Juan Ponce de León aún no había cumplido 40 años cuando escuchó hablar por primera vez a los indios del Caribe acerca de una isla, llamada Bímini, en cuyas tierras brotaba un maravilloso manantial que convertía a los viejos en jóvenes. Las historias sobre una fuente con tal propiedad no eran nuevas, circulaban por Europa ya desde tiempos de Herodoto, pero para el hidalgo escucharlas en boca de los indígenas americanos supuso una confirmación de su autenticidad. A fin de cuentas, la mayoría de las leyendas sobre esa fuente la situaban en el Oriente, que era precisamente a donde creía haber llegado Cristóbal Colón. Una sola idea obsesionará a Ponce de León desde aquel momento: encontrar la Fuente de la Eterna Juventud.
Ponce de León había nacido aproximadamente en 1470, en la ciudad de Valladolid. Hidalgo bastado y pobre, no le quedó mejor opción que embarcar en busca de fortuna rumbo a América, a donde llegó en 1502, formando parte de la flota del gobernador Nicolás de Ovando. Tras participar en la dominación de la Española (Santo Domingo) y conquistar la isla de San Juan (actual Puerto Rico), obtuvo el poder económico y el prestigio suficientes como para consagrarse a su obsesión.
En 1512 consigue el permiso del rey para buscar la isla de Bímini y su fuente. La expedición parte en febrero de 1513 con tres navíos y avista tierra el 3 de marzo. Ponce cree en un principio haber llegado a Bímini, a la que rebautiza como Florida, hasta darse cuenta finalmente de que no ha descubierto una isla sino una península perteneciente a un territorio más amplio. Para entonces ya no quedará río, arroyo, manantial o pantano de todo Florida en el que no se haya bañado, sin experimentar nunca los efectos milagrosos que vaticinaba la leyenda. En febrero de 1514, la expedición regresa desilusionada a San Juan.
A pesar del fracaso, Ponce seguía convencido de que la isla de Bímini se encontraba en algún lugar del mar Caribe. Vuelve a España, y en la corte insiste acerca de esa fuente de la juventud, consiguiendo que el rey lo nombre Adelantado de Bímini y Florida. En 1515 parte de Sevilla con tres naves, que se disgregan más llegar a San Juan. El adelantado no puede mantenerlas bajo sus órdenes: su prestigio, muy debilitado ya por las burlas de los que le acusaban de perseguir quimeras, se ha desvaneció por completo debido a un error durante una escaramuza contra los indios que causó varias bajas en su flota.
En 1521, tras unos años de pleitos, procesos y desgracias personales, Ponce vuelve a partir en busca de la mítica fuente. Toma tierra con su gente y construye un poblado, pero este es atacado por los nativos. Muchos de sus hombres mueren y él mismo recibe una herida de flecha que, a pesar de permitirle regresar vivo a Cuba, al final le acabará causando la muerte. Cuando esto sucede tiene apenas 51 años.
Puede que lo más llamativo de la historia de Ponce de León sea su edad. En la época de su primera expedición tiene aproximadamente 43 años, los cuales parecen pocos como para obsesionarse de tal manera por rejuvenecer. Cierto que el desgaste de los habitantes del siglo XVI era mayor que el de los del XXI, pero incluso entonces 43 constituían sin duda una edad aún lejos de la senectud. De hecho, desde el punto de vista de un anciano, con esos años se es todavía joven. Por cierto, ¿y si este fuera el punto de vista de los informadores indígenas de Ponce? Soñemos: ¿y si la Fuente de la Eterna Juventud existía de verdad y se contaba entre las decenas y decenas de manantiales, ríos y pantanos en los que se bañó, sólo que él no se dio cuenta porque aún era joven?
Paradojas aparte, lo cierto es que Ponce de León consumió los últimos 8 años de su vida en busca de una leyenda. Sin embargo, a pesar de que para sus contemporáneos fue un ingenuo que arruinó su vida por creer en las historias de los indios, su nombre pasó a la Historia como el del primer occidental en descubrir y explorar Florida.
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