Qué sucede cuando el «cuerpo astral» de una persona visita un lugar durante una experiencia extracorpórea?. El profesor A. J. Ellison describe algunos experimentos.
Una de las mayores dificultades en la investigación psíquica consiste en eliminar la posible intervención de la telepatía, tanto la precognitiva como la sincrónica. El problema adquiere mayores dificultades cuando se investigan las EEAC (experiencias extracorpóreas). La manera obvia de estudiar una EEAC se basa en pedir a la persona sujeta a examen que «visite» un lugar que nunca haya visto en estado normal, y que dé una detallada descripción de los alrededores; después podrá comprobarse el relato. Sin embargo, parece ser que es imposible saber si se trata de una verdadera EEAC o bien si por el contrario el sujeto se está basando en la clarividencia para obtener la información. Otra sugerencia interesante es la de que las EEAC puedan actuar como un desencadenante que haga patente la información presente de modo pasivo en el subconsciente del sujeto. Muy bien podría suceder que los actos de ver, oír, tocar, oler y gustar fueran meras ilusiones, y que de hecho percibamos el mundo físico por clarividencia.
Para aclarar la cuestión, el investigador A. J. Ellison construyó una caja que contenía circuitos electrónicos bastante complelos. Cuando el sujeto del experimento se encontraba en una situación de EEAC, el investigador podía hacer aparecer en la parte posterior de la máquina (es decir, sin que pudiese verlo) un número al azar de tres cifras. A continuación pedía al sujeto que le dijese cuál era este número, y el científico introducía la respuesta en el dial de la parte delantera. El aparato comparaba los números de los dos diales y memorizaba si el sujeto había acertado el número original. Esta operación podía repetirse varias veces para obtener una serie de experimentos. Una vez finalizada ésta, el aparato reflejaba el número total de aciertos.
La característica importante de este método es que, puesto que en ningún momento (ni antes, ni durante, ni finalizado el experimento) sabe el experimentador cuáles son los números elegidos al azar, puede descartarse con toda seguridad cualquier fenómeno de telepatía. El siguiente paso fue utilizar la caja para analizar a una serie de sujetos capaces de tener EEAC bajo hipnosis.
El profesor Ellison abordó dos o tres series de experimentos en los que, para ganar tiempo, miró cuáles eran los números que aparecían en la parte posterior de la caja mientras el primer sujeto intentaba adivinarlos. Estos ensayos tuvieron un notable éxito, pues en dos o tres ocasiones el sujeto adivinó el número. A continuación inició una serie de 25 pruebas, durante las cuales no miró los números que iban apareciendo. El sujeto pareció tener dificultades: le resultaba imposible "leer" con claridad los números, puesto que eran "demasiado pequeños". Ellison le sugirió que practicase en casa con números de pocas cifras, con la ayuda de otra persona (y que mirase los números después para establecer los «aciertos» y «errores»); sin embargo, aquella persona nunca volvió a someterse a esas pruebas.
Un segundo sujeto hipnotizado fue incapaz de adivinar los números que aparecían en la parte posterior del aparato, independientemente de las condiciones, y no continuó los experimentos.
La característica importante de este método es que, puesto que en ningún momento (ni antes, ni durante, ni finalizado el experimento) sabe el experimentador cuáles son los números elegidos al azar, puede descartarse con toda seguridad cualquier fenómeno de telepatía. El siguiente paso fue utilizar la caja para analizar a una serie de sujetos capaces de tener EEAC bajo hipnosis.
El profesor Ellison abordó dos o tres series de experimentos en los que, para ganar tiempo, miró cuáles eran los números que aparecían en la parte posterior de la caja mientras el primer sujeto intentaba adivinarlos. Estos ensayos tuvieron un notable éxito, pues en dos o tres ocasiones el sujeto adivinó el número. A continuación inició una serie de 25 pruebas, durante las cuales no miró los números que iban apareciendo. El sujeto pareció tener dificultades: le resultaba imposible "leer" con claridad los números, puesto que eran "demasiado pequeños". Ellison le sugirió que practicase en casa con números de pocas cifras, con la ayuda de otra persona (y que mirase los números después para establecer los «aciertos» y «errores»); sin embargo, aquella persona nunca volvió a someterse a esas pruebas.
