lunes, 31 de octubre de 2011

Drácula: El terror irresistible

Del mismo modo que Sherlock Holmes es el detective más conocido o Don Quijote el loco más famoso del mundo, Drácula gana el oro, sin lugar a dudas, en ser el más popular de los vampiros.

Él es el indiscutible # 1 de los vampiros, el príncipe de las tinieblas. Hablamos de todo un símbolo del terror en estado puro, que ha traspasado las fronteras de la leyenda, la novela y el celuloide para instalarse en el lado oscuro de nuestras mentes.

La mayoría lo conocieron a oscuras, ante cientos de escalofriantes fotogramas que los mantenían inmóviles en sus butacas. No en vano, Drácula es el personaje de ficción más veces llevado a la gran pantalla, siguiéndole, a cierta distancia, por la celebérrima pareja del Doctor Watson.

Sus colores son el rojo sangre, el negro sobrio y el blanco oxigenado; no se refleja en los espejos; no tolera la luz y, un detalle importante, nuestro solitario diurno comparte sus noches con una legión de mujeres de curvas sinuosas y cuellos mordidos, en un castillo irremediablemente aislado del mundanal ruido...

A este ser ficticio de ultratumba, sin embargo, le hemos concedido un lugar preferente en el más acá, aunque nos asusta tan sólo imaginarlo. Aún así, ¿no es precisamente ese miedo lo que nos atrae? ¿Qué clase de hechizo sentimos, si no, cuando planea sobre nuestras cabezas el ensangrentado enigma de su misterio?

Pero, empecemos por el principio. Dibujemos al personaje. ¿Cómo imaginamos a Drácula? ¿O quizás cuando nos disponemos a hacerlo comenzamos a sentir su aliento en el cuello y debemos dejar de hacerlo al asaltarnos pavorosos pensamientos de forma inesperada? No temamos, evocar a Drácula no lo atraerá hacia nosotros. O quizás sí. Quizás esa sea la fuerza de su poderoso magnetismo.

Seamos, pues, previsores. Un modo seguro de acercarse a este personaje, el conde Drácula, que respira tras las puertas chirriantes de nuestras mentes, es imaginar un paisaje iluminado por un sol radiante, aproximarse de puntillas, mientras él duerme en un castillo desvencijado, con puertas y ventanas cerradas con candado, en cuyo interior descansa con una tapa de ataúd por sábana...

Del mismo modo que el visitante del castillo de Drácula penetra en él por propia voluntad, hipnotizado por un silencio inquietante y transilvánico, también personas de todo el mundo se dejan atrapar por la historia de Drácula como imanes que no pueden ni desean resistirse a la fuerza de su atracción.

No poder salir de ese castillo, ese es el verdadero problema. Una vez se cierran sus puertas, no hay marcha atrás. Ya nunca vuelven a abrirse. O, lo que es lo mismo, una vez se ha perdido la inocencia y se conoce el horror, la mirada se mancha, se entristece para siempre. ¿Será ese el mensaje y el éxito de Drácula?

Muy probablemente, sin embargo, los párrafos que preceden a esta frase sean una suma de inexactitudes sobre el personaje que inventó Bram Stoker, cuya conocida novela se publicó en 1987. En una interesante entrevista de Guzmán Urrero a José Luis González Martín, especialista en la biografía y obra de Stoker, afirma que buena parte de los textos sobre Drácula están repletos de errores, aunque reconoce que si perduran y crecen muchos de ellos es porque deslumbran y emocionan al público.

En su intento por encontrar la verdad de cómo surgió la historia del conde Drácula, González hace un repaso a los falsos mitos que envuelven la figura de este terrorífico personaje, del que hacemos un resumen en las siguientes líneas.

González asegura que el autor irlandés se inspiró en un tipo de murciélagos reales (vampiros) para trazar a su personaje, si bien los describe de forma fantástica, y dota a Drácula del poder de transformarse en uno de ellos.

Del mismo modo, Transilvania, escenario de la novela, era ya un lugar misterioso, aunque en la novela se exagera este aspecto inquietante y sobrenatural del territorio de los Cárpatos.

Siguiendo al especialista, además, el creador del popular vampiro se inspiró en una novela de Emily Gerard para conocer el modo de ahuyentar a los nosferatu (significa no muerto, en rumano, y es una invención literaria), con ajo, y de matarlo clavando en el corazón una estaca.

Sobre el histórico guerrero y caudillo Vlad el Empalador, de apodo Drácula, a Stoker tan sólo le interesó su sobrenombre, no su biografía, algo contrario a los intentos de la política turística rumana de vincularlo para atraer el turismo, opina el erudito.

De hecho, el ambiente neblinoso y enigmático parece haber contagiado no sólo los aspectos de la creación literaria del personaje, sino la misma biografía de su autor, algo que la personalidad de éste propició. A Stoker, siempre predispuesto de la teatralidad y el dramatismo, le gustaba contar, por ejemplo, que la novela tuvo origen en una pesadilla en la que se intoxicó con cangrejos, si bien se han establecido otras hipótesis más plausibles sobre qué inspiró la historia.

Una de las más destacables enlaza el génesis de Drácula con los terribles sucesos londinenses del otoño de 1888, dos antes del comienzo de su redacción, cuando el Londres más popular fue sacudido por los sangrientos crímenes de Jack el destripador, una tesis de Grigore Nandris (1971).

O, quién puede saberlo ahora, como suele ocurrir tantas veces, el origen de tan truculento personaje sea, sencillamente consecuencia de algo tan inocente como los cuentos de folclore irlandés, de género fantástico, que su madre acostumbraba a contarle al escritor en su infancia. Aunque esta explicación, hay que reconocerlo, no ayuda demasiado a crear el clima terrorífico adecuado.

Pero, silencio... Mientras contábamos esta apasionante historia nos hemos desviado de nuestro camino, hemos perdido el rumbo... La noche se nos ha echado encima, los lobos aúllan, las nubes grises tapan la luna llena, los murciélagos alzan el vuelo...Nos hemos extraviado en los inhóspitos parajes de Transilvania. Nada temáis..., en lo alto de aquel encrespado peñasco se alza un Castillo. Vayamos a él, quizás en su interior podamos cobijarnos hasta que amanezca...

viernes, 28 de octubre de 2011

El Chupacabras: Leyenda o realidad latinoamericana

El miedo a la noche es algo que subyace en la condición humana. La oscuridad nos hace tejer imágenes imposibles, creer en cosas inexplicables y en espantos que salen de la negrura para devorarnos o llevarnos lejos. Quizás este mismo miedo a lo desconocido, a lo que se oculta tras las sombras fuera lo que hace ya bastantes años sirviera para crear la leyenda del chupacabras. Pero, ¿es realmente una leyenda?

Estados Unidos alertó, en 1974, de extraños sucesos que les estaban ocurriendo a algunos animales, los cuales aparecían muertos al amanecer, víctimas de alguna alimaña o de algún hecho oscuro en el transcurso de la noche. Sin embargo, no fue hasta el año 1975, cuando en Puerto Rico esos hechos comenzaron a prodigarse. Allí la cultura popular y las tradiciones, mucho más antiguas, así como unas creencias cristianas mucho más arraigadas hicieron que estas noticias se acabaran por convertir en sucesos casi paranormales.

La forma de morir de estos animales eran cuando menos peculiares. Aparecían sólo con unos pequeños orificios en el cuello, y lo más característico de todo, sin sangre alguna en el cuerpo, la cual había sido succionada. En algunos casos, incluso, habían perdido algunos de sus órganos internos. Sin embargo, y aún cuando en otras ocasiones eran mutilados, no aparecían rastros de sangre por ningún lado, ni huellas algunas a su alrededor.

Lo que en un principio comenzó ocurriendo con cabras, y de ahí su nombre, acabó por extenderse a otros animales, como en el caso de aquel perro al que encontraron con dos orificios en el cuello y con las cuencas de los ojos vacíos, pero como en los demás casos, sin sangre alguna en su cuerpo.

Evidentemente, el miedo se extendió por la población que veía en los acontecimientos poderes místicos, religiosos e incluso extraterrestres, según fuera la versión popular. Se comenzó a hablar, aún sin haberlo visto, que se trataba de un animal de entre 3 y 5 metros de altura, cubierto de pelo verde (otros decían que gris), que caminaba sobre dos patas como los humanos, que estaba deformado, e incluso que tenía a su espalda unas grandes alas que le permitían volar y por eso no dejaba huellas. Leyendas urbanas que se propagaban como la pólvora por todas las poblaciones de Puerto Rico.

A partir del año 2000, las misteriosas muertes se extendieron más allá del país, e incluso se dieron casos en las islas del Caribe, en México, en Chile y en el Sur de Estados Unidos. El miedo iba en aumento, y en la misma proporción crecían las teorías acerca de su aparición.

