martes, 22 de septiembre de 2009

Madrigueras acuáticas: Muchos lagos del mundo tienen su propio monstruo

Los pueblos amerindios aborígenes consideraban los lagos de montaña como el hogar de numerosas divinidades y de unos cuantos monstruos. Pero hoy los investigadores buscan allí animales de carne y hueso.

En Canadá y Alaska, tierras salpicadas de innumerables lagos, no faltan informes relativos a monstruos. Detrás de estos informes modernos hay una larga tradición legendaria en el folklore esquimal y amerindio.

A fines de los años 40, el escritor canadiense Farley Mowat (que en esa época trabajaba como naturalista del gobierno) oyó hablar de un monstruo llamado Angeoa, que había sido visto en Tulemaliguak (lago Dubawnt). Su informante era un amigo esquimal cuyo padre, con un compañero, había visto a la criatura a fines del siglo pasado. Una vez se encontraron los huesos de un animal muy grande en la costa del lago; de ahí su nombre en esquimal, que significa "lago de los huesos amontonados". En cuanto al monstruo:

La gente no tenía palabras para hablar de él, pero mi padre, que lo vio, dijo que era largo como veinte kayacs y ancho como cinco. Tenía una aleta que se elevaba des de la cola, y esa aleta era grande como una tienda. Ni mi padre ni Hekwaw (su compañero) vieron su cabeza, y no creían que la tuviera.

Aterrorizados, los dos esquimales huyeron, pero su kayac volcó. El padre del informante sobrevivió, pero su compañero se ahogó.

La criatura estaba relacionada, sin duda, con la que se conoce en la zona de los Grandes Lagos como Manitú Niba Nabais, el dios de las aguas y lagos. Pero estas leyendas tienen relevancia científica sólo como fondo de los informes modernos.

Tomemos el caso del lago Iliamna, en Alaska. Este lago tiene 1 600 km2 de superficie, y es el séptimo del mundo por su tamaño. Tiene 145 km de longitud, mientras el lago Ness sólo tiene 35. En las viviendas dispersas en sus orillas se cuentan leyendas acerca de la criatura que roba niños y caribúes, y muerde a las canoas.

En 1971 se dijo que el monstruo había roto el hielo invernal en Kokhanok, una aldea de la costa sudeste. Unos niños lo dibujaron antes de que desapareciera: uno lo dibujó con "un ojo debajo de la boca"; otro, como una suerte de ballena o esturión gigante que arrastraba una especie de largos apéndices. Algunos de los guardabosques de la zona están convencidos de que la criatura no es más que un enorme esturión. Un trabajador de la Inspección Geológica de los Estados Unidos vio a dos de estas criaturas juntas. A mediados de los años 60 unos astronautas de la NASA que volaban en avión sobre el lago vieron grandes sombras que se desplazaban por el agua. Trazando una curva descendieron, y las sombras desaparecieron. Un anciano indio contó al escritor Reuben Gaines que había visto a una persona marchitarse y morir después de ver al monstruo del lago. Algunos indios se negaban a navegar en canoas de fondo rojo, porque ese color molestaba al monstruo.

¿Un esturión gigante o algún tipo de ballena? Esas eran las preguntas que se planteó un famoso magnate tejano del petróleo, Tom Slick, cuando investigó, con la ayuda del comandante Stanley Lee, los informes en que los dos aviadores navales narraban haber visto a la criatura. Pero no hallaron ningún animal grande. En 1966 un fotógrafo de Nueva York, Leonard Rue, intentó nuevamente averiguar si había algo de cierto en las leyendas, y tampoco tuvo éxito. La gente de la zona se siente postergada porque se organizan muchísimas expediciones al lago Ness y muy pocas a los lagos de Alaska.

Pero el lago Iliamna se encuentra en un lugar desolado. Otros lagos, más favorecidos por el clima, si han sido investigados. En el lago Simcoe (Ontario), cerca de Toronto, una criatura llamada Igopogo ha sido buscada por varias expediciones. Durante el siglo pasado se multiplicaron los informes, y fueron rubricados en 1952 por el relato de un trampero indio. En 1963 fue vista una criatura "color carbón, de 9 a 21 m de longitud y con aletas dorsales". Fue descrito como un animal con cara de perro, cuyo cuello tenía el diámetro de la chimenea de una estufa.

