martes, 30 de junio de 2009

Cuando el alma sale del cuerpo

Sentir que uno sale fuera de su cuerpo debe ser, a todas luces, una experiencia impactante. Viajar hasta lugares lejanos, ver cosas que se escapan a la percepción habitual, y hasta sentir que se es algo más que cuerpo físico, son algunas de las realidades a las que es posible acceder cuando la mente se libera del cuerpo. Se trata de un fenómeno vivido no sólo por místicos, chamanes y personas que han sentido de cerca la muerte, si no por gentes normales en situaciones corrientes. Las experiencias extracorpóreas son más frecuentes de lo que parece: una de cada diez personas ha dejado atrás su cuerpo físico alguna vez para viajar con el "alma".

Una súbita sensación de ligereza invade el cuerpo. Y antes de terminar de acostumbrarse, los ojos comienzan a percibir la habitación de modo diferente. Ya no está tendido en la cama, sino muy cerca del techo. O al menos eso parece. Al girar la vista, surge una visión estremecedora: tendida sobre la cama se encuentra una persona a la que uno conoce muy bien... demasiado bien. La primera sorpresa es verse a sí mismo acostado, mientras que el auténtico yo se encuentra flotando en la habitación. Después ya no hay prácticamente límites a lo que puede pasar. Ir a visitar a un amigo al otro lado de la ciudad, viajar a lejanos países, ver lo que pasa en la habitación de al lado, o incluso reunirse con algún pariente que falleció hace cierto tiempo...

Un fenómeno común

Estas son algunas de las sensaciones que rodean a una experiencia extracorpórea. Un fenómeno más corriente de lo que se pueda pensar y que ha sido experimentado de forma consciente por una de cada diez personas. Se trata, en resumen, de un viaje al otro lado de la realidad que se realiza dejando atrás al cuerpo físico, y del que sabemos desde hace siglos gracias a los relatos de místicos y chamanes de todas las latitudes. Ver lo que se encuentra en otros lugares, ser capaz de realizar curaciones imposibles, acceder a información sobre lo que ocurrió en un lejano pasado, e incluso lo que está por suceder, son algunos de los fenómenos paranormales que pueden ocurrir mientras el yo de la persona se encuentra separado de su cuerpo.

"La experiencia extracorpórea anula todas las ilusiones culturales de forma que uno alcanza un nivel superior de madurez." Esta es una de las conclusiones de Waldo Vieira, un investigador brasileño que ha dedicado casi toda su vida a intentar comprender el significado de un fenómeno que considera puede arrojar luz sobre lo que significa realmente la vida. Con nueve años, tuvo sus primeras experiencias de percepción extrasensorial. Éstas le permitieron conocer que el Universo es algo mucho más complejo de lo que se puede ver a simple vista, estimulándole a estudiar a fondo los fenómenos paranormales, las experiencias extracorpóreas y su relación con la conciencia.

Así inició una búsqueda que siempre ha realizado "desde un punto de vista teórico y práctico, siguiendo dentro de lo posible la línea científica, con estudio lógico, refutaciones e investigación seria".

Odontólogo de profesión y explorador de la mente por vocación, lo cierto es que Vieira está considerado uno de los principales expertos mundiales en el estudio de los llamados «viajes astrales», como atestiguan la veintena de libros que lleva publicados. En 1987 fundó en Foz de Iguazú (Brasil) el Instituto Internacional de Proyecciología y Concienciología, que en la actualidad tiene sedes en numerosos países, entre los que se encuentra España.

Desde su experiencia personal y como investigador, Vieira está convencido que las experiencias fuera del cuerpo son algo corriente. "Todo el mundo realiza viajes astrales cada noche, pero la mayoría no lo sabe. Estadísticamente el 89% de las personas no recuerda lo que sucede durante el sueño, que es un estado alterado de consciencia donde se pierde un cuarto o tercio de la vida. Pero si el cuerpo necesita dormir, la conciencia no." Según este veterano investigador, siempre vestido de blanco, "un ocho o nueve por ciento de las personas recuerdan que han experimentado un estado alterado de consciencia fuera del cuerpo, aunque muchas veces en confusión con otros estados como el mismo sueño, mientras que apenas un 1,2 por ciento de la población tiene experiencias fuera del cuerpo totalmente lúcidas".

Un mundo en el astral ¿Qué sucede cuando se produce una experiencia extracorporal? Los límites de lo físico se derrumban, la percepción llega hasta fronteras inimaginables, y el sentido de la realidad cambia de forma radical y permanente. "Cuando se está fuera del cuerpo, los prejuicios y convenciones quedan atrás y se descubre que lo realmente importante es lo que cada uno hace con su propia evolución. Cuando uno sale fuera del cuerpo mantiene su lucidez, es consciente, incluso a veces hay una expansión de la conciencia que nos hace más inteligentes".

Según sostiene este investigador, ese nuevo mundo en el que se desenvuelve el viajero astral "es la verdadera tierra natal de cada uno, de donde procede y a donde volverá. Allí se encuentran millones de otras consciencias, agrupadas por afinidades en miles de grupos evolutivos, y también los evolucionólogos, seres con una conciencia más evolucionada que son los mentores de cada grupo evolutivo".

Este explorador de la mente está convencido que entre esas consciencias extrafísicas se encuentran los que han sido seres humanos, lo que hace posible que durante el estado de consciencia que es el viaje fuera del cuerpo, se puedan, por ejemplo, recordar vidas pasadas, "pero sin ninguna inducción, ni hipnosis, ni sugerencia".

Fantasmas de los vivos

Durante la realización de un viaje astral las limitaciones físicas parece que pueden superarse. La persona puede desplazarse a miles de kilómetros de distancia de forma instantánea, ve lo que sucede y lo describe con increíble exactitud. Los ejemplos de esta clarividencia provocada por experiencias fuera del cuerpo son innumerables. La Sociedad de Investigaciones Psíquicas británica cuenta en sus archivos con numerosos casos comprobados, que incluyen incluso la resolución de un crimen gracias a un testigo que presenció el robo y muerte de un hombre, mientras se encontraba fuera de su cuerpo.

Lo más corriente es que las personas que se encuentran realizando un viaje fuera del cuerpo se comporten como fantasmas; pueden ver pero no ser vistos, ni intervenir físicamente donde se encuentran. Aunque esto no siempre es así. Hay personas que afirman haber visto figuras espectrales de familiares y conocidos, que después se comprobó que estaban bien vivos, aunque dormidos, cuando se produjo el fenómeno. En ocasiones, la aparición de esos supuestos espectros se produce durante la agonía de la persona, como si quisiese despedirse de sus allegados por última vez. Los expertos los llaman "fantasmas de los vivos" y su presencia obedece a desdoblamientos astrales.

Durante un viaje extracorporal se pueden recorrer grandes distancias y atravesar todo tipo de obstáculos, pero también hay ocasiones en que el viajero astral no puede atravesar una simple pared, y time que salir por la puerta, como una persona física.

En estas situaciones puede haber una intervención sobre la materia, dándose casos, como uno registrado en el trabajo de Robert Crookall The Study and Practice of Astral Projection, en el que una mujer fue capaz de abrir una ventana y una puerta mientras tenía una experiencia extracorpórea.

Esta facultad de intervenir físicamente en el entorno en determinadas ocasiones, podría explicar las inexplicables curaciones que ocurren como consecuencia de experiencias fuera del cuerpo. Los ejemplos de personas que mejoraron físicamente de sus enfermedades después de ser visitadas astralmente por parientes o familiares, son muy numerosos, e incluso hay algunos casos de médicos que aseguran viajar fuera de su cuerpo para ayudar a un paciente, si no pueden desplazarse físicamente.

Viajes chamánicos

La gran mayoría de las experiencias extracorporales se producen de forma espontánea. Simplemente la persona se encuentra fuera del cuerpo, ya sea durante un sueño, o al encontrarse en un momento crítico, o como resultado de una grave enfermedad. Pero también pueden ser voluntarias, fruto del deseo de la persona que conscientemente desea explorar ese otro universo que se encuentra junto a nuestra realidad. En los pueblos mal llamados primitivos, los chamanes, los hombres medicina, son capaces en ocasiones de dominar a voluntad sus salidas del cuerpo. Los nativos de muchas regiones de Sudamérica recurren a la ayahuasca, un preparado realizado con diversas plantas, que permite liberar el espíritu de la atadura del cuerpo.

Entre los chamanes de Siberia el viaje astral se consigue con una combinación de preparación psíquica y física, cantos y el repicar de tambores y la ingestión de sustancias como alcohol o diversos extractor de hongos. De forma parecida actúan los brujos de tribus africanas, los aborígenes australianos o de los maoríes de Nueva Zelanda. De todas formas, el camino para salir conscientemente del cuerpo no es fácil. El miedo a lo desconocido, a encontrarse sin el apoyo físico del cuerpo, es algo que en todas las tradiciones culturales se time muy en cuenta. Los brujos deben superar ere obstáculo, lo mismo que cualquier persona que desee explorar de forma voluntaria ere otro territorio. "El impedimento básico para realizar una experiencia extracorporal es el miedo. Todos tenemos fobias, pero la peor es el terror a lo nuevo, y ese pavor a enfrentarse a un nuevo mundo, a una nueva dimensión, a nuevas criaturas, es lo que debe superar cualquier persona que conscientemente desee salir de su cuerpo".

De todas formas, pese a que en circunstancias extremas se pueda producir el fenómeno extracorporal, Vieira destaca que "la salida del cuerpo no es un proceso psicopatológico, sino fisiológico, es parte de las funciones del organismo, aunque se trata de unas funciones que todavía no conocemos, como hace doscientos años no se sabía nada de los microorganismos, no se veían aunque sus efectos fuesen claramente visibles".

Durante las experiencias de viaje fuera del cuerpo los condicionantes culturales, la educación y los propios arquetipos, juegan un papel importante en lo que la persona siente y ve. "Uno ve lo que quiere ver. Durante la Edad Media se hablaba de íncubos y súcubos, pero esos espíritus con forma de mujer u hombre seductores no eran más que ilusiones, entidades incorpóreas negativas, mal intencionadas".

Agresiones en el astral

Si en ese otro lado del espejo al que se puede llegar realizando un viaje astral se pueden encontrar entidades inmateriales, tanto positivas como negativas, ¿sería posible que alguna mal intencionada tomase control del cuerpo del viajero astral? Sobre este asunto hay diferentes opiniones, pero Vieira cree tajantemente que eso no es posible. "Hemos calculado que hay unas nueve consciencias extrafísicas por cada conciencia intrafísica, por cada persona viva, o sea por cada uno de los seis mil millones de habitantes de la Tierra. De éstas, unas tres son peores, otras tres más o menos iguales, y las tres restantes mejores que nosotros. Y todas han sido humanos en vidas pasadas, y no sólo humanos, también subhumanos; asegura. Y añade que al realizar una experiencia extracorpórea, "cada uno busca sus afinidades, y si uno no tiene buenas intenciones, si por ejemplo desea utilizar la experiencia extracorpórea con fines egoístas, se puede encontrar con muy malas compañías en el mundo astral".