La mitología popular lo emparentaba con los demonios de la noche surgidos en los primeros tiempos bíblicos, cuando Lilith, la primera mujer de Adán, al ser repudiada por éste, se convirtió en uno de esos demonios malignos. Los más “científicos” optaban por aducir que se trataba de algún animal prehistórico que había conseguido sobrevivir hasta nuestros días. Y los más lanzados, cómo no, adujeron que se trataba de un animal extraterrestre, probablemente la mascota de algún ser de otro planeta, que se había escapado y que ahora buscaba alimento.

La gran noticia saltó a mediados del año 2000 cuando las autoridades chilenas afirmaron haber capturado a la fiera. Sin embargo, misteriosamente, desapareció, con los rumores de que había sido Estados Unidos quien se había llevado al animal para estudiarlo, acallando después el caso. No obstante, los que dijeron haber visto al extraño animal capturado afirmaban que tenía pelo largo y grueso de color gris, que sus patas inferiores eran mayores y muy musculosas, lo que le permitía no solo caminar sobre dos patas, sino además dar saltos de metro y medio. Que sus ojos cambiaban pero que eran muy brillantes, que tenía unos grandes colmillos y unas largas garras, además de unas enormes alas… Al tiempo, una imagen, de origen desconocido, comenzó a circular por internet, y al Chupacabras se le comenzó a llamar como “el fenómeno”.

Hoy día, la imagen del Chupacabras, o Chotacabras, como lo llaman en otros sitios de Centroamérica, permanece en la historia popular, no se sabe bien si como una leyenda urbana o como una realidad que no ha podido esclarecerse. Lo único cierto es que aún hoy siguen apareciendo cadáveres de animales muertos en extrañas circunstancias, pero todos con el mismo signo: los pequeños orificios del cuelo y totalmente desangrados...

jueves, 27 de octubre de 2011

El Runa-uturunco: El hombre-tigre de Argentina

Se trata de un paisano que a las noches se convierte en león del monte o en puma y sale por los campos para saciar su hambre. Durante el día no suelen manifestar sus características animales, e incluso puede llegar a ser un hombre amable y conversador, aunque se cuenta la historia del indio Pascual, que vivía alejado del pueblo, que era hosco y seco, y que sabían que durante las noches se transformaba en el Runa-uturunco.

La única marca de un hombre-tigre en su estado humano, y que sirve para distinguirlos e identificarlos, es que llevan siempre consigo un pedazo de piel colgando en su cuello como si fuera un escapulario. Al momento de convertirse, se revuelcan sobre el mismo y así pasan a ser tigres.

Como animales suelen ser violentos y salvajes. Se alimentan de los animales de las granjas o del monte, aunque su comida favorita son los hombres que encuentran desarmados por el campo. A diferencia del animal puro, el Runa-uturunco posee una garra de cinco dedos, como los humanos, por lo que se lo puede identificar por este detalle. También se pueden seguir sus huellas y descubrir como estas van cambiando poco a poco de huellas animales a pisadas de hombre.

El origen de la leyenda viene de los quichuas. Se cuenta que se trata de un brujo que al poseer una piel de puma es capaz de transformarse en un puma enorme. Posee una gran fuerza, ferocidad e inteligencia. La leyenda cuenta que es solo capaz de convertirse de noche y sale de noche en busca de personas para devorarlas, prefiere atacar a personas que estén solas por caminos boscosos. Para diferenciarlo de un puma se deben ver sus patas o sus huellas, ya que tiene cinco dedos y no cuatro como es normal para estos animales. Algunas fuentes dicen que es bípedo. Para adquirir esta habilidad el brujo debe de vender su alma al Diablo. Vuelve a su forma humana según algunas versiones cuando amanece, otras solo tras matar a su presa. Para vencerlo debe de quemarse la piel que usa para convertirse. Es vulnerable a las balas.

Si bien es un ser mítico y fuerte, no es menos vulnerable a las balas como cualquiera. Por lo que se han sabido de casos de Runas-uturuncos que han sido atrapados por los paisanos y dados por muertos. Incluso, en la historia del indio Pascual, contada por los años sesenta, a este lo mata un peón de estancia lanzándole piedras a la cabeza, estando éste dormido y en su forma animal. A medida que golpeaba su cráneo, este se iba transformando en hombre...

El nombre Runa-uturunco proviene del quechua y significa literalmente hombre-tigre, también hombre-puma. Su hábitat es la región del noroeste argentino, más específicamente la región del Chaco. También se cuenta de un ser parecido, que vive en el litoral y que sería pariente de este.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La Fiura: Horror y maldad femenina chileña

Se dice que Fiura viene de figura, y también de furia. La figura de Fiura está inmersa dentro de la mitología chilena. Según las fuentes nos encontramos ante una mujer de aspecto horrible, que habita los bosques, acompañada de su marido y padre el Trauco. Hija de de La Condená, busca de los hombres su aliento, para disfrutar sexualmente de ellos quedando estos tullidos, pero plenamente satisfechos. En su búsqueda se apodera de los niños de las familias para criarlos como suyos, y es capaz de arrancar cabeza, manos y miembros a cualquier persona, o con su aire provocar la mayor de las epidemias.

Esta era la historia que los chilenos antiguos contaban a sus hijos para que no marcharan solos por los bosques o caminos solitarios. Según dicen tenía por costumbre bañarse en cascadas con agua limpia y pura, y desprendía dulces cánticos, con voz melódica, para atraer a sus víctimas. Se escondía por los matorrales para no ser descubierta.

También se dice que se podía seguir el rastro de Fiura por las cantidades de comida que deja a su paso, su alimento preferido es la espinosas chauras. Su fuerza y su destreza era tal, que los hombres temían combatir con ella en el bosque, ya que decían que era como atacar a una sombra.

Las familias del sur de Chile temían a la Fiura, ya que ésta adoptaba posturas imposibles y mostraba muecas a todo aquel que se encontraba con ella. Su rostro era impenetrable, con ojos tan rasgados que apenas se le veían claramente, y su enorme nariz tapaba su cara por completo. Se dice de ella que era coqueta a pesar de que su fealdad era comparable a las peores pesadillas de los hombres. Solía danzar por los pantanos, y parar para ver su feo rostro reflejado en algún charco. Para después peinarse con un peine de plata.

La leyenda de la Fiura cuenta que era imposible curar las heridas que podía crear, tan solo en contadas ocasiones. Se trataba de un ritual que solo los machis, consejeros del antiguo pueblo Mapuche, eran los sacerdotes capaces de contrarrestar las heridas causadas por la fiereza de la Fiura. Sus ordenanzas decían que para salvar el mal causado por el ataque debían raspar su piel con piedras de mármol de iglesias antiguas. Para las deformaciones que podía causar era preciso recoger una rama de enredadera al amanecer, rama que luego era llevada hasta el enfermo y golpeada con fuerza hasta que brotase la savia. Después la rama debía ser lanzada al mar y esperar la recuperación del enfermo.

Esta leyenda está muy extendida por Chile, formando parte de su folklore y sus costumbres. Algunos cuenta que son varias las fiuras que llegaron a existir, y su poder era tal que ningún hombre podía luchar realmente contra ella, y solo los sacerdotes y magos eran los encargados de enfrentarse a su malicia.

Mezcla entre historia y mitología, la Fiura es un personaje legendario dentro de la historia antigua de Chile, sobre todo para los habitantes del sur, cercanos a la Patagonia.

martes, 25 de octubre de 2011

El hombre lobo de Detroit: Leyenda norteamericana del siglo XVII

Esto ―cuenta la leyenda― sucedió hace mucho tiempo, cuando Detroit era colonia francesa y los cánticos indígenas en honor al Gran Dios Serpiente todavía se podían oír desde las afueras de la ciudad. En aquel entonces la magia india aún no había perdido su poder, y las brujas del bosque, las conocidas como “Mujeres Blancas”, vendían burbujeantes pociones que transformaban a los hombres en licántropos.

Dicen que por aquellos años vivía en la ciudad una joven llamada Archange Simonet, a quien un hombre lobo raptó durante el baile de su boda sin que ninguno de los invitados pudiese hacer nada para evitarlo, como tampoco pudo hacer nada su horrorizado marido, que desde entonces se dedicaría en cuerpo y alma a intentar recuperarla.

Rápidamente, organizó una partida de búsqueda que se adentró en lo más profundo del temido bosque, y en la cual participaron multitud de amigos, vecinos y conocidos de la pareja. Uno de ellos estuvo a punto de abatir al licántropo, pero falló su disparo, aunque por poco, logrando tan solo arrancarle la cola al monstruo. Esta sería venerada desde entonces como una auténtica reliquia por los indios de la región.

Tras esta escaramuza, nadie volvió a encontrar el rastro del hombre lobo ni obtuvo pista alguna sobre dónde se podía encontrar Archange. Poco a poco, las batidas fueron espaciándose en el tiempo, a la vez que perdían componentes, hasta que solo quedó el marido de la joven, cada vez más pálido y nervioso, continuando en solitario su desesperada búsqueda nocturna, apenas ya un obstinado vagabundeo sin rumbo fijo.

