Desde los comienzos de la Historia el Hombre fue seducido por una necesidad que es propia de nuestra naturaleza, la de investigar, conocer, descubrir, no hay ninguna otra especie en la Tierra que haga ciencia, que sea conciente de sus posibilidades intelectuales.
Asi los primeros intentos de compilar información aparecen en Babilonia, Egipto, Siria, pero sin dudas hubo un lugar en la antigüedad que prometió una civilización científica brillante.
Era el resultado del despertar Jonico y tenía su ciudad y se levantaba la Biblioteca de Alejandría, donde hace un poco más de 2000 años las mejores mentes de la época establecieron las bases del estudio sistemático de la Matemática, física, astronomía, biología, literatura, geografía y medicina. Aun hoy estamos construyendo nuestra ciencia en estos cimientos. La biblioteca fue construida y sostenida por los Tolomeos, reyes griegos que heredaron la parte egipcia del Imperio de Alejandro. Desde su creación en el S III a. C hasta su destrucción siete siglos después, fue el cerebro y el corazón del mundo antiguo. Desde El Antiguo Testamento llegado a nosotros a través de las traducciones griegas hechas en la Biblioteca hasta las tragedias de Esquilo, Sófocles Y Eurípides, han perdurado en el tiempo gracias ha esta capital editorial del planeta antiguo. Es por eso que intentaremos conocer algo de su historia y su legado cultural.
INTRODUCCIÓN
A la muerte de Alejandro de Macedonia, los territorios conquistados en Asia Menor, Oriente Medio, Oriente Lejano y África fueron divididos entre sus generales. El sucesor de Alejandro en Grecia, Casandro, ayudó a Demetrio de Falera (puerto cercano a El Pireo) a llegar al poder en Atenas. Demetrio era un estudioso peripatético de la primera generación, es decir, había estudiado con Aristóteles junto a Teofrasto y al propio Alejandro. Como gobernante de Atenas, hizo venir a Teofrasto para fundar un Liceo al estilo de la Academia de Platón. Después de diez años de tiranía, y debido a conflictos políticos entre los sucesores de Alejandro, Demetrio fue desterrado. Por su parte, Tolomeo, uno de los generales exitosos de Alejandro, se había consolidado como rey del Egipto conquistado, donde se lo conocía como Tolomeo I Sóter. Éste invitó a Teofrasto a hacerse cargo de la educación de su heredero. Teofrasto rechazó la invitación (297 a.C.) y recomendó en su lugar a Demetrio.
Fue Demetrio de Falera quien sugirió a Tolomeo I Sóter la idea de establecer un gran centro de investigación en Alejandría con una biblioteca importante ligada a él, al que se debía llamar "Museo". La fecha precisa de la fundación de estas dos instituciones no es conocida pero es probable que Sóter iniciara la obra en 290 a.C. y que luego la tarea fuera completada por Tolemeo II Filadelfo, porque es bien sabido que la Biblioteca y el Museo alcanzaron su máximo esplendor durante el reinado de Filadelfo.
La primera mención de la Biblioteca que ha quedado registrada se encuentra en la Carta de Aristeas (180-145 a.C.), estudioso judío que escribió crónicas sobre la traducción del Viejo Testamento al griego por setenta y dos rabinos. Según él, “este trabajo había sido encargado por el ateniense desterrado Demetrio de Falera, a quien patrocinaba Tolemeo Sóter”.
Demetrio de Falera, como otros pensadores y sabios griegos (Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles), se caracterizó por su capacidad para combinar el hábito de la meditación con el interés por la cosa pública. Después de su derrocamiento y de sufrir el destierro (la pena máxima entre los griegos), encaró la tarea más importante de su vida, lo cual es una prueba de la fuerza de sus convicciones y de su tenacidad. Ejerció su influencia sobre los dos primeros reyes tolemaicos para que éstos decidieran convertir a Egipto en el centro cultural del mundo antiguo y a Alejandría en la capital de las Ciencias, las Artes y la Filosofía. Según Aristeas, Demetrio recomendó a Sóter reunir una colección de libros acerca de la monarquía y el gobierno –del tipo de los escritos sobre filósofos-reyes de Platón–, además de libros de autores de todo el mundo que le pudieran servir para entender mejor los asuntos de la política y el comercio. La estrategia de Demetrio consistía en traer escritores, poetas, artistas y científicos de todas partes a Alejandría para enriquecer el Museo y la Biblioteca.
El Museo fue el centro de estudios más grande de los tiempos antiguos y el primer instituto científico que registra la Historia. La Biblioteca fue la primera en su tipo de carácter universal. De Demetrio se conservan pocas imágenes. Tras su caída del poder, sus más de 300 estatuas fueron destruidas.
