Todo el mundo ha oído hablar de objetos voladores no identificados; pero, ¿qué sucede con los objetos submarinos no identificados? Son cada vez más numerosos los relatos acerca de los OSNIS.
La tarde del 30 de julio de 1967 el oficial Jorge Montoya, a bordo del buque Naviero, se encontraba de servicio, cuando el barco argentino estaba justo navegando por el Atlántico Sur, a 190 kilómetros de la costa brasileña. Los oficiales fuera de servicio y la tripulación estaban cenando abajo, y la normalidad era total. Al echar una mirada al mar por el lado de estribor Montoya sufrió un sobresalto al ver a una extraña nave con forma de puro deslizarse silenciosamente por el agua a unos 15 m de distancia. Se quedó pasmado durante unos instantes y después alertó al capitán por el intercomunicador. Cuando el capitán Julián Ardanza llegó a la cubierta, la misteriosa nave seguía moviéndose paralelamente al barco. Los dos hombres la estuvieron estudiando por espacio de 15 minutos, durante los cuales el objeto se mantuvo en la misma posición. La misteriosa embarcación brillaba con luz blanco-azulada brillante y no dejaba ninguna estela. Estimaron que su longitud oscilaba entre los 32 y los 34 m.
Después, sin previo aviso, la embarcación no identificada giró en dirección al buque mercante y, produciendo un resplandor brillante al acelerar, se sumergió por debajo del buque para desaparecer rápidamente en las profundidades del océano. Los oficiales y la tripulación del Naviero acababan de ver uno de los enigmáticos objetos submarinos no identificados (OSNIS). En una entrevista que la prensa le hizo posteriormente, el capitán dijo que desde luego no se trataba de un submarino convencional ni de una ballena, y que en veinte años de servicio no había visto nunca cosa igual.
El número de visiones de OVNIS registradas desde finales de los años 40 se acerca a las decenas de miles, y los relatos que se han ido recopilando sugieren que por las aguas de nuestro planeta circulan tantos OSNIS como OVNIS hay en los cielos. Más de un 70 % de la superficie de la Tierra está cubierta de agua. La profundidad media de los mares y océanos es de tres kilómetros, y el hombre apenas ha comenzado a explorar las vastas zonas que se encuentran debajo de la superficie. Estas zonas podrían ser lugares ideales para que seres tecnológicamente más avanzados realizaran sus actividades sin que los hombres pudieran advertirlo.
Del mismo modo que la diligencia de algunos investigadores ha llevado a descubrir relatos de OVNIS anteriores a la visión de 1947 -que muchos creyeron la primera-, también se han encontrado relatos acerca de OSNIS que datan del siglo pasado. La noche del 24 de febrero de 1885, en el Pacífico Norte, la tripulación del buque Innerwich vio cómo un enorme objeto que emitía una brillante luz roja desaparecía en el mar, levantando grandes cantidades de agua al sumergirse bajo las olas. El 12 de noviembre de 1887, cerca de Cape Race (Terranova), el capitán Moore, del buque británico Siberian, contempló durante cinco minutos cómo "una gran bola de fuego" se alzaba desde el océano hasta una altura de 15 m. Antes de partir se movió hacia su barco y en dirección contraria a la del viento. Este y otros muchos relatos sugieren que los OSNIS pueden a veces convertirse en OVNIS, y viceversa.