Peligros, pero también posibilidades de realizar prodigios, se abren ante quien desea explorar el territorio inmaterial al que puede llegar viajando con su conciencia incorpórea. Los caminos para conseguirlo son casi infinitos, casi tantos como personas, aunque si se desea evitar el empleo de sustancias químicas, la voluntad se erige como la llave que permite realizar la excursión extracorporal. "Se recomienda que como mínimo se aprendan tres técnicas antes de intentar realizar un viaje astral. Hay muchos libros y cursos que explican cómo realizarlos, aunque es conveniente escoger los buenos", afirma Vieira, que cita el método más sencillo: tenderse en la cama, pensar que uno sale del cuerpo y verse a continuación a sí mismo tendido. "Mucha gente podrá pensar que se trata de simple autohipnosis, pero si se realiza muchas veces, uno se convence que no es así, que no hay ninguna influencia que interfiera, sino que se trata de la propia voluntad que determina lo que haces. Se trata de un fenómeno autoconvincente y autopersuasivo."

¿Y la utilización de sustancias químicas, como realizan muchos chamanes? "No es algo conveniente", asegura tajante Vieira. "Es como cuando se colocan velas o incienso ante la imagen de un gurú; un ejemplo de la falta de madurez de las personas. Lo importante es saber que quien desee realizar esta experiencia fuera del cuerpo tiene que hacer su trabajo personal, ya que es imposible forzar la evolución."

Querer emular a chamanes y místicos requiere, al parecer, su esfuerzo, a menos que se elijan atajos químicos o de otro tipo, que muchos consideran poco recomendables. En todo caso siempre quedarán esos momentos en la penumbra de la consciencia, antes de que el sueño venza, en los que todavía se puede sentir cómo nuestro yo no tiene límites y puede desplazarse muy lejos del cuerpo al que se encuentra ligado...

Viajando con Ayahuasca

Cualquier persona puede en un momento determinado vivir una experiencia extracorpórea, tanto espontánea como favorecida por el empleo de diversas técnicas. El antropólogo Josep María Fericgla pudo experimentar en primera persona esta situación mientras se encontraba en la selva amazónica de Ecuador, estudiando las costumbres de los indios Suhar, conocidos popularmente como Jíbaros. La ayahuasca o natem es la herramienta sagrada de estos nativos para poder acceder a unos conocimientos que sin ella se les escapan. Conocer la disposición interna antes de una batalla o ser capaces de ver lo que ocurre a gran distancia, son dos de las múltiples utilidades de este preparado enteógeno, fabricado a partir de la cocción de dos plantas. Para conocer mejor el funcionamiento cultural de ese pueblo, Fericgla se convirtió en un jíbaro más, cambió su nombre por nyeke, que quiere decir peludo, y después de convivir durante años con los nativos, siguió un cuidadoso entrenamiento mental para poder utilizar el poder que encierra la ayahuasca como cualquier suhar.

«Bajo los efectos de la ayahuasca viajé desde la selva amazónica hasta España, y pude ver lo que ocurría en una calle de mi ciudad, Barcelona, donde pude ver lo que hacían varias personas, algunas de ellas conocidos míos.» ¿Se trataba de una simple alucinación inducida por el consumo del preparado mágico de los indios? Las dudas se despejaron a la vuelta a su casa. «Pude comprobar que lo que había visto durante el viaje inducido por la ayahuasca había sucedido en realidad. Soy consciente que explicar una experiencia como ésta, recogida en mi libro Los jíbaros, cazadores de sueños, es algo bastante heterodoxo para un investigador que da clases en la universidad, pero me parece que ignorarlo simplemente porque carece de explicación científica sería una trampa.»

¿Bases extraterrestres en los Pirineos?

El equipo de sensitivos del ejército americano entrenado por Skip Atwater se encontró, casi sin proponérselo, con la presunta existencia de bases extraterrestres en nuestro planeta. Cuatro emplazamientos fueron estudiados con detalle por espías psíquicos que encontraron en ellos aparatos de aspecto extraño e incluso detectaron la presencia de seres de aspecto no humano. Según recuerda Atwater, no se trató de una investigación planeada, sino que fue consecuencia de uno de los muchos entrenamientos que realizaban. Para mantener el equipo activo efectuaban prácticas que consistían en ir a determinados lugares para después describirlos con el mayor detalle posible.

"Fue en 1984 cuando a través de un científico del Scientific Research Investigation, de Menlo Park, California, llegó a mis manos unos informes que doce años antes había proporcionado un hombre llamado Pat Price, sobre la existencia de unas bases extraterrestres en la Tierra, y me pareció que investigar esas presuntas bases podía ser un buen ejercicio."

Las supuestas bases se encontraban en Zímbabwe, en Australia, en el monte Hayes, Alaska, y la principal en el Monte Perdido, en los Pirineos españoles. "Nuestros sensitivos encontraron que en esos lugares había algo realmente extraño. Vieron ovnis entrando y saliendo de las montañas, observaron una tecnología muy avanzada, que ellos no podían entender completamente, y en general notaban la presencia de algo muy extraño y alíenígena", recuerda Atwater. "La CIA no me pidió que estudiase ovnis fue algo que hicimos para probar a los sensitivos del equipo, y constatamos que hay algo extraño detrás del fenómeno.". Quince años después Skip Atwater confiesa que algún día espera ir al Monte Perdido, aunque reconoce que tal vez se lleve una desilusión. "Tengo las coordenadas exactas, pero ¿son realmente físicos los ovnis o es posible que en ese lugar no encuentre nada, porque no lo son? También podría ser que esos seres tengan algún poder mental que impida que pueda ver algo."

lunes, 29 de junio de 2009

El espía que llegó del astral

Desde hace décadas los servicios de inteligencia de las grandes potencias emplean «espías psíquicos». Se trata de agentes especialmente entrenados para desplazar su mente hasta objetivos estratégicos situados a centenares de kilómetros, y espiarlos limpia y discretamente. Esta es la historia de unos James Bond capaces de dejar momentáneamente su cuerpo físico, contada por el que fue uno de los más expertos adiestradores de espías astrales de Norteamérica.

Las primeras noticias que llegaron a Estados Unidos sobre la construcción de un nuevo y revolucionario submarino soviético, capaz de lanzar misiles nucleares sin dejar de desplazarse, lo hicieron de la mano de un equipo de espías psíquicos que viajaron astralmente hasta el astillero de Servidivinsk. Los restos de un bombardero ruso estrellado en el Zaire fueron localizados por un agente psíquico antes de que los satélites diesen con él. Otro sensitivo entrenado por los servicios secretos destapó a un espía del KGB que estaba robando información en Sudáfrica. Estos son sólo tres ejemplos de un tipo de agente secreto muy diferente, que no abandona los despachos de las agencias de inteligencia para obtener su información. Le basta su capacidad de desplazar su consciencia.

Un viejo oficio

Aunque el espionaje es una de las actividades más antiguas del hombre, y el empleo de magos y hechiceros en ese oficio es algo extendido desde la antigüedad, la historia moderna de los espías a distancia comenzó en la Unión Soviética. Pero lo cierto es que se desarrolló plenamente en Estados Unidos en la década de los setenta, como justo reflejo del temor que se tenía al pretendido peligro psíquico del Kremlin.

En 1977 el entonces teniente de inteligencia Frederick Holmes Atwater, más conocido como Skip, comenzó a entrenar a sus primeros agentes psíquicos. «Convencí a mis superiores enseñándoles estudios de la Universidad de Stanford y libros de científicos que profundizaban en estos temas -explica Atwater-, y les hice ver que nuestro sistema de segundad podría estar amenazado si unos servicios de inteligencia hostiles usasen estos métodos.» La respuesta fue la creación de un equipo profesional de espías psíquicos, destinados a ser el ojo capaz de ver a distancia todo lo que interesase al Tío Sam.

Por aquel entonces, Atwater tenía una larga experiencia personal en viajar fuera del cuerpo. «Desde mi juventud había tenido muchas experiencias extracorporales, hasta el punto que podía arreglar coches sólo con realizar una "visión remota" de ellos. En esa época pensaba que todos los mecánicos hacían lo mismo y que por eso la gente les llevaba los coches. Después, claro, aprendí que no era así.»

El programa de preparación de espías psíquicos en el que intervino Atwater se prolongó durante una década, pero cuando terminó en 1987 no acabaron con él los experimentos.

Cuestión de efectividad

La duda es razonable: ¿cómo es posible que un gremio tan pragmático como el militar tomara en cuenta algo tan evanescente como el espionaje psíquico? «Porque nuestro trabajo era fiable -responde Atwater-. De hecho, desarrollamos una serie de métodos para asegurarnos que la información que obtenían nuestros agentes era correcta, aunque por bueno que fuese un sensitivo había que considerar que podía tener días malos. Por eso calibrábamos continuamente sus percepciones. Por ejemplo, si queríamos saber lo que había en determinado aeropuerto y ya sabíamos que había en él cierto tipo de avión, esperábamos a que nos lo describiera. Si lo hacía sabíamos que el agente tenía un buen día y que la información que facilitase sería fiable.»

Para Atwater llegar a tener un equipo de agentes psíquicos requirió una larga preparación. «Entrevistamos a más de cien personas y durante dos años los entrenamos a conciencia. Primero "exploraron" psíquicamente nuestro armamento e instalaciones y después, cuando nuestros superiores se convencieron de sus éxitos, comenzamos a operar en campo hostil. Utilizamos la "visión remota" sobre todo para saber lo que los rusos conocían de nosotros. Pronto nuestros superiores nos pidieron que "mirásemos" sistemas de otros países, y no sólo de defensa.»

Antídotos psíquicos

¿Puede alguien protegerse contra espías que no se pueden detectar, ver ni tocar? «Eso es lo más fácil. Su punto más vulnerable es la credibilidad, por lo que si se desacredita lo que un espía psíquico ha visto, todo lo demás no será considerado fiable. Por ejemplo, si se colocan globos con dibujos de personajes de cómic en el interior de un hangar con aviones secretos, el sensitivo dará una información bastante curiosa, que cuando se realice su análisis será desechada. Es un truco de contrainteligencia que funciona.»

