A medida que aumentan las observaciones de OVNIS, crece también la persecución de que son objeto los testigos. Las visitas de los siniestros hombres de negro, siempre amenazadoras o cuanto menos inquietantes, consiguen a menudo silenciarlos.

Bender tenía la intención de publicar sus decisivos descubrimientos en su propia revista, Space Review. Pero antes de hacerlo le pareció que debía exponer sus ideas a un colega. Le envió pues su articulo por correo y, pocos días después, llegaron los hombres.
Bender, que se había echado un momento en su cama porque no se encontraba muy bien, notó la presencia de "tres figuras oscuras" en la habitación. Las figuras se volvieron más claras. Todas vestían ropas oscuras. Parecían clérigos, pero llevaban sombreros de tipo Homburg. Era difícil distinguir sus caras porque los sombreros las ocultaban parcialmente y las sombreaban. La sensación de miedo desapareció... Súbitamente, los ojos de las tres figuras se iluminaron como linternas eléctricas concentrándose en mi. Parecían quemarme el alma y el dolor que sentía sobre los ojos se volvió casi insoportable. Entonces sentí que en aquel momento me estaban transmitiendo un mensaje por telepatía».
Sus visitantes confirmaron que Bender tenía razón en sus suposiciones acerca de la verdadera naturaleza de los OVNIS -uno de ellos llevaba consigo el informe de Bender- y le proporcionaron información adicional. Esto le aterrorizó tanto que se sintió muy dispuesto a aceptar sus exigencias de que cerrara su organización y dejara de publicar su revista. Se le dijo que no debía decir la verdad a nadie "por su honor de ciudadano americano".

Créase o no, la versión original de la visita de los tres desconocidos presenta un enorme interés para los investigadores de OVNIS, por que existen muchos informes similares, provenientes a veces de personas que difícilmente pueden haberse enterado de la experiencia de Bender. Tanto quienes ven OVNIS como quienes los investigan pueden ser visitados por hombres de negro (HDN) y aunque la mayoría de los informes provienen de los Estados Unidos, hay otros que llegaron de Suecia, Italia, Gran Bretaña y México. Por otra parte, las visitas de los HDN se han venido produciendo durante tres décadas, al igual que las oleadas más importantes del fenómeno OVNI, y bien pueden haber tenido precursores en siglos anteriores.
Como la historia de Bender, la mayoría de los informes posteriores no sólo contienen detalles poco posibles, sino que son auténticamente ilógicos; prácticamente en todos los casos parecen existir más razones para descreer que para creer. Pero esto no elimina el misterio; simplemente exige que lo estudiemos desde otra perspectiva. Porque, hayan sucedido o no estas cosas, el hecho es que alguien informó acerca de ellas y, ¿por qué tanta gente iba a relatar estas extrañas y siniestras visitas, de forma independiente y, con frecuencia, de mala gana? ¿Y por qué sus relatos se parecen tanto entre si, y contribuyen de este modo a confirmar unas pautas persistentes que caracterizan uno de los mitos -o realidades- más poderosos de nuestro tiempo?
El estereotipo del mito

La víctima está, casi siempre, sola en el momento de la visita, generalmente en su propia casa. Sus visitantes, que suelen ser tres, llegan en un gran coche negro. En Estados Unidos suele ser un prestigioso Cadillac, pero pocas veces de un modelo reciente. Al mismo tiempo, aunque se trata de un automóvil antiguo, lo más frecuente es que esté en perfectas condiciones, que esté escrupulosamente limpio por dentro y reluciente por fuera, y que presente incluso el inconfundible olor a "coche nuevo". Si el sujeto anota el número de matrícula y lo investiga, descubre siempre que se trata de un número inexistente.
Los visitantes son casi siempre hombres; muy raramente aparece una mujer, pero nunca más de una. Su aspecto se ajusta a la imagen estereotipada de un agente de la CIA o de los servicios secretos: llevan trajes oscuros, sombreros oscuros, corbatas oscuras, zapatos y calcetines oscuros, pero camisas blancas; los testigos comentan a menudo su aspecto impecable... toda la ropa que llevan parece recién comprada.
Las caras de los visitantes son descritas como vagamente extranjeras, casi siempre "orientales"; muchas descripciones hablan de ojos almendrados. Cuando su piel no es oscura, tienden a estar muy tostados. A veces aparecen toques extraños; en el caso del doctor Hopkins, que relataremos más adelante, el hombre de negro ¡parecía llevar los labios pintados de rojo! Los HDN tienen en general rostros serios y carentes de expresión; sus movimientos son rígidos y torpes. Su actitud es formal, fría, siniestra, casi amenazadora; nunca son simpáticos, aunque tampoco demuestran hostilidad. Los testigos han sugerido muchas veces que no parecían humanos.
Algunos HDN exhiben documentos de identidad y, por cierto, han aparecido llevando uniformes de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos u otros uniformes. Pueden mostrar tarjetas de identidad, pero como la mayor parte de la gente no reconoce las tarjetas de la CIA u otros servicios "secretos", eso no demuestra nada. Si dan sus nombres y el testigo trata de confirmarlos, descubre invariablemente que son falsos.

