz de llegar hasta la cumbre, siendo nombrado su director en 1976, a pesar del mal resultado del desembarco de Bahía Cochinos (Cuba), del que fue coordinador. Pero demostró amar las raíces texanas, el petróleo y la familia, llamando a tres de los barcos del desembarco: Houston, Zapata (el nombre de su sociedad petrolífera que había quebrado) y Bárbara, el nombre de su mujer. En aquellos turbulentos años 60 comenzó una sutil y extraña relación con un constructor árabe que venía de vez en cuando por Texas y que trató de introducirse en la alta sociedad local. A fin de cuentas, aquel Muhammad Bin Laden no duró mucho: se estrello con su avión mientras volaba sobre los pozos téjanos que tan poca satisfacción le dieron a su hijo predilecto. Era el 68, el mundo pensaba en otra cosa.
George fue desdichado en los negocios. La Arbusto Energy (Bush Energy) fracasó. Paso a llamarse Bush Exploration y luego Spectrum 7. Infaliblemente llega la bancarrota. En ese momento Salem Bin Laden (el hijo de Mamad) hace que no le falte su generoso apoyo a través de la compañía Harken. El éxito parece llegar cuando la Harken Energy compra su parte de acciones en Spectrum pagando 600.000 dólares, qué se añaden a un contrato de consultoría de 120.000 dólares al año. En resumen se mete en el bolsillo un millón de dólares, mientras que Harken pierde decenas. Pero se procura un contrato de perforación en una parte del mar de Bahrein, ganando a Amoco y a Esso. Curiosamente, cuando pasaban inmensos movimientos de dinero del Asunto Irán-Contra, al final de los 80, los republicanos se encuentran secretamente en París con los jomeinistas moderados para retardar la liberación de los rehenes norteamericanos en Teherán y perjudicar así a Jimmy Carter en las elecciones, George padre, llega a la reunión a bordo del avión de Salem Bin Laden.
Pero George Bush es desafortunado con sus socios. En aquel mismo avión, en el año 1988, salem encuentra la muerte, también él, mientras volaba sobre los pozos de Texas. La coincidencia parece excesiva, pero la investigación fue profunda. A pesar de ello, las conclusiones, en efecto, no fueron jamás divulgadas.
Las mentiras oficiales
Tenemos literalmente decenas de datos, que aportan serias dudas sobre los acontecimientos sucedidos el 11-S. Es evidente que tanto los servicios de inteligencia franceses (GNRS), que fueron los primeros en discrepar con la versión oficial de los hechos, así como el Mossad israelí, e incluso el servicio de inteligencia del estado del vaticano, entre otros muchos, sabían que algo estaba a punto de ocurrir. Y evidentemente, tal y como sabremos con el paso de los años, la red Echelon supo más de lo que realmente se dice. Sin ir más lejos, Ariel Sharon, se disponía a realizar su primera visita a USA, pero dos días antes de los atentados (el 9 de septiembre) decidió anular la visita. ¿por qué? Según el periódico israelí Yadiot Ahranot: “El Shabak (servicio interior de seguridad israelí) impidió al primer ministro israelí Ariel Sharon, tomar parte en un festival organizado en Nueva York por medios sionistas para el apoyo de Israel”.
Pero entonces, ¿estaba advertida la comunidad de inteligencia norteamericana? ¿Sabía realmente el servicio secreto, el peligro que corría su presidente? La respuesta es sencilla: sí y no. Pero para deshacer esta aparente paradoja, vayamos por partes. El 11 de septiembre, el presidente Bush estaba en Sarasota, Florida, en su segundo día de visita por la zona. Los planes de Bush para ese día, eran públicamente conocidos con anticipación. Concretamente, se sabía desde dos días antes, que esa mañana estaría en la escuela Booker leyendo un cuento a los niños.
