El 12 de enero la tierra tembló en Haití. Murieron 200 mil personas, una auténtica barbaridad. Hugo Chávez dijo que la culpa era de los… ¡EEUU! Parecía una de sus típicas butades. Pero en realidad Chávez simplemente se hacía eco de las informaciones que llegaban desde Rusia. De hecho los rusos no se quedaron ahí y responsabilizaron a su antiguo archienemigo de otros terremotos, como el de China en 2008.
Es más: ya una semana antes del terremoto de Haití científicos y políticos rusos venían acusando a EEUU de estar detrás de la ola de frío que azotaba el norte planetario a principios de año. Ocho meses después, el extremo es el contrario pero las acusaciones las mismas. El calor y los incendios consumen Rusia mientras que los investigadores de ese país siguen señalando con el dedo a la potencia americana.
Y bien preguntaréis: ¿qué extraña y maniática rabieta tienen los rusos con los yanquis para que los culpen de prácticamente todos los desastres naturales que asolan al planeta? La solución a este misterio se resume en las siglas HAARP. ¿Qué es el HAARP?
Las siglas esconden la siguiente palabrería: High Frequency Advanced Auroral Research Project. Se trata de un proyecto patrocinado por instancias militares desde los años 90 en una base situada en Alaska, donde un ejército de 180 potentes antenas transmiten ondas electromagnéticas de alta potencia que inundan la ionosfera.
El HAARP se presenta como un complejo programa de investigación climatológica pero, según algunos, no es sino el último capítulo de lo que a veces se llaman armas meteorológicas, cuyo desarrollo comienza al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Nos permitiréis que no entremos demasiado en detalle acerca del funcionamiento del HAARP. A decir verdad, solo hace unas cuantas semanas tuvimos conocimiento de este fascinante y enigmático programa, y a falta de un mayor estudio tampoco queremos repetir sin más lo que ya circula por numerosas páginas de Internet.
Si os diremos que muchos científicos han levantado la voz para advertir contra el HAARP. Dicen, a grandes rasgos, que funciona como una especie de enorme calentador de la atmósfera, en concreto de la ionosfera. Las consecuencias, aseguran, no se pueden calibrar a ciencia cierta pero al menos las alteraciones climáticas parecen inevitables.
No solo eso. No son pocos los investigadores que van más allá: no se trataría que todas esas antenas o radares funcionando en Alaska provoquen transformaciones aleatorias en el clima sino que las alteraciones podrían ser programadas para cualquier parte deseada del mundo.
Si fuera así entraríamos en un terreno peligroso: Un arma capaz de provocar tormentas, inundaciones, sequías prolongadas, tornados, tsunamis…una máquina del tiempo con el que controlar el mundo. ¿Y provocar incluso un terremoto? En efecto, hay quien cree que el HAARP podría hacer tal cosa.
Lo cierto es que todo esto, que suena a desbocada ciencia ficción, no es ni mucho menos un secreto. Científicos rusos, como decíamos al principio, han acusado repetidas veces de que ciertos desastres naturales no eran en el fondo tan “naturales”. Aunque también desde el otro lado se ha llegado a señalar por voces neocons que el Katrina, el tornado que destrozó Nueva Orleans, fue un efecto del “HAARP ruso”: el proyecto Sura.
Porque en efecto parece que los rusos no se quedaron atrás y desde la década de los 80 cuentan con su propia instalación para andar enredando por la ionosfera. El panorama es inquietante. ¿Hemos de creer que existe una posible arma tan poderosa? Está claro que durante la guerra fría se gastaron cantidades ingentes de dinero en desarrollar nuevo armamento, alguno tan estrambótico como el que se ensayaba hipnotizando a las cabras o buscando pócimas de seducción.
Y en el fondo nos tememos que la industria militar está más viva que nunca. Hay tantos intereses en juego que cuando no es el soviet será la guerra contra el terror o cualquier otra inventada amenaza global: las excusas no van a faltar nunca. Y si hace ya 65 años que el hombre se calumnió a sí mismo creando la bomba atómica, ¿qué demoníacos ingenios no habrá sido capaz de alumbrar desde entonces con su retorcido, grandioso, brutal cerebro?
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