Uno de los fenómenos físicos del misticismo más interesantes es el de la estigmatización; es decir, la reproducción sobre los cuerpos de diversos místicos de las heridas sufridas por Jesús durante la Pasión.
En nuestros días, la mayor parte de los expertos que han examinado estas "llagas" concluyen que se trata de efectos psicosomáticos que produce la mente del místico sobre su propio cuerpo. Por supuesto, esta explicación no satisface a los creyentes; claro que la fe nunca ha necesitado explicaciones racionales.
La descarga espontánea de sangre de heridas corporales que aparecen generalmente en los mismos lugares en que fue herido Cristo en la cruz.
La sangre derramada por los estigmatizados puede ir, según se ha medido, desde tan poco como 250 c.c. hasta tanto como 750 c.c. en un día.
El primer estigmatizado de que se tenga memoria fue Francisco de Asís (quien posteriormente se convertiría en San Francisco de Asís), y el hecho ocurrió en septiembre de 1224. Según dijo él mismo, había comenzado a sangrar de las palmas de las manos y de las plantas de los pies poco después de un largo ayuno y contemplación de la crucifixión de Cristo.
Aunque se desconoce el número exacto de estigmatizados, el doctor A. Imbert Goubeyre, profesor de medicina francés, ha recogido más de 320 casos en su libro en dos tomos La Stigmatisation, l'ecstase divine, les miracles de Lourdes, réponse aux libres penseurs, publicado en 1894. En los años subsiguientes se han conocido otros casos, como los de Pedro Pío (un reconocido monje italiano muerto en 1968) y Jane Hunt (una inglesa ama de casa que comenzó a sangrar de las palmas de las manos en 1985).
No todos los estigmatizados presentan sus heridas en los mismos lugares.
Éstas aparecen en cada caso en el lugar de las heridas del crucifijo favorito o de cualquier otro objeto religioso que muestre a Cristo en la cruz.
En la etapa inicial, el cuerpo parece sangrar a través de la piel. Cuando se limpia la sangre no aparece ninguna herida o lesión evidente.
En una etapa posterior, aparecen llagas que al poco tiempo se convierten en heridas.
Algunas de ellas se parecen mucho a heridas causadas por clavos que atravesaran la piel. En unos ponis casos, la piel forma como una cabeza de clavo que sobresale de la herida.
En algunos estigmatizados las heridas parecen cerrarse y desaparecer completamente por un tiempo, para volver a abrirse más tarde, generalmente en ocasión de alguna conmemoración religiosa. La mayoría de los estigmatizados habían sido personas profundamente religiosas y frecuentemente miembros de órdenes religiosas donde habían vivido una vida contemplativa.
De igual manera, la aparición de los estigmas es precedida generalmente de prolongadas meditaciones sobre la crucifixión de Cristo, frecuentemente a continuación de una profunda crisis personal o de una grave enfermedad. En casi todos los casos. la persona estigmatizada había estado profundamente interesada en algún objeto religioso favorito, como un crucifijo o una estatuilla de Cristo en la cruz, antes del inicio del sangramiento espontáneo.
Ian Wilson, investigador británico que llevó a cabo uno de los más amplios estudios sobre los estigmatizados, publicó en 1988 el libro The Bleeding Mind, en el cual argumenta que las hemorragias son provocadas por el mismo estigmatizado, el cual generalmente se halla sufriendo alguna forma de tensión personal. Buscando dónde refugiarse de sus sufrimientos personales, los estigmatizados se vuelven hacia la oración y la contemplación. Wilson también estableció un paralelo entre los estigmatizados y las personas con múltiples personalidades:
"Lo que resulta evidente es que los estigmas y la personalidad múltiple parecen estar tan estrechamente vinculados que pudieran ser dos aspectos de un mismo fenómeno. Ambos parecen ser desencadenados por las tensiones, aparentemente como respuesta a un metabolismo esforzado hasta el agotamiento. En ambos vemos al individuo inmerso en una huida de la realidad, facilitando una suerte de liberación o de escape de las limitaciones del yo cotidiano, y en un mundo fantasioso de figuras religiosas y de una dramatización personal de los hechos que rodearon la muerte de Jesús."