En ese momento, los acontecimientos se precipitan. El primer avión ha impactado contra el WTC. El servicio secreto avisa al presidente. ¿Se lo llevan apresuradamente a un búnker de seguridad, o a una base militar? No. G. Walker Bush, impertérrito, asume la noticia sin sorpresa (tal y como se vio posteriormente en las imágenes de televisión), y con total naturalidad, sigue contando el cuento.
Para que el lector se haga una idea de la barbaridad que supone esto, desde el punto de vista de la seguridad, hay que advertir que durante la Guerra Fría, cuando los agentes de seguridad solían “jugar a juegos de guerra” que incluían amenazas terroristas contra la Casa Blanca, en único problema insoluble era un avión comercial cargado con explosivos que hacía como que aterrizaba en el aeropuerto Nacional de Washigton, y entonces se desviaba para un ataque suicida contra la Casa Blanca. De manera que desde hace mucho tiempo, el servicio Secreto ha sabido que uno de los desafíos a la seguridad más difíciles de afrontar, es el que plantea un ataque suicida desde un avión comercial secuestrado en un aeropuerto próximo.
Ahora bien, la escuela Booker se encuentra a menos de 8 kilómetros del aeropuerto Internacional de Sarasota-Bradenton. Consecuentemente, durante un día en que estaban siendo secuestrados unos aviones para atacar edificios desde distintos aeropuertos, la precaución de seguridad más obvia era mantener al presidente alejado de una reunión anunciada públicamente en un edificio cercano a un aeropuerto.
Existe una sola explicación para el hecho de que el Servicio Secreto, permitiera al presidente Bush afrontar el riesgo mortal de concurrir a la Escuela Booker en la mañana del 11 de septiembre. De alguna manera, George Walker Bush sabía que nadie iba a atacar la escuela.
Los pilotos
El diario The Gulf News, editado en Bahrein, publicó el 20 de septiembre una entrevista con un veterano piloto de una línea aérea, Ishaq Kuheji, que puso en duda que pilotos sin una experiencia muy dilatada de vuelo pudieran llevar a cabo los atentados de EE.UU. Según él, es cuestionable que pilotos con relativamente pocas horas de vuelo, realizadas en su mayor parte en aparatos pequeños, pudieran guiar grandes aviones , de unas 200 toneladas de peso, a muy baja altura con la pericia suficiente para estrellarlos contra los blancos. Eso requiere muchos años de experiencia en el manejo de tales aparatos.
Rudi Dekkers, propietario de la escuela de vuelo de la localidad de vence (Florida), en la que los dos presuntos terroristas, Mohammed Atta y Maruan al Shehhi, se formaron como pilotos, declaró al diario británico The Independent, “que ambos habían realizado un curso de vuelo de cinco meses, el cual fue llevado a cabo, sobre todo, en avionetas Cessna y Piper Cessna, pero el total de horas que pasaron pilotando un jet de pasajeros fue de 15 ó 20”. Sin comentarios.
Según Kuheji existe un escenario alternativo que podría ser más realista. Los sistemas de manejo de vuelo de los cuatro aparatos pudieron ser manipulados y programados en tierra por individuos altamente cualificados para poder ser posteriormente activados en un momento determinado del vuelo. Esto permitiría que los aparatos despegaran, descendieran y volaran a una cierta altura hasta puntos predeterminados que se encuentran en el suelo, y podría impedir también la existencia de comunicaciones con tierra, dejando a los pilotos a merced de los ordenadores del aparato. Esta tecnología es utilizada en los misiles de crucero, los aviones espía y otros aparatos no tripulados. De hecho, en la mismísima CNN, y durante los primeros instantes, expertos en aviación, no dejaban lugar a dudas. Los aviones llevaban a pilotos militares o bien fueron teledirigidos, pero, ¿por quién?