Los espías mentales se utilizaron en multitud de ocasiones. Atwater recuerda que sólo durante la crisis de los rehenes norteamericanos en Irán, en 1979, seis sensitivos realizaron más de 200 sesiones. También se utilizaron para localizar a un militar secuestrado en Italia, aunque tal vez la misión más sorprendente fue la identificación, también en 1979, de un submarino nuclear ruso que se construía secretamente en un astillero de Servidivinsk, en el Báltico. «Nuestros superiores nos pidieron que mirásemos qué había dentro de ese edificio. No teníamos ni idea, pero conseguimos identificar un submarino muy grande que tenía los tubos para misiles en diagonal. Éste fue un detalle muy importante, porque significaba que era capaz de lanzar misiles sin dejar de moverse, sin tener que pararse como el resto de submarinos de la época. Meses después, cuando el submarino ya había sido botado, nuestras informaciones fueron confirmadas por las fotografías satélite. Se trataba de los nuevos submarinos de la clase Tifón."

Los ejemplos de las acciones de los espías psíquicos también podrían incluir el descubrimiento del lugar donde se estrelló un bombardero soviético Tu-95, y la obtención de algunos elementos secretos de su construcción antes de que los rusos lo encontrasen. Fue en la selva del Congo, y el lugar señalado por los sensitivos apenas distó unos pocos kilómetros del más tarde indicado por los satélites.

Pero, ¿cómo lo hacían? ¿Se trataba de experiencias extracorporales de los espías o de simple visión remota? «Nuestro interés estaba en la información, el método era lo de menos, realmente no nos importaba»; dice concluyente Atwater, aunque matiza: «Las experiencias de visión remota son más parecidas a la clarividencia, mientras que en los viajes fuera del cuerpo uno cree que realmente se encuentra en el lugar del objetivo, pero creo que no hay una verdad última, y todo depende de cómo percibe cada persona la situación».

Para alcanzar ese estado especial en el que el espía psíquico podía desplazarse a la otra parte del globo había varios métodos, casi uno por cada sensitivo. «Algunos simplemente se sentaban en una mesa, cogían un lápiz, cerraban los ojos y se relajaban, dejando el lápiz preparado para escribir, en cambio otros se tumbaban en una cama, se relajaban y desde allí viajaban al lugar elegido. Sobre todo con los que preferían este último método comenzamos a mejorar las técnicas de relajación, y eso fue lo que me llevó años después investigar nuevas formas de facilitar los viajes fuera del cuerpo.»

Tras retirarse del ejército, Atwater fue contratado por el Instituto Monroe, un centro dedicado a la investigación de las facultades paranormales, y muy especialmente a las experiencias extracorporales. Allí el entrenador de espías se reconvirtió en explorador de las facultades de la mente, llegando a ser su director de investigaciones.

¿Es ética la visión remota?

Una pregunta que muchos se han estado haciendo estos años, es si son éticas las experiencias extracorporales con fines de espionaje. Algunos están convencidos que se trata algo muy negativo. «Es un tremendo error, porque es anticosmoético», asegura Waldo Vieria. «La utilización del viaje fuera del cuerpo y de la visión remota para el espionaje va en contra del entendimiento de las conciencias y de la fraternidad. Los peores perseguidores interconcienciales que existen tienen una base belicista, militar», asegura este veterano estudioso de las experiencias extracorpóreas, que afirma rotundamente que el Instituto Internacional de Proyecciología y Concienciología que él fundó combate activamente este tipo de prácticas. «Hace medio siglo que estoy trabajando en el estudio de este fenómeno y muchas veces han intentado comprarme para que participase en estos programas, pero eso va en contra del trabajo de toda mi vida.»

En cambio Atwater mantiene una posición mucho más permisiva. «Nada es malo por sí mismo, cada experiencia que tenemos, positiva o negativa, nos hace crecer.» Con el paso de los años el antiguo adiestrador de espías psíquicos se muestra convencido de que el valor práctico de las experiencias extracorporales es, más que obtener ventajas materiales, ya sean privadas o para los servicios secretos de un país, «hacemos conscientes de que uno es algo más que un cuerpo físico, que uno puede acceder a través de su mente a todo el Universo, a Dios mismo».

Radiografía de un fenómeno muy extendido

Una de cada tres experiencias extracorporales puede ser confirmada objetivamente, es decir, la persona que ha viajado fuera de su cuerpo ha visto algo que posteriormente comprueba que es realidad. Este es uno de los más sorprendentes resultados obtenidos de una encuesta realizada por el Instítuto Internacional de Proyecciología y Concienciología, entre las personas que han visitado su página en Internet. «Este alto porcentaje de proyecciones confirmadas ha sido algo que nos ha sorprendido, pues no esperábamos que fuese más de un cinco o diez por ciento, y ha llegado al treinta por ciento», asegura Wagner Alegretti, que junto a su esposa Nanci Trivellato, han estudiado las respuestas de las 1.185 personas, de entre 12 y 90 años pertenecientes a 55 paises, que contestaron las 110 preguntas formuladas para saber algo más de los números, las estadísticas, del fenómeno de las experiencias extracorpóreas.

Aunque se trata de resultados preliminares, pues esperan poder llegar a las 5.000 respuestas, ya se manifiestan una serie de tendencias, como que prácticamente la cuarta parte de las experiencias son totalmente conscientes, mientras que algo más de la mitad de los que han respondido han tenido su experiencia con la suficiente lucidez como para estar convencido que ocurrió realmente, y no fue un sueño. Otro resultado destacado es que la inmensa mayoría de las experiencias fueron espontáneas, mientras que un apenas 5% de ellas estuvieron ocasionadas por la ingestión de alguna droga. Alegretti destaca que los resultados apuntan a que las experiencias comienzan a una edad bastante temprana, entre los 6 y los 9 años, y continúan hasta llegar a la treintena, donde estadísticamente hay un brusco descenso de los casos registrados. También se aprecian diferencias en el sexo, pues las mujeres están más predispuestas a las experiencias espontáneas, mientras que los hombres predominan en las que se realizan por propia voluntad. En el sexo femenino se registra un mayor porcentaje de experiencias paranormales asociadas al viaje astral, como la precognición o la retrocognición.

Santos y escritores

San Martin de Porres viajo por todo el mundo sin que su cuerpo abandonase lima. Sor María de Ágreda evangelizo a los indios en Méjico sin dejar ni un solo día su celda en el convento franciscano de Agreda, en Soria. San Ignacio de Loyola visito al rector de un colegio en Colonia mientras su cuerpo permanecía en Roma. Son solo tres ejemplos de los muchísimos que se podrían citar de cantos y místicos que en un momento determinado fueron vistos en otros lugares distintos a los que se encontraban sus cuerpos.

Uno de los casos más extraordinarios es el de Sor María de Ágreda, que sin abandonar el convento hasta el día de su muerte, en 1665, realizo al menos unas quinientas bilocaciones, en su mayoría destinadas a evangelizar a los indios de Méjico, en el otro lado del océano. Entre estas sorprendentes experiencias, perfectamente documentadas, se incluía el reparto de rosarios entre los nativos, que de forma misteriosa pasaron de un cajón del convento a las manos de los indios. ¿Viaje extracorporal o milagrosa bilocación? Si bien en muchas ocasiones los testigos que han visto al doble de los místicos los describes como de aspecto algo etéreo, o ausente, en otras muchas muestran una indudable presencia física, se pueden tocar, dejar objetos, como los rosarios de Santa María de Ágreda.

Su presencia física parece incuestionable. Para algunos investigadores esta apariencia física, e incluso la acción sobre la materia, podría tener lugar durante una experiencia fuera del cuerpo, sin tener que recurrir a explicaciones milagrosas. Hay algunos casos conocidos de personas que durante sus viajes extracorporales has sido capaces de transportar objetos físicos hasta el lugar donde ha viajado su cuerpo inmaterial. El fenómeno de las apariciones extracorpóreas es universal. Si en la religión cristiana hay casos como los mencionados, o los más recientes de Teresa Higginson, una asceta británica que en el siglo XIX también se dedicó a difundir la palabra de Dios entre los indígenas del centro de África, sin salir de Inglaterra, o el del padre Pío, que socorrió a distancia a decenas de personas que aseguraron haberlo visto a su lado, aunque físicamente se encontrase a miles de kilómetros de distancia, en el hinduismo son innumerables los casos de yoguis y swamis a los que se les atribuyen prodigios similares.

En los Yoga Sutras de Patanjali ya se menciona que la facultad de dejar el cuerpo es algo que está al alcance de los maestros. A principios de los años setenta, dos investigadores, Karlis Osis y Erlendur Haraldsson, realizaron en la India un estudio sobre las supuestas bilocaciones de líderes religiosos como Sai Baba, o el místico Dadaji, y reunieron numerosos testimonios de quienes habían sido testigos en alguna ocasión de estos prodigios. Pero no sólo los místicos pueden dejar su cuerpo, este fenómeno está al alcance de cualquiera. Goethe, Dostoievski, Hemingway, Allan Poe y Guy de Maupassant tienen algo en común. En un momento de su vida tuvieron una, o varias, experiencias extracorporales. Se vieron a sí mismos fuera del cuerpo y de esta forma tomaron consciencia de que la realidad física que nos rodea no es la única verdad de la existencia. Son un ejemplo de quienes, sin ser santos ni místicos, pasaron por el trance de hacer un viaje fuera de su organismo físico.

Hemingway dejó su cuerpo durante unos instantes cuando le estalló una bomba a su lado durante la primera guerra mundial. «Sentí que mi alma o lo que fuera salía de mi cuerpo, como se tira un pañuelo de seda para sacarlo del bolsillo. Flotó algún tiempo hasta que al fin regresó y entró de nuevo. Entonces dejé de estar muerto». Dostoievski y Edgar Allan Poe no tuvieron tanto la sensación de estar fuera de su cuerpo, sino la de ver a su doble, a su otro yo, lo mismo que Guy de Maupassant, a quien su doble se le apareció en diversas ocasiones, dictándole en ocasiones lo que debía escribir. Goethe también vio en una ocasión a su doble y en otra al de su amigo Frederick, que se le apareció en medio de una tormenta vistiendo camisón, gorro de dormir y zapatillas. El genial escritor pensó que la aparición se debía a la muerte de ese amigo, y que estaba presenciando su fantasma, pero al regresar a su casa lo encontró sentado en el cuarto de estar y vistiendo el mismo atuendo con el que momentos antes le había visto en la calle. Éste le contó que la tormenta le había sorprendido mojando todas su ropas, por lo que las había cambiado por otras secas, cayendo dormido por el cansancio y soñando que salía al encuentro de Goethe, como así sucedió, aunque no con el cuerpo físico.

viernes, 26 de junio de 2009

¿Podemos viajar fuera del cuerpo?

La experiencia de haberse sentido fuera del cuerpo es mucho más común de lo que podría pensarse. Pero, además, hay gente que cree haberla convertido en algo cotidiano. Son los exploradores de lo infinito, una tribu de almas nómadas que conviven con nosotros. Para ellos, los únicos límites son la imaginación, la preparación y el deseo. Estas son sus experiencias y los consejos que dan a quienes intenten la aventura extracorpórea. Si así lo desea, relájese y prepárese para el despegue.