Había pasado tanto tiempo que casi nadie se acordaba ya de su pobre esposa cuando, en una noche de luna llena, el joven encontró unas huellas extrañas. Eran demasiado humanas para pertenecer a un lobo y demasiado lobunas para ser de un hombre. Las siguió hasta llegar al río Detroit, en cuya orilla pudo ver al licántropo, el mismo que había raptado a su mujer, pues le faltaba la cola. En silencio, se aproximó a él mientras introducía una brillante bala de plata en el cargador de su rifle; levanto el arma y apuntó hacia su presa.

En aquel momento, solo una idea le pasaba por la cabeza: vengarse de aquel ser que tanto daño le había causado. Así que sin pensar en nada más apretó el gatillo, pero antes de que el arma disparase, el hombre lobo se arrojó al río, desapareciendo bajo el agua para, cosa extraña, no volver a salir a la superficie, por mucho lo esperase. Al amanecer, lloró de desesperación junto a la orilla del río.

A partir de entonces, abandonó su búsqueda. Todos pensaron que había perdido un poco la razón, pues no dejaba de contar, a todo aquel que quisiera escucharle, la historia de cómo un hombre lobo había raptado a su mujer durante el mismo día de su boda. Al llegar a la parte en la que el monstruo se arrojaba al agua, aseguraba que un pez enorme había salido de las profundidades y lo había engullido de un bocado.

lunes, 24 de octubre de 2011

La leyenda de Ys: Una ciudad bretona mitológica engullida por el océano

Las leyendas de la Bretaña francesa hablan de un rey noble y poderoso: Gradlon el Grande, monarca de Cornualles, fiel amigo de San Gwennole y afortunado poseedor de un caballo mágico capaz de galopar sobre el agua. El ciclo legendario que protagoniza culmina con el hundimiento de su capital bajo las olas.

Gradlon reinaba ―cuenta la leyenda― desde una ciudad magnífica llamada Ys, una inmensa villa de calzadas empedradas, soberbios muros y suntuosos palacios, rica en el comercio y el cultivo de las artes, a la cual un enorme dique protegía de las mareas altas, que de otra manera la sepultarían bajo el agua. Durante la pleamar los barcos entraban y salían de su puerto a través de una inmensa puerta de bronce, cuya llave de plata el rey portaba siempre al cuello colgada de una cadena.

Gradlon tenía una hija llamada Dahut que había nacido en alta mar, a bordo de la nave capitana del rey cuando este regresaba victorioso de guerrear contra lejanos países del norte. Su madre, la hermosa reina Malgven había fallecido durante el parto.

Dahut era una criatura extraña cuyo comportamiento hacía sufrir al rey. Por el día frecuentaba la soledad de los altos acantilados, en donde permanecía durante horas mirando ensimismada al horizonte; y por la noche llevaba una existencia disoluta en desenfrenadas fiestas regadas con vino, veladas hechas de olvido y negación que hacían murmurar a los súbditos de Ys. San Gwennole se había quejado amargamente al rey en diversas ocasiones, y le había advertido, empleando su más solemne tono profético, que Dahut causaría la ruina de Ys.

Un día llegó a la ciudad un extraño caballero, de piel pálida y los ojos azul oscuro, que se incorporó al grupillo de licenciosos cortesanos que compartían las bacanales de Dahut y terminó por conquistarla, obteniendo de ella la devoción más absoluta.

Durante una noche de vino y excesos, el caballero le susurró al oído:
―Si me amas como dices deberás demostrarme que es cierto.
―Dime los que deseas y te lo concederé. ―Respondió la doncella.
― ¡Quiero la llave de esa puerta que impide al mar coger lo que es suyo!

Dahut accedió. Entró en el dormitorio del rey y se acercó sigilosamente al lecho en el que este dormía, vestido aún con su manto púrpura, con el pelo blanco flotando sobre la almohada y la llave reposando sobre su pecho. Con mucho cuidado, le quitó la cadena de la que pendía la llave y abandonó la habitación.

Cuando se la entregó a su amado, este salió corriendo calle abajo dando grandes brincos. Al poco, la gran puerta de bronce estaba abierta y el mar irrumpía rugiendo en la ciudad mientras sus calles se sumían en el caos.
Un criado despertó al rey:
― ¡Señor! ¡Rápido, a los caballos! ¡La ciudad está perdida! ¡Han liberado al mar de sus cadenas!

Gradlon llegó a las caballerizas a tiempo de montar en su mágico corcel Morbarch y salir al galope a través de las calles de Ys. Por el camino, encuentra a su hija, y, sin detenerse, la sube a la grupa del caballo. El agua les alcanza, pero Morbarch, tras elevarse en un ágil salto, comienza a trepar por las olas. Al poco avanzan ya sobre el mar abierto en dirección a tierra firme, cada vez más cerca de ella. Sin embargo, es demasiado peso para el corcel y sus patas comienzan a hundirse en el agua. El rey oye entonces una voz tronar a sus espaldas:
―Arroja al mar a la criatura maldita que se aferra a tus hombros.

En ese momento, Dahut resbala de la grupa del caballo y se hunde en el agua con un alarido. La leyenda dice que la muchacha se convirtió en sirena, y desde entonces ha sido vista por los pescadores “peinando sus cabellos rubios como el oro al sol de mediodía, en la orilla del agua”, mientras canta de forma lastimera.

Gradlon logró llegar a tierra, y estableció una nueva capital para su reino en la localidad de Quimper, en donde una estatua ecuestre colocada entre dos torres de la catedral todavía lo recuerda, pero los poetas no nos cuentan nada sobre esta parte de su reinado.

Existe una tradición poco conocida según la cual algunas noches se oye el salvaje galopar de Morbarch en los valles de alrededor; y también otra, mucho más célebre, que afirma que desde los barcos que navegan por la bahía de Douarnenez se escucha en ocasiones, atenuado por el agua, el lúgubre repicar de las campanas de Ys.

De leyenda de Ys hay ligeras variantes según la versión. El nombre de la ciudad aparece en ocasiones como Is o Ker-is, y mientras que para algunos debe su existencia a un capricho de Dahut al que Gradlon no supo negarse, para otros su fundación procede de una época mucho anterior en la cual el nivel del mar estaba más bajo.

Asimismo, varía el papel del amante de Dahut (llamada también Ahes). Unas veces es un mero comparsa de la princesa, sin que tenga nada que ver en la apertura de las puertas de bronce (en ocasiones accidental, incluso); otras se le describe con rasgos que insinúan una naturaleza demoníaca, lo que junto a una mayor presencia de San Gwennole convierten la historia en una fabula religiosa al estilo de Sodoma y Gomorra. Nosotros hemos considerado que su auténtico mensaje trata acerca de la imposibilidad de derrotar siempre a las fuerzas de la Naturaleza. En la leyenda, tanto Ys como, a su manera, Dahut pertenecen al mar, y al final ambas regresan a él.

Las leyendas sobre la sumersión de ciudades están presentes en todos los países de herencia celta. Gales e Irlanda cuentan con historias bastante similares localizadas, respectivamente, en la bahía de Cardigan y en Lough Neagh. En ambos casos la causante de la catástrofe es una mujer que después se convierte en sirena, aunque aquí se trata del desbordamiento de un pozo y no de la apertura de un dique. El reino perdido de Lyonesse, situado supuestamente en el extremo de Cornwall (Inglaterra), sí es tragado también por el mar, y de él escapa en el último momento el caballero Trevilian perseguido por las olas, al igual que Gradlon.

Y, por supuesto, fuera ya del ámbito céltico, la leyenda de Ys recuerda a la de la Atlántida, hundida por los dioses, cuenta Platón, como castigo a la soberbia de sus habitantes.

viernes, 21 de octubre de 2011

La leyenda de la cacería del rey Valdemar: La caza salvaje legendaria de Europa

La “caza salvaje” o “caza nocturna” es un motivo folclórico que aparece en leyendas diseminadas por casi toda la geografía europea. Cambian los protagonistas y sus circunstancias, pero no lo fundamental de la historia: tras su muerte estos personajes quedan condenados a cabalgar todas las noches por caminos y bosques, prolongando hasta la eternidad una fantasmagórica cacería sin fin que aterroriza a quienes se encuentran con ella.

En Dinamarca el cazador maldito es el rey Valdemar IV. Según afirma la tradición, por la noche frecuenta los senderos que conducen al ruinoso castillo de Gurra. Su aparición viene precedida por horribles aullidos, bramidos y restallar de látigos, señales ante las cuales uno debe abandonar el camino para esconderse lo más lejos posible.

De permanecer en él, veríamos llegar al monarca sobre su caballo blanco, acompañado por una jauría de perros negros como el carbón que, con sus largas lenguas humeantes colgando de la boca, olfatean la tierra frenéticamente; recibiríamos del espectral señor la orden de sujetar a sus mastines mientras él se adentra en el bosque; sostendríamos las correas durante horas, con las manos temblorosas, hasta que al fin se oye un disparo en la distancia que hace a los perros tirar tan fuerte como para romper sus cadenas, tras lo cual desaparecen en una estampida salvaje.