El que los supuestos pilotos suicidas, fueran pilotos militares entrenados, no es excesivamente descabellado. Precisamente, la experiencia del atentado en el edificio de Oklahoma, en el cual se señaló también al propio Bin Laden como instigador, nos hace dirigir nuestra mirada al interior de EE.UU. A título de anécdota podemos mencionar que en el coche en que viajaba el autor del atentado de Oklahoma, es estadounidense Timothy McVeigh (ex Boina Verde y combatiente arrepentido de la Guerra del Golfo, recientemente ejecutado), se encontró el libro de William Pierce Los diarios de Turner, manual que inspiró y guió sus actos. Curiosamente, el protagonista del libro, desencantado con el sistema, se suicida lanzándose con un avión contra el Pentágono.
World Trade Center
No cabe duda, de que el gran número de víctimas civiles inocentes de las torres gemelas sitúa los sucesos del 11-S a la cabeza de los peores y más brutales atentados de la historia. Ahora bien, ¿Cuál es el número exacto de víctimas, o de desaparecidos? Los cálculos iniciales eran sencillos. El World Trade Center, centro mundial del comercio internacional y puente de paso de casi todos los volúmenes financieros mundiales, daba trabajo cada día a unos 53.200 trabajadores. Eso sin contar a los de más bajo nivel, que solían ser inmigrantes sin censar en las nominas oficiales, y que trabajaban temporalmente en cualquiera de las dos torres.
Así pues, el 11 de septiembre a las nueve de la mañana, era de esperar que los dos complejos estuvieran a medio rendimiento, con casi todos los empleados en funcionamiento, excepto los de mayor nivel, que podían llegar más tarde, o sencillamente no hacerlo. Es decir, y según los cálculos menos optimista, en las dos torres debían estar como mínimo unas 20.000 almas. Precisamente ese fue el número barajado tras los dos primeros días del atentado (en las primeras horas se barajó la cifra oficial de 35.000 desaparecidos). Pero con el paso de las semanas la cifra fue menguando. El 27 de septiembre, el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, aseguraba que la cifra real era de 12.000 personas. El uno de octubre, se rebajaba a 6.500. Hoy en día la cifra definitiva (una vez retirados la mayor parte de los escombros) es de 2.800 fallecidos aproximadamente, de los cuales, 1024 han sido identificados mediante el ADN, y del resto no se espera una identificación positiva, entre otras cosas, porque se supone que pertenecían a los trabajadores de menor nivel, que no tenían una ficha estable, y por lo tanto, se desconocen sus datos personales y familiares.
Si tenemos en cuenta el numero minoritario de personas que lograron ponerse a salvo, y el numero de bomberos, policías, y ciudadanos que estando en los alrededores de las torres, perecieron en el momento del derrumbe, es evidente que el 80 o el 85% aproximado de los trabajadores que debían estar en esa hora en sus puestos de trabajo, no estaban. Afortunadamente, sólo el 15 o el 20% de los trabajadores del WTC estaban trabajando en ese fatídico momento. Pero entonces, ¿dónde estaban los demás? En las primeras semanas, pudimos oír todo tipo de excusas, casualidades, avisos providenciales, e incluso sueños premonitorios que advertían del peligro de ir a trabajar ese día al WTC. En resumidas cuentas. Nadie sabe porque aproximadamente unas 17.000 personas faltaron a su puesto de trabajo esa mañana. Algunos de ellos, eran ejecutivos de nivel medio y alto de compañías y aseguradoras financieras que, como veremos posteriormente, se llevaron inmensos beneficios en movimientos bursátiles, tanto horas antes de los atentados, como semanas más tarde cuando EE.UU. inició su guerra contra el terrorismo.
En cuanto al supuesto ¿avión? , que se estrelló contra el pentágono, mejor no hacer comentarios. El vídeo que los militares cedieron a la prensa es cuando menos sospechoso. Primero, porque no se ve avión alguno, o traza del mismo. Segundo, porque aún no se han encontrado sillas, fuselajes, o parte alguna de dicho avión. De todas formas, no es del todo cierto, que no se hayan encontrado restos del avión. El día catorce de septiembre, se informó del hallazgo de dos cajas negras entre los restos de los aviones estrellados. En lo que concierne al avión del pentágono se señala que no contenía información, pues ésta había sido borrada, a pesar de que estas cajas aguantan temperaturas superiores a los 1.100 grados. Las primeras informaciones acerca de la segunda caja hablaban de su “perfecto estado de conservación”, pero días después se declara que la información de esta segunda caja ha sido borrada también.