«Tuve mi primera experiencia fuera del cuerpo a los 18 años. Animado por un montón de lecturas ocultistas y por las experiencias paranormales que me habían acompañado desde mi infancia, intenté vivir aquello de lo que tantos hablaban.

Realicé una larga serie de respiraciones rítmicas y me relajé completamente, intentando centrar la atención en el vacío. Entonces, comencé a escuchar una serie de infrasonidos, a oler multitud de perfumes y a ver numerosas imágenes girando a gran velocidad al fondo de un túnel, como en un caleidoscopio. Después, noté que algo se movía dentro de mí, convulsivamente.

Mi siguiente recuerdo es que me sentía flotando cerca del techo. Miré hacia abajo y vi mi cuerpo tendido en la cama. Un terror indescriptible se apoderó de mí y regresé al cuerpo físico instantáneamente, de forma violenta, como si me hubiese tirado desde un avión sin paracaídas. Me incorporé y, debido al terror inimaginable que sentía, tuve una reacción completamente absurda: cogí un machete y lo puse encima de la mesilla... ¡por lo que pudiese pasar! Pasé el resto de la noche despierto y sobresaltado. No me atreví a intentarlo de nuevo hasta pasados tres meses. Luego, he comprendido que ese miedo atroz al que me enfrenté es precisamente la puerta que -una vez superada- te da acceso a ese otro piano que muchos llaman astral. Por eso mismo no creo que sea peligroso hablar de estas experiencias ni dar técnicas para que cualquiera lo intente, porque van a tener que enfrentarse antes a esa barrera del miedo quo disuadirá a quien no esté preparado».

La experiencia que acaban de leer pertenece a Miguel Blanco, psicólogo y director y presentador de Espacio en Blanco, el popular y excelente programa de radio que se emite actualmente la noche de los viernes en M-80 Radio (España). Y, sinceramente, no sé si daría crédito a sus palabras de no tener un buen puñado de razones para hacerlo: y -por si fuera poco- yo mismo he experimentado, sin pretenderlo, ese terror abismal que implica la imposibilidad de controlar el propio cuerpo y la confrontación con la muerte, aunque sea aparente.

Shelley, Goethe, Dostoievski, Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, D.H. Lawrence, Aldous Huxley, Emily Brönte, Walter de la Mare, Jack London, Hemingway, Shirley McLaine, por no citar más que a unos cuantos escritores conocidos, se cuentan en la larguísima nómina de quienes han descrito experiencias similares. Y. junto a ellos, gentes de las más diversas profesiones y categorías socio-culturales.

Viaje espiritual, proyección astral, desdoblamiento, estado ecsomático o experiencia extracorpórea (EEC), son algunos de los nombres que ha recibido esta singular vivencia en la que la conciencia se ausenta del cuerpo físico y es sentida como una entidad dotada de autonomía. Las encuestas realizadas por diversos científicos, como Hart, Banks, Eisenbud, Green, Tart o Palmer, parecen indicar que aproximadamente la cuarta parte de las personas consultadas en países anglófonos aseguran haber visto alguna vez su cuerpo desde un punto de vista completamente exterior al mismo.

Para comenzar, una certidumbre antropológica: la existencia de un doble sutil del cuerpo físico es una creencia arquetípica, que encontramos desde la antigüedad en los pueblos más diversos. Es el ka egipcio, el eidon griego, el nefesh cabalístico, el nafs de barzakh sufí, el thand taoísta, el lingasharra hindú, el bardo tibetano, el vardogr noruego, el fetch anglosajón, el talasch escocés, el doppelgänger alemán... Los modernos ocultistas lo han denominado cuerpo astral o sidéreo, debido probablemente a su naturaleza luminosa, una idea que encontramos ya en Platón, Aristóteles y los filósofos herméticos.

Para todos ellos forma parte de la anatomía sutil del hombre, compuesta por otros cuerpos habitualmente imperceptibles y capaces de actuar en los distintos planos o niveles de existencia. Lo conciben como una réplica del cuerpo físico, pero compuesta de una materia más sutil, con una apariencia resplandeciente y luminosa. Habitualmente imperceptible a los sentidos físicos, es la sede de los deseos y las pasiones, del placer y del sufrimiento. Se le supone capaz de separarse de su envoltorio físico y de viajar sin limitaciones a través del llamado plano astral, que incluye el mundo cotidiano pero también otras realidades no visibles.

Tras estudiar las creencias de 70 culturas no-occidentales, el profesor Dean Sheils, de la Universidad de Wisconsin, ha encontrado relatos similares a las EEC (experiencias extracorpóreas) en el 95 por ciento de las mismas. En muchas de ellas se cree que los dobles de algunas personas se entregan en ocasiones a misteriosas tareas, especialmente durante el sueño, considerando que resulta peligroso despertar bruscamente a alguien, por miedo a que su doble tenga problemas para reincorporarse a este mundo.

Basándose en las descripciones de numerosos testigos, el doctor Hereward Carrington, uno de los que mejor estudió este fenómeno en los años veinte, supuso que este doble astral estaba compuesto de millones de pequeños focos de energía psíquica encargados de vitalizar cada célula. Y calculó la densidad del mismo en aproximadamente una millonésima parte del cuerpo físico, por lo que flota fácilmente dentro de la atmósfera física cuando es liberado de su atadura. A ello se debería la inmediata elevación del mismo descrita por Miguel Blanco y por tantos otros proyectores.

Exteriorización de la conciencia

Aunque hay numerosas variantes entre los cientos de casos examinados, existen una serie de características comunes entre la mayoría de los mismos:

Las EEC involuntarias parecen producirse en las más variadas circunstancias, especialmente a raíz de un accidente, operación, enfermedad, shock, crisis, situación-límite o estado de agotamiento, pero también en el curso de las actividades cotidianas, desde los trabajos físicos hasta la conducción de un automóvil, que no dejan de realizar mientras se observan durante algunos segundos desde fuera de su cuerpo. Existen además muchas personas que aseguran practicarlas conscientemente, tras un cierto entrenamiento. Aunque con relativa frecuencia se producen durante estados de somnolencia, los testigos no suelen tener una sensación similar a la de estar soñando, y describen su EEC como algo muy vivido y real.

Cuando, en 1961, el Instituto de Investigación Psicofísica de Oxford solicitó relatos de primera mano sobre EECs a través de la prensa y de la radio, recibió unos 400 testimonios de lo más variado. Celia Green, especialista en física teórica, los ha estudiado, destacando que algunas de sus características difieren notablemente de las observadas en los sueños lúcidos y clasificándolas en dos categorías: parasomáticas, en las que el sujeto se siente ubicado en ese doble luminoso, y las asomáticas, en las que se experimenta a sí mismo como una conciencia completamente desencarnada. Mientras ella encontró que estas últimas son las más frecuentes, la mayoría de las EEC que me han descrito están asociadas con el doble y es en éstas en las que centraremos nuestra atención.

El relato que hace años hizo L.M.T. (son las iniciales de su nombre verdadero), un alto ejecutivo español de una importante multinacional americana, de unos 50 años, ilustra la idea de que ambos tipos de experiencias, aunque distintas, no son excluyentes: «Estaba sentado en mi despacho, particularmente contento y relajado, ojeando unos informes. De pronto, tuve conciencia de que veía a mi cuerpo realizando esa operación desde medio metro por encima de mi cabeza, con una visión panorámica de todo mi despacho. Duró algunos segundos yo no tengo la más mínima duda de que se trataba de una experiencia objetiva.

Pasada la primera impresión y debido a mi formación técnica, lo primero que se me ocurrió fue subirme al sillón y comprobar que lo que había observado se correspondía exactamente con la realidad, sólo que ahora necesitaba mover la cabeza en varias direcciones y fijar repetidamente mi atención para obtener una percepción similar, aunque no tan nítida, a la que obtuve durante la exteriorización de mi conciencia. Si otra persona me hubiera descrito esa experiencia, yo no habría dudado de que se trataba de una alucinación, pero hoy sé que es una realidad comparada con la cual nuestra vida cotidiana tiene el sabor de algo ilusorio Fue sólo entonces cuando comenzó mi interés por lo psíquico o lo oculto, en busca de una respuesta válida para lo que había vivido y para tantas preguntas que bullían en mi cabeza, e intentando repetir aquella experiencia.

Tras años de estudios, de contactos y de prácticas he comprendido que el cuerpo físico, como su doble luminoso, no son sino algunos de los medios de los que se sirve para manifestarse en los distintos niveles de realidad esa conciencia Aura, llámala espíritu si quieres, ajena a cualquier tipo de limitaciones». En ello coincide con otro proyector experimentado, el terapeuta Lorenzo García Carpintero: «El cuerpo astral es una muleta más, como lo es el físico. Cuando mueres, esas capas van cayendo y queda el núcleo de la conciencia».

«Sentí que flotaba por el espacio»

Tanto la exteriorización de la conciencia como la del doble se encuentran descritas con una frecuencia abrumadora en las experiencias cercanas a la muerte. En su novela Adiós a las armas, Ernest Hemingway se hace eco de lo que él mismo vivió cuando, en la noche del 8 de Julio de 1918, mientras prestaba sus servicios como camillero en el frente italiano, la metralla de una bomba austriaca taladró sus piernas. «Sentí que el alma, o lo que fuera, salía de mi cuerpo como se saca un pañuelo de seda de un bolsillo, tirando de la punta -explicó después-. Flotó durante un tiempo, hasta que regresó y entró nuevamente. Entonces, dejé de estar muerto».

Buena muestra de que estas vivencias no obedecen a un pre-condicionamiento cultural es el relato de dos accidentes mortales sufridos por Luis González Alegre, soldador de 62 años, residente en Alcorcón: «La primera vez fue mientras trabajaba en unos laboratorios madrileños, en 1957. Caí de cabeza, desde tres metros de altura. Y escuché cómo decían que estaba muerto, mientras veía mi cuerpo inmóvil y sentía que daba vueltas en el espacio. ¡Qué a gusto me encontraba, qué suavidad, qué delicia! Vi cómo llegaba un coche y nada más meter mi cuerpo en el mismo, volví a la vida, pese a que me encontraba en el espacio. Llamaba a la Virgen de la Soledad, aunque nunca voy a misa. Todo mi afán era volver a mi cuerpo, levantarme, y lo conseguí...

En 1976, estaba trabajando en la construcción de una central telefónica, en Argelia, a seis metros de altura, sentado en un tablón que se partió, y caí de espaldas, desnucándome. Me sucedió lo mismo: me veía tirado en el suelo y cómo movían mi cuerpo. Ví que se acercaba un médico argelino que tocaba el cuerpo y comentaba que estaba muerto. Me metieron en una ambulancia y yo seguía viéndome desde fuera. A mitad de camino volví en mí, empecé a sangrar y oí que mis dos compañeros le decían al conductor ¡corra más, que está vivo!».