Uno de los casos más dramáticos registrados en los anales de los OVNIS es el que ocurrió la noche del 26 de julio de 1980. El remolcador Caioba-Seahorse efectuaba una travesía regular cuando, a 95 km de la costa brasileña, cerca de Natal, el contramaestre vio de repente un objeto gris de diez metros de diámetro que flotaba sobre la superficie. Al mismo tiempo podía verse sobre el mar una luz brillante que avanzaba rápidamente en dirección hacia ellos. El contramaestre viró rápidamente para evitar el choque con el objeto flotante, que encendió entonces luces de varios colores (amarillo, rojo, verde y azul). en aquel momento la luz brillante ya les había alcanzado, y podía distinguirse un cuerpo resplandeciente de forma ovalada que se mantenía suspendido silenciosamente a unos 60 m por encima del OSNI flotante. Los motores del remolcador se habían parado, y la tripulación contempló, con miedo y fascinación, cómo el OVNI se posaba lentamente sobre el OSNI. Tuvo lugar una conexión, las luces del OSNI se apagaron, y los dos cuerpos se elevaron juntos. Después de permanecer unos minutos flotando en el aire en aquella área, el OVNI, junto con su carga, se alejó rápidamente en dirección al mar. Naturalmente, este acontecimiento impulsó a las autoridades navales a llevar a cabo una investigación de alto nivel, y desencadenó entre los ufólogos civiles brasileños innumerables especulaciones. ¿Fue la tripulación del remolcador testigo de una operación de rescate de un OVNI por parte de otro? ¿O se trataba más bien de una operación rutinaria de recogida, realizada en un lugar convenido? No se pudo llegar a ninguna conclusión; y lo que las autoridades navales eventualmente pudieron descubrir, lo guardaron en secreto.
Un resplandor verde
También han sido vistos OSNIS frente a la costa de Norteamérica. Uno de los testigos fue Wesley Gruman, de diecinueve años, que la noche del 27 de marzo de 1979 se dirigía hacia Oak Bluff (Massachusetts). Al observar un resplandor verde por encima de unas dunas de arena, en cuanto pudo miró en dirección al mar. A unos 60 m de la orilla flotaba sobre el agua un cilindro luminoso de unos nueve metros de longitud. Cuando el OSNI, silenciosamente, se elevó, Gruman paró el coche y bajó para observar cómo ascendía. Quiso ir a buscar una linterna bastante potente que llevaba en el coche, pero se encontró con que sólo podía mover la cabeza. Esta parálisis duró hasta que el OSNI se hubo alejado lo suficiente como para quedar fuera del alcance de la vista. Gruman cuenta también que se produjeron otros dos extraños fenómenos: por una parte, la radio de frecuencia modulada de su coche emitió un zumbido de baja frecuencia mientras duró la visión; el otro fenómeno fue el extraño comportamiento de su reloj de pulsera. El calendario del reloj, que funcionaba con cuerda normal, iba tres días adelantado, pero al día siguiente de la experiencia señalaba la fecha correcta, y lo sigue haciendo desde entonces.
En Newport (Rhode Island). John Gallagher observó a la luz del día un objeto no identificado que era levantado o impulsado desde el mar. En abril de 1961 se hallaba trabajando en una casa junto al mar y vio una esfera roja balanceándose sobre las olas. Intrigado, subió al segundo piso para tener mejor visibilidad, y pudo distinguir entonces que la esfera se encontraba a unos 180 m de la orilla y era arrastrada mar adentro. De repente se elevó hasta un altura de unos 18 m, se detuvo, y acto seguido, acelerando hasta alcanzar unos 160 km/h, voló en dirección a alta mar. Gallagher estaba seguro de no haber visto un globo de aire, ya que sus movimientos y velocidad no eran los de un objeto movido por el viento, sino los de un objeto bajo control inteligente.
Los objetos submarinos no identificados también extienden sus actividades a las aguas interiores. Hay relatos acerca de OSNIS en lagos, ríos, puertos, ensenadas y fiordos. En noviembre de 1980, en el río brasileño Araguari, más de setenta personas que esperaban un transbordador vieron cómo un sólido objeto de cinco metros de diámetro surgía de debajo del agua. Por espacio de unos cuatro minutos estuvo flotando en el aire a una altura de unos 200 metros, y después, lentamente, se movió en dirección al mar. Por unos momentos voló a menos de 30 m de la orilla.
