¿Vino viejo en nuevo odre? Nos hacemos esta pregunta respecto del fenómeno ovni, cuyo nacimiento se fecha en la década de los cuarenta con una serie de episodios entre los cuales uno de los más relevantes acaso haya sido aquel de Roswell (1947). Sin embargo, el hecho de que ya un joven Orson Welles desatase el pánico radiando la invasión extraterrestre de La guerra de los mundos demuestra que el terreno estaba abonado desde mucho antes.
Muchos expertos creen que el fenómeno ovni es muy anterior en cuanto a su fondo, aunque por su forma exterior sea un producto típicamente siglo XX. Es decir, que los pueblos han buscado en su propio acervo cultural respuestas para los episodios extraños e inexplicables. Esas respuestas, entonces, enraizadas en las convicciones y creencias de una determinada época han ido, por fuerza, evolucionando con e paso del tiempo.
Así, mientras las sociedades permanecían en estados “primitivos” desde el punto de vista la técnica (tal como hoy la entendemos), eran los ámbitos de las leyendas populares, de los mitos culturales y de la propia religión quienes aportaban sus rasgos estereoripados así como su elenco de personajes para disfrazar con un rostro conocido los acontecimientos más sorprendentes.
Luego, sin embargo, la tecnología y el mismo desarrollo de nuestro mundo de la tecnociencia ha suministrado la mayoría de los modelos. Desde este punto de vista, una línea investigadora se centra en algunas de las coincidencias entre los nuevos avistamientos de presuntas naves extraterrestres y las antiguas apariciones marianas (que a su vez no hacían sino reterritorializar previas apariciones paganas).
¿Es el fenómeno ovni la cara contemporánea de lo que anteriormente se creían epifanías de la Virgen? Ahora bien, las apariciones marianas se siguen produciendo y con una serie de características comunes. Los testigos suelen ser niños, enfermos, en general personas sencillas. Y el hecho acontece en parajes alejados, en montañas, ambientes montaraces y agrestes...
Pero el desplazamiento (y la sustitución en ocasiones) de una clase de fenómenos (encuentros con la Virgen) a otra (encuentros con OVNIS) nos parece bastante claro. Sin embargo, de igual manera que el mundo de la tecnociencia (del que ha resultado una cosmovisión tecnológica cada vez más global) convive todavía en muchos lugares apartados con una piedad y un fervor cristiano, judío…(cosmovisión religiosa), así, según las coordenadas mentales de quien haya tenido la experiencia, ésta será calificada ya de extraterrestre, ya de sobrenatural.
Nótese que con este intento de explicación no se pone en entredicho la veracidad del testimonio, más bien al contrario: se da por supuesto que se ha visto y vivido algo, aunque luego cada uno lo procese de la mejor manera que puede, según las premisas en las que su vida emocional e intelectual se insiere.
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