Don Luis no tiene ninguna conciencia de haberse visto desde un segundo cuerpo. Aunque reconoce que años después de los accidentes comenzó a sentir, en numerosas ocasiones, cuando se encontraba en la frontera del sueño, una sensación angustiosa: «Trato de volver en mí pero no puedo, y tengo que hacer un esfuerzo tremendo para conseguirlo. No puedo moverme, ni hablar, aunque me doy cuenta de todo. Es como si estuviese a punto de morir».

Así se abandona el cuerpo

Esa sensación terrible de parálisis es considerada por muchos proyectores el paso previo de una EEC, cuyo inicio me sintetiza así el parapsicólogo catalán Jaume Bordás, que cuenta con una dilatada práctica: «Normalmente notas un pitido, una sensación de rigidez o catalepsia, un taponazo y luego una elevación, aunque otras veces lo sientes fuera del cuerpo sin que sepas cómo ha sido». Algunos escuchan un chasquido y otros describen una sensación de cosquilleo en la cabeza o un dolor en el pecho, así como un hormigueo, entumecimiento o vibración progresiva que, comenzando por los pies, va ascendiendo hasta la cabeza.

Pese a que la mayoría no recuerda la forma en que abandonaron su cuerpo, los habituales suelen coincidir con las zonas que nos señala Jaume: «La salida por la frente es la menos brusca, con una sensación de balanceo y de elevación; a veces lo haces por la coronilla y otras por el plexo solar, lo que suele resultar más incómodo». Unos pocos creen haberse exteriorizado por el estómago o por los pies.

Muchos sienten que se elevan, tras salir del cuerpo con un movimiento de rotación, mientras algunos describen, por el contrario, una sensación de caída. Frecuentemente, al abandonar el cuerpo físico experimentan una confusión o pérdida de la conciencia, que algunos describen como una sensación de oscuridad o la entrada en un largo túnel. Suelen adoptar una posición vertical, a partir de la horizontalidad inicial. La mayoría observa su cuerpo físico tendido en el lugar donde se encontraba, desde un punto espacial exterior, en tanto todas sus sensaciones se han transferido al doble.

«Es esa contemplación del propio cuerpo como un cadáver -explica la terapeuta madrileña Alicia Rubio, quien recuerda haber experimentado desdoblamientos muy tranquilos desde su infancia- la que aterroriza a algunas personas con las que he hablado y les hace volver al cuerpo». En efecto, la mayoría no comprende lo que sucede y les invade la angustia y el terror de que no podrán reintegrarse al cuerpo, lo que les hace regresar bruscamente al mismo, en tanto otros experimentan un sentimiento de paz o de euforia.

Ajenos a la gravedad y a las limitaciones espacio-temporales, se sienten libres de todo peso y atadura. Pueden flotar en torno al cuerpo físico, o bien viajar -con el motor del deseo- hasta grandes distancias. Varía mucho su velocidad de desplazamiento. Generalmente pueden atravesar los objetos físicos. Su percepción parece agudizarse. «En ese plano -matiza Alicia- eres más sensible y ves algunas cosas con mayor nitidez y colorido». A veces han descrito determinadas situaciones observadas mediante su doble, que no podrían conocer por ningún medio ordinario y cuya autenticidad se pudo confirmar posteriormente. En ocasiones aseguran haberse encontrado con los dobles de otras personas vivas o de miembros fallecidos de sus familias; éstos últimos son considerados por algunos como espíritus-guías que acuden en su ayuda.

El retorno

La duración de las EECs parece ser muy variable. «Debido a la alteración del sentido ordinario del tiempo y del espacio que se produce en ese estado es fácil creer que ha pasado poco tiempo mientras que realmente ha transcurrido muchísimo, y viceversa».

Para la mayoría, el momento más penoso de la EEC es el regreso a su cuerpo físico, aunque muchos lo realizan con total suavidad. Generalmente tras su primera experiencia, suelen preguntarse qué les sucedió realmente. Aunque algunas personas quedan atemorizadas por la misma, otras muchas la recuerdan con agrado, ya que suele acompañarla un estado de extrema felicidad y gozo, así como sensaciones excitantes y maravillosas, por lo que muchos intentan inducirla nuevamente.

Insólitas actividades del doble

Mientras algunos proyectores habituales están absolutamente convencidos de prestar ayuda o sanación espiritual a personas que incluso no conocen, valiéndose de su doble, otros describen cómo se enamoraron o hicieron amigos en el astral de personas a quienes luego conocerían en el plano físico. Las tres grandes estrellas del desdoblamiento a comienzos de siglo, Muldoon, Fox e Yram, nos cuentan sus encuentros extracorporales con quienes luego serían sus novias.

La propia Alicia Rubio explica cómo reconoció en su cuerpo físico a alguien que ya había encontrado astralmente: a raíz de un anuncio para entrar en contacto con personas interesadas en Castaneda -quien en sus libros describe fabulosas experiencias vividas por su doble- conoció a José Luis García Morán, quien también confirmó haberla encontrado durante sus desdoblamientos.

Algunas personas que realizaron viajes astrales recuerdan vivencias beatíficas en regiones luminosas de inconcebible belleza, y otros experiencias terroríficas en zonas de gran oscuridad, comparables a las regiones celestes y a los abismos infernales, si bien estas descripciones no son muy frecuentes. Una administrativa barcelonesa, Rosa Maria Escip, vivió una de estas experiencias durante un desdoblamiento experimental. Tras sentirse levitar y ver su cuerpo desde arriba, se sintió arrastrada por un vórtice por el cual caía, enfrentándose luego a un perro negro que la perseguía, regresando a su cuerpo de forma violenta. Bordás señala la similitud de esa visión con el famoso Cancerbero o guardián del Averno, del que hablan algunas tradiciones, estimando que bien puede tratarse de una imagen arquetípica propia del Inconsciente Colectivo que aparece dotada de vida en ciertos estados de conciencia.

En busca del «Factor Theta»

Desde el siglo XIX, cuando comenzó el interés por los fenómenos psíquicos observados durante los trances provocados mediante el magnetismo por los mesmeristas, las experiencias que recibieron el nombre de clarividencia sonambúlica, similares a las descritas durante las EECs, atrajeron el interés de numerosos investigadores, como el marqués de Puységur, el psiquiatra Pierre Janet, el coronel de Rochas, Durville, Baraduco Lancelin, que idearon toda clase de experimentos relacionados con el doble. Myers y Gurney, pioneros de la parapsicología, estaban convencidos de que las EEC podían ser la clave que permitía entender muchos fenómenos Psi, interpretándolas como la evidencia de que algunas personas son capaces de actuar más allá de sus limitaciones corporales. Junto al escéptico F. Podmore compilaron numerosos informes sobre apariciones de personas vivas.

Aunque Gurney las interpretaría luego como alucinaciones telepáticas, la exteriorización de una imagen captada extrasensorialmente por parte de quien la percibe, otros investigadores psíquicos continuaron sosteniendo la teoría de un doble compuesto por una misteriosa energía que era capaz de desplazarse y comunicarse. La creencia en él mismo, definitivamente apoyada por las ideas espiritistas y teosofistas, animó a otros, como Oliver Fox, Forham Yram, Muldoon, Carrington y el propio Lancelin a escribir verdaderos tratados sobre el desdoblamiento, que han animado a miles de personas a intentar realizar sus propias EEC.

Pero la verdadera investigación científica de las mismas no se inicia hasta los años sesenta. El pionero fue Charles Tart, profesor de psicología de la Universidad de Davis (California) y hoy reconocido como una autoridad mundial en los estados alterados de conciencia. Trabajando con dos proyectores asiduos, la señorita Z y el ingeniero y hombre de negocios Robert Monroe, intentó descubrir las constantes electroencefalográficas que correspondían a cada fase de su experiencia, comprobando que, durante la EEC, sus cerebros desarrollaban una actividad eléctrica que no podía ser ubicada en los estados vigílicos ni en los propios del sueño, y que los sujetos eran capaces de describir lo que ocurría en otra habitación mientras ellos descansaban en una cama.

En 1967 tuvo lugar un polémico proceso para decidir a quién correspondía una pequeña fortuna que, según el testamento del minero James Kidd, debía dedicarse a investigaciones científicas dirigidas a la demostración de la existencia de un alma o algo que abandona el cuerpo tras la muerte. El Tribunal Supremo de Arizona decidió entregarla a la Sociedad Americana de Investigaciones Psíquicas (ASPR), que cedió parte de la misma a la Fundación de Investigación Psíquica (PRF) de Durham.

La herencia se dedicó a investigaciones que tenían por objeto demostrar la existencia de algo que fuese capaz de exteriorizarse del cuerpo físico y a lo que denominaron «Factor Theta», entendiendo por tal «los aspectos de la personalidad capaces de sobrevivir». El doctor Osisi, director de investigaciones de la ASPR, comenzó a trabajar en un programa experimental, eligiendo como su primer sujeto a Ingo Swann, pintor y ex-funcionario de la ONU, que había experimentado multitud de EEC desde su infancia y que obtuvo asombrosos resultados en varios laboratorios parapsicológicos.

Sentado y cubierta su cabeza por los cables del electroencefalógrafo, Swann fue capaz de dibujar la mayoría de los objetos que se ocultaban en cada sesión sobre una plataforma cercana al techo, a unos tres metros de altura. Incluso los que aseguró no poder ver, debido a su posición o a las sombras que los ocultaban, parecían indicar que los captaba desde una perspectiva extracorpórea y no mediante percepción extrasensorial. Cuando se entregaron la totalidad de los objetos y los dibujos a una psicóloga que lo ignoraba todo sobre el experimento, ésta emparejó cada uno de ellos con el dibujo que Swann había realizado del mismo, habiendo sólo una probabilidad entre 40.000 de que aquel resultado se debiese al azar.

Efectos físicos

En la PRF, el doctor Robert Morris trabajó con otro proyector experimentado, el estudiante Stuart Blue Harary. Tras un experimento fallido, se le pidió que se proyectase a un edificio contiguo e informase sobre la identidad y posición de una serie de detectores humanos a los que se eligió y distribuyó al azar, pidiéndoles que prestasen atención a posibles signos de una visita extracorporal.

Al comienzo obtuvo buenos resultados, pero éstos no tardaron en decaer, aunque algunos detectores aseguraron haber observado destellos luminosos e incluso una aparición durante el tiempo en que Harary aseguraba haber visitado aquel edificio. Mejor resultado se obtuvo cuando trabajó con un gatito elegido por el propio Harary. Se le introdujo en una jaula enorme, cuyo suelo estaba dividido en 24 cuadrículas idénticas, a fin de poder mover los desplazamientos del felino. Este se movía y maullaba contínuamente, intentando salir de allí, tranquilizándose tan sólo durante los períodos en los que Harary intentaba desdoblarse, a 800 metros de distancia, como si hubiese detectado la invisible presencia de su dueño.