La visión de conjunto resulta, pues, absurda y da la sensación de ser un relato rápidamente fabricado por alguien, que no desea que ningún punto de ella sea cuestionado, al igual que sucedió con la historia del atentado del presidente Kennedy. De lo que estamos completamente seguros, es de que jamás se sabrá con total certeza, todo lo que ocurrió el fatídico 11 de septiembre. Esto debe hacer reflexionar, sobre quién está interesado en fabricar esa versión y, sobre todo, ¿quiénes son los verdaderos cerebros de la trama?
El olor a podrido del dinero
En cierta ocasión los periodistas del Washington Post, Woodward y Bernstein, que desenmascararon el fraude de Nixon en el Watergate, se encontraron ante un callejón sin salida. En esa situación, su principal confidente y guía en la investigación, el famoso garganta profunda, les dijo el camino a seguir: “Ir tras el rastro del dinero... Seguir la pista del dinero”. Y es que suele ser la clave más efectiva para resolver cualquier tipo de misterio o enigma, desde el más rutinario y domestico, hasta el más complejo y sofisticado.
Para la analista financiera Anne Marie Mergier, si efectivamente existía un pequeño número de personas (al que ella denomina “los iniciados”), que conocían las intenciones de los terroristas, o sabían lo que iba a suceder, pudieron anticipar ciertas repercusiones económicas de ese ataque, y llevar a cabo maniobras especulativas contra las compañías aéreas cuyos aviones fueron desviados, así como contra las empresas con oficinas en las Torres Gemelas del WTC y compañías de seguros. También pudieron anticipar una más que probable baja general de los valores que cotizan en la bolsa. Para lograr su objetivo, les bastó con especular sobre esa baja comprando no sólo acciones, sino puts, es decir, “opciones de venta”. Identificar a los “iniciados” que participaron en esas maniobras no sólo representa algo muy importante en materia de fraude bursátil, sino también permitirá establecer, directa o indirectamente, la identidad de los autores de los atentados y de sus cómplices.
El 12 de septiembre se comprobó que seis días antes de los atentados perpetrados en la víspera en Nueva York y Washigton, se habían llevado a cabo maniobras características del delito de “aprovechamiento ilícito de informaciones privilegiadas”.
Las autoridades que controlan todos los grandes centros bursátiles, registran las ganancias obtenidas por los “iniciados”, y la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) coordina todas sus investigaciones. El 15 de octubre, la IOSCO organizó una videoconferencia en la que diversas autoridades nacionales, presentaron sus informes de “etapa” (lo que habían descubierto hasta la fecha). Resulta que las ganancias logradas alcanzarían varios centenares de millones de dólares, lo que constituye el “más importante delito por aprovechamiento ilícito de informaciones privilegiadas jamás cometido”. Hablando en plata, el mayor pelotazo económico de los siglos XX y XXI que se ha realizado hasta el momento por una entidad privada minoritaria.
Fue posible establecer que la mayor parte de las transacciones pasaron por el Deutsche Bank y su sucursal estadounidense de inversiones, la empresa Alex Brown, mediante un procedimiento de portage ( que asegura el anonimato de quienes realizan las transacciones). Hasta 1998, la sociedad Alex Brown fue dirigida por A. B. Krongard, un personaje bastante singular. Este banquero se convirtió en asesor del director de la CIA y desde el 26 de marzo último es el número tres de esa agencia de inteligencia estadounidense.
