Los Zombis o Zubembis son uno de los aspectos más escalofriantes de la supuesta magia del Vudú. La tradición popular señala que un zombi o una zubembi son un hombre o una mujer difuntos, cuyos cadáveres son animados mediante espíritus esclavos, no necesariamente el espíritu del muerto o la muerta. Estos muertos que caminan obedecen ciegamente al brujo que los ha creado, quien generalmente los utiliza para efectuar faenas agobiadoras o peligrosas, y a veces para destruir o aterrorizar a otras personas.
De acuerdo a la creencia bantú, el hombre posee dos principios o fuerzas vitales: el akra, que es una energía que muere con el cuerpo, y el dyodyo que, como un espíritu desencarnado, se transforma en un Yorka, que en lenguaje Vudú es llamado también "Grand Bon Ange", gran Angel Bueno. Es este espíritu el que apetecen atrapar los brujos, pues posee gran fuerza, aunque sea fuerza impura y densa. Mediante ritos mágicos, el brujo puede lograr rodear uno o varios Yorka y forzarlos al interior de cadáveres.
Desde luego que el hechicero, el Bokor, ha de poseer un gran dominio de su arte, pues la fabricación de un zombi puede ser mortalmente peligrosa. Al son de los intrincados y perfectos ritmos de los tambores, el Bokor ejecuta su danza de poder mientras recita los ensalmos que lo hacen ser un "señor de la palabra". Mediante sus propias percepciones mágicas, se supone que el Bokor logra percibir lo que está en el mundo invisible, los intentos del Yorka por escapar, y por último la resignación con que, vencido, se introduce en el cadáver elegido por el brujo. El cadáver tiembla, entonces. Abre los ojos y por un instante cruza por ellos un chispazo de odio insano que de inmediato se disuelve en una plana mirada expresiva: el zombi está listo para servir al brujo en lo que éste le mande.
Este relato, tan vivido, es un extracto de la información que entrega el antropólogo italiano Carlo L. del Zotti en su obra "Brujería y Magia en América". Es extraordinariamente coincidente con las descripciones que hace la célebre escritora esotérica Alexandra David Neel, única mujer occidental admitida como Lama en Lhasa y otros monasterios del Tibet. En su obra "Magia de Amor y Magia Negra", refiere el procedimiento por el cual los lamas Obtienen un valioso talismán que se confecciona con la lengua de un cadáver al que se fuerza a la reanimación con su propia alma, se lucha con él, hasta que éste asoma la lengua fuera de su boca. El lama, entonces, deberá cortarla con sus dientes para apoderarse del precioso talismán.
En el caso del Vudú, el Yorka intenta escapar por todos los medios, en dirección hacia un arroyo o un lago. Si consigue llegar hasta el agua, el Yorka disolverá en ella una parte de sí mismo, perdiendo el exceso de fuerza que lo caracterizaba, y se convierte en un Winti o "Petit Bon Ange". Un Winti ya no puede ser forzado al destino de ser zombi. Si su poder es grande, si tiene "nayama" y "magara", el Winti podrá transformarse en un Loa y hacerse presente en los ritos religiosos del Vudú. Los brujos, quizás en venganza, suelen capturarlos en recipientes, jarras o tinas llenas con el agua en que se refugió. Allí cautivos se suelen guardar un tiempo relativamente largo, un año o dos, y finalmente se les libera durante una ceremonia Vudú. Se les reconoce porque los Mambos y los Houngan, al ser poseídos por ellos, adoptan un sonido gangoso para hablar.
Para otros observadores del Vudú, los zombis serían personas vivas, mantenidas en trance hipnótico mediante pócimas y ungüentos de origen vegetal. Aunque no se conoce ningún vegetal que contenga una droga capaz de producir una anulación de la voluntad tan absoluta como es en el caso de un zombi o una zubembi, se sabe que hay, en cambio, ciertas combinaciones complejas de varias plantas, algunas de las cuales son inocuas por sí solas, que pueden producir efectos psicotrópicos muy potentes. En América de Sur, por ejemplo, ocurre ese fenómeno con la droga llamada Ayahuasca, en la región amazónica. Es posible, entonces, que los caribes también hayan desarrollado combinaciones desconocidas de plantas, perfeccionadas después con los aportes de los brujos herbolarios negros, hasta conseguir las pócimas para convertir personas normales en zombis. De hecho, hay versiones de fines del siglo XVIII y principios del XIX, en las crónicas populares criollas de Haití, que apoyan esta teoría. Hay relatos posteriores de personas que habrían sido convertidas en zombis y que, después de haber estado largo tiempo en esa condición, lograron recuperarse. Estas personas afirman no recordar nada de lo ocurrido durante ese tiempo y dicen que, luego de recuperarse, pasaron por un momento de estupor y agotamiento cerebral.