Ningún obstáculo detiene al rey en sus galopadas nocturnas. Atraviesa en ocasiones los estrechos pasajes que cruzan la planta baja de algunas casas viejas, motivo por el cual durante la noche se dejan abiertas las puertas que cierran estos pasadizos. De otra manera, a la mañana siguiente las cerraduras aparecían reventadas por el paso de Valdemar. Otras veces salva las casas saltando a su tejado, y de ahí otra vez al suelo.

Se muestra más activo durante la noche de San Juan, aunque en teoría sale de caza en todas, llegando a realizar giras por todo el país que duran más de una. En esas ocasiones descansa en las viejas residencias principescas, siendo su favorita la de Valloe-burgh.

La leyenda que explica el origen de la maldición que sufre el rey resulta bastante curiosa. Cuenta que en vida Valdemar estaba tan enamorado de una dama, llamada Tovehill, que cuando esta murió impidió que fuese enterrada. Allá a donde iba, Valdemar se hacía acompañar siempre por su cadáver sin hacer caso al desagrado que esto causaba en sirvientes y vasallos.

Un día, aprovechando una ocasión propicia, uno de sus cortesanos decidió examinar el cadáver para ver si encontraba la causa del retorcido apego que el rey le tenía. Comprobó que la fallecida llevaba en un dedo un extraño anillo con inscripciones mágicas. Se le ocurrió al joven que gracias a aquel anillo mágico Tovehill había conseguido y conservado el afecto del rey. ¿Acaso no tenía la dama cierta fama de hechicera?

El cortesano quitó el anillo a la muerta, y al poco obtuvo la prueba de que su teoría era acertada: no pasó un día antes de que se disipase el cariño que el rey sentía por el cadáver de la dama, con lo que finalmente accedió a enterrarla.

Sin embargo, el joven lamentó haberse quedado con el anillo. El rey requería ahora su presencia constantemente, premiaba cada respuesta suya de forma exagerada y no dejaba de mirarlo, lo que al joven cortesano empezaba a resultar francamente molesto. Sospechando cuál era la causa, resolvió deshacerse del anillo mágico, para lo cual lo arrojó a un estanque de Gurra un día que pasó por allí.

Desde ese momento el rey comenzó a frecuentar aquel estanque. Como allí se sentía mejor que en cualquier otro sitio, ordenó construir un castillo junto a él, y pasaba día y noche cazando en sus alrededores. Según cuentan, un día llegó a exclamar: “¡Si se me permitiera cazar en Gurra para siempre, bien podría Dios quedarse con el Cielo!”. Dicen que entonces se oyó una voz en el aire que le respondía: “Tu deseo ha sido cumplido”.

Dios acababa de castigar al rey Valdemar negándole el cielo. Tras su muerte, pasaría a capitanear la sobrenatural partida de caza que encanta los bosques daneses.

jueves, 20 de octubre de 2011

Laroya: El misterio de un fuego inexplicable

El 16 de junio de 1945 se produjo un hecho sin precedentes en Laroya, provincia de Almería, España. Incendios sin explicación aparente arrasaron el poblado durante 30 días atacando a personas, casas, animales y a todo lo que se cruzara en su camino. Actualmente se estima que el fenómeno tuvo relación con la combustión humana espontánea, pero no se sabe con seguridad.

Laroya está ubicado en la Sierra de Filambres y su población es de alrededor 150 habitantes. Poco más de 60 años atrás, durante un caluroso verano, la tranquilidad y armonía del poblado se vio abruptamente revuelta. Más de mil incendios inexplicables surgieron de la nada y quemaron plantaciones, casas, ropas, y animales para luego atacar a los horrorizados habitantes.

La catástrofe comenzó con un incendio aún no explicado en el trigo verde del caserío Franco y, paralelamente, la niña María Martínez fue poseída por las llamas en el cortijo Pitango. Por suerte logró salir sólo malherida del suceso gracias a la ayuda sus familiares que oyeron sus gritos desgarrados.

Según contó luego la víctima, una bola de flamas color azul se dirigió a su delantal y lo encendió al instante. Las llamas que en segundos envolvieron su cuerpecito eran muy intensas y difíciles de sofocar. A pesar de que solo ardió por unos instantes, aquéllos fueron los segundos más espantosos de su vida.

Pero lo extraño es que el fuego parecía haberse empecinado con la pequeña y estaba decidido a llevársela. Durante la medianoche de ese mismo día, mientras la niña descansaba en su cama, las sábanas comenzaron a arder de forma espontánea y por suerte fueron sofocadas antes de que la tragedia pasase a mayores.

Asustados, los pobladores comenzaron a buscar al o los culpables de los hechos, pero a pesar de no contar con una pista, horas más tarde apareció la Guardia Civil alertada por los extraños hechos. Los oficiales quedaron pasmados al ver cómo la cortijada de Estela Jesús Martínez Morales sucumbió ante la aparición de espontáneas llamas que flotaban en las habitaciones y que devoraron todo a su paso. La seguidilla de sucesos macabros e inexplicables había comenzado.

Durante los días siguientes se generaron cientos de incendios en cortijos y campos, acabando con animales, enseres y hogares. La joven María Martínez fue nuevamente víctima de las llamas por lo cual en el poblado la apodaron “niña de fuego”.

No había forma de apagar los incendios; no alcanzaban las manos para ponerles un freno y eran tan intensos que cuando la gente llegaba, el fuego ya había hecho su trabajo. Los más ancianos comenzaron a hablar de la venganza del “Moro Jamá”, quien fue quemado vivo por la iglesia y del cual se cree que su espíritu errante vaga por la zona buscando revancha, y otros creían que se trataba de la ira del Dios Reshef.

Muchos científicos acudieron al lugar para lograr dilucidar este gran enigma, pero desecharon la hipótesis de que el fuego se debiera a actividad volcánica o a la emisión de gases inflamables, ni tampoco a la electricidad ni radiaciones solares. También descartaron que se tratase de algún pirómano que anduviese suelto.

Cuando los científicos e investigadores desistieron, el terror hizo nido en los corazones de la gente de Laroya y con los años más de uno afirmó haber visto haber visto incluso la figura de un niño o esqueleto envuelta en luces de fuego que levitaba sobre el pueblo. Esta descripción se adecúa perfectamente a la imagen con la que se representaba al Dios Reshef.

María Martínez, la niña de fuego que sobrevivió a tres ataques, quedó totalmente perturbada y creía que algo maligno la asechaba. Se suicidó tomando sosa caústica. Por otro lado su hermana también se quitó la vida arrojándose a un precipicio y el hermano de ambas se ahorcó en el cortijo Pitango. Nunca se supo lo que evidentemente esta familia sabía o había presenciado ya que ellos se llevaron el secreto a la tumba.

miércoles, 19 de octubre de 2011

¡Cumplimos 1000 posts!

Han pasado más de 4 años desde que me dispuse abrir un espacio de los misterios e incógnitas más interesantes y atrayentes de todas las épocas... y también de las teorías científicas, conspiraciones y explicaciones a fenómenos extraños por parte de la ciencia.

En estos 1000 posts, hemos visto bastantes cosas y espero que a mucha gente le haya abierto los ojos, ante la evidencia.

La calavera número cien: Leyenda norteamericana ambientada en el Salvaje Oeste

Esta historia de venganzas familiares, con algún elemento fantasmagórico y ambientada en el Salvaje Oeste, aparece en una compilación de 1896 titulada Myths and Legends of Our Own Land.

Su protagonista, Bill Quick, es un duro trampero de Ohio que vivía a principios del siglo XIX en una cabaña de la parte alta del río Scioto. Una tarde, al volver de cazar, encontró su casa desvalijada y a su anciano padre tendido en el suelo sobre un charco de sangre. A pesar que ninguna prueba lo indicaba así, Bill se convenció de que los autores del ataque habían sido los indios, y desde aquel momento los odió con todo su corazón, y prometió vengarse de ellos cien veces.

Silencioso y sutil, casi como una presencia invisible, asesinó sin piedad a muchos pieles rojas que encontró en el bosque. Dentro los círculos de tipis, alrededor del fuego, comenzaron a contarse terribles historias sobre centelleantes cuchillos que salían de la maleza, mortíferas balas provenientes de la orilla del río y sombras que te cortaban el cuello en tu propia tienda antes de que pudieses despertar. Bill Quick se había convertido en la muerte encarnada, al menos para los indios de la región.

Poco a poco, fue reuniendo en las estanterías de su cabaña una siniestra colección de calaveras, pues, a diferencia de otros cazadores de cabezas de su época, para él el cuero cabelludo no bastaba como trofeo. Así que llegó un momento en el cual noventa y nueve rostros descarnados le sonreían desde las paredes de su hogar, y él les devolvía la sonrisa cada mañana pensando en que solo le faltaba una cabeza más para completar su venganza.

Sin embargo, la caza de pieles rojas ya no era tan fácil como antes. Muchos de los indios habían emigrado lejos, a tierras teóricamente más seguras, y los que quedaban se cuidaban muy mucho de evitar las zonas frecuentadas por él. Ahora, aunque a veces acechaba entre los matorrales durante días, siempre regresaba a casa con la bolsa vacía y el corazón lleno de frustración.