Los iniciados: el grupo Carlyle
Carlyle es la sociedad financiera de riesgo más poderosa del momento. Gestiona los bienes de algunas de las más importantes fortunas del planeta. Su representante internacional de la empresa es George Bush padre. Casualmente, es una de las sociedades que más ha ganado tras los atentados del 11-S.
Amén de George Bush padre, otros renombrados políticos forman parte de la cúpula directiva de Carlyle. En Europa, su presidente es John Major, quien fuera Primer Ministro británico. Mientras , en Asia su director es el ex dictador de Filipinas Ferdinald Marcos. Además, en el Consejo de administración están representados como presidente Fran C. Carlucci, Secretario de Estado de Defensa de estados Unidos durante los mandatos de Ronald Reagan y George Bush padre, amén de director de la CIA antes de ostentar aquellos cargos. Como miembros del Consejo también se encuentran James A. Baker, ex Secretario de Estado con Bus padre, y Fred Malek, director de campaña electoral que aupó a la presidencia a George Bush hijo, cuyos fondos aportó Carlyle.
Carlyle gestiona desde su fundación parte de los bienes económicos de la familia Bin Laden. Más de 18.000 millones de pesetas propiedad del clan aparentemente enemigo del presidente norteamericano son controlados por su propio padre.
Carlyle participa mayoritariamente en United Defense, empresa que ha recibido del gobierno Bush, a raíz del 11-S, más de 12.000 millones de dólares para desarrollar el Crusader, un cañón lanzamisiles. Tras los atentados de Nueva York y Washington United Defense se convirtió en una de las empresas más beneficiadas por las contratas armamentísticas.
La empresa Carlyle ya se ha afincado en España, uno de los países que apoyan incondicionalmente la ofensiva bélica de Estados Unidos. La delegación española se presentó en junio de 2001, tres meses antes de los atentados. Casualmente, su sede se ubicó en el World Trade Center de Barcelona. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, actuó de anfitrión de Frank Carlucci y John Major. Actualmente, Carlyle ha sido seleccionada como finalista para la operación de compra de las antenas de Retevisión. También es una de las candidatas a hacerse con la Empresa Nacional de autopistas, en el que será uno de los procesos de privatización más importantes de la historia. El Estado español espera obtener por la compra más de 12.000 millones de euros. En abril de este año se sabrá si Carlyle, y Bush por tanto, es la empresa vencedora del concurso público por una de las más rentables empresas públicas. ¿Apostamos?
Golpe de estado mundial
Así las cosas, los acontecimientos posteriores al 11-S, se desarrollaron con altos y bajos, según un aparente plan preestablecido, en donde una de las normas básicas para su buen éxito, es el mantener un estado de excepción y de temor. El primer paso, es hacer ver a la población que no solo Nueva York, sino que todo el país (incluso todo el mundo), estaba en peligro mortal. Se avecinaba la guerra bacteriológica. El ántrax podía ser enviado personalmente, en mano, por cualquier cartero en cualquier lugar del mundo. Todos teníamos ya, nuestra pequeña ración de miedo en el cuerpo.
En palabras del periodista Juan Aguilar: “Hasta ahora, se puede decir que el principal efecto que buscaba el ataque biológico no era provocar una epidemia, sino colapsar un país entero bajo el pánico, impidiendo el funcionamiento normal de la sociedad, bloqueando su dinámica, interfiriendo su economía y minando la capacidad de resistencia de la población. Se extiende la cultura del miedo, de la sospecha, de la inseguridad... en todos los rincones domina la sensación de estar a merced de un enemigo invisible, indetectable, imprevisible. El ántrax se ha convertido en una eficacísima arma de guerra psicológica de efectos tanto o más potentes que su potencialidad biocida. Un arma que en la estrategia del terror es “buena, bonita y barata”. Desde el 11-S podemos estar entrando también en la época de la guerra psicológica total: la psicoguerra”.