Fue Demetrio de Falera quien sugirió a Tolomeo I Sóter la idea de establecer un gran centro de investigación en Alejandría con una biblioteca importante ligada a él, al que se debía llamar "Museo". La fecha precisa de la fundación de estas dos instituciones no es conocida pero es probable que Sóter iniciara la obra en 290 a.C. y que luego la tarea fuera completada por Tolemeo II Filadelfo, porque es bien sabido que la Biblioteca y el Museo alcanzaron su máximo esplendor durante el reinado de Filadelfo.
La primera mención de la Biblioteca que ha quedado registrada se encuentra en la Carta de Aristeas (180-145 a.C.), estudioso judío que escribió crónicas sobre la traducción del Viejo Testamento al griego por setenta y dos rabinos. Según él, “este trabajo había sido encargado por el ateniense desterrado Demetrio de Falera, a quien patrocinaba Tolemeo Sóter”.
Demetrio de Falera, como otros pensadores y sabios griegos (Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles), se caracterizó por su capacidad para combinar el hábito de la meditación con el interés por la cosa pública. Después de su derrocamiento y de sufrir el destierro (la pena máxima entre los griegos), encaró la tarea más importante de su vida, lo cual es una prueba de la fuerza de sus convicciones y de su tenacidad. Ejerció su influencia sobre los dos primeros reyes tolemaicos para que éstos decidieran convertir a Egipto en el centro cultural del mundo antiguo y a Alejandría en la capital de las Ciencias, las Artes y la Filosofía. Según Aristeas, Demetrio recomendó a Sóter reunir una colección de libros acerca de la monarquía y el gobierno –del tipo de los escritos sobre filósofos-reyes de Platón–, además de libros de autores de todo el mundo que le pudieran servir para entender mejor los asuntos de la política y el comercio. La estrategia de Demetrio consistía en traer escritores, poetas, artistas y científicos de todas partes a Alejandría para enriquecer el Museo y la Biblioteca.
El Museo fue el centro de estudios más grande de los tiempos antiguos y el primer instituto científico que registra la Historia. La Biblioteca fue la primera en su tipo de carácter universal. De Demetrio se conservan pocas imágenes. Tras su caída del poder, sus más de 300 estatuas fueron destruidas.
EL MUSEO
Se invitó a estudiosos a llevar a cabo las actividades peripatéticas de la observación y la deducción en Matemática, Medicina, Astronomía, y Geometría; la mayoría de los descubrimientos del mundo occidental fueron registrados y se debatió seobre ellos allí durante 500 años. En Alejandría nacieron nuevas disciplinas como la Trigonometría, la Gramática y la Preservación de Manuscritos. Por otra parte, la colección de documentos permitió la transmisión y traducción de textos clásicos vitales al árabe y al hebreo, donde ellos se conservaron mucho tiempo después de que los originales se habían perdido en Europa.
Los arqueólogos no han descubierto o identificado todavía las ruinas del Museo. De fuentes primarias independientes, parece claro que éste se encontraba en el sector de la ciudad llamado Brucchium (nordeste), probablemente en las tierras del palacio o en sus adyacencias. Estaba rodeado por la corte, los jardines y un parque zoológico que contenía animales exóticos provenientes de las regiones más remotas del imperio de Alejandro.
Cuenta el geógrafo Estrabón, que visitó el Museo a finales del siglo I antes de Jesús, que el Museo "encierra un paseo, una exedra y una gran sala en la que se celebran las comidas en común de los filólogos empleados en el Museo. Existen fondos comunes para el sostenimiento de la colectividad, y un sacerdote puesto en otros tiempos por los reyes, y hoy, por César, al frente del Museo". La Gran Biblioteca era un complemento indispensable del Museo (o templo dedicado a las Musas). Fue descrita por Tito Livio como "el más bello de los monumentos". Tenía numerosas salas con estantes para libros –los "armaría" que consultaban los sabios- y habitaciones para los escribas y artistas que copiaban y preparaban los rollos, cobrando a tanto por línea. Todos los Ptolomeos siguieron coleccionando miles de manuscritos griegos, judíos, egipcios, persas e indios, hasta los tiempos de Cleopatra. Los navíos y viajeros que pasaban por Alejandría estaban obligados a dejar en ella los manuscritos originales que poseían, a cambio de copias. En ellos se anotaban los nombres de los antiguos propietarios y eran registrados y clasificados antes de su depósito y utilización.
