San Patricio que venció a los druidas y llevó el cristianismo a Irlanda. Los relatos hagiográficos, como el del monje Jocelyn u otros, lo presentan como implacable y vengativo demiurgo de milagros más propios de la magia de un nigromante que de un siervo de Dios. El santo podía obligar a la tierra a abrirse para tragar a sus opositores, transformar los fértiles cultivos de los paganos en una ciénaga o maldecir a los hostiles a la fe de Cristo con el estigma de la licantropía.
En el noruego Speculum Regale, de 1250, se narra cómo San Patricio convierte a un grupo de irlandeses en hombres-lobo:
“Cuando Patricio predicaba el cristianismo en aquella tierra, había entre la gente de allí un grupo particularmente hostil a él. Y aquellos hombres trataron de injuriarle de muchas maneras. Y cuando les predicó el cristianismo, como hacía con otros hombres, y vino a encontrarse con ellos mientras estaban celebrando su asamblea, entonces acordaron recibirlo aullando como si fuesen lobos. Pero cuando él vio que su mensaje no tendría demasiado éxito con esta gente, se enfadó y rogó a Dios que se vengara en ellos con un castigo tal que les hiciese recordar su desobediencia para siempre. Y un castigo muy apropiado y maravilloso ha caído desde entonces sobre sus descendientes: se dice que todos los hombres que provienen de aquellos son lobos durante un cierto periodo de tiempo, y corren por los bosques y consiguen su comida como lobos; y son más hábiles en esto por tener humano raciocinio, por su astucia, y devoran tanto a seres humanos como a otros animales. Y se dice que algunos se transforman así cada siete años, y son humanos durante el intervalo. Y otros son lobos durante siete años seguidos y nunca más regresan a tal condición.”
Sabine Baring-Gould afirma en El libro de los hombres-lobo (1865) que el santo también convirtió en licántropo a un rey de Gales llamado Vereticus. Se trata de una simple referencia sin más información acerca de las circunstancias que habrían rodeado a este hecho. Sin embargo, podemos imaginar que la historia transcurriría de forma similar al caso anterior: Vereticus, fiel a los antiguos dioses, se opone con firmeza a aceptar las prédicas de San Patricio, quien descarga entonces su cólera sobre él a través de la maldición. Supondremos que el antiguo rey se dedica desde entonces a vengarse de los cristianos aprovechando su nueva condición de hombre-lobo.
Considerándolo desde esa perspectiva de resistente pagano, pienso que Vereticus resulta un personaje con muchas posibilidades. Podría haber servido de inspiración a un novelista capaz de coger los relatos folklóricos sobre hombres-lobo y crear con ellos un personaje perdurable, tal y como hizo Bram Stoker con Drácula. Y en San Patricio tendría a un antagonista de nivel, un Van Helsing complejo, capaz de comenzar sus Confesiones escribiendo: “Soy el pecador Patricio. El más rústico, el menor de los cristianos y, para muchos, la persona más despreciable…”.
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