Manuel Lois García fue un soldado de infantería marina nacido en Ordes, donde suministraba servicio en la tripulación del cañón número cuatro de babor del buque Baleares en la guerra civil española. En un enfrentamiento entre disparos, salió ardiendo una caja donde había un proyectil en llamas, lo tomó entre sus manos, y sin titubear lo tiró al mar para que no explotara en su nave, salvando a su tripulación, y como consecuencia muriendo calcinado. Tiempo más tarde, precisamente el 18 de Julio de 1954, por sus acciones heroicas, fue bautizado en su honor este peculiar hospital.
En pleno centro de la capital de Huelva se situaba el imponente Hospital Manuel Lois. Esta residencia, era extraordinariamente extensa, medía casi once mil metros cuadrados. Años más tarde pasó a ser utilizada como almacén de material del SAS (Servicio Andaluz de Salud) y sólo se conservó un sector destinado a servicios de emergencia.
Este anexo, que a diario albergaba a cientos de vidas se vio colmado del sufrimiento, desesperación y angustia de cada una de las personas que veían aproximarse el fin de sus vidas encerrados dentro de las 4 paredes del nosocomio. En este sector solía aparecer una “dama de blanco” cuyos desconsolados lamentos se podían escuchar noche tras noche por los inmensos pasillos, alterando notablemente la paz mental de los empleados de urgencias. Muchos de ellos padecieron las consecuencias de las oscuras apariciones y terminaron dejando sus puestos por sufrir depresión, ataques de nervios e histéricos episodios.
Por estos sucesos el pasillo que comunicaba la sala de urgencias con el resto del edificio fue tapiado, pero aún así se podían seguir oyendo los ruidos de camillas y sillas de ruedas, gritos, sollozos, respiraciones aceleradas, y una sensación de intensa angustia que inundaba el aire y calaba hasta los huesos.
Pero no sólo las personas eran capaces de experimentar estas emociones, como sabemos los animales poseen un sexto sentido que los hace mucho más perceptivos. En determinadas zonas del hospital, los canes de los empleados de vigilancia se sentían amenazados o se rehusaban a ingresar a las habitaciones; la historia más llamativa es la de Danko, este animal se sintió acechado por una presencia que su dueño no podía percibir, lo mismo sucedió con otros perros de vigilancia, ellos se mostraban temerosos y agresivos hacia “algo” que no estaba allí.
Otro de los guardias de seguridad presenció junto a su can la aparición terrorífica de la dama de blanco y logró escuchar sus lamentos de ultratumba. El suceso fue escalofriante… en medio de la absoluta oscuridad e iluminado solo con la luz de una pequeña linterna el perro comenzó a tirar de la correa en dirección al espectáculo más apabullante, una presencia fantasmal femenina que se aproximaba hacia ellos acechándolos. Por el gran pavor el vigilante sufrió un ataque de nervios lo que le llevó a renunciar a su puesto de trabajo sin querer regresar jamás al lugar ni volver a desempeñar las mismas tareas.
En Diciembre de 1993 se cierra el complejo quedando en el olvido durante más de 1 década y media, tiempo durante el cual sólo los pasos de los agentes de seguridad nocturna daban vida al desértico lugar. Fueron ellos los últimos testigos de numerosos sucesos misteriosos, y es en los últimos pisos del edificio donde al igual que los demás, aseguraron haber presenciado las más espeluznantes apariciones fantasmales, de la cual destacaban la etérea presencia de una enfermera o monja, una mujer fantasmal que paseaba con sus ropajes blancos por los oscuros y lúgubres pasillos.
Dentro del edificio abandonado habían quedado resabios de la propia actividad que allí se realizaba, diversas camillas, colchas, jeringas, y demás instrumentos médicos estaban diseminados por doquier. Cierta noche en la cuarta planta de la institución, algunos de los viejos y raídos colchones comenzaron a arder sin causa aparente. A raíz de la cantidad de objetos inflamables que allí se encontraban, las llamas se extendieron de forma abrupta y el incendio fue intenso. Ante tal catástrofe el cuartel de bomberos de Huelva acudió de inmediato para sofocar las llamas que les prestaban una voraz resistencia.
Uno de los bomberos que participaron del salvamento comentó tiempo después que pudo distinguir entre la humareda una silueta femenina muy clara y definida, creyendo por tanto que en verdad una persona corría peligro. Al acercarse notó como esta mujer se alejaba de él, logró ver que ella vestía un traje de enfermería de décadas pasadas y como desaparecía entre las llamas. Esta visión le produjo un pánico intenso y dicho recuerdo se plasmo en su retina para quedar presente por el resto de su vida.
Este acontecimiento no fue el único, durante los últimos años el hospital fue sede de 6 quemas inexplicables, hasta que la estructura fue demolida. De ahí en más cesó la actividad paranormal, pero el recuerdo del horror y lo inexplicable quedará para siempre en la memoria de los residentes de Huelva.
Para los estudiosos del universo paralelo la demolición de este establecimiento significó una enorme pérdida ya que no tuvieron oportunidad de ingresar a las instalaciones, indagar sobre el porqué de las recurrentes apariciones ni tampoco ayudar a esas almas descarnadas a que encuentren su propio rumbo, quizás por ello estos entes perdidos nunca hallen la paz y deambulen eternamente inmersos en el pasado, reviviendo una y otra vez cada segundo de su sombrío final.
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