Un segundo sujeto hipnotizado fue incapaz de adivinar los números que aparecían en la parte posterior del aparato, independientemente de las condiciones, y no continuó los experimentos.
Reduciendo las posibilidades
El tercer sujeto fue un famoso psíquico norteamericano; se le explicaron las características de la máquina, e inmediatamente se ofreció voluntario para realizar una serie de ensayos (desgraciadamente no dio tiempo a comprobar que la máquina funcionase correctamente). Indicó que los números «aparecerían» en su mente, y que en su caso no era necesaria una EEAC. Ello nos lleva a plantear algunas cuestiones muy interesantes acerca de la naturaleza de las EEAC. Tal como ya se ha dicho, es posible considerar que una EEAC constituya una reconstrucción dramatizada de la memoria de ciertos lugares, con incorporación de información adicional (como por ejemplo los números aparecidos en la pantalla de la parte posterior del aparato) obtenida por «simple clarividencia» . Por descontado, esto no constituye ninguna explicación (después de todo, ¿qué significa «simple clarividencia»?), pero lo que sí es cierto es que hay muchas pruebas de que en la mente puede aparecer información sin que sea necesario para ello utilizar procedimientos especiales (por ejemplo, inducir una EEAC). El psíquico realizó una serie de 20 «ensayos». Cuando finalizó, Ellison accionó un mando para ver cuántos aciertos había obtenido, esperando ver un resultado nulo. Le sorprendió mucho ver que la pantallita marcaba un ocho.
A la mañana siguiente, Ellison se sometió a la prueba él mismo obteniendo también como resultado un ocho. Estaba claro que algo iba mal. Después de un detallado examen, se localizó en uno de los microcircuitos un fallo que hacía que se iluminaran los siete segmentos que componían el dígito, de modo que aparecía el número ocho. Una vez solventado el problema, el resultado que obtuvo Ellison en el siguiente ensayo fue, como siempre, cero.
El cuarto sujeto que se sometió a la máquina fue un famoso psíquico británico. Esta vez planeó bien el experimento y se comprobó que la máquina funcionase correctamente. Dos de los experimentadores se sometieron a algunas pruebas, y ambos registraron resultados normalmente bajos. Después de dejar que los circuitos se calentasen y estabilizasen, y de realizar las últimas comprobaciones, el psíquico invitado realizó la primera serie de 20 ensayos; su resultado fue ocho. Ellison se volvió a someter personalmente a la prueba y también obtuvo ocho. De nuevo, algo funcionaba mal en el equipo; después de limpiar cuidadosamente los microcircuitos, los investigadores se aseguraron bien de que la máquina volviese a funcionar normalmente. De nuevo, dos experimentadores realizaron una serie de ensayos, obteniendo ambos los resultados bajos que eran de esperar. Todo funcionaba correctamente. Sometieron al psíquico a otra serie de ensayos, y éste obtuvo de nuevo un resultado de ocho. Pero cuando revisaron de nuevo los circuitos y lo volvieron a intentar ellos mismos, obtuvieron los habituales resultados bajos. ¿Había fallado de nuevo el equipo? Era imposible saberlo.
Un observador escéptico diría que fue pura casualidad que el equipo fallase en las dos ocasiones en que se sometieron al experimento dos psíquicos famosos. Sin embargo, un investigador con experiencia diría que este tipo de cosas suceden a menudo.
Es como si la mente inconsciente del psíquico, sabiendo que se espera un resultado notable, lo lograse por el camino más simple de que dispusiese, es decir, aplicando PK (psicocinesis) sobre los microcircuitos en lugar de emplear la clarividencia. Sin embargo, resulta imposible probar esta suposición: constituye simplemente una posibilidad. Entretanto, el test de la máquina con números al azar espera disponer de otras oportunidades y sujetos para seguir investigando sobre la posibilidad de que un psíquico que experimente EEAC pueda «observar» el mundo físico normal sin emplear la telepatía.