Wilson sugirió asimismo que además de provocar la aparición de los estigmas, la mente puede crear las protuberancias en forma de cabeza de clavo en la carne de la persona estigmatizada. En experimentos con la hipnosis se ha demostrado que la mente puede hacer desaparecer verrugas y otras malformaciones de la piel.
En otros experimentos se han conseguido efectos opuestos al sangrado espontáneo. Así, se ha visto a hemofilicos en estado de hipnosis autoinducida detener una hemorragia incontrolable.
En nuestros días, la mayor parte de los expertos que han examinado estas "llagas" concluyen que se trata de efectos psicosomáticos que produce la mente del místico sobre su propio cuerpo. Por supuesto, esta explicación no satisface a los creyentes; claro que la fe nunca ha necesitado explicaciones racionales.
La descarga espontánea de sangre de heridas corporales que aparecen generalmente en los mismos lugares en que fue herido Cristo en la cruz.
La sangre derramada por los estigmatizados puede ir, según se ha medido, desde tan poco como 250 c.c. hasta tanto como 750 c.c. en un día.
El primer estigmatizado de que se tenga memoria fue Francisco de Asís (quien posteriormente se convertiría en San Francisco de Asís), y el hecho ocurrió en septiembre de 1224. Según dijo él mismo, había comenzado a sangrar de las palmas de las manos y de las plantas de los pies poco después de un largo ayuno y contemplación de la crucifixión de Cristo.
Aunque se desconoce el número exacto de estigmatizados, el doctor A. Imbert Goubeyre, profesor de medicina francés, ha recogido más de 320 casos en su libro en dos tomos La Stigmatisation, l'ecstase divine, les miracles de Lourdes, réponse aux libres penseurs, publicado en 1894. En los años subsiguientes se han conocido otros casos, como los de Pedro Pío (un reconocido monje italiano muerto en 1968) y Jane Hunt (una inglesa ama de casa que comenzó a sangrar de las palmas de las manos en 1985).
No todos los estigmatizados presentan sus heridas en los mismos lugares.
Éstas aparecen en cada caso en el lugar de las heridas del crucifijo favorito o de cualquier otro objeto religioso que muestre a Cristo en la cruz.
En la etapa inicial, el cuerpo parece sangrar a través de la piel. Cuando se limpia la sangre no aparece ninguna herida o lesión evidente.
En una etapa posterior, aparecen llagas que al poco tiempo se convierten en heridas.
Algunas de ellas se parecen mucho a heridas causadas por clavos que atravesaran la piel. En unos ponis casos, la piel forma como una cabeza de clavo que sobresale de la herida.
En algunos estigmatizados las heridas parecen cerrarse y desaparecer completamente por un tiempo, para volver a abrirse más tarde, generalmente en ocasión de alguna conmemoración religiosa. La mayoría de los estigmatizados habían sido personas profundamente religiosas y frecuentemente miembros de órdenes religiosas donde habían vivido una vida contemplativa.
De igual manera, la aparición de los estigmas es precedida generalmente de prolongadas meditaciones sobre la crucifixión de Cristo, frecuentemente a continuación de una profunda crisis personal o de una grave enfermedad. En casi todos los casos. la persona estigmatizada había estado profundamente interesada en algún objeto religioso favorito, como un crucifijo o una estatuilla de Cristo en la cruz, antes del inicio del sangramiento espontáneo.
Ian Wilson, investigador británico que llevó a cabo uno de los más amplios estudios sobre los estigmatizados, publicó en 1988 el libro The Bleeding Mind, en el cual argumenta que las hemorragias son provocadas por el mismo estigmatizado, el cual generalmente se halla sufriendo alguna forma de tensión personal. Buscando dónde refugiarse de sus sufrimientos personales, los estigmatizados se vuelven hacia la oración y la contemplación. Wilson también estableció un paralelo entre los estigmatizados y las personas con múltiples personalidades:
"Lo que resulta evidente es que los estigmas y la personalidad múltiple parecen estar tan estrechamente vinculados que pudieran ser dos aspectos de un mismo fenómeno. Ambos parecen ser desencadenados por las tensiones, aparentemente como respuesta a un metabolismo esforzado hasta el agotamiento. En ambos vemos al individuo inmerso en una huida de la realidad, facilitando una suerte de liberación o de escape de las limitaciones del yo cotidiano, y en un mundo fantasioso de figuras religiosas y de una dramatización personal de los hechos que rodearon la muerte de Jesús."