Pasó el tiempo, y Bill, que era ya mayor, enfermó sin esperanza de recuperación. Con un pie en la tumba, llamó a su hijo y le hizo prometer junto a su lecho de muerte que completaría la sangrienta labor que él había iniciado. Si no añadía una última calavera a la colección, gruñó enfebrecido, él mismo regresaría del Infierno para recordarle su deber. Intentando reprimir las lágrimas, Tom aceptó la tarea que le encargaba su pobre padre moribundo.

A los pocos días de enterrar al viejo Bill, Tom Quick limpió el rifle de su padre, metió víveres en una bolsa y se adentró en el bosque, aunque él mismo sabía que no tenía madera de cazador, y mucho menos de cazador de cabezas, y que en realidad, ¡qué demonios!, los indios ni siquiera le caían mal. A pesar de todo, lo intentó. Recorrió senderos y caminos, buscó rastros en el bosque todos los días, durante semanas, meses, años, hasta que le quedó absolutamente claro que no lo iba a conseguir. Y entonces dejó de intentarlo, aunque de vez en cuando le asaltaba la desagradable idea de estar fallándole a su padre. Pero en aquellas ocasiones solo hacía falta echar un trago (o varios) para que la idea desapareciese. Con los años, cada vez se sorprendía a sí mismo pensando en ello con más frecuencia. Y cuanto más pensaba en ello, más bebía.

Una mañana, Tom apareció en el pueblo muy nervioso diciendo que la noche anterior, al regresar desde la cantina a su casa, mientras se aproximaba a ella, había oído cómo una barahúnda infernal salía de su interior. Al entrar, se encontró a las noventa y nueve calaveras hablando entre ellas, más en concreto, según dijo, comentando lo inútil que era. Cuando se dieron cuenta de que las estaba mirando, empezaron a rechinar los dientes, y un brillo fosforescente comenzó a salir de las cuencas vacías de sus ojos. Tom no recordaba nada más, tan solo que antes de desmayarse se le había caído al suelo la botella de güisqui que llevaba en la mano.

Así fue cómo la gente se enteró de que Tom Quick había jurado a su padre matar a un piel roja. Un día llegaron al pueblo noticias de que un grupo de indios había sido visto en la región. Sus compañeros de juerga se reían de él, y le decían: “¿Eh, Tommy, porqué no vas a ver si por fin le consigues una cabeza de indio a tu padre?”. Y, azuzado por sus risas, Tom caminó el sendero de la guerra otra vez, o, para ser más exactos, se tambaleó por él.

Aquella noche alguien oyó un disparo en las cercanías del río Scioto. A la mañana siguiente, un vecino se acercó a la cabaña de los Quick y, al encontrar la puerta abierta, entró en su interior. Vio que sobre las estanterías reposaban las noventa y nueve calaveras, pero ahora había una más, situada en el espacio por tan largo tiempo vacío, una cabeza recién cortada con un balazo en la frente y una incisión en la cabellera. Desde la estantería le miraban los ojos inertes de Tom Quick.

martes, 18 de octubre de 2011

La silla maldita del Busby Stoop Inn: La maldición de tres siglos

La leyenda, en su versión más extensa y sensacionalista, cuenta lo siguiente:
Tom Busby era un canalla, uno de esos que pasan más tiempo borrachos que sobrios y se ganan la vida robando, estafando y engañando. A pesar de estas “cualidades” personales, o tal vez haciendo uso de ellas, logró enamorar a la belleza local de Kirby Wiske (Yorkshire), y se casó con ella aun contando con la tenaz oposición del padre de la muchacha, quien meses después de la boda todavía no perdía la esperanza de recuperar a su hija de las garras de semejante villano.

Una noche, tras regresar de la taberna, Busby entró en casa y se encontró a su suegro esperándole sentado tranquilamente sobre su silla favorita, una vieja silla de roble con respaldo alto. Montó en cólera al oír cómo el padre de su mujer le comunicaba que aquella misma noche tenía la intención de llevársela con él de regreso al hogar familiar. Sin miramientos, lo cogió de las solapas y lo arrojó a la calle.

Probablemente Busby se encontraba muy ebrio. Tras darle vueltas de forma obsesiva a la idea de que su suegro no cejaría hasta arrebatarle su mujer, se dirigió a la casa de este, irrumpió en ella y lo asesinó, dicen que estrangulándolo con sus propias manos. Busby fue detenido, juzgado y condenado a morir en la horca. La sentencia se ejecutó en un lugar muy próximo a donde la pareja había vivido. Corría el año 1702.

En la actualidad, la casa de Tom Busby es una taberna que, en su honor, se llama “The Busby Stoop Inn” y que lleva muchas décadas abierta. Se dice que su fantasma puede verse algunas veces paseando por ella, con la soga todavía al cuello, y que una vieja silla conservada allí hasta finales de los años 70 es la suya y está maldita. Cuentan que mientras lo arrastraban a los calabozos, Busby juró que cualquiera que se sentase en ella moriría al poco tiempo de una tan forma repentina y violenta como él. Y, según afirman, la maldición ha venido cumpliéndose desde hace casi tres siglos.

A la silla se le atribuyen más de sesenta víctimas, aunque estas siempre podrían explicarse por la casualidad. Entre ellas se cuenta un piloto de la RAF muerto en combate; un automovilista fallecido a causa de un accidente de tráfico; un autoestopista atropellado tras salir de la taberna… Estas personas murieron después de sentarse en la vieja silla del Busby Stoop Inn, dentro de un plazo que va de minutos a meses. En principio nada anormal, más allá de la coincidencia.

No obstante, el propietario de la taberna durante los años 70, Simon Theakston, afirmaba estar convencido de que la maldición era auténtica, y consideraba que durante los últimos 200 años se habían producido demasiadas muertes relacionadas con la silla como para tratarse de una casualidad. En 1978 decidió deshacerse de ella entregándola al Thirsk Museum, en donde se exhibe desde entonces, sujeta por cadenas al techo de una sala para que de esta manera nadie pueda sentarse en ella.

lunes, 17 de octubre de 2011

Gorra Roja: El morador de las ruinas británicas

Algunos de los castillos en ruinas que adornan la frontera entre Inglaterra y Escocia acogen a un inquilino tan siniestro como su pasado. Se trata de un maléfico duende, el más sanguinario de cuantos aparecen en el folclore británico, llamado Gorra Roja.

Gorra Roja (Redcap en inglés) es bajito y corpulento, y posee una larga melena de pelo gris. Parecería un inofensivo anciano de no ser por sus ojos, brillantes como ascuas, y porque en lugar de manos tiene dos garras como las de un águila. En los pies viste unas botas de hierro, a pesar de lo cual se mueve con gran rapidez, y a veces porta en su mano izquierda una vetusta pica digna de anticuario. Se cubre la cabeza con una gorra roja, cuyo color renueva tiñéndola periódicamente con la sangre de sus víctimas.

A Gorra Roja no se le puede combatir mediante las armas o en una lucha cuerpo a cuerpo, pues su destreza y su fuerza son tales que ningún humano es capaz de vencerle. Se le puede exconjurar, eso sí, recitando algunas palabras de la Biblia o mostrándole una cruz, como si fuese un vampiro. Entonces desaparece, dejando atrás uno de sus dientes, largos y afilados.

Según la tradición, durante la Edad Media, y por un corto periodo de tiempo, Gorra Roja sirvió como espíritu familiar al tiránico Lord William Soulis, quien a finales del siglo XIII intento hacerse con el trono de Escocia, conspiración que fue desbaratada por el legítimo rey y supuso el ocaso de la otrora poderosa familia Soulis.

La última vez que William abandonó su castillo, el castillo de Hermitage, encomendó a Gorra Roja las llaves de su cámara subterránea, aquella en la cual hablaba con los espíritus y guardaba sus utensilios de nigromante. Tras arrojar las llaves sobre su hombro izquierdo, le encargó que las guardase hasta su vuelta, la cual nunca se produjo. Fiel a su amo durante siglos, cada siete años, Gorra Roja abría la puerta de aquella mazmorra temida por los lugareños, aunque es posible que haya renunciado ya sus obligaciones.

John Leyden cuenta que en el siglo XIX el conde de Dalkneith, acampando cerca del castillo de Hermitage, ordenó limpiar de maleza la entrada que conducía a la cámara subterránea de Lord Soulis. Durante las operaciones fue encontrada cerca de la puerta una oxidada llave de hierro que todos los presentes estimaron ser la misma que el noble había entregado al duende.