Con el objeto de intentar detectar posibles efectos físicos durante las EEC, Osisi realizó un complejo experimento en la ASPR, utilizando como sujeto al notable psíquico y profesor universitario Alex Tanous. En una habitación situada en el extremo opuesto del edificio donde se encontraba éste, un dispositivo aleatorio hacía que uno de cinco dibujos posibles fuese proyectado sobre uno de los cuatro cuadrantes de diferentes colores de una pantalla circular, que se hacía girar para que cada color pudiese adoptar cuatro posiciones diferentes. Sólo podía verse correctamente lo que sucedía en el dispositivo desde una cámara aislada, situada frente al mismo y cuyos sensores permitían detectar cualquier vibración. Tanous acertó 114 de las 197 pruebas realizadas, detectándose en tales ocasiones un nivel de actividad superior al observado durante las 83 pruebas que falló. Significativamente, tanto Harary como Tanous habían advertido cuándo las luces de la sala de detección estaban encendidas, ya que en ambos casos la excesiva iluminación les resultaba un obstáculo.

¿De qué se trata?

Se han realizado algunos otros experimentos de laboratorio sobre las EEC. Pero ninguno de ellos ha logrado demostrar la existencia de un vehículo de la conciencia como entidad independiente del cuerpo. Los escépticos aseguran que se trata de alucinaciones autoscópicas, disparadas por el impulso religioso, como un mecanismo compensatorio del materialismo contemporáneo y de la terrible certeza de la propia muerte. Sin llegar tan lejos, algunos parapsicólogos han propuesto una serie de explicaciones alternativas para los fenómenos Psi comprobables asociados a las mismas, como es la percepción extrasensorial (PES) o visión remota y la psicokinesia o acción del psiquismo sobre la materia. Por lo demás, las autofanías podrían interpretarse como alucinaciones premonitorias, los vardogr y otras apariciones como alucinaciones telepáticas.

El hipnólogo y parapsicólogo catalán Ricard G. Bru, que ha dirigido numerosas EEC, sirviéndose de la hipnosis y de una mezcla de esencias Auras de orquídea y bergamota, estima que más que del viaje de un doble probablemente se trata de «proyecciones psíquicas» en las que «la mente potencia su nivel parapsíquico de percepción».

Bordás se muestra en completo desacuerdo con semejantes explicaciones. «Quienes las sostienen -comenta- no se han desdoblado; si lo hubiesen hecho comprenderían que se trata de una verdadera experiencia fuera del cuerpo, en la que se conserva la individualidad». La inmensa mayoría de los proyectores asiduos coinciden con él. En cambio, Harary admite que «la sensación de que uno está realmente separado del cuerpo es muy fuerte», pero no está convencido de que sea real y cree que «hemos ido demasiado lejos, aceptando algo que en realidad desconocemos, no entendemos bien y sólo podemos describir en términos subjetivos y posiblemente un tanto engañosos».

Scott Rogo estima que los numerosos relatos de EEC pueden describir distintos fenómenos, según la forma en que el sujeto se percibe a sí mismo: como un «cuerpo» similar al físico, en otro tipo de vehículo ultrafísico como una esfera luminosa o una bruma, y como conciencia Aura desprovista de vehículo formal. Ciertos practicantes experimentados coinciden con él y amplían la gama de posibilidades que la conciencia tiene de exteriorizarse y experimentar éste y otros planos de existencia. Y algunos especialistas han comenzado a desarrollar a intentar testar modelos teóricos sobre la naturaleza y funcionalidad de una suerte de campo electrodinámico interpenetrado con el cuerpo, pero esa es otra larga historia.

Si un día la alianza científicotecnológica lograse demostrar la existencia del doble sin dejar lugar a dudas, eso significaría -seguramente una revolución sin precedentes. Entretanto, cada vez más mentes abiertas reconocerán que la creencia en el doble tiene un matiz especialmente interesante: es una de las escasas creencias que cualquiera puede intentar experimentar por sí mismo antes de juzgarla.

jueves, 25 de junio de 2009

Cómo iniciarse en el viaje psíquico

La totalidad de los viajeros extracorporales coinciden en que se trata de una experiencia que está al alcance de cualquiera que disponga del interés, el deseo y la perseverancia requeridos, si bien resultará mucho más sencilla para quienes ya han tenido alguna EEC espontánea y hay numerosas personas para quienes será necesario un lento y costoso aprendizaje. Todos consideran inapreciable el asesoramiento de alguien que esté familiarizado con el desdoblamiento, como ocurre a fin de cuentas con todo aprendizaje. Si las someras indicaciones que aquí le damos le resultan insuficientes, encontrará manuales más detallados

Entrenamiento Riguroso

Las personas iniciadas en experiencias extracorpóreas no creen que se trate de una experiencia peligrosa y no conocen a nadie que haya tenido un percance grave, si bien algunos plantean sus dudas en el caso de quienes padecen problemas cardíacos, debido a las emociones fuertes que acompañan a las primeras experiencias y al impacto que supone para algunos el regreso. «Mucho más peligroso resulta ir en coche y no por ello la gente deja de conducir», añade Jaume Bordás. Sin embargo, otros especialistas advierten que la manipulación de las EEC, como de cualquier estado alterado de conciencia, es una disciplina seria, que requiere un entrenamiento riguroso, y no un mero divertimento. Quien desee practicarla debe tener, como mínimo, un propósito definido para hacerlo y trabajar metódicamente.

Aunque muchos recomiendan experimentar al acostarse, otros -como Lorenzo García Carpintero- consideran que «el momento mejor para intentar la proyección es al despertarse, porque cuando te acuestas sueles quedarte dormido. Lo importante es elegir un sitio tranquilo, oscuro y caldeado, a una hora en la que no haya muchos ruidos y donde nadie pueda interrumpirle.

Trance autohipnótico

Tiéndase boca arriba , preferiblemente con la cabeza orientada al norte, sin ropas que le opriman y sin objetos metálicos. Relájese física y mentalmente, con los ojos cerrados y la boca semicerrada. Puede imaginar que siente el cuerpo cada vez más pesado. La práctica previa y sistemática de técnicas de relajación, visualización, autosugestión, respiración rítmica, concentración y meditación resulta muy conveniente. Concéntrese en una sola imagen mientras comienza a adormecerse, lo que contribuye a producir un trance autohipnótico que puede facilitar la EEC. Lo más importante es utilizar la voluntad y la imaginación combinadas adecuadamente para enfocar nuestra atención en ese mundo interior en el que todo puede suceder sin que con ello perdamos la conciencia. Miguel Blanco recomienda tras haberse predispuesto durante el día para la experiencia hacer respiraciones rítmicas, «ya que relajan el cuerpo y el filar la atención en ello aquieta la mente, sintiendo el cuerpo cada vez más pesado, hasta entrar en un estado cataléptico al que no hay que temer».

Para provocar el hormigueo o vibración que anuncia el desdoblamiento, Monroe recomienda enfocar los ojos en un punto situado a unos 30 cm. de la frente y trazar a partir del mismo una línea imaginaria paralela a su cuerpo, imaginando que las vibraciones descienden desde allí hacia su cabeza. Controle esa sensación de hormigueo, guiándola a través de su cuerpo, hasta los pies y viceversa, hasta obtener una vibración contínua, similar a la de un motor que funcionase suavemente. Ahora está listo para iniciar el despegue. Puede concentrarse en lo agradable que le resultaría flotar en el aire, libre de toda limitación. «Lo adecuado -según G. Carpintero- es no forzar la proyección, ya que no funciona matemáticamente, limitándose a prepararse para la misma, y luego dejarse llevar».

Otra táctica consiste en dormirse con la imagen de que se está elevando y programarse para despertar fuera del cuerpo en un momento dado del sueño. Puede resultar un buen apoyo irse a dormir muy sediento, incluso tras haber bebido agua salada durante la jornada, imaginándose que se dirige a la cocina para beber agua o algún refresco que le agrade y que habrá preparado. También puede programarse para visitar a alguien querido durante la noche. Le resultará de gran utilidad recordar lo que sueña hasta tener sueños lúcidos, en los que es consciente de que sueña y puede controlarlo, ya que muchos aseguran haber entrado en la EEC a través de los mismos. Una buena táctica es deslizarse al sueño en un escenario de movimiento suave, como volar, nadar o viajar en globo, sin dejar por ello de sentirse tumbado de espaldas.

Ni temor, ni angustia

Si lo ha conseguido, ¡enhorabuena!. Sobre todo no tema nada ni se angustie. Para moverse, la sensación de que vuela o que se desliza horizontalmente parece ser lo más adecuado, habiendo programado anteriormente dónde desea ir. Puede regresar a su cuerpo, tranquilamente, con sólo desearlo o concentrarse en la reunión armoniosa de las manifestaciones mental y física de su ser. Y no se olvide de contarnos detalladamente su experiencia.

miércoles, 24 de junio de 2009

El viaje astral

El caso mas conocido de viaje astral fue el protagonizado por el criminal Ed Morell, que a finales del siglo XIX fue condenado a cadena perpetua y recluido en la prisión de alta seguridad de San Quintín, en California. Por esconder armas en la prisión fue torturado por sus carceleros y condenado a vivir con dos camisas de fuerza, una sobre otra, extremadamente apretadas, que le provocaban dolores agudos y la sensación de estar enterado vivo. Mientras las heridas le perforaban la piel él se evadía creando un estado de disociación mental que le permitía viajar astralmente por la prisión.

Cuando un nuevo director llegó a la cárcel de San Quintín lo libró de este vejatorio estado que había soportado durante un lustro. Sorprendentemente, Ed Morrel no estaba deteriorado, ni parecía haber sufrido nada. El secreto estaba en en que había desarrollado un nivel de conciencia autógena que operaba independientemente de su cuerpo físico y ello le permitía escapar a los muros de la prisión. En 1909., Ed Morrell fue indultado y describió sus procedimientos y las extraordinarias experiencias astrales en el libro The Twenty-Fifth Man.

Viaje Astral es un término esotérico de procedencia oriental que define la experiencia desarrollada por el cuerpo astral de la persona, el cual consiste en la "envoltura estelar del alma". Esta creencia está fuertemente arraigada y ya se manifestaba en antiguos textos hindúes, egipcios, griegos, y hasta en la Biblia cristiana. Se considera que el cuerpo astral esta conformado por una sustancia energética ligera, translucida, luminosa y evanescente que es una replica exacta del cuerpo físico. Tiene por misión transportar el alma de la persona en el momento de la muerte física en un fantástico viaje astral hacia el universo.