El hombre que vio un "típico platillo volante" elevarse del río Thompson. cerca de Kamloops (Columbia Británica, Canadá), desea permanecer en el anonimato, pero se trata de una persona de confianza, según afirma el doctor J. Allen Hynek, ufólogo mundialmente conocido. En la soleada tarde del 16 de mayo de 1981, el testigo estaba pescando tranquilamente cuando, con un ruido "como el de agua vertida sobre una sartén caliente", la extraña nave emergió del agua helada a unos 90 m de la orilla. Entonces, acelerando, subió bruscamente por encima de su cabeza y se alejó en un abrir y cerrar de ojos. Al alejarse produjo un sonido como de chapoteo cuando unas bolitas de algo procedente del objeto cayeron en forma de lluvia alrededor del pescador. Este recogió parte de este material, que fue analizado por el Centro de Estudios de OVNIS de Illinois (Estados Unidos). A finales de 1981 aún no se habían hecho públicos los resultados.
El conductor y los pasajeros de un autobús de Londres tuvieron un asiento de primera fila para presenciar cómo un OSNI plateado y en forma de puro se sumergía en el río Lea, después de haber cortado unos cables telefónicos y de haber dejado una marca en el margen de cemento del río. Bob Fall conducía su autobús número 123 en dirección a Tottenham, el 13 de abril de 1964. cuando el OSNI voló atravesando la carretera delante del vehículo y aterrizó en el río. Se hizo dragar el río, que tenía unos dos metros de profundidad, pero no se encontró nada. La policía sugirió que tal vez los testigos habían visto una bandada de patos, lo cual no explica los cables rotos ni las señales en el cemento.
Otro caso "imposible" de visión de OSNI fue el que tuvo lugar en el río San Lorenzo, cerca de Quebec (Canadá), en marzo de 1965. El capitán Claude Laurin y su copiloto, de la línea Quebecair, pudieron ver por espacio de cuatro o cinco minutos a un "submarino" situado debajo de la superficie. a más de 300 km del mar abierto, posición extremadamente peligrosa para un submarino normal. El 23 de mayo de 1969 tres testigos oculares vieron cómo "un objeto redondo, resplandeciente y que emitía destellos de luces rojas" se sumergía en el San Lorenzo. La investigación policial lleva da a cabo "no descubrió nada".
El siguiente relato constituye una prueba bastante fehaciente de la posibilidad de que algunos OVNIS, después de un vuelo supersónico a través de la atmósfera, necesiten enfriar sus estructuras sobrecalentadas. En verano de 1967, un grupo de boyscouts estaba acampado en la orilla de un plácido lago a 32 km de St. John (Nueva Brunswick. Canadá). Los muchachos estaban durmiendo, y el jefe del grupo y su ayudante habían bajado hasta el lago para ir a buscar agua. De la oscuridad surgió un OVNI en forma de dos platillos -colocados uno frente al otro- con destellos rojos, naranjas, verdes y azules a su alrededor. Al entrar en contacto con el agua y sumergirse se produjo un chirrido, semejante al sonido que oyó el hombre que vio elevarse un OVNI del río Kamloops en 1981. El lago, de aguas claras y frías, se alimentaba de las nieves de las montañas; no obstante, cuando a la mañana siguiente volvieron los dos hombres, el agua estaba bastante turbia y tibia.
Otra extraña experiencia fue la vivida por el matrimonio Bordes, que, la noche del 16 de septiembre de 1955, se hallaban pescando en el embalse de Titicus, en el estado de Nueva York. A la 1.30 de la madrugada aún no habían tenido suerte. Entonces fue cuando la señora Bordes vio una esfera luminosa rosa que se elevaba del agua para volverse a sumergir. Al cabo de un rato, cuando estaban de vuelta hacia la orilla, ambos vieron fuera del agua una forma oscura. Tenía dos bandas horizontales de luz blanca en la base y una luz rotatoria de color amarillo encima. El señor Bordes, más curioso que asustado, remó en dirección a las luces y éstas retrocedieron a mayor velocidad. Después se movieron en dirección hacia él y entonces el señor Bordes, a su vez, retrocedió. A su mujer el asunto no le hacía ninguna gracia, de modo que remaron un kilómetro y medio en dirección al embarcadero, con las luces siguiendoles a cierta distancia. Cuando llegaron al coche y se pusieron en marcha aún podían verse las luces en el embalse. Al parecer, los OSNIS y OVNIS están particularmente interesados por los embalses. Las especulaciones de los investigadores van desde la posibilidad de que estén controlando los niveles de contaminación, hasta la creencia de que están "drogando" el agua potable.