Si Gorra Roja la abandonó por voluntad propia o por fuerza mayor es una pregunta a la que probablemente nunca obtendremos respuesta. Junto a los huesos de Lord Soulis fue enterrado su libro de encantamientos, obra del célebre Miguel Escoto, según afirma Walter Scott. Sin sus arcanos conjuros, nos tememos que el salvaje Gorra Roja no volverá a obedecer la voluntad humana ni podrá ser reducido de forma definitiva. Hasta que esto suceda, lo más seguro es permanecer alejado de las ruinas que guardan la frontera de Escocia, en apariencia tan tranquilas.

viernes, 14 de octubre de 2011

Hospital Manuel Lois: La tenebrosa historia del antiguo hospital de Huelva

Manuel Lois García fue un soldado de infantería marina nacido en Ordes, donde suministraba servicio en la tripulación del cañón número cuatro de babor del buque Baleares en la guerra civil española. En un enfrentamiento entre disparos, salió ardiendo una caja donde había un proyectil en llamas, lo tomó entre sus manos, y sin titubear lo tiró al mar para que no explotara en su nave, salvando a su tripulación, y como consecuencia muriendo calcinado. Tiempo más tarde, precisamente el 18 de Julio de 1954, por sus acciones heroicas, fue bautizado en su honor este peculiar hospital.

En pleno centro de la capital de Huelva se situaba el imponente Hospital Manuel Lois. Esta residencia, era extraordinariamente extensa, medía casi once mil metros cuadrados. Años más tarde pasó a ser utilizada como almacén de material del SAS (Servicio Andaluz de Salud) y sólo se conservó un sector destinado a servicios de emergencia.

Este anexo, que a diario albergaba a cientos de vidas se vio colmado del sufrimiento, desesperación y angustia de cada una de las personas que veían aproximarse el fin de sus vidas encerrados dentro de las 4 paredes del nosocomio. En este sector solía aparecer una “dama de blanco” cuyos desconsolados lamentos se podían escuchar noche tras noche por los inmensos pasillos, alterando notablemente la paz mental de los empleados de urgencias. Muchos de ellos padecieron las consecuencias de las oscuras apariciones y terminaron dejando sus puestos por sufrir depresión, ataques de nervios e histéricos episodios.

Por estos sucesos el pasillo que comunicaba la sala de urgencias con el resto del edificio fue tapiado, pero aún así se podían seguir oyendo los ruidos de camillas y sillas de ruedas, gritos, sollozos, respiraciones aceleradas, y una sensación de intensa angustia que inundaba el aire y calaba hasta los huesos.

Pero no sólo las personas eran capaces de experimentar estas emociones, como sabemos los animales poseen un sexto sentido que los hace mucho más perceptivos. En determinadas zonas del hospital, los canes de los empleados de vigilancia se sentían amenazados o se rehusaban a ingresar a las habitaciones; la historia más llamativa es la de Danko, este animal se sintió acechado por una presencia que su dueño no podía percibir, lo mismo sucedió con otros perros de vigilancia, ellos se mostraban temerosos y agresivos hacia “algo” que no estaba allí.

Otro de los guardias de seguridad presenció junto a su can la aparición terrorífica de la dama de blanco y logró escuchar sus lamentos de ultratumba. El suceso fue escalofriante… en medio de la absoluta oscuridad e iluminado solo con la luz de una pequeña linterna el perro comenzó a tirar de la correa en dirección al espectáculo más apabullante, una presencia fantasmal femenina que se aproximaba hacia ellos acechándolos. Por el gran pavor el vigilante sufrió un ataque de nervios lo que le llevó a renunciar a su puesto de trabajo sin querer regresar jamás al lugar ni volver a desempeñar las mismas tareas.

En Diciembre de 1993 se cierra el complejo quedando en el olvido durante más de 1 década y media, tiempo durante el cual sólo los pasos de los agentes de seguridad nocturna daban vida al desértico lugar. Fueron ellos los últimos testigos de numerosos sucesos misteriosos, y es en los últimos pisos del edificio donde al igual que los demás, aseguraron haber presenciado las más espeluznantes apariciones fantasmales, de la cual destacaban la etérea presencia de una enfermera o monja, una mujer fantasmal que paseaba con sus ropajes blancos por los oscuros y lúgubres pasillos.

Dentro del edificio abandonado habían quedado resabios de la propia actividad que allí se realizaba, diversas camillas, colchas, jeringas, y demás instrumentos médicos estaban diseminados por doquier. Cierta noche en la cuarta planta de la institución, algunos de los viejos y raídos colchones comenzaron a arder sin causa aparente. A raíz de la cantidad de objetos inflamables que allí se encontraban, las llamas se extendieron de forma abrupta y el incendio fue intenso. Ante tal catástrofe el cuartel de bomberos de Huelva acudió de inmediato para sofocar las llamas que les prestaban una voraz resistencia.

Uno de los bomberos que participaron del salvamento comentó tiempo después que pudo distinguir entre la humareda una silueta femenina muy clara y definida, creyendo por tanto que en verdad una persona corría peligro. Al acercarse notó como esta mujer se alejaba de él, logró ver que ella vestía un traje de enfermería de décadas pasadas y como desaparecía entre las llamas. Esta visión le produjo un pánico intenso y dicho recuerdo se plasmo en su retina para quedar presente por el resto de su vida.

Este acontecimiento no fue el único, durante los últimos años el hospital fue sede de 6 quemas inexplicables, hasta que la estructura fue demolida. De ahí en más cesó la actividad paranormal, pero el recuerdo del horror y lo inexplicable quedará para siempre en la memoria de los residentes de Huelva.

Para los estudiosos del universo paralelo la demolición de este establecimiento significó una enorme pérdida ya que no tuvieron oportunidad de ingresar a las instalaciones, indagar sobre el porqué de las recurrentes apariciones ni tampoco ayudar a esas almas descarnadas a que encuentren su propio rumbo, quizás por ello estos entes perdidos nunca hallen la paz y deambulen eternamente inmersos en el pasado, reviviendo una y otra vez cada segundo de su sombrío final.

jueves, 13 de octubre de 2011

Escritura automática: Dictado del más allá

La escritura automática es un fenómeno paranormal que consiste en que un espíritu o ente, toma posesión de la mano de un vivo y escribe a través de ésta. Es decir, la voluntad de la persona “poseída” se anula, moviéndose sola la mano. Algunos médiums afirman que no tienen ningún control sus manos; mucho menos del mensaje que aparece en una hoja de papel. La primera persona que se supone practicó la escritura automática fue Pearl Curran, en 1913, una ama de casa británica aficionada a la parapsicología.

La señora Curran contactó, como suele ocurrir en estos casos, con un espíritu a través de la tabla de letras y números, conocida como la Ouija. Pronto notó que su espíritu tenía cierto gusto por la literatura, y decidió establecer más contacto con éste. Le pidió que sus mensajes fueran en un inglés más sencillo, ya que se expresaba de una forma un tanto poética.

A través de diferentes sesiones de Ouija, Pearl Curran descubrió que su espíritu había sido una joven inglesa, de tradición cuáquera, que emigró a Estados Unidos, siendo asesinada por una piel roja. Su pasión por la literatura se había visto truncada al morir asesinada. Patience Worth (así se presentó ante la ama de casa), se aprovechó de este contacto con el mundo de los vivos para transmitirle, al principio con la Ouija y posteriormente por escritura automática, una novela: Hope Trueblood. Una obra que fue muy bien acogida por la crítica literaria de la época. Curiosamente, y desconociendo su supuesto origen real, se alabó muchísimo el lenguaje, propio del siglo XVII (época en la que había fallecido Patience).

Pearl Curran contó de dónde provenía su inspiración y súbito talento, lo que generó que varios estudiosos del mundo paranormal y de la literatura la analizaran a ella y a su obra. Todos quedaron sorprendidos con los resultados de las investigaciones: el lenguaje era totalmente perfecto, propio de alguien que hubiera vivido en esa época... A ello hay que añadir que esta ama de casa era inculta, pero otra de sus obras “The Sorry Tale” contenía información sobre sectas judías que sólo podía tener una persona con un alto nivel cultural. Ni siquiera Patience podría haber tenido dicha información. ¿La obtendría de otros espíritus?

Por otra parte, la escritura automática se popularizó en el siglo XX, ya que se recomendaba como terapia para liberar tensiones. Cualquiera puede practicarla; sólo hay que sentarse con un lápiz frente a un folio blanco y esperar a que la mano se mueva sola. Podrán surgir mensajes coherentes o simples garabatos... Algunos plasman su subconsciente y otros... Nunca lo consiguen. Ahora bien... ¿Y si un espíritu aprovecha la situación para comunicarse con nosotros? ¿Qué pensarías?

miércoles, 12 de octubre de 2011

El duende de la calle Fuencarral: Suceso del escritor madrileño

En agosto de 1724 la residencia madrileña de la condesa de Arcos fue escenario de una serie de fenómenos inexplicables que aterrorizaron completamente a sus habitantes. El escritor Diego de Torres Villarroel, encargado por la condesa de investigar los sucesos, se refiere al episodio en una obra titulada Anatomía de lo visible y lo invisible y lo recoge de forma más amplia en su autobiografía, Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras.