Wilson sugirió asimismo que además de provocar la aparición de los estigmas, la mente puede crear las protuberancias en forma de cabeza de clavo en la carne de la persona estigmatizada. En experimentos con la hipnosis se ha demostrado que la mente puede hacer desaparecer verrugas y otras malformaciones de la piel.
En otros experimentos se han conseguido efectos opuestos al sangrado espontáneo. Así, se ha visto a hemofilicos en estado de hipnosis autoinducida detener una hemorragia incontrolable.
Teresa Neumann
Es probablemente, la más famosa estigmatizada de nuestro tiempo. Nacida en el seno de una familia católica muy pobre, a lo largo de su existencia revivió la Pasión de Cristo cada viernes de la semana y durante 36 años su único alimento fue la comunión. Además poseía el don de la bilocación e incluso desarrolló una gran capacidad para la clarividencia y la telepatía.
Teresa nació en una pequeña localidad de Baviera, el 8 de abril de 1898, siendo la mayor de once hermanos. Desde muy pequeña ayudaría a su madre en las labores del campo hasta que, a los trece años, comienza a trabajar en una factoría. Un día se desata un incendio en una fabrica cercana y ella colabora en las labores de extinción. Mientras acarrea baldes de agua, sufre un pequeño accidente que le produce una luxación en la espina dorsal, lo cual la obliga a estar en reposo un par de días.
Fue solo el principio, pues aquel incidente comienza una penosa enfermedad saturada de extrañas reacciones: mucho dolor, nublamiento de vista y parálisis progresiva que desembocarán en una ceguera e inmovilidad totales. Tiene 21 años, tras 4 años de sufrimiento comienza a desarrollarse los primeros sucesos "milagrosos" de su vida cuando el 24 de abril de 1923, día de la beatificación de Santa Teresa de Lisieux, esta se le aparece y la enfermedad comienza a retroceder. El 29 de abril recobra repentinamente la visión y dos años después el uso de ambas piernas, tal y como le había prometido la Santa.
Los primeros estigmas aparecen en vísperas de la pascua de 1926. La joven de solo 28 años, tiene la visión de Jesús en el huerto de los Olivos y pronto nota un inmenso dolor en el costado. Cuando vuelve en sí su pecho sangra copiosamente. Las visiones se repiten y amplían, sumándose a la primera las de la flagelación, la imposición de la Corona de Espinas, el Vía Crucis, etc., mientras los estigmas surgen también en manos, pies y cuero cabelludo.
Desde ese momento Teresa revive cada viernes en tiempo real, la Pasión de Cristo. Curiosamente las heridas reaccionan mal a todo tipo de cura, con el paso del tiempo una especie de piel transparente se va formando sobre ellas de manera que Teresa puede lavarse y usar normalmente sus manos y pies, sin embargo el dolor es continuo.
Su único alimento es la comunión y, aunque los expertos tratan de explicar como es posible que sobreviva de esa forma, no pueden hacerlo. Como tampoco su capacidad para expresarse en lenguas desconocidas para ella (latín, portugués, arameo). La fama de Teresa Neumann se incrementa y son numerosas las personas que cada viernes acuden a su casa a presenciar esta particular "Pasión", tiene también la capacidad de asumir enfermedades y penas ajenas en su propia carne y espíritu. Incluso cuando usa el don de la bislocación lo hace para ayudar a los demás.
El 18 de septiembre de 1962 Teresa Neumann muere a consecuencia de un ataque cardíaco, durante cinco días su cuerpo es expuesto, no sufriendo ningún signo de descomposición. Es sepultada en presencia de numerosas personas en el pequeño cementerio de su pueblo natal y su tumba constituye hoy un importante lugar de peregrinación. Aunque aun no se ha pronunciado oficialmente, la iglesia ha recibido más de 16.000 solicitudes para que se abra el proceso de beatificación de la más famosa estigmatizada de nuestro tiempo.
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