Su supuesto cubil estaba en la bahía de Kempenfelt y, por esa razón, lo llamaban "Kempenfelt Kelly". La bahía recibió 4,5 millones de litros de aguas residuales en julio de 1980, pero unos días más tarde la criatura fue vista en la bahía de Cook por John Bergeron y su río Gaston. Su cabeza tenía dos veces y media el volumen de una cabeza humana, lucía una joroba de camello y una cola de más de 2 m de largo. "Allí estaba, con unos ojos gran des como los de una vaca, saltando en el agua durante varios minutos". Por suerte, la contaminación no le había afectado.

También existen informes antiguos acerca de un monstruo en el lago Ontario. Otros más recientes parecen confirmarlo. Y había otro en el cercano lago Deschenes en 1880; parte de su piel peluda se enganchó en una hélice. Un "cocodrilo" apareció en New Hamburg (Ontario) en 1953. Un policía montado que estaba allí le disparó. Se dice que en algunos de los lagos remotos, más al norte, viven otros monstruos.

Más hacia el oeste, dejando atrás los Gran des Lagos, se hallan los numerosos lagos de Manitoba. Al norte de Winnipeg hay una serie de lagos conectados entre sí, los lagos Winnipeg, Manitoba, Winnipegosis y Dauphin. El lago Winnipeg, por si solo, cubre una superficie de 300 km2.

El primer informe llegó del lago Manitoba en 1908. Un año después, un trampero vio a una enorme criatura nadando a unos 3 km por hora. La parte superior de su cuerpo era oscura y brillante, y sobresalía del agua más de un metro.

Siguieron otros informes a lo largo de los años. En 1957 dos hombres, Louis Belcher y Eddie Nipanik, vieron a un monstruo que parecía una serpiente en el lago Manitoba. Su relato, así como otros del mismo año -un testigo dijo que había oído "un bramido como el silbido de un tren de mercancías- causaron gran preocupación en la zona. El gobierno provincial envió a un grupo a buscar al monstruo, al que se llamó "Manipogo". El ministro de Industria y Comercio dijo que la seguridad y la prosperidad del lago Manitoba podían depender de esa expedición. Pero no se encontró ningún animal suficientemente grande como para significar una amenaza de cara a los pescadores o a los turistas.

Pero seguían llegando informes. En verano de 1960 se organizó una investigación científica a gran escala. El 12 de agosto de 1962, dos pescadores, Richard Vincent y John Konefell, fotografiaron algo que, según ellos, era Manipogo. Un zoólogo de Winnipeg, el doctor James A. Macleod, dijo de esta imagen: "Si eso no es el monstruo, me gustaría saber qué diablos es".

Estos informes, aunque numerosos, son muchísimos menos que los provenientes del lago Okanagan, referidos a su monstruo, el gran Ogopogo. Ogopogo, que ya ha sido tema de dos libros, ha sido denominado "el Nessie de Norteamérica". Pero seria más correcto llamar a Nessie "el Ogopogo de Escocia", porque los informes acerca del monstruo canadiense se remontan a 1850, mucho antes de que Nessie adquiriera la celebridad mundial de que goza actualmente.

Okanagan es un lago de montaña alargado y profundo, que corre de norte a sur en el agradable territorio fruticola del sur de la Columbia Británica. Según los detalles que proporcionan los innumerables informes, se trata de una criatura grande y oscura, con un largo cuello y una joroba en la espalda.

En julio de 1890, el capitán Thomas Shorts,a bordo del vapor Jubilee, vio a un animal de unos 5 m de largo cerca de Sqally Point; tenía cabeza de carnero, y el sol brillaba entre sus aletas. Este fue uno de los primeros informes; hubo media docena más antes de 1925, año en que el rumor acerca del monstruo fue recogido por un periódico de Vancouver. Ahí comenzó su historia moderna. La convicción, corriente en aquella época, de que se trataba de un esturión gigante, fue contradicha por muchos in formes que hablaban de un animal de cuello largo.