De acuerdo a la creencia bantú, el hombre posee dos principios o fuerzas vitales: el akra, que es una energía que muere con el cuerpo, y el dyodyo que, como un espíritu desencarnado, se transforma en un Yorka, que en lenguaje Vudú es llamado también "Grand Bon Ange", gran Angel Bueno. Es este espíritu el que apetecen atrapar los brujos, pues posee gran fuerza, aunque sea fuerza impura y densa. Mediante ritos mágicos, el brujo puede lograr rodear uno o varios Yorka y forzarlos al interior de cadáveres.
Desde luego que el hechicero, el Bokor, ha de poseer un gran dominio de su arte, pues la fabricación de un zombi puede ser mortalmente peligrosa. Al son de los intrincados y perfectos ritmos de los tambores, el Bokor ejecuta su danza de poder mientras recita los ensalmos que lo hacen ser un "señor de la palabra". Mediante sus propias percepciones mágicas, se supone que el Bokor logra percibir lo que está en el mundo invisible, los intentos del Yorka por escapar, y por último la resignación con que, vencido, se introduce en el cadáver elegido por el brujo. El cadáver tiembla, entonces. Abre los ojos y por un instante cruza por ellos un chispazo de odio insano que de inmediato se disuelve en una plana mirada expresiva: el zombi está listo para servir al brujo en lo que éste le mande.
Este relato, tan vivido, es un extracto de la información que entrega el antropólogo italiano Carlo L. del Zotti en su obra "Brujería y Magia en América". Es extraordinariamente coincidente con las descripciones que hace la célebre escritora esotérica Alexandra David Neel, única mujer occidental admitida como Lama en Lhasa y otros monasterios del Tibet. En su obra "Magia de Amor y Magia Negra", refiere el procedimiento por el cual los lamas Obtienen un valioso talismán que se confecciona con la lengua de un cadáver al que se fuerza a la reanimación con su propia alma, se lucha con él, hasta que éste asoma la lengua fuera de su boca. El lama, entonces, deberá cortarla con sus dientes para apoderarse del precioso talismán.
En el caso del Vudú, el Yorka intenta escapar por todos los medios, en dirección hacia un arroyo o un lago. Si consigue llegar hasta el agua, el Yorka disolverá en ella una parte de sí mismo, perdiendo el exceso de fuerza que lo caracterizaba, y se convierte en un Winti o "Petit Bon Ange". Un Winti ya no puede ser forzado al destino de ser zombi. Si su poder es grande, si tiene "nayama" y "magara", el Winti podrá transformarse en un Loa y hacerse presente en los ritos religiosos del Vudú. Los brujos, quizás en venganza, suelen capturarlos en recipientes, jarras o tinas llenas con el agua en que se refugió. Allí cautivos se suelen guardar un tiempo relativamente largo, un año o dos, y finalmente se les libera durante una ceremonia Vudú. Se les reconoce porque los Mambos y los Houngan, al ser poseídos por ellos, adoptan un sonido gangoso para hablar.
Para otros observadores del Vudú, los zombis serían personas vivas, mantenidas en trance hipnótico mediante pócimas y ungüentos de origen vegetal. Aunque no se conoce ningún vegetal que contenga una droga capaz de producir una anulación de la voluntad tan absoluta como es en el caso de un zombi o una zubembi, se sabe que hay, en cambio, ciertas combinaciones complejas de varias plantas, algunas de las cuales son inocuas por sí solas, que pueden producir efectos psicotrópicos muy potentes. En América de Sur, por ejemplo, ocurre ese fenómeno con la droga llamada Ayahuasca, en la región amazónica. Es posible, entonces, que los caribes también hayan desarrollado combinaciones desconocidas de plantas, perfeccionadas después con los aportes de los brujos herbolarios negros, hasta conseguir las pócimas para convertir personas normales en zombis. De hecho, hay versiones de fines del siglo XVIII y principios del XIX, en las crónicas populares criollas de Haití, que apoyan esta teoría. Hay relatos posteriores de personas que habrían sido convertidas en zombis y que, después de haber estado largo tiempo en esa condición, lograron recuperarse. Estas personas afirman no recordar nada de lo ocurrido durante ese tiempo y dicen que, luego de recuperarse, pasaron por un momento de estupor y agotamiento cerebral.
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