Los poderes de estas enigmáticas máquinas, si es que de máquinas se trata, parecen ser inmensos, según nos indican los siguientes relatos de acontecimientos ocurridos en las heladas aguas de Suecia. El 30 de abril de 1966, entre las 17.15 y las 17.30, tres testigos vieron cómo un objeto gris oscuro de 9 m de longitud avanzaba por el lago Siljan (en el centro de Suecia) abriendo en la capa de hielo un canal de un palmo de espesor. El canal abierto tenía una anchura de tres metros o tres metros y medio, y una longitud de más de 800 m. Mientras el OSNI se precipitaba en el hielo a una velocidad de 95 km/h iba despidiendo por ambos lados bloques de hielo y agua en forma de cascada. Ocho años antes, el 5 de abril de 1968, el Times había dado la noticia de que "un objeto increíblemente poderoso ha practicado un enorme agujero en la capa de hielo de un lago de la parte central de Suecia; los científicos y expertos militares no saben a ciencia cierta de qué se trata". Dos personas residentes allí habían localizado el agujero cerca de Malung: tenía un área de 585 m. Al frente de la investigación se encontraba el coronel Curt Hermansson, quien afirmó que el impacto de una aeronave estaba fuera de cuestión, ya que no había ninguna señal alrededor del agujero. El hecho de que el hielo, como de un metro de espesor, hubiera sido levantado por debajo, parecía indicar -en vista de la actividad de OSNIS registrada hasta la fecha- que algo "increíblemente poderoso" había salido de debajo de la capa de hielo. Pero, ¿quién puede afirmarlo con certeza? Los submarinistas que exploraron los fondos embarrados del lago no encontraron nada que explicara el misterio. Unos días más tarde se descubrió otro gran agujero en la capa de hielo de un lago situado en las cercanías de Serna.
Las autoridades supusieron que los agujeros habían sido originados por la caída de algún objeto al agua. Hacia años que los escandinavos se veían importunados por objetos que caían del cielo. Muchos de estos sucesos ocurrieron en 1946. y al principio la prensa supuso que se trataba de meteoritos; sin embargo, al aumentar el número de relatos en torno a proyectiles plateados en forma de torpedo y que emitían trazas de humo -muchas veces más de un relato al día- se les denominó "cohetes fantasma". La primera suposición fue que se trataba de cohetes alemanes V2, capturados y puestos a prueba por los soviéticos; no obstante, los hechos no confirmaban estas suposiciones. A pesar de que el complejo de fabricación de cohetes que los alemanes tenían en Peenemünde había sido ocupado por los rusos en mayo de 1945, los científicos alemanes ya se habían rendido a las fuerzas norteamericanas, dejando las instalaciones de pruebas completamente destruidas. No era posible que los científicos rusos hubieran empezado a montar y disparar V1 o V2 en tan poco tiempo, y mucho menos desarrollar y construir cientos de cohetes nuevos con unas características de vuelo bastante distintas a las del V2.
Un típico caso de "cohete fantasma" fue el presenciado el 19 de julio de 1946 por una familia que aseguró haber oído un ruido como "el de un fuerte viento" y visto dos cohetes de dos metros de longitud y unas alas cortas, como de un metro, situadas en la mitad inferior de la máquina, que pasaban sobre sus cabezas y se sumergían en el lago Mjosa, a 96 km al norte de Oslo (Noruega). en el fondo del lago podía verse un cráter, pero en las operaciones de dragado ordenadas por las autoridades militares no se halló nada. Los cohetes fantasma eran detectados por radar cuando efectuaban cambios bruscos de dirección, pero raramente chocaban Y, cuando lo hacían, siempre era contra las aguas de un lago. No obstante, nunca se encontraron restos, a pesar de las intensas búsquedas llevadas a cabo por el ejército.