El doctor Karlis Osis, jefe de investigaciones de la American Society for Psychical Research, ha llevado a cabo algunos interesantes experimentos con el psíquico Alex Tanous para intentar establecer si las observaciones realizadas durante las EEAC lo son a través de algo similar al ojo humano. Cuando Tanous se encontró en un estado de EEAC, Osis le solicitó que le «mirase» por la ventanilla de una caja en la cual había un sistema óptico que sobreponía imágenes, dando una cierta impresión de visión normal desde un determinado punto del espacio. Esta visión era de hecho una ilusión, y el experimento había sido especialmente ideado para averiguar si las EEAC deben considerarse un tipo de clarividencia dramatizada, o bien si por el contrario hay algo (quizás el «cuerpo astral») que de verdad se desplaza de un lugar a otro. Osis afirma que los resultados que obtuvo apoyan la idea de una presencia en el espacio físico situado delante de la caja. Sin embargo, en la interpretación de los resultados se plantean algunos problemas: al fin y al cabo, los límites de la clarividencia nos son desconocidos, y si bien fue posible elegir al azar las imágenes de manera que nadie supiese cómo los vería el ojo humano, cabe la posibilidad de que la mente inconsciente del sujeto dedujera su apariencia basándose en el conocimiento por clarividencia de la posición relativa de los componentes en la caja. Osis afirma que en experimentos posteriores colocó sensores físicos (indicadores de tensión) delante de la ventanilla de la caja óptica, y que durante las observaciones de EEAC éstos indicaron la posible presencia de algún tipo de objeto físico: parecía existir una tendencia a que se registrasen más aciertos en los blancos ópticos cuando los sensores indicaban actividad.
En la Fundación para la Investigación Psíquica de Durham (Carolina del Norte), se realizaron algunos experimentos con el investigador y psíquico Stuart Blue Harary. El objetivo era observar el comportamiento de roedores, serpientes y gatos jóvenes en presencia de una «proyección astral». Los gatos fueron colocados en una gran pista de pruebas, dividida en cuadros. La actividad normal de los animales podía expresarse en función del número de cuadros ocupados o pisados durante un determinado período de tiempo. En condiciones experimentales normales los gatos solían mostrarse asustados. En un estado de EEAC Harary intentó calmarles. Efectivamente, uno de los animales alteró su comportamiento durante los períodos en que Harary experimentaba una EEAC. El otro gato se mostró indiferente. Quizá los animales, como detectores, superan a las máquinas.
De todo esto podemos concluir que no tiene demasiado sentido tomarse al pie de la letra las descripciones de la EEAC realizadas por los propios sujetos. Una EEAC puede constituir una construcción mental elaborada a base de recuerdos del mundo físico, con alguna información superpuesta obtenida por telepatía o clarividencia. Las escrituras orientales sugieren que el «mundo astral» al que mucha gente cree que vamos a parar después de la muerte es un «mundo de ilusión», basado en una combinación de nuestros recuerdos de este mundo y de nuestros deseos, conscientes o no. Tal como ha precisado el profesor H. H. Price, un mundo de imágenes mentales como éste sería exactamente igual que el mundo descrito por los médiums y los psíquicos, con todas las particularidades individuales que serían de esperar. Sin embargo, y como también ha precisado el profesor Price, ese mundo no se diferenciaría en absoluto de nuestro propio mundo, tal como lo ven algunos filósofos. El estudio de las EEAC nos ayudará a comprendernos mejor a nosotros mismos, así como nuestras percepciones y procesos mentales.
Poniendo a prueba un punto de vista
Los investigadores en proyecciones astrales han sido obsequiados con diferentes relatos de experiencias extracorpóreas como prueba de que el fenómeno existe, y se han embarcado en experimentos científicos; pero aún permanece la posibilidad de que la clarividencia o la telepatía de algún tipo estén involucradas.
En su libro Un beso de despedida a la Tierra, Ingo Swann cuenta cómo, siendo niño, dejó una vez su cuerpo cuando le estaban extirpando las amígdalas, e incluso vio cómo el escalpelo le cortaba accidentalmente la parte posterior de la lengua. También oyó cómo el cirujano renegaba por su error. Esta capacidad para dejar su cuerpo a voluntad continuó y fue posteriormente examinada en la Universidad de Stanford con resultados bastante espectaculares. Swann parecía capaz, por ejemplo, de proyectarse más allá de este planeta y describió con considerable precisión los rasgos característicos de Mercurio; todo esto algún tiempo antes de que el Mariner 10 fuera capaz de confirmar sus descripciones. No obstante, esta confirmación fue sólo superficial, puesto que los detalles no coincidieron.
