Irlanda cuenta con un corpus enorme de leyendas locales, y su historia está plagada de aspectos entrelazados con lo fantástico. La Colina de Tara, situada en la provincia de Leinster, es uno de esos lugares cuya importancia se extiende desde lo material a lo espiritual, lo religioso y lo mágico.
En el maravilloso entorno del condado de Meath, con su suave y ondulada orografía, podemos visitar este antiquísimo centro de poder político y religioso que fue el centro de la monarquía irlandesa y cuyas primeras construcciones fueron erigidas en el Mesolítico tardío o el Neolítico temprano, entre el dos mil quinientos y el tres mil antes de nuestra era.
Desde entonces hasta el siglo doce, la colina de Tara, conocida en gaélico irlandés como Teamhair na Rí o La Colina de los Reyes, sirvió de punto de reunión, enterramiento y, principalmente, coronación de la monarquía irlandesa. Aunque nunca supuso un asentamiento constante -es decir, no se vivía en Tara de continuo-, sobre la colina y en sus inmediaciones podemos encontrar una serie de construcciones de finalidad social, como la denominada Sala del Banquete, funeraria y defensivas, y dos formaciones en círculos tangentes enfrentados con un tercero mucho más pequeño ligeramente desplazado hacia el noroeste.
La más importante de las estructuras que encontramos allí es el llamado Montículo de los Rehenes - Dumha na nGiall-. Una tumba formada por un montículo bajo el cual se abre un corto pasillo que mira hacia el este, quedando perfectamente alineado con los rayos del sol al ocaso, en los días ocho de noviembre y cuatro de febrero, días dedicados a los festivales celtas Samhain -fiesta de los muertos- e Imbolc -fiesta del renacer-.
La Colina de Tara también alberga la Piedra del Destino -Lia Fáil- junto a la que eran coronados los reyes irlandeses. Se dice que la propia piedra tenía influencia en la elección del rey, puesto que si la piedra no rugía tres veces ante el nuevo rey, este no era digno de recibir la corona. La Lia Fáil habría sido erigida por los propios Tuatha Dé Danann, los semidioses habitantes pre-célticos de la región, por lo que estaría ligada a la tierra en que se encuentra y a quien sobre ella reine.
En algunas leyendas irlandesas, la Colina de Tara también es un vórtice de energía espiritual y una puerta al reino de lo invisible. Por esta razón, muchos son los que, aún hoy en día, peregrinan hasta allá con la misma intención que otros van a centros religioso-astronómicos como Stonehenge.
En el maravilloso entorno del condado de Meath, con su suave y ondulada orografía, podemos visitar este antiquísimo centro de poder político y religioso que fue el centro de la monarquía irlandesa y cuyas primeras construcciones fueron erigidas en el Mesolítico tardío o el Neolítico temprano, entre el dos mil quinientos y el tres mil antes de nuestra era.
Desde entonces hasta el siglo doce, la colina de Tara, conocida en gaélico irlandés como Teamhair na Rí o La Colina de los Reyes, sirvió de punto de reunión, enterramiento y, principalmente, coronación de la monarquía irlandesa. Aunque nunca supuso un asentamiento constante -es decir, no se vivía en Tara de continuo-, sobre la colina y en sus inmediaciones podemos encontrar una serie de construcciones de finalidad social, como la denominada Sala del Banquete, funeraria y defensivas, y dos formaciones en círculos tangentes enfrentados con un tercero mucho más pequeño ligeramente desplazado hacia el noroeste.
La más importante de las estructuras que encontramos allí es el llamado Montículo de los Rehenes - Dumha na nGiall-. Una tumba formada por un montículo bajo el cual se abre un corto pasillo que mira hacia el este, quedando perfectamente alineado con los rayos del sol al ocaso, en los días ocho de noviembre y cuatro de febrero, días dedicados a los festivales celtas Samhain -fiesta de los muertos- e Imbolc -fiesta del renacer-.
La Colina de Tara también alberga la Piedra del Destino -Lia Fáil- junto a la que eran coronados los reyes irlandeses. Se dice que la propia piedra tenía influencia en la elección del rey, puesto que si la piedra no rugía tres veces ante el nuevo rey, este no era digno de recibir la corona. La Lia Fáil habría sido erigida por los propios Tuatha Dé Danann, los semidioses habitantes pre-célticos de la región, por lo que estaría ligada a la tierra en que se encuentra y a quien sobre ella reine.
En algunas leyendas irlandesas, la Colina de Tara también es un vórtice de energía espiritual y una puerta al reino de lo invisible. Por esta razón, muchos son los que, aún hoy en día, peregrinan hasta allá con la misma intención que otros van a centros religioso-astronómicos como Stonehenge.
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