La tarde del 30 de julio de 1967 el oficial Jorge Montoya, a bordo del buque Naviero, se encontraba de servicio, cuando el barco argentino estaba justo navegando por el Atlántico Sur, a 190 kilómetros de la costa brasileña. Los oficiales fuera de servicio y la tripulación estaban cenando abajo, y la normalidad era total. Al echar una mirada al mar por el lado de estribor Montoya sufrió un sobresalto al ver a una extraña nave con forma de puro deslizarse silenciosamente por el agua a unos 15 m de distancia. Se quedó pasmado durante unos instantes y después alertó al capitán por el intercomunicador. Cuando el capitán Julián Ardanza llegó a la cubierta, la misteriosa nave seguía moviéndose paralelamente al barco. Los dos hombres la estuvieron estudiando por espacio de 15 minutos, durante los cuales el objeto se mantuvo en la misma posición. La misteriosa embarcación brillaba con luz blanco-azulada brillante y no dejaba ninguna estela. Estimaron que su longitud oscilaba entre los 32 y los 34 m.
Después, sin previo aviso, la embarcación no identificada giró en dirección al buque mercante y, produciendo un resplandor brillante al acelerar, se sumergió por debajo del buque para desaparecer rápidamente en las profundidades del océano. Los oficiales y la tripulación del Naviero acababan de ver uno de los enigmáticos objetos submarinos no identificados (OSNIS). En una entrevista que la prensa le hizo posteriormente, el capitán dijo que desde luego no se trataba de un submarino convencional ni de una ballena, y que en veinte años de servicio no había visto nunca cosa igual.
El número de visiones de OVNIS registradas desde finales de los años 40 se acerca a las decenas de miles, y los relatos que se han ido recopilando sugieren que por las aguas de nuestro planeta circulan tantos OSNIS como OVNIS hay en los cielos. Más de un 70 % de la superficie de la Tierra está cubierta de agua. La profundidad media de los mares y océanos es de tres kilómetros, y el hombre apenas ha comenzado a explorar las vastas zonas que se encuentran debajo de la superficie. Estas zonas podrían ser lugares ideales para que seres tecnológicamente más avanzados realizaran sus actividades sin que los hombres pudieran advertirlo.
Del mismo modo que la diligencia de algunos investigadores ha llevado a descubrir relatos de OVNIS anteriores a la visión de 1947 -que muchos creyeron la primera-, también se han encontrado relatos acerca de OSNIS que datan del siglo pasado. La noche del 24 de febrero de 1885, en el Pacífico Norte, la tripulación del buque Innerwich vio cómo un enorme objeto que emitía una brillante luz roja desaparecía en el mar, levantando grandes cantidades de agua al sumergirse bajo las olas. El 12 de noviembre de 1887, cerca de Cape Race (Terranova), el capitán Moore, del buque británico Siberian, contempló durante cinco minutos cómo "una gran bola de fuego" se alzaba desde el océano hasta una altura de 15 m. Antes de partir se movió hacia su barco y en dirección contraria a la del viento. Este y otros muchos relatos sugieren que los OSNIS pueden a veces convertirse en OVNIS, y viceversa.