Bob Morrell también ofreció descripciones precisas cuando, mientras era torturado en la penitenciaría del estado de Arizona, declaró haber dejado su cuerpo con frecuencia para evitar tal tratamiento y haber vagado libremente por fuera de la cárcel. De esa manera fue capaz de explicar a los investigadores algunos de los acontecimientos que ocurrieron en las calles de San Francisco que difícilmente podría haber conocido de otra manera. Una vez que no volvió a ser torturado, la facultad para los viajes astrales desapareció por completo.
Colin Wilson, en su libro Misterios señala el potencial de las experiencias extracorporales. Por ejemplo, los delincuentes podrían utilizar los viajes astrales para planear robos. Otro caso es el de aquellos que dijeron que el ocultista Aleister Crowley había utilizado el viaje astral para cometer violaciones psíquicas con aquellas mujeres a las que quería poseer.
La señorita Z y el número oculto
El primer experimento de laboratorio totalmente controlado y encaminado a investigar la naturaleza de las EEAC fue realizado por el doctor Charles Tart, de la Universidad de California. El sujeto del doctor Tart era una tal señorita Z, que afirmaba haber tenido EEAC desde la infancia. Una vez la hubo conectado a un electroencefalógrafo, el doctor Tart pidió a la señorita Z que se pusiera en estado de EEAC. Sobre una estantería situada por encima de su cabeza, un trozo de papel llevaba escrito un número elegido al azar por el doctor Tart antes de comenzar el experimento. La longitud de los cables que unían la cabeza de la señorita Z con el encefalógrafo no le permitían levantarse físicamente y mirar cuál era el número escrito en el papel, so pena de interrumpir los circuitos registradores.
Durante la primera noche del experimento no sucedió nada significativo. Durante la segunda noche, la señorita Z experimentó una EEAC, en el transcurso de la cual -dijo había visto un reloj de pared encima de la estantería (no podía haberlo visto permaneciendo echada) e incluso se había fijado en la hora: las 3:15. El electroencefalograma reveló unas extrañas ondas cerebrales hacia aquella hora. Durante la tercera noche tuvo una experiencia similar.
Hasta la cuarta noche no intentó leer el número escrito en el pedazo de papel, intento en el que triunfó por completo. Afirmó haber tenido la experiencia (según el reloj del laboratorio) entre las 5:50 y las 6 de la madrugada. Su encefalograma mostraba una señal modificada hacia las 5:57.
El experimento del doctor Tart parece demostrar que durante las EEAC de la señorita Z sucedía algo paranormal. El experimento del profesor Ellison pretende responder a la pregunta siguiente: ¿de qué se trata?
A la mañana siguiente, Ellison se sometió a la prueba él mismo obteniendo también como resultado un ocho. Estaba claro que algo iba mal. Después de un detallado examen, se localizó en uno de los microcircuitos un fallo que hacía que se iluminaran los siete segmentos que componían el dígito, de modo que aparecía el número ocho. Una vez solventado el problema, el resultado que obtuvo Ellison en el siguiente ensayo fue, como siempre, cero.
El cuarto sujeto que se sometió a la máquina fue un famoso psíquico británico. Esta vez planeó bien el experimento y se comprobó que la máquina funcionase correctamente. Dos de los experimentadores se sometieron a algunas pruebas, y ambos registraron resultados normalmente bajos. Después de dejar que los circuitos se calentasen y estabilizasen, y de realizar las últimas comprobaciones, el psíquico invitado realizó la primera serie de 20 ensayos; su resultado fue ocho. Ellison se volvió a someter personalmente a la prueba y también obtuvo ocho. De nuevo, algo funcionaba mal en el equipo; después de limpiar cuidadosamente los microcircuitos, los investigadores se aseguraron bien de que la máquina volviese a funcionar normalmente. De nuevo, dos experimentadores realizaron una serie de ensayos, obteniendo ambos los resultados bajos que eran de esperar. Todo funcionaba correctamente. Sometieron al psíquico a otra serie de ensayos, y éste obtuvo de nuevo un resultado de ocho. Pero cuando revisaron de nuevo los circuitos y lo volvieron a intentar ellos mismos, obtuvieron los habituales resultados bajos. ¿Había fallado de nuevo el equipo? Era imposible saberlo.