En parapsicología, el viaje astral se entiende como un fenómeno clónico equivalente a la proyección psi o desdoblamiento, aunque existen ciertos investigadores del fenómeno que aseguran tener indicios demostrativos de que no se trata exactamente del mismo fenómeno sino de otro semejante, no idéntico.

La diferencia entre ambos radica en lo puramente filosófico, basado uno en la existencia de una entidad espiritual energética que se manifiesta durante el viajes astral independientemente del cuerpo físico. En otro, las ciencias psíquicas sostienen que la proyección psi obedece en realidad a un mecanismo etiológico puramente psíquico que se manifiesta de forma paranormal mediante la actividad perceptiva extrasensorial, cuya manifestación o existencia está evaluada científicamente aunque no siempre se produzca de forma consciente.

¿Que es el viaje astral?

Un viaje astral es la separación del cuerpo físico y el cuerpo astral, sin mediación del cuerpo emotivo ni ingerencia del cuerpo mental, aunque el cuerpo mental nos sirva de interprete.

Esta separación es muy parecida a la muerte, muchas de las personas que han permanecido muertas clínicamente durante algunos minutos lo han experimentado conscientemente. Pero no hace falta estar al borde de la muerte para experimentarlo. Algunas personas lo experimentan de forma espontánea cuando están perfectamente despiertas, sin proponérselo siquiera, mientras que otras se pasan la vida buscando en vano dicha experiencia y lo mas que consiguen, después de ayunar y de meditar durante años, es una potente proyección mental.

Por supuesto, existen personas que viajan astralmente siguiendo toda clase de técnicas o ingiriendo diversos tipos de drogas alucinógenas (ayahuasca o peyote).

Los "maestros" en dichas técnicas y drogas dicen mayoritariamente que los viajes astrales son peligrosos, pero la verdad es que solo son peligrosos para las personas con debilidades psíquicas o cardíacas, ya que producen taquicardias y son capaces de desequilibrar a una mente débil.

Síntomas del viaje astral

Lo primero que sucede en un viaje astral consciente, es la separación del cuerpo astral. Cuando esto sucede, el cuerpo físico queda inerte, con la mirada perdida o los ojos cerrados, con unas constantes vitales muy bajas, pero en absoluto dormido.
La concentración es necesaria, pero no indispensable. Y se puede tener conciencia, o no, de lo que sucede a nuestro alrededor físico mientras el cuerpo astral vuela por otros planos. La sensación vivida de la separación puede darse de formas diversas:

* Una de ellas es la sensación de mareo.
* Otra una sensación de movimiento ondular, como el vaivén de las olas del mar.
* Otra mas es la sensación de giro frenético, como si estuviéramos a bordo de una violenta atracción de parque de atracciones.
*Pero la mas común es la sensación de elevación. Y esta elevación también puede darse de distintas formas:
- Sensación de ponernos de pie.
- Sensación de ponernos de cabeza.
- O sensación de elevación total, como si fuéramos un globo lleno de gas que comienza a elevarse.

Las primeras impresiones del viaje astral son en relación con nuestro entorno y con nuestro propio cuerpo físico, al que podemos ver postrado, si estamos acostados, o sentado en flor de loto si practicamos una sesión yoguística. Precisamente la visión del propio cuerpo resulta bastante desconcertante para la mayoría de las personas que realizan un viaje astral sin tener una buena preparación.
Y cuando se habla de una buena preparación no se refiero a esa serie de tonterías religiosas que alegan los "entendidos", sino a la capacidad intelectual que cada persona debe tener para entender diferentes fenómenos a los que puede enfrentarse a lo largo de la vida.

Una vez que el cuerpo astral se ha elevado lo suficiente como para poder ver el cuerpo físico y las estancias que le rodean, sobre todo en las primeras experiencias, es posible que se dedique a viajar por ciertas áreas del mundo físico con cierta prudencia.

La viveza del viaje hace que veamos las cosas físicas tal y como las vemos habitualmente, es decir, claras y sólidas. Las puertas y las paredes, que el cuerpo astral puede atravesar sin el menor esfuerzo, nos atemorizan por su robusta apariencia.

Después de dar un par de vueltas por nuestro entorno, el cuerpo astral suele dispararse, sin ningún control por nuestra parte, hacia otros planos.

Los canales astrales

El cuerpo astral vuela las primeras veces hacia el cielo y es capaz de llevarnos a otros planetas, pero prefiere dirigirse a los canales astrales. Estos canales son como túneles oscuros, o de diferentes colores, que absorben el cuerpo astral y le elevan hasta diversos planos astrales.

La mayoría de los canales son rectos y permiten una rápida ascensión, pero también los hay retorcidos y laberínticos, que pueden llevarnos hacia arriba o hacia abajo a otras dimensiones.

Los canales ascendentes se relacionan por regla general con imágenes simbólicas y celestiales, unas luminosas y atrayentes, y otras apagadas y tristes. Uno de esos canales es muy amplio y en él podemos ver a mucha "gente" caminando y ascendiendo dificultosamente. La escena recuerda el purgatorio dibujado por Doré, pero nuestro cuerpo astral raras veces camina junto a los demás, es más, parece tener cierta reticencia a acercarse y pasa volando por encima de todos.

Uno de los canales preferidos del cuerpo astral, quizá por que se parece mucho a la imagen clásica que tenemos del cielo, es el canal azul. Este canal nos eleva y nos lleva a una zona luminosa y nubosa. La entrada del canal es algo oscura, pero en la cima emana una atrayente y tranquilizadora luz. Muchas persona que han tenido una experiencia de muerte clínica se lanzan hacia el inmediatamente.

Como decía, a la salida del túnel nos encontramos con una especie de cielo azul, luminoso y nubloso, muy agradable y confortable. En este cielo podemos pasar un tiempo, aunque el tiempo en dicho lugar no tiene sentido muy grato, tan grato que a menudo las personas quieren quedarse en el para siempre. Es decir, que la estancia en ese lugar nos hace desear la desconexión con el mundo físico.

Al principio nos encontramos solos, pero pasado un tiempo podemos empezar a tener compañía y disfrutar de situaciones celestiales, con ángeles, coros, etc. Poco después, sentimos la necesidad de avanzar en dicho plano y nos dirigimos astral e irremediablemente hacia la fuente de luz, una fuente que no parece tener origen pero que nos atrae hacia una especie de puerta que deseamos cruzar con toda el alma, a pesar de que a veces nos asalten ciertos temores al hacerlo.

Pero antes de poder avanzar hacia ella, no encontramos con un personaje al que algunos llaman guardián azul. Ese guardián parece un ser luminoso y azul, formado con esa misma luz y nubosidad del plano.
A primera vista parece de nuestro tamaño, pero a medida que nos vallamos acercando a la puerta se convierte en un gigante para nosotros que nos impide el paso.

Su presencia es tan acogedora como sobrecogedora y nos hace sentir la necesidad de seguir adelante y traspasar el portal. Pero si no ha llegado nuestra hora, es decir, si no estamos del todo muertos, e insistimos en cruzar, nos dice algo así como: "Aun no ha terminado tu misión en la tierra", y nos manda de regreso inmediatamente a nuestro cuerpo físico. A veces no hace falta que queramos cruzar el portal para que nos mande de vuelta a casa, es mas, muchos cuerpos astrales ni lo ven siquiera cuando les habla y les devuelve al cuerpo.

Otras personas se han asustado cuando, en lugar de devolverles al cuerpo, le dice que pueden quedarse todo el tiempo que quieran allá arriba. De cualquier manera, solo deja pasar el portal a los verdaderamente muertos, aunque algunos magos y santones aseguran haber cruzado el portal gracias a su elevada calidad espiritual.

La confusión

Cuando una persona alcanza cierta practica en la ejecución de los viajes astrales, suelen suceder dos cosas:

* Que deja los preámbulos de sensaciones y visiones ambientales para pasar inmediatamente a los canales.
* Que tarde o temprano termina convirtiendo su experiencia mística en una simple proyección mental

Usted se preguntará como puede distinguir una experiencia astral de una proyección mental.

Pues la forma es muy sencilla:
La experiencia astral se convierte en proyección mental cuando la persona domina y filtra, desde su mente y desde su aposento, todo lo que ve, percibe y siente en el supuesto viaje astral. El viaje astral es libre, mientras que la proyección mental es inducida, y en el viaje astral, el cuerpo astral conduce al cuerpo mental, pero no le deja tomar la iniciativa en ningún momento.

En la proyección mental, el cuerpo mental dirige, o cree dirigir, al cuerpo astral hacia símbolos y sitios comunes a todos los humanos: tabúes, miedos, prejuicios, ideas preconcebidas, ensaladas de ángeles y religiones, etc. El cuerpo astral es libre y sólo regresa cuando le apetece, o cuando le obligan a regresar otros seres. El cuerpo mental permanece siempre unido al cuerpo físico, y el cuerpo astral no necesita el cuerpo físico, es mas, a menudo lo detesta. Pero el cuerpo mental no sabe verse sin cuerpo físico y se aferra a la vida, cuando quiere vivir, o al caos y a la muerte, cuando sus deseos íntimos son enfermizos, caóticos o autodestructivos.

El viaje astral puede ser espontáneo, pero la proyección mental requiere, más que la concentración, el deseo de hacerlo. Nadie realiza una proyección mental sin proponérselo. El viaje astral es una forma de muerte y la proyección mental es una forma de vida.
Por todo ello, cuando la persona siente que domina sus viajes astrales, lo que en realidad está haciendo es dominar sus proyecciones mentales.

Todo intento de racionalizar una experiencia mística nos lleva inevitablemente a filtrarla por nuestra educación y medio ambiente, es decir, no lleva a convertirla en algo físico y jerárquico, con lo que quitamos su aspecto más espiritual.
Nuestros conceptos de espacio y tiempo no tiene nada que ver con el plano astral. Ahí no hay espacio ni tiempo, aunque contenga todo el espacio y el tiempo del universo. Ahí no existen símbolos, aunque éste contenga una gran carga simbólica para nosotros.

El viaje astral es solo un sendero que comunica el más allá con la vida física, pero no tiene nada que enseñarnos para la vida física. Con el viaje astral no podemos adivinar el futuro ni descubrir una fórmula ni obtener información sobre nuestro parientes muertos.

Una proyección mental sí puede sacar provecho físico, psíquico, médico, anímico y material para la persona, por que nace y revierte en un acto físico. La proyección mental pende de nosotros, nuestra mente no es libre y se sujeta a nuestras concepciones y capacidad de aprendizaje.
El cuerpo astral puede mantener cierta cohesión con nosotros, por lo menos hasta el momento de la muerte, pero su existencia no depende de nuestra inteligencia ni de nuestra memoria.