Uno de los casos más dramáticos registrados en los anales de los OVNIS es el que ocurrió la noche del 26 de julio de 1980. El remolcador Caioba-Seahorse efectuaba una travesía regular cuando, a 95 km de la costa brasileña, cerca de Natal, el contramaestre vio de repente un objeto gris de diez metros de diámetro que flotaba sobre la superficie. Al mismo tiempo podía verse sobre el mar una luz brillante que avanzaba rápidamente en dirección hacia ellos. El contramaestre viró rápidamente para evitar el choque con el objeto flotante, que encendió entonces luces de varios colores (amarillo, rojo, verde y azul). en aquel momento la luz brillante ya les había alcanzado, y podía distinguirse un cuerpo resplandeciente de forma ovalada que se mantenía suspendido silenciosamente a unos 60 m por encima del OSNI flotante. Los motores del remolcador se habían parado, y la tripulación contempló, con miedo y fascinación, cómo el OVNI se posaba lentamente sobre el OSNI. Tuvo lugar una conexión, las luces del OSNI se apagaron, y los dos cuerpos se elevaron juntos. Después de permanecer unos minutos flotando en el aire en aquella área, el OVNI, junto con su carga, se alejó rápidamente en dirección al mar. Naturalmente, este acontecimiento impulsó a las autoridades navales a llevar a cabo una investigación de alto nivel, y desencadenó entre los ufólogos civiles brasileños innumerables especulaciones. ¿Fue la tripulación del remolcador testigo de una operación de rescate de un OVNI por parte de otro? ¿O se trataba más bien de una operación rutinaria de recogida, realizada en un lugar convenido? No se pudo llegar a ninguna conclusión; y lo que las autoridades navales eventualmente pudieron descubrir, lo guardaron en secreto.
Un resplandor verde
También han sido vistos OSNIS frente a la costa de Norteamérica. Uno de los testigos fue Wesley Gruman, de diecinueve años, que la noche del 27 de marzo de 1979 se dirigía hacia Oak Bluff (Massachusetts). Al observar un resplandor verde por encima de unas dunas de arena, en cuanto pudo miró en dirección al mar. A unos 60 m de la orilla flotaba sobre el agua un cilindro luminoso de unos nueve metros de longitud. Cuando el OSNI, silenciosamente, se elevó, Gruman paró el coche y bajó para observar cómo ascendía. Quiso ir a buscar una linterna bastante potente que llevaba en el coche, pero se encontró con que sólo podía mover la cabeza. Esta parálisis duró hasta que el OSNI se hubo alejado lo suficiente como para quedar fuera del alcance de la vista. Gruman cuenta también que se produjeron otros dos extraños fenómenos: por una parte, la radio de frecuencia modulada de su coche emitió un zumbido de baja frecuencia mientras duró la visión; el otro fenómeno fue el extraño comportamiento de su reloj de pulsera. El calendario del reloj, que funcionaba con cuerda normal, iba tres días adelantado, pero al día siguiente de la experiencia señalaba la fecha correcta, y lo sigue haciendo desde entonces.
En Newport (Rhode Island). John Gallagher observó a la luz del día un objeto no identificado que era levantado o impulsado desde el mar. En abril de 1961 se hallaba trabajando en una casa junto al mar y vio una esfera roja balanceándose sobre las olas. Intrigado, subió al segundo piso para tener mejor visibilidad, y pudo distinguir entonces que la esfera se encontraba a unos 180 m de la orilla y era arrastrada mar adentro. De repente se elevó hasta un altura de unos 18 m, se detuvo, y acto seguido, acelerando hasta alcanzar unos 160 km/h, voló en dirección a alta mar. Gallagher estaba seguro de no haber visto un globo de aire, ya que sus movimientos y velocidad no eran los de un objeto movido por el viento, sino los de un objeto bajo control inteligente.
Los objetos submarinos no identificados también extienden sus actividades a las aguas interiores. Hay relatos acerca de OSNIS en lagos, ríos, puertos, ensenadas y fiordos. En noviembre de 1980, en el río brasileño Araguari, más de setenta personas que esperaban un transbordador vieron cómo un sólido objeto de cinco metros de diámetro surgía de debajo del agua. Por espacio de unos cuatro minutos estuvo flotando en el aire a una altura de unos 200 metros, y después, lentamente, se movió en dirección al mar. Por unos momentos voló a menos de 30 m de la orilla.