Un observador escéptico diría que fue pura casualidad que el equipo fallase en las dos ocasiones en que se sometieron al experimento dos psíquicos famosos. Sin embargo, un investigador con experiencia diría que este tipo de cosas suceden a menudo.
Es como si la mente inconsciente del psíquico, sabiendo que se espera un resultado notable, lo lograse por el camino más simple de que dispusiese, es decir, aplicando PK (psicocinesis) sobre los microcircuitos en lugar de emplear la clarividencia. Sin embargo, resulta imposible probar esta suposición: constituye simplemente una posibilidad. Entretanto, el test de la máquina con números al azar espera disponer de otras oportunidades y sujetos para seguir investigando sobre la posibilidad de que un psíquico que experimente EEAC pueda «observar» el mundo físico normal sin emplear la telepatía.
El doctor Karlis Osis, jefe de investigaciones de la American Society for Psychical Research, ha llevado a cabo algunos interesantes experimentos con el psíquico Alex Tanous para intentar establecer si las observaciones realizadas durante las EEAC lo son a través de algo similar al ojo humano. Cuando Tanous se encontró en un estado de EEAC, Osis le solicitó que le «mirase» por la ventanilla de una caja en la cual había un sistema óptico que sobreponía imágenes, dando una cierta impresión de visión normal desde un determinado punto del espacio. Esta visión era de hecho una ilusión, y el experimento había sido especialmente ideado para averiguar si las EEAC deben considerarse un tipo de clarividencia dramatizada, o bien si por el contrario hay algo (quizás el «cuerpo astral») que de verdad se desplaza de un lugar a otro. Osis afirma que los resultados que obtuvo apoyan la idea de una presencia en el espacio físico situado delante de la caja. Sin embargo, en la interpretación de los resultados se plantean algunos problemas: al fin y al cabo, los límites de la clarividencia nos son desconocidos, y si bien fue posible elegir al azar las imágenes de manera que nadie supiese cómo los vería el ojo humano, cabe la posibilidad de que la mente inconsciente del sujeto dedujera su apariencia basándose en el conocimiento por clarividencia de la posición relativa de los componentes en la caja. Osis afirma que en experimentos posteriores colocó sensores físicos (indicadores de tensión) delante de la ventanilla de la caja óptica, y que durante las observaciones de EEAC éstos indicaron la posible presencia de algún tipo de objeto físico: parecía existir una tendencia a que se registrasen más aciertos en los blancos ópticos cuando los sensores indicaban actividad.
En la Fundación para la Investigación Psíquica de Durham (Carolina del Norte), se realizaron algunos experimentos con el investigador y psíquico Stuart Blue Harary. El objetivo era observar el comportamiento de roedores, serpientes y gatos jóvenes en presencia de una «proyección astral». Los gatos fueron colocados en una gran pista de pruebas, dividida en cuadros. La actividad normal de los animales podía expresarse en función del número de cuadros ocupados o pisados durante un determinado período de tiempo. En condiciones experimentales normales los gatos solían mostrarse asustados. En un estado de EEAC Harary intentó calmarles. Efectivamente, uno de los animales alteró su comportamiento durante los períodos en que Harary experimentaba una EEAC. El otro gato se mostró indiferente. Quizá los animales, como detectores, superan a las máquinas.
De todo esto podemos concluir que no tiene demasiado sentido tomarse al pie de la letra las descripciones de la EEAC realizadas por los propios sujetos. Una EEAC puede constituir una construcción mental elaborada a base de recuerdos del mundo físico, con alguna información superpuesta obtenida por telepatía o clarividencia. Las escrituras orientales sugieren que el «mundo astral» al que mucha gente cree que vamos a parar después de la muerte es un «mundo de ilusión», basado en una combinación de nuestros recuerdos de este mundo y de nuestros deseos, conscientes o no. Tal como ha precisado el profesor H. H. Price, un mundo de imágenes mentales como éste sería exactamente igual que el mundo descrito por los médiums y los psíquicos, con todas las particularidades individuales que serían de esperar. Sin embargo, y como también ha precisado el profesor Price, ese mundo no se diferenciaría en absoluto de nuestro propio mundo, tal como lo ven algunos filósofos. El estudio de las EEAC nos ayudará a comprendernos mejor a nosotros mismos, así como nuestras percepciones y procesos mentales.