A pesar de que publicaba con frecuencia predicciones astrológicas, Torres Villarroel era escéptico en lo concerniente a fantasmas, aparecidos y fuerzas mágicas. Así el día en que el mensajero de la condesa de Arcos va a buscarlo y le habla acerca de estruendos imposibles que sacuden la vivienda de su señora durante la noche, lo primero que piensa Torres es que detrás de los hechos se encuentra algún bromista.

Cuando llega al caserón, encuentra a la condesa y a sus sirvientes al borde de un ataque de nervios. Intenta tranquilizarlos a todos, prometiendo que pasará la noche con ellos en el dormitorio colectivo que han habilitado en un salón de la planta baja, y que saldrá a hacer ronda por el inmueble si se oye algo extraño. Al caer la noche, nobles y plebeyos se acuestan, mientras Torres busca una silla en la que montar guardia.

A la una de la mañana un gran estruendo, seguido de ráfagas de golpes provenientes de la parte de arriba de la casa, despierta a los durmientes. Torres, que también se había quedado dormido, agarra un candelabro de cuatro velas y un espadón oxidado, sale del salón y sube a revisar desvanes y azoteas. Sin embargo, no ve allí ninguna posible causa para los ruidos. Entonces vuelve a oír los golpes y le parece que el sonido viene de un aposento de la planta de abajo. Se dirige hacia allí, iluminándose con su candelabro en la oscuridad de la noche, pero al llegar halla otra vez vacía la habitación. Así pasa las dos horas siguientes, persiguiendo ruidos esquivos de habitación en habitación, sin nunca encontrar nada, hasta que a eso de las tres cesan por fin.

La misma situación se repite durante otras nueve noches, pero a la décima los fenómenos extraños se intensifican. Otra vez suenan repetidos golpecillos, aterrorizando a los refugiados del salón, y Torres sube a la planta superior. Mientras atraviesa un largo pasillo, se le apagan de forma simultánea las cuatro velas del candelabro, así como dos lámparas fijadas a la pared. Nada más quedar a oscuras, suenan cuatro golpes ensordecedores y en la habitación anterior varios cuadros se desprenden de sus alcayatas y caen al suelo. Torres escapa como puede hacia uno de los patios de abajo.

En Anatomía habla además de puertas que se abren por sí mismas estando cerradas con llave, de platos que ruedan solos por la cocina y de intensas ráfagas de viento que soplan en lugares donde no hay ventanas ni puertas abiertas. Tras asistir a este despliegue de prodigios, Torres suplica a la condesa que no le haga rondar más la casa de noche, pues no encuentra ninguna causa natural detrás de lo que sucede y, por tanto, no le parece que se puede hacer nada para evitarlo. La condesa claudica y al día siguiente se muda a otra vivienda, llevando con ella a los criados y también a Torres Villarroel, al que acoge bajo su protección, agradada por su humildad, sus buenas maneras y su actuación durante la crisis.

La casa se alzaba en la calle Fuencarral, pero Torres no nos informa sobre el emplazamiento exacto, por lo que no podemos conocer si aún hoy sigue en pie y si, en ese caso, sus habitantes sufren un sueño tan intranquilo como el de la condesa de Arcos y sus sirvientes.

martes, 11 de octubre de 2011

El castillo de Glamis: Presunto castillo más encantado de Escocia

A Sir Patrick Lyon, tercer conde de Strathmore y propietario del castillo de Glamis, le gustaba contar una anécdota muy peculiar: Decía el conde que una noche de sábado en la que estaba jugando a las cartas con su amigo el conde de Crawford, un criado osó advertirle de que se acercaba el sabbath.

Enfadado por la interrupción, el conde Patrick respondió que seguirían jugando y que si el demonio deseaba unirse a ellos sería bien recibido. A medianoche el demonio en persona se presentó en la sala dispuesto a aceptar la invitación. Jugaron una larga partida en el transcurso de la cual los dos condes perdieron su alma, quedando condenados a pasar en aquella habitación desde el día de su muerte hasta el Juicio Final jugando a las cartas.

Esta historia siempre ponía los pelos de punta al interlocutor del conde, acrecentando su aura de jugador borracho y disoluto, y, sobre todo, la secular fama del castillo de Glamis como lugar maldito.

Situado en el valle de Strathmore, en Tayside, Escocia, el castillo de Glamis pertenece a la familia Lyon desde 1372. La primera noticia de su existencia data de 1034, año en el cual el rey Malcolm II fue asesinado entre sus muros por un grupo de rebeldes. Se dice que mientras huían en medio de la noche, los asesinos se ahogaron en el cercano lago Forfar al quebrarse la superficie helada de este. Algunos afirman que es con el asesinato del rey cuando comienza la historia sobrenatural del castillo. Otros sitúan su inicio en 1372, con la llegada de la familia Lyon desde Forteviot, pues los Lyon habrían traído con ellos un cáliz acerca del cual se decía que si abandonaba alguna vez Forteviot acarrearía la desgracia sobre la familia.

De ser cierto, la maldición del cáliz tardaría aún 150 años en manifestarse. En 1538 Janet Douglas, Lady Glamis por matrimonio, era injustamente condenada a morir en la hoguera, bajo la acusación de emplear artes brujeriles en contra del rey Jaime V. El castillo pasó a poder del rey, hasta que a su muerte fue devuelto a los Lyon. Aseguran que desde entonces el espectro de Lady Glamis es visto con frecuencia por sus pasillos bajo la forma de una “dama blanca” o una “dama gris”.

Pero el de Lady Glamis no es el único fantasma que habita el castillo. También han sido vistos una anciana portando un fardo, un hombre de barba canosa (supuestamente un antiguo prisionero fallecido de hambre en el sótano), un paje negro con ropajes a la manera del siglo XVII, un ser flaco al cual se le llamó Jack el Corredor… Y el censo espectral no termina aquí.

En una ocasión, un huésped vio aparecer una cara pálida y ojerosa al otro lado de la ventana de su habitación. El rostro desapareció como si algo tirase de él, y entonces se escucharon unos chillidos horribles. Otros huéspedes oían unos golpes en las paredes que no les dejaban dormir, y cuentan que esto le sucedió también a lady Elizabeth Bowes-Lyon (futura Reina Madre de la actual Isabel II de Inglaterra), quien pasó su infancia en el castillo.

En 1957 una pobre sirviente abandonó su trabajo aterrorizada porque todas las noches escuchaba en la habitación contigua a la suya a Sir Patrick y el conde Crawford, los jugadores de cartas, arrojar unos dados, golpear el suelo con los pies y proferir terribles blasfemias.

Pero apariciones aparte, el mayor misterio del castillo es el conocido como “el horror de Glamis”, un oscuro secreto familiar que cada conde ha de transmitir al próximo cabeza de familia cuando este cumple 21 años. Los rumores acerca del secreto comienzan a circular a finales del siglo XIX.

Según parece, Claude Bowes-Lyon, decimotercer conde, que murió en 1904, vivió toda su vida obsesionado por este tema. Dicen que a un amigo que le preguntó por él le contestó: “Si te contara la verdadera naturaleza del secreto te postrarías de rodillas y darías gracias a Dios de que no fuera el tuyo”. Existen indicios de que el enigma está relacionado con una habitación oculta. Tras encontrarla por accidente en 1880, un obrero fue rápidamente despachado por el conde rumbo a Australia con una importante suma de dinero en el bolsillo.

En los años 20 un grupo de huéspedes intentó localizar la cámara secreta, llegando a descubrir desde el exterior su ubicación aproximada, pero el decimocuarto conde de Strathmore montó en cólera al enterarse y no pudieron averiguar más.

Según la principal hipótesis, el secreto consistía en el hijo deforme –si no abiertamente monstruoso– de uno de los condes, que habría vivido recluido en aquella habitación, sobreviviendo a varias generaciones. Sin embargo, esto no pasa de pura especulación, ya que el misterio continúa todavía sin ser desvelado.

Estas son algunas, pues hay más, de las leyendas que se entretejen en torno al castillo de Glamis, el cual merecería con justicia el título de “Castillo más encantado de Escocia”.

lunes, 10 de octubre de 2011

El Caso Cañitas: La historia más aterradora de México

El caso Cañitas ha sido un caso muy sonado entre los misterios paranormales y ha traído consigo diversas opiniones y bastantes polémicas. Es una historia sobre un grupo de amigos que pasan unos días en una casa y realizan la Ouija en Cañitas, México. El caso no tendría tanta relevancia a no ser por todo lo que aconteció los días posteriores y que alguno de los componentes sufrió alguna que otra desgracia.

La historia del Caso Cañitas trata así:
Un grupo de chavales se hospedan por unos días en casa de unos amigos. Para pasar el rato no se les ocurre cosa mejor que jugar a la Ouija. A partir de ese momento empiezan a ocurrir sucesos extraños en la casa, como puertas y ventanas que se abren y cierran, voces, ruidos, etc.… Uno de ellos, Manuel, empieza a hablar con una voz ronca y diferente a la suya. Muchas de sus palabras ni tienen sentido y pronuncia alguna que otra de tono soez.

Por ello, ya algo asustados, deciden terminar la sesión de Ouija y ver qué le pasaba a Manuel.