El hombre que vio un "típico platillo volante" elevarse del río Thompson. cerca de Kamloops (Columbia Británica, Canadá), desea permanecer en el anonimato, pero se trata de una persona de confianza, según afirma el doctor J. Allen Hynek, ufólogo mundialmente conocido. En la soleada tarde del 16 de mayo de 1981, el testigo estaba pescando tranquilamente cuando, con un ruido "como el de agua vertida sobre una sartén caliente", la extraña nave emergió del agua helada a unos 90 m de la orilla. Entonces, acelerando, subió bruscamente por encima de su cabeza y se alejó en un abrir y cerrar de ojos. Al alejarse produjo un sonido como de chapoteo cuando unas bolitas de algo procedente del objeto cayeron en forma de lluvia alrededor del pescador. Este recogió parte de este material, que fue analizado por el Centro de Estudios de OVNIS de Illinois (Estados Unidos). A finales de 1981 aún no se habían hecho públicos los resultados.
El conductor y los pasajeros de un autobús de Londres tuvieron un asiento de primera fila para presenciar cómo un OSNI plateado y en forma de puro se sumergía en el río Lea, después de haber cortado unos cables telefónicos y de haber dejado una marca en el margen de cemento del río. Bob Fall conducía su autobús número 123 en dirección a Tottenham, el 13 de abril de 1964. cuando el OSNI voló atravesando la carretera delante del vehículo y aterrizó en el río. Se hizo dragar el río, que tenía unos dos metros de profundidad, pero no se encontró nada. La policía sugirió que tal vez los testigos habían visto una bandada de patos, lo cual no explica los cables rotos ni las señales en el cemento.
Otro caso "imposible" de visión de OSNI fue el que tuvo lugar en el río San Lorenzo, cerca de Quebec (Canadá), en marzo de 1965. El capitán Claude Laurin y su copiloto, de la línea Quebecair, pudieron ver por espacio de cuatro o cinco minutos a un "submarino" situado debajo de la superficie. a más de 300 km del mar abierto, posición extremadamente peligrosa para un submarino normal. El 23 de mayo de 1969 tres testigos oculares vieron cómo "un objeto redondo, resplandeciente y que emitía destellos de luces rojas" se sumergía en el San Lorenzo. La investigación policial lleva da a cabo "no descubrió nada".
El siguiente relato constituye una prueba bastante fehaciente de la posibilidad de que algunos OVNIS, después de un vuelo supersónico a través de la atmósfera, necesiten enfriar sus estructuras sobrecalentadas. En verano de 1967, un grupo de boyscouts estaba acampado en la orilla de un plácido lago a 32 km de St. John (Nueva Brunswick. Canadá). Los muchachos estaban durmiendo, y el jefe del grupo y su ayudante habían bajado hasta el lago para ir a buscar agua. De la oscuridad surgió un OVNI en forma de dos platillos -colocados uno frente al otro- con destellos rojos, naranjas, verdes y azules a su alrededor. Al entrar en contacto con el agua y sumergirse se produjo un chirrido, semejante al sonido que oyó el hombre que vio elevarse un OVNI del río Kamloops en 1981. El lago, de aguas claras y frías, se alimentaba de las nieves de las montañas; no obstante, cuando a la mañana siguiente volvieron los dos hombres, el agua estaba bastante turbia y tibia.
Otra extraña experiencia fue la vivida por el matrimonio Bordes, que, la noche del 16 de septiembre de 1955, se hallaban pescando en el embalse de Titicus, en el estado de Nueva York. A la 1.30 de la madrugada aún no habían tenido suerte. Entonces fue cuando la señora Bordes vio una esfera luminosa rosa que se elevaba del agua para volverse a sumergir. Al cabo de un rato, cuando estaban de vuelta hacia la orilla, ambos vieron fuera del agua una forma oscura. Tenía dos bandas horizontales de luz blanca en la base y una luz rotatoria de color amarillo encima. El señor Bordes, más curioso que asustado, remó en dirección a las luces y éstas retrocedieron a mayor velocidad. Después se movieron en dirección hacia él y entonces el señor Bordes, a su vez, retrocedió. A su mujer el asunto no le hacía ninguna gracia, de modo que remaron un kilómetro y medio en dirección al embarcadero, con las luces siguiendoles a cierta distancia. Cuando llegaron al coche y se pusieron en marcha aún podían verse las luces en el embalse. Al parecer, los OSNIS y OVNIS están particularmente interesados por los embalses. Las especulaciones de los investigadores van desde la posibilidad de que estén controlando los niveles de contaminación, hasta la creencia de que están "drogando" el agua potable.
