El folklore popular ruso cuenta que Zilant (“serpiente”) es una criatura con forma de serpiente y dragón que mora en el fondo de los Lagos Qaban, y que no duda en atacar a todo aquel aldeano que ose acercarse a la orilla. Tradicionalmente, los rusos la definen como una criatura maligna y despiadada aunque, si son capaces de sobrevivir más de cien años, acaban convertidas en benignas serpientes blancas -”Ajdaha”- y dan buena suerte -como los dragones chinos-.
A Zilant se le representa con un cabeza de wyvern (dragón), cuatro patas de pollo, cuerpo de un ave y cola de serpiente. Sin embargo, la fuerte influencia occidental ha modificado sustancialmente su imagen, acercándose más a la clásica occidental (dragón medieval).
El origen real de esta criatura se remonta a los tátaros y sus leyendas sobre monstruos voladores. Unas leyendas que adoptaron los rusos como propias, sincretizando los elementos de la cultura popular de estos pueblos de Europa Oriental y Asia Central. En Kazán se convirtió, desde principios del siglo XVIII, en su símbolo oficial con forma de dragón heráldico.
Cuentan que en Kazán una hermosa dama se casó con un joven residente del casco antiguo de la ciudad. Ella tenía que ir en búsqueda de agua, pero se quejó de la distancia y las incomodidades en el transporte. Propuso al líder, el Khan local, trasladar la ciudad cerca del lago, al pie de una colina. Sin embargo, en dicho lugar habitaban poderosas serpientes que sólo salían por la primavera. Su líder, Zilant, una criatura con cabeza dragón y cola de serpiente, tenía aterrorizados a los habitantes.
Dispuestos a derrotar a los monstruos, construyeron un cerco de paja en la colina. Todas las serpientes picaron el anzuelo y se “mudaron” al pajar. Los habitantes quemaron el cerco, pero Zilant consiguió escapar de las llamas. El caballero más hábil de Kazán lo hirió, pero éste huyó a los Lagos Qaban, donde se dice que todavía habita. Otros dicen que se convirtió en el Dios Diu y que fundó una ciudad bajo el lago.
Otra versión, de las tantas existentes, sentencia al caballero a muerte. Zilant atrapó, fuera de la ciudad, al valeroso soldado y lo cortó en siete pedazos. Pero éste, mientras se defendía, lo apuñaló con su pica envenenada y la terrorífica criatura, finalmente, murió. Desde entonces, en Kazán, la muerte de Zilant simboliza el triunfo del bien sobre mal.
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