Un caso clásico fue la observación que hicieron, en julio de 1959, Dick Miller (director del Vernon Advertiser) y su esposa. Tres días más tarde, Miller publicó su relato:

Cuando regresaba de una excursión por el lago Okanagan, viajando a una velocidad de unos 16 km/h, noté, a unos 75 m de distancia, en la estela que dejaba nuestra barca, lo que parecía ser una serpiente. Cuando cogí los prismáticos comprobé que estaba en lo cierto. Era Ogopogo, y se desplazaba mucho más rápidamente que nosotros -diría que a unos 24 o 27 km/h-. Su cabeza estaba a unos 25 cm por encima del agua. La cabeza era, sin duda, la de una serpiente, de hocico corto... (Su barca dio la vuelta para acercarse a la criatura.) Nuestra emoción fue breve. Lo observamos durante unos tres minutos, ya que a Ogieno pareció gustarle la barca que se le acercaba, y con mucha gracia redujo las cinco jorobas, que eran claramente visibles, hundió la cabeza y se sumergió gradualmente. En ningún momento le vimos la cola. Nos pareció que su color era verdoso y oscuro... Esta serpiente de mar se desliza ágilmente con movimientos suaves (sin las ondulaciones que hacen las serpientes hacia los lados). Esto nos llevaría a creer que entre las jorobas tiene, posiblemente, algún tipo de aletas que trabajan, juntas o individualmente, para controlar su dirección.

Ogopogo fue el tema de una filmación muy discutida, rodada por Art Folden en agosto de 1968. Él y su mujer volvían a su casa en Chase, costeando las orillas del lago. En un lugar de la carretera 97, justo al sur de la ciudad de Peachland y a unos 100 m del lago, vieron algo gran de que se movía en el agua.

Por casualidad, Art Folden disponía de una filmadora de 8 mm, cargada con película en color y provista de un teleobjetivo. Quedaba un trozo de película que había sobrado del rodaje de la excursión familiar. Enfocando la bahía, rodó un minuto de película en varias tomas, fotografiando el objeto sólo cuando era visible en la superficie.

¿Se había logrado "enlatar" finalmente al monstruo más famoso de Canadá? Folden, que no quería publicidad, no habló de la película, y se limitó a mostrarla en su casa a amigos y parientes. Un año después, en 1969, un cuñado suyo le convenció de que era más conveniente darla a conocer. Cuando eso sucedió, en 1970, la película causó sensación. Luego vinieron una serie de informes bien documentados de observaciones, pero la filmación fue discutida.

Los pinos que se ven en primer plano sugieren que el objeto tenía unos 18 m de largo... el tamaño de una barcaza. El ancho era más o menos de 1 metro. Claramente, se desplazaba velozmente y dejaba estela. Algunos espectadores creyeron distinguir una cabeza y una cola, pero la gente de la zona no quedó convencida. Sin embargo, Arlene Gaal, una escritora local, autora de un libro que trata de la historia del monstruo de Okanagan, investigó el lugar en que había sido rodada la película y se con venció de que realmente existía alguna "forma de vida poco corriente" en las profundas aguas del lago.

En 1967, una fotografía que mostraba ostensiblemente a Ogopogo fue descubierta en los archivos de la Cámara de Comercio de Kelowna. El hombre que la tomó no quiso publicidad para su persona, ni siquiera cuando el periódico local la publicó. Afirmaba haber visto a la criatura de las jorobas en una pequeña bahía cerca del puente de Kelowna, pero ya había desaparecido cuando tomó la fotografía. La foto muestra, probablemente, los dibujos que produce el viento en la superficie del agua y que parecen jorobas.

Cada año llegan más informes. El 3 de agosto de 1976 Ed Fletcher, de Vancouver, tomó cinco fotos. Durante varias horas él y su grupo persiguieron a Ogopogo ese día, mientras él tomaba una serie de fotos en color. Estas muestran, efectivamente, un objeto alargado provisto de jorobas y que se desplaza por el agua. ¿Sería el monstruo? ¿O sólo un efecto de las ondas fijas? (Es decir, de las ondas estacionarias o lentas que se crean cuando las ondas ordinarias se desplazan en direcciones diferentes y se superponen.) Los testigos no tenían dudas al respecto: hablaron de haber visto una cabeza y "dos cosas que se levantaban desde la cabeza, como las orejas de un perro. Dobermann".

Si algún lugar posee las condiciones ideales para investigar informes acerca de monstruos lacustres, este es el lago Okanagan. Pero, como veremos en otros artículos, sólo unos pocos intrépidos han aceptado el desafío que representa.

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