Los poderes de estas enigmáticas máquinas, si es que de máquinas se trata, parecen ser inmensos, según nos indican los siguientes relatos de acontecimientos ocurridos en las heladas aguas de Suecia. El 30 de abril de 1966, entre las 17.15 y las 17.30, tres testigos vieron cómo un objeto gris oscuro de 9 m de longitud avanzaba por el lago Siljan (en el centro de Suecia) abriendo en la capa de hielo un canal de un palmo de espesor. El canal abierto tenía una anchura de tres metros o tres metros y medio, y una longitud de más de 800 m. Mientras el OSNI se precipitaba en el hielo a una velocidad de 95 km/h iba despidiendo por ambos lados bloques de hielo y agua en forma de cascada. Ocho años antes, el 5 de abril de 1968, el Times había dado la noticia de que "un objeto increíblemente poderoso ha practicado un enorme agujero en la capa de hielo de un lago de la parte central de Suecia; los científicos y expertos militares no saben a ciencia cierta de qué se trata". Dos personas residentes allí habían localizado el agujero cerca de Malung: tenía un área de 585 m. Al frente de la investigación se encontraba el coronel Curt Hermansson, quien afirmó que el impacto de una aeronave estaba fuera de cuestión, ya que no había ninguna señal alrededor del agujero. El hecho de que el hielo, como de un metro de espesor, hubiera sido levantado por debajo, parecía indicar -en vista de la actividad de OSNIS registrada hasta la fecha- que algo "increíblemente poderoso" había salido de debajo de la capa de hielo. Pero, ¿quién puede afirmarlo con certeza? Los submarinistas que exploraron los fondos embarrados del lago no encontraron nada que explicara el misterio. Unos días más tarde se descubrió otro gran agujero en la capa de hielo de un lago situado en las cercanías de Serna.
Las autoridades supusieron que los agujeros habían sido originados por la caída de algún objeto al agua. Hacia años que los escandinavos se veían importunados por objetos que caían del cielo. Muchos de estos sucesos ocurrieron en 1946. y al principio la prensa supuso que se trataba de meteoritos; sin embargo, al aumentar el número de relatos en torno a proyectiles plateados en forma de torpedo y que emitían trazas de humo -muchas veces más de un relato al día- se les denominó "cohetes fantasma". La primera suposición fue que se trataba de cohetes alemanes V2, capturados y puestos a prueba por los soviéticos; no obstante, los hechos no confirmaban estas suposiciones. A pesar de que el complejo de fabricación de cohetes que los alemanes tenían en Peenemünde había sido ocupado por los rusos en mayo de 1945, los científicos alemanes ya se habían rendido a las fuerzas norteamericanas, dejando las instalaciones de pruebas completamente destruidas. No era posible que los científicos rusos hubieran empezado a montar y disparar V1 o V2 en tan poco tiempo, y mucho menos desarrollar y construir cientos de cohetes nuevos con unas características de vuelo bastante distintas a las del V2.
Un típico caso de "cohete fantasma" fue el presenciado el 19 de julio de 1946 por una familia que aseguró haber oído un ruido como "el de un fuerte viento" y visto dos cohetes de dos metros de longitud y unas alas cortas, como de un metro, situadas en la mitad inferior de la máquina, que pasaban sobre sus cabezas y se sumergían en el lago Mjosa, a 96 km al norte de Oslo (Noruega). en el fondo del lago podía verse un cráter, pero en las operaciones de dragado ordenadas por las autoridades militares no se halló nada. Los cohetes fantasma eran detectados por radar cuando efectuaban cambios bruscos de dirección, pero raramente chocaban Y, cuando lo hacían, siempre era contra las aguas de un lago. No obstante, nunca se encontraron restos, a pesar de las intensas búsquedas llevadas a cabo por el ejército.
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