Pero el chico no recordaba en ningún momento lo que había ocurrido. Sólo afirmaba que no podía moverse, y tampoco hablar. Su cara tenía un gesto muy raro y estaba desfigurada, parecía ser otra persona.

Por otra parte, toda la noche la pasaron desvelados por los ruidos tan extraños que no dejaban de oírse en la casa. Hasta que por fin amaneció en el lugar y, María (otra componente del grupo) se levantó muy temprano para dar de comer a su hijo que no dejaba de llorar porque estaba hambriento.

Salió al pasillo para ir a la cocina y calentar el biberón, pero algo apareció ante ella… sus ojos no daban crédito a la figura espectral que en su dirección se dirigía. Era un ente flotando, sus pies no tocaban el suelo e iba vestido con una especie de atuendo de monje. Sus dedos eran huesudos con uñas largas y sucias.

María gritó con todas sus fuerzas. Su voz resonó en toda la casa e hizo que todos se despertaran. Cuando llegaron dónde se encontraba María, parece que el ente se esfumó. Los demás no le dieron mayor importancia al suceso y lo achacaron al nerviosismo del día anterior y quizás, a una mala pasada de la imaginación de María.

Pero, ¿sería sólo eso?...

…A la mañana siguiente se acercaron a la iglesia del lugar a pedir ayuda y respuestas. El cura que se encontraba en la iglesia no reparó en afirmar que los ayudaría. Decidió acercarse hasta la casa para poder exorcizarla y sacar al ser o seres que en que pudieran habitar allí.

El rito se inició y en seguida empezaron los fenómenos extraños a aparecer. Las puertas se abrían y cerraban, las ventanas se agrietaron, la Biblia se cayó abierta y sus páginas se encontraban llenas de sangre. Después todo se calmó y el cura avisó que sus exorcismos no habían sido suficientes para que el espíritu desapareciera. Tendría que hablar con obispos sobre el tema y escuchar sus consejos.

Pasaron los días y los sucesos parecían que habían remetido. Un día Manuel y los demás fueron a visitar al cura que los ayudo para informarle que ya no ocurría nada en la casa. Pero cuando llegaron a la iglesia se llevaron una sorpresa. El encargado les comentó que el padre había fallecido la misma noche que volvió del exorcismo.

Todos se quedaron pálidos después de la tremenda noticia. Y sus temores y preocupación iban en aumento. Así que decidieron ir en busca de una hechicera o bruja a ver si les podía ayudar en el caso.

Ésta les obsequió con un amuleto para protegerlos de cualquier mal, pero no muy convencidos con la solución volvieron al día siguiente a ver a la bruja para otro remedio, un poco más eficaz.

Cuando llegaron a la casa de la mujer les sorprendió no encontrar a nadie en el lugar. Y aún más, la casa tenía muy mal aspecto, como si hubiese pasado muchos años abandonada.

En la calle sólo había unos niños que jugaban y estos les preguntaron que a quién buscaban. Ellos contestaron que a una señora que vivía allí. Los niños diligentes les dijeron que allí no vivía nadie desde hace más de 20 años; que sí, efectivamente, esa casa era de una bruja pero que hacía mucho que había muerto.

Hoy sólo se sabe que de las 7 personas que realizaron la Ouija y habitaron la casa, 4 murieron en ella. Dos personas más murieron en accidentes de coche cuando se dirigían al lugar de la casa para investigar o ayudar a deshacerse del espíritu maligno.

El único que sobrevivió fue Carlos Trejo, cuya esposa murió después de dar a luz una niña que ahora él cuida con esmero. La muerte de su mujer fue muy extraña, ya que enfermó de una enfermedad rara que los médicos no supieron diagnosticar. El extraño mal de su mujer le estaba absorbiendo la vida, cada día se iba consumiendo su energía…, hasta llegar a su muerte.

Carlos Trejo aún sigue viviendo en esa casa. Allí guarda todos esos recuerdos tanto felices, tristes como horrendos de su vida. Nadie sabe sí el espíritu sigue atormentado sus días, nadie lo sabe excepto el mismo Carlos...

viernes, 7 de octubre de 2011

El caso de Doris Bither: Historia de una violación paranormal

De seguro más de uno recordará el filme titulado El Ente protagonizada por Barbara Hershey, en donde una mujer, llamada Carla Moran (a la cual se le dio el seudónimo de Doris Bither para proteger su identidad), era violada repetidas veces por un ser que no podía ser visto con ojos humanos, pues bien este es otro caso real que por su calibre fue llevado al cine.

Se sabe por registros antiquísimos que las agresiones sexuales a mujeres por parte de seres paranormales se sucedían con cierta frecuencia y eran atribuidas a íncubos y súcubos, especies de demonios que tienen gran predilección por las féminas humanas.

Por el año 1974 el departamento de psiquiatría de la universidad de California conoció el caso de una mujer (Carla Moran) que denunciaba haber sido violada repetidas veces por un ser invisible.

En una entrevista que la víctima en cuestión tuvo con los parapsicólogos Barry E. Taff y Kerry Gaynor les contó presa de una gran angustia cómo eran sus experiencias con este individuo. Según sus palabras todas las noches en su dormitorio era poseída “carnalmente” y contra su voluntad por una entidad desconocida que además de violarla repetidas veces, la golpeaba por todo el cuerpo y laceraba sus genitales.

Como era de esperarse en un principio los especialistas atribuyeron el relato a desordenes psíquicos de la mujer, pero luego esta opinión fue cambiando de rumbo. Las magulladuras que presentaba no podían de ningún modo haber sido provocadas intencionalmente por ella misma ni se podían explicar científicamente.

Por la magnitud de las heridas y lo enigmático del relato, ambos tomaron con mayor seriedad el caso y decidieron indagar en profundidad.
Entrevistaron extensamente a la mujer, a sus hijos y allegados para recolectar hasta el mínimo detalle de la historia, y para su sorpresa todos los interrogados coincidieron y afirmaron haber presenciado en alguna oportunidad el flagelo que El Ente le propiciaba a la víctima.

Como las pericias psicológicas demostraban que Carla era estable emocionalmente y no padecía desorden psicológico alguno se la sometió a una hipnosis regresiva en manos del especialista en el campo, Kerry Gaynor. Lamentablemente ninguna de las sesiones pudo aportar datos que fueran de importancia para el caso.

Luego de largas investigaciones el equipo de científicos se instaló en la vivienda de Carla para documentar las agresiones. Durante su estadía vislumbraron Orbs (bolas de luz) que rodeaban constantemente a la mujer, las cuales salieron plasmadas en varias fotografías, fueron testigos de extraños sucesos, vieron estallidos de luces muy rápidos, tanto que fueron incapaces de fotografiarlos con el equipo con el que contaban por aquél entonces.

También cuando hablaban con el hijo mayor de Carla en la cocina de la casa, una alacena se abrió y de ella salió disparada una cacerola, segundos después la mujer empezó a gritar “esta en el dormitorio”, ambos investigadores intentaron fotografiar al ente y consiguieron una imagen en la cual se ve el torso de Carla pero su rostro aparece borrado, la foto se tomo cuando ella dijo “esta delante de mi cara”.

La tercer noche que los investigadores pasaban en la casa vivenciaron la aparición más sobrecogedora, una luz salió de la pared y se expandió en medio de la habitación hacia todas las direcciones. Los investigadores relataron que pudieron ver una imagen dimensional que se asemejaba a tres luces redondas, una verde amarillenta y dos blancas.

Carla afirmaba que el atacante era un hombre, o al menos tenía la anatomía de uno y que a veces está acompañado de otras criaturas que se encargan de sujetarle las piernas mientras éste la penetraba.

Sin llegar a una conclusión ni lograr frenar los ataques, los científicos no sabían que más hacer, Carla cada día estaba más y más enferma y su salud mental pendía de un hilo. Por más que se intentó, psiquiatras y exorcistas no consiguieron liberarla del ser que la poseía a diario. Las constantes agresiones sexuales hicieron que ella padeciera de tres embarazos psicológicos además de los incontables traumas que cada ataque causaba en su mente y la de su familia.

Desesperada Carla se trasladó al laboratorio de la Universidad de California donde vivió dentro de una casa de cristal especialmente diseñada para ella, era monitoreada por cámaras de seguridad y tenía vigilancia constante, pero aún así El Ente puedo hallarla y lograr su cometido.

La primera noche que fue ultrajada dentro los que presenciaron el hecho pudieron observar como el cuerpo de la mujer se retorcía, movía y elevaba como si alguien en verdad la tomara sexualmente, pero no podían ver a ese ser. A pesar de las pruebas fehacientes, parte de los médicos implicados en el caso seguían creyendo que Carla era presa de sus propios traumas ya que durante la hipnosis salió a la luz el hecho de abusos sexuales de los cuales había sido víctima de niña.

Carla y su familia se mudaron a Texas con la esperanza de encontrar paz y no se supo más de ella, sólo se rumorea que los ataques siguieron ya que etéreo abusador sabía exactamente dónde encontrarla.