El Hombre Lobo de Allariz, cuyo nombre real era Manuel Blanco Romasanta. Además de perseguir herejes y brujas, el Tribunal de la Santa Inquisición se dedicó arduamente a darle persecución a vampiros y hombres lobo, ya que los consideraban descendencia directa del mismo Satán cuando éste copulaba con sus adeptas en las supuestas misas negras y aquelarres.
Es el primer psicópata criminal del que existen pruebas documentales en España. Era un ser inteligente, culto, podía tener la formación de un clérigo de aldea en la Galicia del siglo XIX, pues leía mucho y era un seductor que enamoraba a las mujeres con poemas.
El año de 1839 es clave en la vida de Romasanta ya que según sus declaraciones es cuando aparece la maldición, la fada que le transforma en hombre lobo. Galicia, Portugal y Castilla son sus principales destinos. En 1843 se ve involucrado en un extraño suceso. La muerte del alguacil de León, Vicente Fernández. El agente sale al paso de Manuel Blanco para embargarle la tienda por una deuda de 600 reales. Nadie ve al alguacil pero el 25 de agosto aparece el cadáver de Fernández. El 10 de octubre de 1844, el Juzgado de Primera Instancia de Ponferrada condena a Manuel a 10 años de presidio. Éste, en paradero desconocido, es declarado en rebeldía. Comienza aquí la negra historia de Romasanta que, oliendo el peligro, regresa a Orense. A principios de 1844 se instala en Rebordechao, tierras de Vilarde Barrio. Aquí se hace querer y pronto goza de la estima del pueblo. No se pierde una misa e incita a todos a rezar; es el perfecto devoto. Continúa con su oficio de buhonero pero acaba siempre regresando a Rebordechao. Es un hombre tímido y reservado. Nadie podía sospechar que tras ese aspecto inocente se escondiera una bestia. Durante su estancia en Rebordechao, Blanco sería responsable de al menos nueve homicidios: siete mujeres y dos varones.
Aprovechando que viajaba con frecuencia, Manuel se ofrecía como guía de aquellos que quisieran emigrar a la ciudad. Algunos le siguieron y ninguno volvió a ser visto vivo. Manuel regresaba de sus viajes con cartas y buenas nuevas, el hecho de que sólo llegaran noticias por su mano, alertaron a vecinos y familiares.
Desde la desaparición de Josefa, los rumores se disparan. De todos era conocido que en Portugal Manuel vendía grasa, una especie de medicina popular, cotizada a peso de oro. Se dedicaba con total tranquilidad a despellejar y vaciar a sus víctimas para vender su manteca y sus pertenencias, sólo por dinero. Y después dedicaba los restos al gaznate de los lobos del lugar, era porque formaba parte del personaje que fingía ser en aquella sociedad supersticiosa e ignorante de entonces.
Y cada vez son más aquellos que apodan a Manuel “sacamantecas”, convencidos de que había asesinado a sus conocidos y vendido la grasa. A mediados de 1852 se encuentra en Nombela, provincia de Toledo, dedicándose a la siega. Y es en estas tierras donde finaliza la fada que le convierte en hombrelobo. Según Manuel, la maldición concluye el 29 de junio de 1852, día de San Pedro. Romasanta vuelve a ser un hombre normal.
Desde la desaparición de Josefa, los rumores se disparan. De todos era conocido que en Portugal Manuel vendía grasa, una especie de medicina popular, cotizada a peso de oro. Se dedicaba con total tranquilidad a despellejar y vaciar a sus víctimas para vender su manteca y sus pertenencias, sólo por dinero. Y después dedicaba los restos al gaznate de los lobos del lugar, era porque formaba parte del personaje que fingía ser en aquella sociedad supersticiosa e ignorante de entonces.
Y cada vez son más aquellos que apodan a Manuel “sacamantecas”, convencidos de que había asesinado a sus conocidos y vendido la grasa. A mediados de 1852 se encuentra en Nombela, provincia de Toledo, dedicándose a la siega. Y es en estas tierras donde finaliza la fada que le convierte en hombrelobo. Según Manuel, la maldición concluye el 29 de junio de 1852, día de San Pedro. Romasanta vuelve a ser un hombre normal.
En agosto de 1852 comienzan las investigaciones. Ya en Galicia, Blanco se desmorona y confiesa; una confesión que rebasó fronteras, fue recogida en los periódicos de la época y originó apasionados debates jurídicos en salas abarrotadas. Y es que no todos los días se detenía a un hombre lobo. El caso levantó tanta expectación que incluso la Reina de España, Isabel II, tuvo que intervenir en el devenir de los acontecimientos.
Los detalles del proceso están recogidos en La Causa 1788, del Hombre Lobo. Las más de dos mil páginas, divididas en cuatro piezas, dos rollos y un extracto descansan en el Archivo Histórico del Reino de Galicia, en La Coruña.
Según declaraciones de Blanco, las transformaciones ocurrían esporádicamente sin que él pudiera evitarlo. Manuel se revolcaba en el suelo y cambiaba de aspecto convirtiéndose, en hombre lobo. Daba muerte a su víctima con manos y dientes y después se la comía. Siempre eran presas fáciles: mujeres y niños.
Pero, ¿qué fue de Manuel Blanco tras el juicio? No hay respuesta. El hombre lobo de Allariz desaparece en 1854 tras la última sentencia. No hay constancia de su muerte, enterramiento o posible liberación. La imaginación popular echó alas y la leyenda del hombre lobo ya no paró de crecer. Existen tres versiones:
-Primera. (La oficial). Manuel falleció de muerte natural al poco tiempo de ingresar en prisión.
-Segunda. Blanco murió a manos de algún carabinero ansioso de comprobar cómo se transformaba en lobo. Para sorpresa de todos, no resultó inmune a los disparos.
-Tercera. La que se cuenta al calor de la lumbre a medianoche. Manuel escapó de la cárcel y, hoy en día, el hombre lobo de Allariz vaga por los bosques buscando nuevas presas.
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