Los sabios reunidos en el Museo debieron llegar a ser más de cien en los momentos más brillantes. Se clasificaban a sí mismos en dos categorías: los "filólogos" y los "filósofos". Los primeros, como indica su nombre, se interesaban por todo lo referente a textos y gramática. Fundaron la Filología como ciencia, sin descuidar los estudios eruditos de historiografía y mitografía. Los "filósofos", de orientación "peripatética" o "aristotélica", eran pensadores menos dados a la meditación moral o metafísica, que científicos versados en las ciencias particulares: matemática, astronomía, geografía y medicina. Por lo demás, algunos espíritus enciclopédicos como Eratóstenes, brillaron a la vez como "filólogos" y como "filósofos". L. W. H. Hull consideró al Museo como la primera universidad que existió en el mundo, otros, como J. Beaujeu prefieren hablar de "Instituto académico de investigaciones" ya que los miembros del Museo, que podían tener algunos discípulos, no se veían obligados a seguir cursos regulares, dedicando así todo su tiempo a la investigación o la discusión. Tenían aulas de lecciones, instrumentos astronómicos, salas de disección, jardines botánicos y zoológicos. Sus sueldos procedían directamente del rey. Los ptolomeos asistían a los banquetes, que eran un elemento de la vida académica en que se intercambiaban puntos de vista (symposios). Hoy sabemos que los alejandrinos construyeron máquinas de vapor, relojes muy sofisticados, diseñaron complicadas palancas (Arquímedes estudió en Alejandría) e incluso midieron la altura de las montañas de la luna y la longitud de la circunferencia de la Tierra, con una exactitud admirable.
LA BIBLIOTECA
Aunque no se conoce el número con exactitud, se cree que en su apogeo la Biblioteca tuvo entre unos 500.000 a 700.000 manuscritos, los cuales equivalen aproximadamente a unos 100.000 libros impresos de hoy. Los reyes tolemaicos quisieron enriquecer la Biblioteca con los tesoros del conocimiento de todas las ramas del saber; estaban ansiosos por adquirir manuscritos originales y hacían revisar cada barco que llegaba a Alejandría: cuando encontraban un libro, éste se llevaba a la Biblioteca para que fuera copiado y la copia se devolvía al dueño. En la misma línea, Tolomeo III escribió una carta “A los soberanos de todo el mundo” pidiendo prestados sus libros. Cuando Atenas le prestó los textos de Eurípides, Esquilo y Sófocles, él los copió, devolvió las copias y guardó los originales.
Al principio, la Biblioteca estaba cerca del Museo, dentro de los recintos del palacio real. Medio siglo después, cuando la cantidad de libros adquiridos sobrepasó su capacidad, se decidió abrir una dependencia adicional para acomodar los libros sobrantes. Esta "Biblioteca Hija" estaba en el Serapeum (Templo de Serapis), que se situaba a cierta distancia del palacio, en el distrito sur de la ciudad. La Biblioteca Hija pronto se volvió una biblioteca propiamente dicha y en el período romano se convirtió en un centro de aprendizaje de gran actividad. Se han encontrado algunos restos de ella en excavaciones recientes. Su esquema de construcción era similar al del Museo; la construcción fue comenzada por Tolomeo II Filadelfo y completada por su hijo.
En tiempos de Demetrio, las bibliotecas griegas eran normalmente colecciones particulares de manuscritos, como la biblioteca de Aristóteles que tenía trabajos propios y de otros. Los templos de Egipto tenían a menudo anaqueles que contenían un surtido de textos religiosos y oficiales, como ciertos museos griegos. Varios siglos después, Tzetzes registra que Calímaco catalogó 400.000 manuscritos "mixtos" (probablemente aquellos que contenían más de un capítulo, trabajo, o autor) y 90.000 "puros", más 42.000 en el Serapeum. En la Biblioteca se hicieron los primeros trabajos sistemáticos de copiado, enmienda y comparación de textos clásicos sin los cuales ninguno de los autores hubiera sobrevivido.
Se cree que Demetrio se convirtió al culto de Serapis o –más probablemente– que fue un sacerdote del nuevo culto greco-egipcio inventado por Tolomeo. Sin embargo, el Serapeum se construyó después de su muerte y a él no se lo recuerda como director de esa institución. El Director de la Biblioteca era uno de los funcionarios de más alto rango y era designado por el propio faraón. Normalmente se lo elegía entre las personas más prominentes en Ciencia o Literatura. Los directores de la Biblioteca enriquecieron a Alejandría con sus propios estudios.