La visita termina casi invariablemente con una advertencia sobre la necesidad de no hablar con nadie del incidente (si se trata de un testigo) o de abandonar la investigación (si se trata únicamente de un investigador). A menudo se le amenaza con actos violentos. Y los HDN desaparecen tan súbitamente como habían llegado.
La mayor parte de los ufólogos de los OVNIS narrarían una historia como la precedente si se les pidiera que describieran una típica visita de HDN. Sin embargo, un examen comparativo indica que visitas tan "perfectas" ocurren pocas veces. Un estudio de 32 de los casos más detallados y fiables revela que muchos rasgos difieren de la historia arquetípica: en cuatro casos no se produjeron visitas, sino llamadas telefónicas, y, de los restantes, en cinco ocasiones había tres hombres, en dos había cuatro, en cinco había dos y en los demás un solo visitante.
Aunque el aspecto y la conducta de los visitantes se adapta en general al prototipo, varían de lo totalmente natural a lo totalmente estrafalario. El coche, pese a que en Estado Unidos es el medio de transporte más común, sólo es mencionado en un tercio de los informes; en cuanto a los detalles pintorescos -el Cadillac, el modelo anticuado, en perfecto estado- son más bien la excepción. De 22 informes norteamericanos, sólo 9 mencionan el coche; de éstos sólo tres eran Cadillac, sólo dos negros y sólo dos modelos antiguos.
Por otra parte, estos detalles arquetípicos tienden a ser más notorios en casos menos fiables, particularmente aquellos protagonizados por investigadores y no por quienes han visto un OVNI. Este hecho será relevante cuando consideremos las posibles explicaciones del fenómeno HDN.

Tres días después, a las 11 de la noche, dos hombres de algo más de veinte años aparecieron en casa de Richardson y le interrogaron unos 10 minutos. No se identificaron, y Richardson -que después se sorprendió al recordarlo- no les preguntó quiénes eran. No estuvieron hostiles ni amenazadores; se limitaron a interrogarle. Observó que se marchaban en un Cadillac negro de 1953, o sea un modelo fabricado 14 años antes; cuando se investigó el número de la matrícula se descubrió que aún no había sido atribuido, lo cual demostraba que, fuesen cuales fuesen sus visitantes, se trataba de impostores.
Una semana después, Richardson recibió una segunda visita de dos hombres diferentes que llegaron en un Dodge moderno. Llevaban trajes negros y tenían la tez oscura; aunque uno de ellos hablaba perfectamente el inglés, el segundo tenía acento, y Richardson pensó que los dos tenían algo de extranjero. Al principio parecían tratar de persuadirlo de que no había chocado con nada, pero después le reclamaron el trozo de metal. Cuando les dijo que lo había entregado a la APRO para su análisis, lo amenazaron: "Si quiere que su esposa siga siendo bonita, le conviene recuperar el trozo de metal."
La existencia de ese fragmento de metal sólo la conocían Richardson, su esposa y dos socios importantes de la APRO; aparentemente, los dos desconocidos sólo podían haberse enterado de su existencia poniendo una escucha en su teléfono o en el de la APRO. No había una vinculación clara entre los dos pares de visitantes pero ambos compartían el acceso a informaciones que no eran del dominio público. Y quizás esa sea la clave del misterio que encierran los HDN.
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