Posteriormente a estos hechos, la gente quiere desembarazarse de su miedo. Hay que matar al malo de la película. Con gran parte de población occidental al favor, y en una resolución unilateral sin precedentes en la historia conocida, el grupo de interés, “los iniciados”, dan el paso decisivo: el presidente de los estados Unidos, George Walker Bush, declara el estado de excepción a escala internacional, con la autorización casi unánime del Congreso (salvo un voto). Su discurso del 20 de septiembre del 2001 ante el Congreso y sus medidas y declaraciones sucesivas, han roto la legalidad jurídica, militar, financiera e informativa entre las naciones.
El gobierno de los Estados Unidos de América se atribuye explícitamente el derecho a utilizar cualquier arma de guerra (incluidas las proscritas por tratados internacionales: nucleares, bacteriológicas, químicas), de atacar a las naciones que crea conveniente, de intervenir en los sistemas financieros y en sus operaciones, de mentir o adulterar las informaciones, de realizar “operaciones encubiertas” (por ejemplo, asesinatos, sabotajes, desestabilizaciones económicas o políticas y otras medidas de guerra interna en donde sea) y de proscribir los regímenes o Estados que no se alineen con él: “Cualquier nación, en donde sea, tiene ahora que tomar una decisión: o están con nosotros o están con el terrorismo”, declaró el presidente Bush. En realidad esta forma de actuar no era nada nueva. A lo largo del siglo XX, los diferentes gobiernos americanos, se han servido, de actos de agresión en su contra, como el del Maine (en la guerra expansionista contra España en 1898), el Lusitania (en 1917 que les hizo entrar al final de la primera guerra mundial), o Pearl Harbour (que sucedió mediana la segunda guerra mundial). Todos estos sucesos (algunos de autoría dudosa cuanto menos), son exactamente similares al ocurrido en esta ocasión. Todos ellos sirvieron como excusa a EE.UU, para su intervención en guerras mundiales, de las que salió económicamente fortalecido.
¿El resultado actual de esta cadena de intereses? Regresión de las libertades occidentales. Guerra psicológica, tendente a culpar al mundo islámico en general, y a los palestinos en particular, como curiosidad y afirmación de los dicho, comentar que tan solo a los cuarenta minutos de los atentados (¿alguien recuerda el vídeo de los niños palestinos, celebrando con caramelos el derribo de las torres gemelas? Posteriormente un catedrático de sociología brasileño, demostraría que esas imágenes eran de hace más de diez años. Concretamente, de la celebración palestina de la invasión irakí de Kuwait). También se dio luz verde al programa Carnivore en internet, a través de la red Echelon, y que suministra información personal a la NSA de cualquier ciudadano del mundo.
El inicio: Afganistán
Afganistán no es un territorio rico en sí mismo, pero se encuentra en un punto clave para poder trazar desde ahí un círculo, cuya contrapartida está en Israel y Arabia Saudita (pasando por Yugoslavia), que engloba a varias de las repúblicas separadas de la URSS, y a los países petroleros del Islam. En esa región se ubica el 75% de las reservas petrolíferas del planeta, grandes yacimientos de uranio, reservas de gas natural y una gran cantidad de metales estratégicos como son el cromo, oro, mercurio, plata, platino, manganeso, cobre, bauxita/aluminio, zinc, estaño, wolframio y carbón.
Además, la región de Afganistán y alrededores, es llamada a veces, la Golden Crescent (el creciente dorado). Un auténtico triángulo dorado del opio y la heroína en la zona. De los dos negocios más lucrativos del mundo (armas y drogas), solo en Afganistán, Irán y Pakistán, se producen 200 mil millones de dólares al año en trafico de drogas (un tercio de la producción mundial).