El primer director de la Biblioteca registrado es Zenódoto de Efeso, quien desempeñó ese cargo desde el final del reinado de Tolomeo I hasta 245 a.C. Su sucesor Calímaco de Cirene fue quizá el director de la Biblioteca más famoso de Alejandría y quien creó por primera vez un catálogo de su patrimonio al que llamó "Pinakes" o "Tablas". Este catálogo no era de ninguna manera exhaustivo, más bien era un buen índice temático. Apolonio de Rodas, el escritor de la notablemente meticulosa obra épica El Viaje de los Argonautas, parece haber sido quien reemplazó a Calímaco. Eratóstenes de Cirene, geógrafo y matemático estoico, lo sucedió en 235, y creó su "Esquema de los Grandes Anaqueles". En 195, Aristófanes de Bizancio –un estudioso homérico sin relación con el dramaturgo cómico– se hizo cargo y puso al día las Tablas de Calímaco. El último director registrado de la Biblioteca es Aristarco de Samotracia, astrónomo, quien asumió en 180 a.C. y fue separado del cargo durante los forcejeos dinásticos entre dos Tolomeos. [Algunos mencionan antes de él a Apolonio "Idógrafo" (189/6-175 a.C.) y luego de él a Kidas (145-116 a.C.).] La Biblioteca funcionó después durante varios siglos. Sin embargo, ningún otro estudioso es mencionado como director de la Biblioteca.
Los estantes de la Biblioteca pueden haber estado en uno de los salones de conferencia periféricos, en el jardín, o pueden haber sido alojados en el Gran Salón. Consistían en casilleros, perchas para los manuscritos –los mejores de los cuales se untaban con aceite de lino–, o bolsas de cuero. El pergamino de piel (vellum) se puso en boga cuando Alejandría dejó de exportar papiro en un esfuerzo por estrangular a su biblioteca rival más joven, fundada por los Seléucidas en Pérgamo. En tiempos de los romanos, los trabajos empezaron a ser escritos en forma de códice (libro), y se los guardaba en estantes de madera llamados armaria. Curiosamente, la biblioteca más famosa del mundo no funcionó durante la era del libro impreso: primero fue la época del papiro, luego la del códice y hoy, en su reconstrucción, la del disco compacto.
La vasta población de la ciudad no tenia la menor idea de los grandes descubrimientos que tenían lugar dentro de la biblioteca. los nuevos descubrimientos no fueron explicados ni popularizados.
Desde Calímaco en adelante, el catálogo de manuscritos se hizo de acuerdo a la división del conocimiento de Aristóteles, o por lo menos –como hizo él– separando de la "Filosofía" a las Ciencias Observacionales y Deductivas.
EL INCENDIO
La destrucción de la biblioteca más importante del mundo antiguo ha sido atribuida a diferentes facciones y gobernantes, no con el propósito de escribir crónicas de ese desastre, sino como calumnias políticas. Sin embargo hoy podemos armar la historia de su destrucción y, aunque a los occidentales nos pese, la versión más verosímil involucra a personajes y sectores que por nuestra tradición respetamos.
El primer incendio se produjo en el año 48 a.C., durante el conflicto en que Julio César se involucró para apoyar a Cleopatra VII en su lucha contra Tolomeo XIII, su hermano. Son muchos los textos donde se relata la pérdida de los 40.000 volúmenes alojados en depósitos de granos cerca del puerto cuando Julio César incendió la flota del hermano de Cleopatra. Esto es lo que dice Livio en uno de sus libros perdidos que Séneca cita. Se sabe que Marco Antonio compensó a Cleopatra regalándole los 200.000 manuscritos de Pérgamo. El propio Museo se destruyó junto con el Palacio Real en el tercer siglo de nuestra era, durante las disputas por el poder que agitaron al Imperio Romano.
La Biblioteca Hija sobrevivió hasta fines del siglo IV, cuando un decreto del Emperador Teodosio (391 d.C.) prohibió las religiones no-cristianas (paganas). Teófilo ( Obispo de Alejandría de 385 a 412 d.C.) destruyó entonces el Serapeum y la Biblioteca Hija por ser la casa de la doctrina pagana. Los estudiosos sobrevivieron otra generación hasta el asesinato de Hipatia en 415, el cual marcó el fin de la era escolástica de Alejandría. Según fuentes contemporáneas, Hipatia de Alejandría, una estudiosa del siglo V d.C., fue arrastrada por el carro de una chusma de monjes que odiaban todo lo pagano y la desollaron viva y la quemaron en los restos de la Biblioteca. En 415, el historiador cristiano Orosius visitó Alejandría e informó: “Hay templos hoy día, que nosotros hemos visto, cuyos estantes para libros han sido vaciados por nuestros hombres. Y ésta es una cuestión que no admite ninguna duda.” (Orosius 6.15.32) Su declaración confirma que la biblioteca había desaparecido en el siglo V, es decir, más de dos siglos antes de la conquista de Egipto por los árabes en 642. Toda historia que involucre a los árabes en estos hechos es por lo tanto falsa.
Alejandría fue la mayor ciudad que el mundo occidental había visto jamás. Gente de todas las naciones llegaban allí para vivir, comerciar y aprender. Fue probablemente allí donde la palabra cosmopolita consiguió tener un sentido autentico y en su biblioteca estuvo la semilla del mundo moderno que floreció luego en las mentes de Copernico, Leonardo, Colón, Newton.
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