La inmensa mayoría de los los magos, filósofos y religiosos han fracasado al querer racionalizar y sacar provecho de los astral, por que jerarquizar y concebir lo inconcebible y lo ingerarquizable es un acto mental, un ejercicio humano, no una meta ni un proyecto astral.
El se humano, a través de sus instituciones, religiones e ideas, puede tener un plan, pero el plano astral no tiene ningún Gran Plan para el hombre.
El gran plan pertenece, sin duda alguna, al mundo intelectual, que sigue siendo una proyección mental por místico que se presente.
La proyección mental puede ser poderosa, pero el plano astral no necesita de poderes. Todos llegaremos a él algún día, a pesar de las barreras y trampas que nos auto impongamos mentalmente.

En base a todo esto creo que ha quedado bien claro que una cosa es el viaje astral, libre y sin compromisos religiosos, afectivos, psíquicos, personales o materiales, y otra cosa muy distinta una proyección mental, que si tiene relación con todo lo que afecta al hombre.

Los peligros

Los que se interesan medianamente las ciencias ocultas, escuchan a menudo que una persona se ha quedado "colgada" al realizar una experiencia de viaje astral. Si se diese el caso de la desconexión del cuerpo físico con el astral, eso seria la muerte (es cuando se rompe el cordón de plata) y por lo tanto no podrían contarlo. Así que ni caso, nadie que se sepa se murió después de una experiencia de viaje astral y si eso ocurrió alguna vez no creo que pudiera contárnoslo.

El viaje astral tampoco altera las neuronas ni el equilibrio psíquico más de lo que ya estén alterados antes de la experiencia, por que el viaje astral no es una droga.

Es mas, cuando se realiza correctamente un viaje astral por medio de alucinógenos como el peyote, la ayahuasca, el ácido lisérgico o drogas similares, la persona no sufre daño físico alguno.

A no ser el daño que puedan provocar esas drogas como es la dependencia e intoxicación. Por supuesto, si ingiere las drogas, lo que suele suceder a menudo, lejos de hacer un viaje astral sólo logrará alucinar tonterías, destruirse una cuantas neuronas y volverse drogadicto. En este caso si es posible quedarse "colgado".

Por otra parte, como ya había señalado, los viajes astrales producen taquicardias cuando el cuerpo astral hace su reentrada en el cuerpo físico. Una persona sana no padecerá en absoluto, pero una persona con problemas cardíacos puede tener problemas.

Finalmente, una disposición religiosamente esquizofrénica, o cualquier otra patología mental, pueden verse agravadas físicamente después de una experiencia de este tipo, lo que puede arruinar un organismo aunque el cuerpo astral siga estando perfectamente.

Pues bien cuando se practica de forma sencilla, consciente, correcta y directa, no tiene el menor peligro y no hace daño alguno, al contrario, puede ayudarnos a corregir cierto tipo de problemas y enfermedades.

El cordón de plata

Otro de los tópicos, cuando se habla de viajes astrales, es el famoso cordón de plata. Este cordón de plata, mas que un elemento místico, es como un cinturón de seguridad. Su función es mantener unido el cuerpo astral con el cuerpo físico y a la vez mantener el equilibrio del ritmo cardíaco mientras se realiza la experiencia.

Este cordón lo generamos nosotros mentalmente y sin querer para protegernos del miedo a separarnos totalmente del cuerpo físico. Aunque no es imprescindible para el viaje, siempre volvemos a nuestro cuerpo.

Su uso no es imprescindible, pero si recomendable. Existen infinidad de personas que jamás lo han utilizado y no les ha pasado nada, ya que hay otros medios para volver.

Para volver al cuerpo no hace falta mas que unir los dedos pulgar e índice y medio, separando el anular y el meñique lo mas posible.
Este sencillo gesto nos mantiene conscientes y es capaz de sujetar al cuerpo astral unido al cuerpo físico, de la misma forma que lo hace el cordón de plata. Sin embargo, la unión de los tres dedos no evita las taquicardias.

martes, 23 de junio de 2009

Como hacer un viaje astral

Algunas personas hablan del "viaje" o "desdoblamiento astral" como de una situación en la que "algo" (nosotros, como entidad psíquica) se desprende o separa de otro "algo" (el cuerpo de carne y hueso, es decir el cuerpo físico). En realidad esto ocurre siempre que nos sumergimos en el sueño fisiológico, o sea, cuando el cuerpo se duerme. Quiere decirse que los sueños son "viajes astrales" o como se prefiera llamarlos. Aunque si hablamos de "sueño lúcido" queremos decir que estando en el "mundo onírico" nos damos cuenta del hecho de estar allí, mantenemos la lucidez, somos conscientes de ello (en mayor o menor grado) y, por tanto, podemos movernos a voluntad (a derecha, izquierda, arriba, abajo..., incluso dirigirnos a lugares concretos (al menos a la parte onírica de ese lugar o a su dimensión paralela).

Conviene saber que algunas veces se describe el fenómeno de ver el cuerpo físico acostado en la cama. Esto es muy fácil de experimentar si sabemos como efectuar la salida de nuestro cuerpo de manera consciente y voluntaria (algo que se produce de todas maneras cuando nos quedamos dormidos, aunque seguramente sin conciencia o lucidez de ello).

* Práctica de desdoblamiento astral consciente Nº 1

Tan sólo se trata de ser consciente del mismo proceso de dormirse. O sea, observar atentamente (pero muy relajadamente, claro) como el cuerpo se va durmiendo. Hay un instante realmente mágico en que uno puede separarse de su cuerpo a voluntad. Es el momento en que uno ni está despierto ni dormido totalmente (una frontera muy sutil). En ese momento precios uno «debe levantarse». Así como suena: levantarse. Debe uno sentirse como algo sutil y vaporoso incorporándose. Pero haciéndolo realmente... pues no se trata de imaginar nada. Si uno se levanta en el momento preciso entonces se produce voluntariamente lo que de todas formas iba a producirse espontáneamente (la separación del cuerpo físico y de la psiquis). Una vez que nos hemos levantado sí podemos mirar hacia la cama (y os advierto que la primera vez la impresión es realmente fuerte)... veremos a alguien durmiendo en nuestra cama y ¡oh sorpresa!... si somos nosotros (más bien nuestro cuerpo).

Desde luego, verse directamente el cuerpo desde esa perspectiva es totalmente distinto a verse en un espejo. Es una experiencia inolvidable. De hecho, lo habitual es que debido a la impresión despertemos inmediatamente. Luego podremos experimentar una segunda realidad onírica: si cuando nos separamos voluntariamente de nuestro cuerpo físico queremos flotar en el aire... veremos que podemos hacerlo. Basta con dar un saltito con esa intención y estaremos flotando maravillosamente en el aire.

¿Puede ser peligroso?

A mucha gente le encanta escribir y hablar sobre lo que no sabe. He escuchado a bastantes personas llenas de teorías, miedos y supercherías acerca de este tema. En el fondo me dan lástima porque hablan de lo que no saben y les gusta llenar las cabezas ajenas de sus propios traumas, dogmas, creencias y miedos. Pero el mundo es muy ancho y caben todas las creencias que quieras asumir.

Todos nos salimos de nuestro cuerpo cuando éste duerme plácidamente y viajamos por el infinito mundo onírico, esa dimensión paralela maravillosa de la que somos ciudadanos tanto como del mundo físico. Finalmente, cuando el cuerpo ha dormido bastante o se despierta.... volvemos a estar metidos de alguna forma dentro de él. Sólo una vez en toda la vida no regresaremos.... pero eso, como digo, sucederá inevitablemente una vez.

He oído cosas tan curiosas como que alguien extraño puede meterse en nuestro cuerpo mientras estamos fuera. Jamás he visto tal cosa. Nuestra psiquis (nosotros) estamos perfectamente unidos a nuestro cuerpo por un lazo que sólo se ha de cortar cuando nos toque morirnos, ese laza es el llamado «cordón de plata». Esas cosas sólo ocurren a aquellos infortunados que hacen todo lo posible para que su cuerpo sirva de vehículo a entidades ajenas y que se afanan en esa nada recomendable práctica del mediumnismo. Pero eso es otra historia...

Siempre regresamos a nuestro cuerpo cuando este se despierta. De hecho, volver a introducirse en el cuerpo produce una sensación extraña, como entrar en algo tosco y pesado. ¡Es tan grato experimentar la libertad de vivir lúcidamente en el Mundo Astral.

De todas formas no es preciso realizar la práctica anterior para viajar lúcidamente por el Mundo Astral. Si queremos visitar un lugar determinado podemos utilizar esta otra técnica, que es como un juego:

* Práctica de desdoblamiento astral consciente Nº 2

Mientras estén durmiendo imaginen vivamente que están en el lugar que quieren visitar. Siéntanse realmente allí concentrando relajadamente su atención en todas las sensaciones posibles. Por ejemplo: si quisieran ir a las Pirámides de Egipto siéntanse allí. Sientan la arena, el viento, el calor, el sonido. Muévanse con su imaginación como quieran: súbanse por alguna de ellas, toquen las piedras, exploren todos los rincones. Cuando su cuerpo se halla dormido: estarán allí donde pensaron.

* Práctica de desdoblamiento astral consciente Nº 3

Esta es para las personas que realmente entienden la importancia de su relación con el Mundo Onírico. Justo en el momento de despertarse hay que mantener los ojos cerrados y no moverse. A continuación imaginar vivamente (y relajadamente, no lo olviden) que están en el lugar que quieren visitar, tal como se describe en la práctica 2. Muévanse por ese lugar y no se preocupen de más. Cuando su cuerpo se duerma otra vez estarán allí. Está claro que esto no es para los que tienen prisa por ir al trabajo o a la escuela. Observaran que la clave reside en el sueño y en la lucidez o conciencia.

Una ayuda más para adquirir lucidez

Simplemente observa su habitación detenidamente mientras se esta acostando. Pero no la observes como todos los días sino con si fuese algo nuevo, diferente, maravilloso. Al tiempo que lo hagas repite muchas veces algo así:

"Ahora me voy a dormir. Si me encuentro en otro lugar o con otras personas es que estoy en el Mundo Astral. Me daré cuenta, me daré cuenta, me daré cuenta"

Repetidlo muchas veces y muchos días. Pero siempre como si lo hicieseis por primera vez. Os ayudará a ser conscientes en el sueño. Una vez que toméis conciencia de que vuestro cuerpo está dormido y vosotros en otro lugar... moveos a donde queráis. Vivid lo que llamaremos la 4ª experiencia: en el mundo onírico podemos trasladarnos a donde queramos instantáneamente y explorar todos los rincones de ese maravilloso mundo.

En realidad todo es más fácil de lo que podáis pensar. Pero sólo vale la experiencia propia. Aunque ya se sabe que tenemos una extraña tendencia a complicarlo todo.