Por cierto, cuando los talibanes llegaron al poder en 1996, no fueron sólo saludados por Washington, sino que sus dirigentes fueron llevados en avión a Texas, gobernado entonces por George Walkes Bush, y agasajados por ejecutivos de la compañía petrolera Unocal. Se les ofreció una parte de los beneficios de los oleoductos; se mencionó un 15%. Un funcionario estadounidense señaló que una vez que fluyera el petróleo y el gas del Caspio, Afganistán se convertiría “como Arabia Saudita, en una colonia petrolera”, sin democracia y con la persecución legal de las mujeres. “Podemos vivir con eso”, dijo. La idea fracasó cuando dos embajadas estadounidenses en el este de África, fueron atacadas y se acusó a Al Qaeda. Pero la relación del clan Bush y el narcotráfico, es muy antigua, sin ir más lejos, el padre del actual presidente americano, comenzó la guerra e invasión de Nicaragua, simplemente por problemas personales en sus negocios con el narcotraficante, y ex presidente nicaragüense Manuel Noriega.
El gigante dormido que... despierta
Pero dejando aparte diversos intereses familiares y financieros, ¿cuál es el propósito de Estados Unidos, a nivel de estado, en todo este desorden mundial? El plan político de fondo es comenzar un nuevo rearme mundial, relanzar con el tiempo el escudo de defensa antimisiles, y conseguir una fuerte implantación de EE.UU. en Oriente, para finalizar realmente la guerra del golfo que dura ya 12 años, e imponer su control de los pozos petrolíferos. Pero sobre todo, rodear a SU ENEMIGO REAL, que es la potencia emergente de CHINA, que ha prestado apoyo de satélites y radar, en los últimos 18 meses, contra los ataques británico-americanos a Bagdag con excelentes resultados. Recordemos que se lleva tiempo buscando una confrontación de China con EE.UU., mediante provocaciones: bombardeo inexplicable a la embajada china de Belgrado en la guerra de Kosovo, sobrevuelos descarados de aviones espías y de cazas en actitud hostil dentro del territorio aéreo chino, etc.
Pero lo realmente preocupante, es que probablemente Estados Unidos este en lo cierto, ante esta nueva amenaza. La CIA ha hecho trascender, que China tendría planes dirigidos a promover una cadena de crisis, cada vez más graves, para convertirse en una nueva superpotencia en este milenio y, lo que tiene una gravedad mayor, que se propondría entregar armas biológicas e ingenios nucleares de pequeño tamaño a grupos terroristas para que ataquen a Estados Unidos y a Gran Bretaña.
La analista Esther Ceceña, expresa lo siguiente: “Las respuestas del gobierno de EE.UU. frente a los atentados hacen surgir algunas hipótesis... No hay que olvidar que China posee recursos y capacidad de autosuficiencia y de liderazgo dentro de la región asiática. Luego la mayor prioridad, en este caso, es imposibilitar un entendimiento entre China y los países islámicos”.
Un informe de la CIA, basado en las declaraciones de un importante desertor chino, señala que los servicios secretos de China aumentarían progresivamente su apoyo a Estados “criminales” como Irak e Irán. “Basándonos en cálculos actuales, con la ayuda de China ambos países se habrían convertido en potencias nucleares en el año 2005”, señala el informe. Según el periodista irlandés Gordon Thomas, “La CIA estima que China explotará la situación actual de estancamiento económico, que alcanzará su cenit en el año 2015. Todo indica que, para entonces, podría darse un importante conflicto bélico. Los principales protagonistas serían China y EE.UU., aunque Gran Bretaña y la OTAN se verían implicadas de manera inevitable. Fuentes de la Casa Blanca aseguran que en todo momento hay una copia de este informe en la mesa del presidente Bus, en el Despacho Oval”.
Visto en su conjunto, y dentro del juego de fuerzas planetario, el posicionamiento militar de la zona asiática desde Afganistán, combinado con la estrategia de apropiación lanzada sobre América Latina, permitiría al ejército y a la inteligencia estadounidense establecer un control total sobre el territorio mundial. Eso sin contar con las prebendas económicas, que un reducido grupo de personas, el Trust Carlyle, se ha embolsado gracias aq todos estos acontecimientos.
El gobierno en la sombra, empieza a tomar forma.