Poniendo a prueba un punto de vista
Los investigadores en proyecciones astrales han sido obsequiados con diferentes relatos de experiencias extracorpóreas como prueba de que el fenómeno existe, y se han embarcado en experimentos científicos; pero aún permanece la posibilidad de que la clarividencia o la telepatía de algún tipo estén involucradas.
En su libro Un beso de despedida a la Tierra, Ingo Swann cuenta cómo, siendo niño, dejó una vez su cuerpo cuando le estaban extirpando las amígdalas, e incluso vio cómo el escalpelo le cortaba accidentalmente la parte posterior de la lengua. También oyó cómo el cirujano renegaba por su error. Esta capacidad para dejar su cuerpo a voluntad continuó y fue posteriormente examinada en la Universidad de Stanford con resultados bastante espectaculares. Swann parecía capaz, por ejemplo, de proyectarse más allá de este planeta y describió con considerable precisión los rasgos característicos de Mercurio; todo esto algún tiempo antes de que el Mariner 10 fuera capaz de confirmar sus descripciones. No obstante, esta confirmación fue sólo superficial, puesto que los detalles no coincidieron.
Bob Morrell también ofreció descripciones precisas cuando, mientras era torturado en la penitenciaría del estado de Arizona, declaró haber dejado su cuerpo con frecuencia para evitar tal tratamiento y haber vagado libremente por fuera de la cárcel. De esa manera fue capaz de explicar a los investigadores algunos de los acontecimientos que ocurrieron en las calles de San Francisco que difícilmente podría haber conocido de otra manera. Una vez que no volvió a ser torturado, la facultad para los viajes astrales desapareció por completo.
Colin Wilson, en su libro Misterios señala el potencial de las experiencias extracorporales. Por ejemplo, los delincuentes podrían utilizar los viajes astrales para planear robos. Otro caso es el de aquellos que dijeron que el ocultista Aleister Crowley había utilizado el viaje astral para cometer violaciones psíquicas con aquellas mujeres a las que quería poseer.
La señorita Z y el número oculto
El primer experimento de laboratorio totalmente controlado y encaminado a investigar la naturaleza de las EEAC fue realizado por el doctor Charles Tart, de la Universidad de California. El sujeto del doctor Tart era una tal señorita Z, que afirmaba haber tenido EEAC desde la infancia. Una vez la hubo conectado a un electroencefalógrafo, el doctor Tart pidió a la señorita Z que se pusiera en estado de EEAC. Sobre una estantería situada por encima de su cabeza, un trozo de papel llevaba escrito un número elegido al azar por el doctor Tart antes de comenzar el experimento. La longitud de los cables que unían la cabeza de la señorita Z con el encefalógrafo no le permitían levantarse físicamente y mirar cuál era el número escrito en el papel, so pena de interrumpir los circuitos registradores.
Durante la primera noche del experimento no sucedió nada significativo. Durante la segunda noche, la señorita Z experimentó una EEAC, en el transcurso de la cual -dijo había visto un reloj de pared encima de la estantería (no podía haberlo visto permaneciendo echada) e incluso se había fijado en la hora: las 3:15. El electroencefalograma reveló unas extrañas ondas cerebrales hacia aquella hora. Durante la tercera noche tuvo una experiencia similar.
Hasta la cuarta noche no intentó leer el número escrito en el pedazo de papel, intento en el que triunfó por completo. Afirmó haber tenido la experiencia (según el reloj del laboratorio) entre las 5:50 y las 6 de la madrugada. Su encefalograma mostraba una señal modificada hacia las 5:57.
El experimento del doctor Tart parece demostrar que durante las EEAC de la señorita Z sucedía algo paranormal. El experimento del profesor Ellison pretende responder a la pregunta siguiente: ¿de qué se trata?
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